Todorov, T- Introduccion a la Literatura Fantastica - Catedu
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Tzvetan <strong>Todorov</strong> Introducción a <strong>la</strong> literatura fantástica<br />
pues frente a lo fantástico generalizado: el mundo entero del libro y el propio lector<br />
quedan incluidos en él. Veamos un ejemplo especialmente c<strong>la</strong>ro de ese nuevo<br />
género fantástico, que Sartre improvisa para presentar su idea: “Me siento, pido un<br />
café con leche, el mozo me hace repetir tres veces el pedido y lo repite él también<br />
para evitar todo riesgo de error. Se va, trasmite mi pedido a un segundo mozo,<br />
quien lo anota en un cuaderno y lo trasmite a un tercero. Por fin vuelve un cuarto y<br />
dice: “Aquí está, mientras deja en mi mesa un tintero. Pero —digo yo—, había<br />
pedido un café con leche. “Y bien, eso es”, replica él y se va. Si el lector puede<br />
pensar al leer cuentos de esta c<strong>la</strong>se que se trata de una broma de los mozos o de<br />
alguna psicosis colectiva, [que es lo que Maupsassant quería hacernos creer en El<br />
hor<strong>la</strong>, por ejemplo], hemos perdido <strong>la</strong> partida. Pero si hemos sabido darle <strong>la</strong><br />
impresión de que le hab<strong>la</strong>mos de un mundo en que estas manifestaciones absurdas<br />
figuran a título de conducta normales, entonces se encontrará sumergido de un<br />
golpe en el seno de lo fantástico” págs. 95-96). He aquí, en una pa<strong>la</strong>bra, <strong>la</strong><br />
diferencia entre el cuento fantástico clásico y los re<strong>la</strong>tos de Kafka: lo que en el<br />
primer mundo era una excepción se convierte aquí en <strong>la</strong> reg<strong>la</strong>.<br />
Digamos para terminar que merced a esta rara síntesis de lo sobrenatural con<br />
<strong>la</strong> literatura como tal, Kafka nos permite comprender mejor <strong>la</strong> literatura en sí. Ya<br />
evocamos en diversas oportunidades su paradójico status: no vive sino en lo que el<br />
lenguaje cotidiano denomina, por su parte, contradicciones. La literatura asume <strong>la</strong><br />
antítesis entre lo verbal y lo transverbal, entre lo real y lo irreal. La obra de Kafka<br />
nos permite ir más allá y ver cómo <strong>la</strong> literatura origina, dentro de sí, otra<br />
contradicción, formu<strong>la</strong>da en el ensayo de Maurice B<strong>la</strong>nchot “Kafka et <strong>la</strong> littérature”<br />
a partir de una meditación sobre dicha obra. Un punto de vista corriente y simplista<br />
presenta <strong>la</strong> literatura (y el lenguaje) como una imagen de <strong>la</strong> “realidad”, como un<br />
calco de lo que no es el<strong>la</strong>, como una serie parale<strong>la</strong> y análoga. Pero esta apreciación<br />
es doblemente falsa, pues traiciona tanto <strong>la</strong> naturaleza del enunciado como <strong>la</strong> de <strong>la</strong><br />
enunciación. Las pa<strong>la</strong>bras no son etiquetas pegadas a <strong>la</strong>s cosas que existen en tanto<br />
tales independientemente de el<strong>la</strong>s. Cuando se escribe no se hace más que eso; <strong>la</strong><br />
importancia de ese gesto es tal, que no deja lugar a ninguna otra experiencia. Al<br />
mismo tiempo, si escribo, escribo acerca de algo, aun cuando ese algo sea <strong>la</strong><br />
escritura. Para que <strong>la</strong> escritura sea posible, debe partir de <strong>la</strong> muerte de aquello de lo<br />
cual hab<strong>la</strong>; pero esa muerte <strong>la</strong> vuelve imposible, pues ya no hay nada que escribir.<br />
La literatura sólo puede llegar a ser posible en <strong>la</strong> medida en que se vuelve<br />
imposible. O bien lo que se dice está presente allí, y entonces no hay lugar para <strong>la</strong><br />
literatura; o bien se da cabida a <strong>la</strong> literatura, y entonces ya no hay nada que decir.<br />
Como afirma B<strong>la</strong>nchot: “Si el lenguaje, y en particu<strong>la</strong>r el lenguaje literario, no se<br />
arrojase constantemente, de antemano, hacia su muerte, dicho lenguaje no sería<br />
posible, pues su fundamento y condición es precisamente ese movimiento hacia su<br />
imposibilidad” (La Part du feu, pág. 28).<br />
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