Todorov, T- Introduccion a la Literatura Fantastica - Catedu
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Tzvetan <strong>Todorov</strong> Introducción a <strong>la</strong> literatura fantástica<br />
se trata de una simple manera de expresarse (estudiaremos este asunto al tratar <strong>la</strong><br />
interpretación poética o alegórica del texto); podría decirse, también, retomando un<br />
proverbio, que “los ojos del miedo son grandes”. De todos modos, ese tipo de<br />
sobrenatural no violenta demasiado <strong>la</strong> razón.<br />
2. Bastante próximo a esta primera variedad de lo maravilloso encontramos<br />
lo maravilloso exótico. Se re<strong>la</strong>tan allí acontecimientos sobrenaturales sin presentarlos<br />
como tales; se supone que el receptor implícito de los cuentos no conoce <strong>la</strong>s<br />
regiones en <strong>la</strong>s que se desarrol<strong>la</strong>n los acontecimientos; por consiguiente, no hay<br />
motivo para ponerlos en duda. El segundo viaje de Simbad proporciona algunos<br />
ejemplos excelentes. Se describe al principio el pájaro ruc, de dimensiones<br />
prodigiosas: su tamaño le permitía ocultar el sol, y “una de <strong>la</strong>s patas del ave. . . era<br />
tan gruesa como un grueso tronco de árbol” (pág. 241). Es indudable que este<br />
pájaro no existe en <strong>la</strong> zoología contemporánea; pero los oyentes de Simbad estaban<br />
lejos de esta certeza y, cinco siglos después, el propio Gal<strong>la</strong>nd afirma: “Marco Polo<br />
en sus viajes, así como también el Padre Martini, en su historia de China, hab<strong>la</strong>n de<br />
ese pájaro”, etc. Un poco más ade<strong>la</strong>nte, Simbad describe de <strong>la</strong> misma manera el<br />
rinoceronte, que, sin embargo, nos es bien conocido: “En <strong>la</strong> misma is<strong>la</strong> hay<br />
rinocerontes, que son animales más pequeños que el elefante y más grandes que el<br />
búfalo; tienen un cuerno sobre <strong>la</strong> nariz, que mide aproximadamente un codo de<br />
<strong>la</strong>rgo; este cuerno es sólido y está hendido de un extremo al otro. En su superficie<br />
se ven trazos b<strong>la</strong>ncos que representan <strong>la</strong> figura de un hombre. El rinoceronte lucha<br />
contra el elefante, lo atraviesa con su cuerno por debajo del vientre, lo levanta y se<br />
lo coloca sobre <strong>la</strong> cabeza; pero como <strong>la</strong> sangre y <strong>la</strong> grasa del elefante caen sobre sus<br />
ojos y lo enceguecen, el rinoceronte cae a tierra y, cosa extraña [en efecto] el pájaro<br />
ruc se aba<strong>la</strong>nza sobre ellos, y los toma entre sus agarras y los lleva de alimento a<br />
sus pichones” (págs. 244-245). Este fragmento muestra, por <strong>la</strong> mezc<strong>la</strong> de elementos<br />
naturales y sobrenaturales, el carácter particu<strong>la</strong>r de lo maravilloso exótico.<br />
Evidentemente, <strong>la</strong> mezc<strong>la</strong> sólo existe para nosotros, lectores modernos, ya que el<br />
narrador implícito del cuento sitúa todo en el mismo nivel (el de lo “natural”).<br />
3. Una tercera variedad de lo maravilloso podría ser l<strong>la</strong>mada lo maravilloso<br />
instrumental. Aparecen aquí pequeños gadgets, ade<strong>la</strong>ntos técnicos irrealizables en <strong>la</strong><br />
época descrita, pero después de todo, perfectamente posibles. En <strong>la</strong> Historia del<br />
príncipe Ahmed de Las mil y una noches, por ejemplo, esos instrumentos maravillosos<br />
son, al principio, una alfombra mágica, una manzana que cura, un “tubo”<br />
<strong>la</strong>rgavista; en <strong>la</strong> actualidad, el helicóptero, los antibióticos o los anteojos <strong>la</strong>rgavista,<br />
dotados de esas mismas cualidades, no dependen en absoluto de lo maravilloso; lo<br />
mismo sucede con el caballo que vue<strong>la</strong> en <strong>la</strong> Historia del caballo encantado, o con <strong>la</strong><br />
piedra que gira en <strong>la</strong> Historia de Alí Babá: basta pensar en un film de espionaje<br />
reciente (La rubia desafía al F.B.I.), en el que aparece una caja de seguridad secreta<br />
que se abre sólo cuando su dueño pronuncia ciertas pa<strong>la</strong>bras. Hay que distinguir<br />
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