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Investigación en Ciencia Regional, Vol.III, (1), 2012

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Navarro M., Marzal A. Botella A.., Investigación <strong>en</strong> Ci<strong>en</strong>cia <strong>Regional</strong>, <strong>Vol</strong>.<strong>III</strong>, (1), <strong>2012</strong>, pp.27-43<br />

está convirti<strong>en</strong>do <strong>en</strong> una prioridad institucional. La Declaración de Luxemburgo (1997) apostaba por<br />

la mejora de la organización y el ambi<strong>en</strong>te de trabajo; junto a la promoción de la participación activa y<br />

al desarrollo del personal. La búsqueda de la combinación más adecuada de políticas de mercado<br />

laboral, sociales y de bi<strong>en</strong>estar, y de soluciones de regulación de las relaciones laborales capaces de<br />

garantizar el empleo y el bi<strong>en</strong>estar de los empleados, <strong>en</strong> un mundo creci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te competitivo e<br />

internacionalizado, constituye uno de los principales objetivos expresados por los actuales<br />

responsables del proyecto europeo (European Commission, 2006).<br />

Poco a poco surg<strong>en</strong> aportaciones con una visión más compleja y holística de la salud <strong>en</strong> la<br />

organización (MacDermida et al., 2008; MacIntosh, et al., 2007). Se está ampliando el significado de<br />

organización saludable, el cual pasa a integrar tanto la protección fr<strong>en</strong>te a los riesgos, como la<br />

promoción de factores de crecimi<strong>en</strong>to personal y organizacional (Gim<strong>en</strong>o, 2011). Wilson et al. (2004)<br />

afirman que “una organización saludable es aquella que se caracteriza por sus esfuerzos<br />

int<strong>en</strong>cionales, sistemáticos y participativos para maximizar el bi<strong>en</strong>estar de los empleados y la<br />

productividad, proporcionando empleos bi<strong>en</strong> diseñados y significativos, un ambi<strong>en</strong>te social y<br />

organizacional de apoyo, y oportunidades accesibles y equitativas para el desarrollo de la carrera y<br />

mejoras de la calidad de vida laboral” (p. 567).<br />

Sin embargo, nos <strong>en</strong>contramos ante una importante paradoja organizativa: disponi<strong>en</strong>do de<br />

medios, recursos y conocimi<strong>en</strong>tos para desarrollar organizaciones saludables, se continúan<br />

fom<strong>en</strong>tando las organizaciones ‘tóxicas’. Pudi<strong>en</strong>do utilizar la tecnología, la comunicación, la<br />

formación, el liderazgo, etc. para integrar y hacer crecer a las empresas y a sus miembros, los estamos<br />

utilizando para fragm<strong>en</strong>tar, excluir y restar (Gim<strong>en</strong>o, et al., 2009). Así, el recurso a la viol<strong>en</strong>cia se ha<br />

convertido <strong>en</strong> parte de nuestra realidad laboral diaria (Mejías et al., 2011). Las organizaciones<br />

‘tóxicas’, caracterizadas por permitir, e incluso, primar la viol<strong>en</strong>cia, sigu<strong>en</strong> creci<strong>en</strong>do a pesar de su<br />

efecto pernicioso para la sost<strong>en</strong>ibilidad y el progreso global (Gim<strong>en</strong>o, 2011). Por otro lado, la<br />

viol<strong>en</strong>cia ha experim<strong>en</strong>tado uno de los cambios más complejos y profundos de los acaecidos <strong>en</strong> el<br />

mundo de la salud durante el siglo XX (OMS, 2002; Wlosko y Ros, 2009). Todo ello, conjuntam<strong>en</strong>te,<br />

hace que la viol<strong>en</strong>cia laboral se haya convertido <strong>en</strong> uno de los retos básicos a afrontar por las<br />

organizaciones <strong>en</strong> este inicio del mil<strong>en</strong>io, lo que ha conducido a que se le preste una at<strong>en</strong>ción creci<strong>en</strong>te<br />

