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Abordar la r<strong>el</strong>ación entre erotismo y mujer, implica<br />

tener en claro los conceptos asociados a<br />

<strong>el</strong>los, para evitar precipitarse en entendimientos<br />

comunes y distorsionados. Entre los términos ligados<br />

al erotismo se encuentran <strong>de</strong> manera inmediata<br />

<strong>el</strong> sexo y la sexualidad; sobre <strong>el</strong> primero<br />

po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que se trata <strong>de</strong> una dimensión<br />

biológica <strong>de</strong> los organismos vivos.<br />

En sus primeros usos, la palabra “sexo” remitía<br />

a una <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> la división entre hembra y<br />

macho; en un sentido mo<strong>de</strong>rno y habitual, se refiere<br />

a las r<strong>el</strong>aciones principalmente físicas entre<br />

“los sexos”. A <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> Williams (2000), llegó al<br />

inglés en <strong>el</strong> siglo XIV, proveniente d<strong>el</strong> latín secus<br />

o sxus, es <strong>de</strong>cir, la sección masculina o femenina<br />

<strong>de</strong> la humanidad; su uso corriente ocurrió hasta<br />

<strong>el</strong> siglo XVI. Llama la atención una cierta especialización<br />

<strong>de</strong> la palabra para aludir a las mujeres;<br />

<strong>el</strong> dulce sexo a finales d<strong>el</strong> siglo XVI, <strong>el</strong> sexo débil<br />

a principios d<strong>el</strong> siglo XVII, <strong>el</strong> b<strong>el</strong>lo sexo a mediados<br />

d<strong>el</strong> siglo XVII, y, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>el</strong> siglo XVI, <strong>el</strong> sexo a<br />

menudo se usaba para referirse a las mujeres en<br />

lo general, práctica que Williams pudo rastrear<br />

hasta <strong>el</strong> siglo XIX y <strong>de</strong>ja entrever que quizás pudiera<br />

encontrarse incluso en periodos ulteriores.<br />

Des<strong>de</strong> principios d<strong>el</strong> siglo XIX se registra <strong>el</strong> uso<br />

d<strong>el</strong> segundo sexo. Parece ser que hasta <strong>el</strong> siglo<br />

XIX <strong>el</strong> manejo <strong>de</strong> la palabra <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> aludir únicamente<br />

a la división hembra-macho, para darle<br />

dos sentidos más, como una r<strong>el</strong>ación o acción<br />

física, lo cual pudiera explicarse por hecho que<br />

se trataba <strong>de</strong> un periodo en <strong>el</strong> que la discusión<br />

sobre <strong>el</strong> tema era mucho más abierta.<br />

De esta forma, <strong>el</strong> término fue sometido a una<br />

serie <strong>de</strong> modificaciones; por ejemplo, sexual<br />

para referirse a procesos y r<strong>el</strong>aciones <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>el</strong><br />

siglo XVIII: r<strong>el</strong>ación sexual, pasión sexual, intenciones<br />

sexuales, instinto sexual, impulso sexual; o<br />

asexualidad, como una especie <strong>de</strong> impotencia;<br />

abolicionistas sexuales, para aludir a quienes<br />

abogaban por la <strong>el</strong>iminación <strong>de</strong> las discriminaciones<br />

sexuales y legales contra las mujeres.<br />

El uso coloquial d<strong>el</strong> término “sexo” aconteció a<br />

principio d<strong>el</strong> siglo XX, junto con <strong>el</strong> surgimiento<br />

<strong>de</strong> otros términos ligados directamente a él,<br />

sexy palabra que emerge en <strong>el</strong> periodismo británico,<br />

sex appeal (atractivo sexual), vida sexual,<br />

represión sexual, sexualmente frío, hipersexual,<br />

son otros <strong>de</strong> los varios términos creados para<br />

indicar una condición, un <strong>el</strong>emento o característica<br />

en re<strong>de</strong>dor d<strong>el</strong> sexo.<br />

Como se pue<strong>de</strong> observar en <strong>el</strong> transcurso <strong>de</strong> la<br />

historia, hablar d<strong>el</strong> sexo no implica única y exclusivamente<br />

las diferencias entre varón y hembra<br />

o la reproducción a través d<strong>el</strong> encuentro <strong>de</strong> individuos<br />

macho y hembra. La proliferación sólo<br />

es un aspecto <strong>de</strong> aquél, no es su único propósito,<br />

pues <strong>de</strong> ser así, tal y como se observa en distintas<br />

especies, la multiplicación <strong>de</strong> especímenes<br />

no podría darse más que por la concurrencia <strong>de</strong><br />

miembros <strong>de</strong> distinto sexo; al respecto, se tienen<br />

claros ejemplos <strong>de</strong> que tal cosa no suce<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

esta manera, las bacterias, por ejemplo, se divi<strong>de</strong>n<br />

en dos en un lapso corto, cada 20 minutos;<br />

los hongos su<strong>el</strong>tan una innumerable cantidad <strong>de</strong><br />

