Todorov, T- Introduccion a la Literatura Fantastica - Catedu
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Tzvetan <strong>Todorov</strong> Introducción a <strong>la</strong> literatura fantástica<br />
En primer lugar, el personaje no está del todo decidido en cuanto a <strong>la</strong><br />
interpretación de los hechos: también él cree a veces en su locura, pero nunca llega<br />
a <strong>la</strong> certidumbre. “Comprendí, al verme entre los alienados, que hasta entonces<br />
todo no había sido para mí más que ilusiones. Sin embargo, <strong>la</strong>s promesas que<br />
atribuía a <strong>la</strong> diosa Isis me parecían realizarse por una serie de pruebas que estaba<br />
destinado a sufrir” (pág. 301). Al mismo tiempo, el narrador no está seguro de que<br />
todo lo que el personaje ha vivido dependa de <strong>la</strong> ilusión; insiste incluso sobre <strong>la</strong><br />
verdad de ciertos hechos re<strong>la</strong>tados: “Interrogué a los vecinos: nadie había oído<br />
nada. Y sin embargo, aún estoy seguro de que el grito era real y que el aire del<br />
mundo de los vivos había sido estremecido por él...” (pág. 281).<br />
La ambigüedad depende también del empleo de dos procedimientos de<br />
escritura que penetran todo el texto.<br />
Por lo general, Nerval los utiliza simultáneamente: se trata del imperfecto y<br />
de <strong>la</strong> modalización. Esta última consiste en <strong>la</strong> utilización de ciertas locuciones<br />
introductorias que, sin cambiar el sentido de <strong>la</strong> frase, modifican <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción entre el<br />
sujeto de <strong>la</strong> enunciación y el enunciado. Por ejemplo, <strong>la</strong>s dos frases: “Afuera llueve”<br />
y “Tal vez llueve afuera” se refieren al mismo hecho; pero <strong>la</strong> segunda indica,<br />
además, <strong>la</strong> incertidumbre en que se encuentra el sujeto hab<strong>la</strong>nte, en lo re<strong>la</strong>tivo a <strong>la</strong><br />
verdad de <strong>la</strong> frase enunciada. Él imperfecto tiene un sentido semejante: si digo “Yo<br />
quería a Aurelia”, no preciso si aún <strong>la</strong> sigo queriendo; <strong>la</strong> continuidad es posible,<br />
pero por reg<strong>la</strong> general, poco probable.<br />
Ahora bien, todo el texto de Aurelia está impregnado por estos dos<br />
procedimientos. Se podrían citar páginas enteras que corroborasen nuestra<br />
afirmación. Veamos algunos ejemplos tomados al azar: “Me parecía entrar en una<br />
casa conocida... Una vieja sirvienta a quien l<strong>la</strong>maba Margarita y que me parecía<br />
conocer desde niño me dijo. . . Y tenía <strong>la</strong> idea de que el alma de mi antepasado estaba<br />
en ese pájaro... Creí caer en un abismo que atravesaba el globo. Me sentía llevado sin<br />
sufrimiento por una corriente de metal fundido. . . Tuve <strong>la</strong> sensación de que esas<br />
corrientes estaban compuestas por almas vivas, en estado molecu<strong>la</strong>r... Resultaba<br />
c<strong>la</strong>ro para mí que los antepasados tomasen <strong>la</strong> forma de ciertos animales para<br />
visitarnos sobre <strong>la</strong> tierra...” (págs. 259-260) (el subrayado es nuestro) etc. Si estas<br />
locuciones no existieran, estaríamos dentro del mundo de lo maravilloso, sin<br />
ninguna referencia a <strong>la</strong> realidad cotidiana, habitual; gracias a el<strong>la</strong>s, nos hal<strong>la</strong>mos<br />
ahora en ambos mundos a <strong>la</strong> vez. El imperfecto introduce, además, una distancia<br />
entre el personaje y el narrador, de manera que no conocemos <strong>la</strong> posición de este<br />
último.<br />
Por una serie de incisos, el narrador toma distancia con respecto a los otros<br />
hombres, al “hombre normal”, o, dicho con mayor exactitud, al empleo corriente de<br />
ciertas pa<strong>la</strong>bras (en este sentido, el lenguaje es el tema principal de Aurelia).<br />
“Recubriendo aquello que los hombres l<strong>la</strong>man razón”, dice en cierta oportunidad.<br />
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