Capitulo 6 Mil dias de allende - Salvador Allende

CAPITULO 6: MARZO 1973 A JUNIO 1973
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30 DE JUNIO DE 1973
El diario Tribuna comenta la sublevación del día anterior,
interpretando la respuesta del Gobierno al hecho como
intento de autogolpe.
BURDA MASCARADA
TRIBUNA
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La Unidad Popular consumó ayer su jugada
maestra para el asalto al poder total. Moviendo
desde la sombra los hilos del engaño.
La presión y la mentira. Los estrategas del despotismo
rojo se lanzaron ayer a la criminal
aventura del Autogolpe. La desesperada triquiñuela
tiende a hacer fuerte a un régimen carcomido
por las inmoralidades. La incapacidad
y el caluriento resentimiento de sus dirigentes,
y arrastrar a las FF.AA., por el camino de las
situaciones de hecho, a comprometerse con el
proceso de destrucción del país.
Y en esta maniobra, los cobardes de siempre
no han trepidado en utilizar mañosamente
a desenfocados elementos militares, lanzando
un baldón sobre las Fuerzas Armadas, especialmente
el Ejército.
El frío análisis de la confusa situación vivida
ayer en Santiago demuestra el burdo montaje
de una grotesca mascarada, en la cual el
oficialismo pretendió jugarse el todo por el todo
para precipitar el quiebre institucional e implantar
la dictadura.
A pesar de lo sangriento de los hechos, ninguno
de éstos resiste un examen con un mínimo
de seriedad. No es posible concebir que un
militar, por muy alterado que esté, no sepa que
La Moneda no tiene ninguna importancia vital
para el funcionamiento administrativo del país
y, a lo más, tiene el mero valor de un símbolo
totalmente desvinculado del poder real. Es necio,
por lo tanto, pretender derrocar al Gobierno
«tomándose» el Palacio Presidencial, más
aún cuando no están en él las autoridades que
allí laboran. De la misma forma es inconcebible
que se intente un golpe institucional sin contar
con medios de comunicación masiva para
fijar la tesis de la insurrección e instruir a la
ciudadanía. Igualmente, es ridículo pretender
arrebatar el poder sin el control de los servicios
esenciales de la comunidad.
Tétrico marco sonoro de metralletas y obuses;
no se registró un enfrentamiento entre grupos
castrenses. Más aún, los sublevados se retiraron
a su unidad sin esperar a que se les
conminara a rendirse.
Todos estos hechos configuran una situación
de indudable artificialidad en los cuales
lo único real parece ser la cínica utilización de
un grupo de exaltados como cebo para la trampa
en la cual se pretende hacer caer la democracia.
La clausura policial al diario El Mercurio, la
censura de hecho impuesta a las radioemisoras
democráticas y el brutal asalto a Tribuna forman
la cosecha inmediata obtenida por el clan
gobernante.
El dramático episodio vivido por este diario,
acosado durante casi una hora por hordas
marxistas armadas de pistolas, piedras y bombas
incendiarias, representa uno de los actos
culminantes de la criminal comedia. Acto que
fue dirigido personalmente por Salvador Allende,
desde su lujosa fortaleza de Tomás Moro.
La historia recogerá como ejemplo de irresponsabilidad,
descontrol y odiosidad la histérica
llamada presidencial para que el lumpen marxista
se lanzara a las calles e hiciera efectiva la
«democracia directa».
Más que una manifestación de desequilibrio,
el gesto de Allende al convocar a la asonada es
la expresión de la fría determinación marxista
de impulsar abiertamente el enfrentamiento
entre chilenos. Sabía Allende —y por eso lo
hizo—que las masas desatadas volcarían sus
instintos homicidas sobre los símbolos de la institucionalidad
y la libertad, entre ellos los órganos
de expresión que como Tribuna constituyen
las barreras más firmes contra el avance
totalitario.
La determinación del Gobierno de declarar
estado de sitio es el segundo paso de esta mascarada,
con el cual intenta barnizar de legalidad
las acciones ya realizadas y disponer de
mayores herramientas para abrir camino a la
dictadura. Esta es la perspectiva en la que se
proyectan los sangrientos sucesos de ayer. Los
poderes públicos que efectivamente representan
al pueblo o que sostienen la institucionalidad
deben tenerlo presente, tal como lo tiene
claro la inmensa mayoría ciudadana.