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54 Chile y su medio ambiente / GEO Juvenil Chile
Éste no es mi cielo. Basta que las primeras hojas caigan de los árboles en una clara señal
otoñal, para que en Rancagua comience a teñirse de gris el cielo. Si hasta el aroma cambia.
De ahí en adelante todo huele extraño, desagradable. La ropa que mi mamá suele colgar
en el patio queda impregnada de un humo que, más allá de mandar a tierra sus esfuerzos,
contamina los pulmones de todos y cada uno de los habitantes.
Y es que el frío hace de las suyas en esta zona, por lo que la gran mayoría de los hogares,
casi como imitando la tradición minera propia de este lugar, posee chimeneas. Lo malo
es que muchas veces lo que se quema son maderas húmedas, las cuales, pese a ser más
económicas, poseen una pésima combustión. Quizás muchos saben aquello, pero es mejor
hacerse el necio.
Pero para mí Rancagua no siempre fue sinónimo de contaminación. Cuando era pequeña
y me tocaba visitar esta zona por razones familiares (vivo acá desde los 16 años), siempre
disfruté del color de la vegetación y el cielo. Tan intensos eran ambos ante mis ojos infantiles
que la capital de la Sexta Región, en comparación a los áridos paisajes que en ese
tiempo me cobijaban, era un verdadero paraíso terrenal.
Mas, ahora que lo pienso, estaba lejos de lo real… Según un portal de Internet, ya a principios
de los noventa, científicos suizos alertaban acerca de la concentración de partículas
en el aire rancagüino. Sin embargo, se debió esperar más de una década para que se instalara
la primera estación de monitoreo.
Según este mismo sitio, Rancagua ha superado los índices por material particulado respirable.
Pese a ello, a la fecha ninguno de los estudios que han reflejado esta realidad fue
realizado con técnicas homologables a la actual ley chilena relacionada con el tema, por
lo que no son del todo válidos.
Es así como todos sabemos que aquello que respiramos tiene tanto de puro como de sucio;
sin embargo, nada ha cambiado realmente. Siguen primando los intereses individuales
por mantener el hogar caliente sin importar la calidad de nuestro aire; sigue reinando el
claro afán de mantenernos en aquella minoría de edad auto culpable respecto a los temas
medioambientales; sigue imperando en esta ciudad, como en otras tantas, una clara intención
de cambiar aquellas puras brisas que nos cruzan (y a las que tanto nos gusta evocar en
nuestro himno), por grises soplos irrespirables.
Quiero volver a mirar el cielo de mi ciudad con aquellos ojos de niña… pero que esta vez
sea con plena conciencia de que lo que observo es una realidad.
Silvia Basualto, Rancagua. Periodismo. Pontífice Universidad Católica de Valparaíso.
ZONA SUR
En la Zona Sur en general el aire presenta índices de buena calidad, a excepción de
centros urbanos donde no se encuentran condiciones de buena ventilación y las localidades
cercanas a plantas de celulosa e industrias pesqueras.
En la Región del Biobío, específicamente en el caso de Talcahuano, la ubicación de las
plantas industriales en el borde costero implica un problema para la salud humana,
ya que el régimen de vientos (principalmente suroeste) transporta hacia los sectores
poblados las emisiones atmosféricas de dióxido de azufre (SO 2
), monóxido de carbono
(CO) y anhídrido sulfuroso (H 2
S), provenientes sobre todo de industrias de harina de
pescado, celulosas e industrias petroquímicas, lo que también significa malos olores.
La presencia de un cordón de cerros en el sector noroeste dificulta la dispersión de los
contaminantes (Universidad de Chile 2002).