Descargue el archivo - Universidad Autónoma del Estado de México

jóvenes que los hombres; además de que estas
discrepancias se generalizan a otros grupos
que no son hispanos (Shim, 1998). Sin embargo,
otros argumentan que las mujeres no pueden
ser tan jóvenes, debido a que la decisión de iniciar
un nuevo negocio implica un proceso largo,
lleno de elevados costos de amortización, ya
que necesitan capital y experiencia para poder
lograr la actividad empresarial; de no ser así, el
proceso les resulta más difícil; tal es el caso de
Wagner (2007), quien señala que la creación de
un nuevo negocio resulta más atractiva a los 45
años que a los 60. En contraste, están los que
han generalizado que las intenciones empresariales
se presentan a una edad relativamente
temprana; en consecuencia, la edad más activa
para la puesta en marcha de un negocio está
dentro del rango de 25 a 34 años, tanto para
hombres como para mujeres, y posteriormente
disminuye (Reynolds, 2003; Low, 2005; Wilson,
2007). Por lo tanto, se espera que:
H5: Exista una relación positiva entre la
intención emprendedora de las mujeres
mexicanas y su edad.
H6: Exista una relación positiva entre la
intención emprendedora de los hombres
mexicanos y su edad.
La última variable considerada es la de ingresos,
que también es una medida comúnmente
utilizada en campo de creación de empresas.
Se asocia con la parte financiera inicial (Boden,
1998; Sexton, 1990) para la puesta en marcha
de un nuevo negocio y se ha demostrado la
importancia que tiene para el comportamiento
empresarial. En algunos estudios relacionados
con las diferencias de género, como el de Langowitz
y Minniti ( 2007), se ha planteado que
los recursos financieros se encuentran entre las
principales limitaciones a las que enfrentan los
empresarios potenciales, especialmente en los
países más pobres y entre las mujeres (Minniti,
2007; Verheul, 2001). Éstas tienen más problemas
para la adquisición de capital financiero,
ya que su perfil empresarial suele ser más vulnerable
para los inversores, a diferencia de los
hombres (Verheul, 2006). Similares resultados
han encontrado recientemente Roper y Scott
(2009) en Reino Unido, donde las mujeres
perciben mayores barreras financieras que los
hombres para iniciar una nueva empresa. Casi
todos los empresarios comienzan utilizando su
propio dinero para financiar sus negocios, pero
a medida que van creciendo requieren de capital
externo; es aquí cuando las mujeres enfrentan
grandes retos financieros, ya que suelen
tener una menor cantidad de capital disponible
debido a la percepción de sueldos más bajos en
trabajos anteriores o por otras circunstancias
(Marlow, 2002; Gupta, 2009); por consiguiente,
suelen recurrir a los ingresos familiares (Van,
1996); de no ser así, se obstaculizan las intenciones
para el inicio de una empresa (Coleman,
2007) o para su crecimiento. Por lo tanto, se
espera que:
H7: Exista una relación positiva entre la
intención emprendedora de las mujeres
mexicanas y su nivel de ingresos.
H8: Exista una relación positiva entre la
intención emprendedora de los hombres
mexicanos y su nivel de ingresos.
La comparación de los resultados que se
obtendrán para el grupo de las mujeres y de
los hombres mexicanos nos permitirá detectar
las posibles diferencias en las variables
que condicionan la intención emprendedora
en ambos géneros.
Método
Como se indicó anteriormente, este trabajo se desarrolla dentro del
marco del proyecto GEM para mujeres y hombres mexicanos, el cual
analiza las tasas de propensión a emprender en México y en los países
participantes. Dicho análisis se realiza a través de muestras de la
población adulta total que se encuentren entre los 18 y los 64 años
de edad mediante un cuestionario homogenizado denominado APS
(Adult Population Survey). 2 El número total de encuestados mexicanos
es 2,509 individuos, de los cuales, 1,274 son mujeres y 1,235 son
hombres. El modelo de análisis para corroborar las hipótesis planteadas
ha sido la regresión logística binaria.
2
Para más detalle de la metodología GEM, consultar http://www.gemconsortium.org o el estudio de Reynolds
(2005), el cual muestra el diseño de la metodología y el trabajo de campo aplicado, además de la implementación
realizada entre los años 1998 y 2003.
32
84 85