(Boyd, 2002; Gill et al., 2002).<br />

Definir la viol<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> el trabajo resulta complejo, tal y como se destaca <strong>en</strong> la literatura<br />

académica (Chappell y Di Martino, 2006; Gill et al., 2002; Khalef, 2004; Vargas et al., 2008; Wynne<br />

et al., 1997). La gran flexibilidad de los comportami<strong>en</strong>tos, contextos y elem<strong>en</strong>tos implicados hac<strong>en</strong><br />

imposible, al m<strong>en</strong>os de mom<strong>en</strong>to, establecer una definición fija y s<strong>en</strong>cilla. De hecho, tal definición<br />

supondría reducir su significado, e introduciría sesgos <strong>en</strong> la compr<strong>en</strong>sión de su evolución. Es por ello<br />

que no se ha cons<strong>en</strong>suado una definición universalm<strong>en</strong>te válida del constructo (Caufield, 2006). Más<br />

bi<strong>en</strong> se ha optado por realizar aportaciones difer<strong>en</strong>tes, que d<strong>en</strong>otan formas distintas de <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der y<br />

abordar este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o (Leather, 2002; López y Vázquez, 2007; Vargas et al., 2008).<br />

Las aproximaciones al concepto han girado sobre tres aspectos (Berrios y López-Zafra, 2005):<br />

la naturaleza de las acciones; el orig<strong>en</strong> de los actos viol<strong>en</strong>tos y el objeto o receptor de la viol<strong>en</strong>cia. Gill<br />

et al. (2002), consideran cuatro dim<strong>en</strong>siones <strong>en</strong> la tipología de la viol<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> el trabajo: viol<strong>en</strong>cia<br />

intrusiva (p.ej., actos terroristas o criminales); viol<strong>en</strong>cia relacionada con el servicio (p.ej., abuso verbal<br />

o físico hacia el personal); viol<strong>en</strong>cia de relaciones (p.ej., bullying y viol<strong>en</strong>cia doméstica <strong>en</strong> el trabajo)<br />

y viol<strong>en</strong>cia organizativa (p.ej. creación de un clima de opresión y viol<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la organización). Por su<br />

parte, Chappell y Di Martino (2006) hablan de cuatro aspectos de la viol<strong>en</strong>cia: física, sexual,<br />

psicológica, e institucional (hay autores que también introduc<strong>en</strong> la económica); si bi<strong>en</strong> las dos<br />

primeras son las más evid<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> la actualidad, las otras dos van creci<strong>en</strong>do <strong>en</strong> nuestra sociedad y nos<br />

vamos haci<strong>en</strong>do más consci<strong>en</strong>tes de ellas. Si nos c<strong>en</strong>tramos <strong>en</strong> los factores laborales y organizativos<br />

que pued<strong>en</strong> estar <strong>en</strong> la base de los riesgos de viol<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> el trabajo, puede difer<strong>en</strong>ciarse <strong>en</strong>tre<br />

(Gim<strong>en</strong>o, 2011): la viol<strong>en</strong>cia derivada del desempeño de la propia actividad; la viol<strong>en</strong>cia derivada de<br />

las relaciones <strong>en</strong> el trabajo y la viol<strong>en</strong>cia derivada de la distribución del poder d<strong>en</strong>tro de la<br />

organización.<br />

En términos g<strong>en</strong>erales, la viol<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> el trabajo puede <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derse como una forma de ejercicio<br />

del poder mediante el empleo de la fuerza física, psicológica, emocional, económica y/o política.<br />

Implica una búsqueda para eliminar los obstáculos (las normativas) que se opon<strong>en</strong> al propio ejercicio<br />

del poder, mediante el control de la relación obt<strong>en</strong>ido a través del uso de la fuerza (abuso de poder)

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