esporas (Wilson, 1980).<br />

Comte-Sponville (2003) señala que <strong>el</strong> sexo es<br />

una parte d<strong>el</strong> cuerpo (los órganos genitales) y<br />

al mismo tiempo tiene varias funciones: excita,<br />

produce placer y reproduce a la especie. No<br />

todas las especies vivas cuentan con sexo ni<br />

todas llegan a excitarse, tener placer o reproducirse<br />

con base en dos individuos <strong>de</strong> la misma<br />

especie. Esto es lo que hace al sexo complejo<br />

para <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> ser humano, pues cuenta con<br />

dos genitales, se excita a través <strong>de</strong> <strong>el</strong>los, obtiene<br />

placer y también pue<strong>de</strong> reproducirse.<br />

Resulta característico <strong>el</strong> equipamiento sexual en nosotros los seres humanos; la capacidad sexual sólo<br />

es superada por los leones; los genitales humanos externos en ambos sexos tienen gran tamaño y<br />

están señalados por v<strong>el</strong>lo púbico, los lóbulos <strong>de</strong> las orejas son carnosos y sensibles. En <strong>el</strong> caso <strong>de</strong> las<br />

mujeres, la dimensión <strong>de</strong> los senos es mayor a la requerida para albergar las glándulas mamarias, los<br />

pezones son eróticamente sensibles. Y por si fuera poco, carecemos <strong>de</strong> estro, es <strong>de</strong>cir, la mayoría <strong>de</strong> las<br />

hembras <strong>de</strong> otras especies <strong>de</strong> primates son sexualmente activas en periodo <strong>de</strong> c<strong>el</strong>o; se distingue por<br />

un conjunto <strong>de</strong> cambios físicos, emisión <strong>de</strong> ácidos, genitales hinchados y con cierta coloración, cuyas<br />

variaciones no suce<strong>de</strong>n en las mujeres; en términos generales, somos sexualmente receptivas durante<br />

todo <strong>el</strong> ciclo menstrual, lo que abre perentoriamente los encuentros sexuales (Wilson, 1980).<br />

A lo anterior habrá que sumar la influencia <strong>de</strong> la anatomía. Los hombres, en promedio, son más pesados<br />

que las mujeres <strong>de</strong> 20 a 30%; son más vigorosos y más rápidos en la mayoría <strong>de</strong> los <strong>de</strong>portes,<br />

especialmente los <strong>de</strong> v<strong>el</strong>ocidad y manejo <strong>de</strong> pesos para cargarlos o para lanzarlos, <strong>de</strong>strezas arcaicas<br />

propias <strong>de</strong> los varones cazadores-recolectores. En términos temperamentales, bajo los influjos <strong>de</strong><br />

las hormonas, se observan también diferencias entre los sexos: los varones son más posesivos y<br />

agresivos que las mujeres. A <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> Wilson (1980), estas discrepancias biológicas se encuentran<br />

matizadas <strong>de</strong>pendiendo <strong>de</strong> la cultura estudiada, lo que produce una significativa divergencia <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

<strong>el</strong> <strong>de</strong>sarrollo psicológico temprano sobre los individuos según su sexo; en general, se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir<br />

que culturalmente se sancionan comportamientos <strong>de</strong> control, posesión y riesgo en los varones, y<br />

sociales, subordinados e infantiles en las mujeres.<br />

La inter<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia entre la biología sexual y la configuración<br />

cultural <strong>de</strong> la sexualidad plantean tres escenarios básicos: la<br />

exageración <strong>de</strong> las diferencias, su disolución o las condiciones<br />

<strong>de</strong> acceso igualitario a las oportunida<strong>de</strong>s; en cualquier caso,<br />

no se <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> correr riesgos y costos sobre la vida cotidiana<br />

y la composición social d<strong>el</strong> grupo, a lo que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego no<br />

escapa <strong>el</strong> cuerpo y la r<strong>el</strong>ación intra e inter genérica entre<br />

hombres y mujeres con la sexualidad, específicamente con<br />

<strong>el</strong> erotismo; es <strong>de</strong>cir, aqu<strong>el</strong>lo que se juega en <strong>el</strong> espacio <strong>de</strong><br />

lo sensible, voluptuoso, en la frontera <strong>de</strong> lo <strong>de</strong>snudo y lo no<br />

<strong>de</strong>snudo, que oculta, sugiere y acecha; en consecuencia, que<br />

tensa, excita y fascina. Lo erótico, entonces, algo terrible y tremendo,<br />

subyuga los sentidos, domina la conciencia y apresa la<br />

voluntad, haciendo al otro cautivo d<strong>el</strong> <strong>de</strong>seo carnal, viviendo<br />

la experiencia entre <strong>el</strong> placer y <strong>el</strong> dolor, y en todo eso que escon<strong>de</strong>,<br />

teje sutil e incisivamente la simbolización d<strong>el</strong> encanto<br />

por <strong>el</strong> <strong>de</strong>seo sensual, por <strong>el</strong> erotismo mismo.<br />

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