Conocimientos para el Siglo XXI - Dialogue Seminars

10 al 13 abril 2012, Usdub, Guna Yala, Panamá
Alejandro Argumedo de la Asociación Andes presentó el Parque de la Papa en el Perú
como una ilustración de Patrimonio Biocultural Indígena (IBCH), un sistema complejo
de partes interdependientes centrado en la relación recíproca entre los pueblos
Indígenas y su entorno natural. Alejandro argumentó que el uso del concepto de IBCH,
que se basa en una cosmovisión Indígena, ha permitido a las comunidades del Parque
de la Papa fomentar enfoques transdisciplinarios indígenas que combinan métodos e
instrumentos indígenas in situ y convencionales ex situ, lo que permite la
incorporación de aportes diversos y la colaboración dinámica entre escalas. Alejandro
explicó que, para los pueblos andinos, el concepto de territorio incluye a todos los
diferentes actores (políticos y espirituales) que constituyen el espacio. Esto se
representa en el Ayllu, que incluye las relaciones recíprocas entre los humanos, la vida
silvestre (incluyendo al viento, las rocas, las zonas de cultivo, etc.) y las áreas sagradas
de donde deriva la ley natural.
El Parque de la Papa comprende 9,000 hectáreas. Fue creado el año 2000 e incluye a 6
comunidades, que han unido sus territorios para la gestión de los recursos de una
manera cooperativa. Ellas pueden mantener su visión y conceptos comunales dentro
de las esferas de gestión, administrativa y otras. Se han recolectado más de 1,500
variedades de papa, y los resultados son un aumento de la biodiversidad, la creación
de resiliencia y la promoción de la cultura. Se estableció un vínculo entre sistemas de
conocimiento para conservar la diversidad genética, con la colaboración con el Centro
Internacional de la Papa. Se introdujeron técnicas in vitro que garantizan el bienestar
y la supervivencia de las papas, que se almacenarán en la Bóveda Mundial de Semillas
de Svalbard, una instalación de almacenamiento global para la diversidad de cultivos.
Además, se han creado procesos microeconómicos para el desarrollo de productos
basados en la papa. En este sentido, el conocimiento tradicional, junto con la ciencia,
pueden generar benehicios para la comunidad.
Gathuru Mburu de la Red Africana de Biodiversidad (ABN), comenzó diciendo que la
espiritualidad es importante para muchos pueblos indígenas y comunidades locales, y
es un aspecto que no ha tenido mucha interacción con la ciencia. Cuando los
cientíhicos han interactuado con ella, llegan a un punto donde la tildan como magia y
la ignoran. Mburu explicó que la espiritualidad ofrece conocimiento de algo más allá
de lo humano y da orden al mundo. La Red Africana de Biodiversidad trabaja con
comunidades que tienen conocimientos espirituales, transmitidos por sus ancestros
en particular a los custodios que viven entre los mundos natural y sobrenatural. ABN
está trabajando con las comunidades indígenas para recuperar el conocimiento
indígena de una manera holística, que abarca una conexión profunda entre los seres
humanos y la naturaleza. Esta espiritualidad puede ayudar a aumentar la resiliencia
de las comunidades, algo que sigue siendo relevante hoy. Mburu argumentó que la
ciencia trabaja con partes de estos temas, pero hay límites en el enfoque cientíhico.
Además, algunas personas tienen dihicultad para aceptar que sus antepasados
vivieron de esa manera.
El trabajo de la ABN, activa en todo el continente africano, se inspiró en un
intercambio de aprendizaje con las comunidades indígenas de la Amazonia
colombiana. ABN también ha iniciado intercambios de aprendizaje entre comunidades
en África. La estrategia utilizada es dirigida por los ancianos, y también es
intergeneracional, para fomentar así el aprendizaje entre los jóvenes y los ancianos.
Por ejemplo, los ancianos identihicaron como una prioridad la protección y
rehabilitación de zonas protegidas, junto con el restablecimiento de las prácticas
asociadas. El respeto a los ecosistemas sagrados los hace lo suhicientemente potentes
como para que puedan protegerse a sí mismos, en la misma forma que nos protegen a
los seres humanos. Mburu argumentó además que para que las comunidades sean
resilientes, por ejemplo frente al cambio climático, debemos tener en cuenta la cultura
junto con los ecosistemas. La resiliencia requiere el acceso al conocimiento
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