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[20] parecía indicar todo lo contrario, Israel tenía un futuro delante de sí. Las razones de<br />
Ezequiel para creer en ello no provenían de cálculos humanos, sino de su fe profética en la<br />
inquebrantable fidelidad de Dios para con su pueblo.<br />
La elección de Israel y la alianza<br />
La doctrina de la elección ocupa un lugar relevante en la conciencia religiosa de Israel. La<br />
Biblia no explica el porqué de esa elección divina, pero insiste en destacar la libre iniciativa de<br />
Dios y la gratuidad del don concedido a Israel:<br />
El Señor se prendó de ustedes y los eligió, no porque sean el más numeroso de todos los<br />
pueblos. Al contrario, tú eres el más insignificante de todos. Pero por el amor que les<br />
tiene, y para cumplir el juramento que hizo a tus padres, el Señor los hizo salir de<br />
Egipto con mano poderosa y los libró de la esclavitud y del poder del Faraón, rey de<br />
Egipto (Deut 7,7-8).<br />
Israel ha sido elegido, no por méritos propios, sino por el amor de Yahvé y por la fidelidad<br />
con que él mantiene sus promesas. Esta elección no implicaba un privilegio, si por privilegio<br />
se entiende el derecho a dominar y a ser servido. Tampoco era un acto de favoritismo que<br />
confería arbitrariamente a Israel prerrogativas no concedidas a otros pueblos, aunque está<br />
claro que es una gracia excepcional el hecho de oír la Palabra de Dios y de pertenecer al<br />
pueblo de su elección. Pero el aspecto que más se destaca en la teología de la elección, tal<br />
como la presenta el Antiguo Testamento, no tiene que ver con ventajas o prerrogativas, sino<br />
más bien con la designación para una responsabilidad especial: “Solo a ustedes los conocí<br />
entre todas las familias de la tierra; por eso les pediré cuenta de todas sus iniquidades” (Am 3,<br />
2). 13 Aunque resulta imposible explicar racionalmente por qué la elección recayó sobre Israel y<br />
no sobre otro pueblo, lo que sí se puede afirmar es que el “escándalo del particularismo”<br />
(como se ha dado en llamarlo) es inseparable de una revelación histórica. La historia consta de<br />
acontecimientos, y los acontecimientos suceden aquí y no<br />
13<br />
Con estas palabras. Amós corrige una tendencia bastante arraigada en el espíritu de los israelitas, sobre<br />
todo, en una época de prosperidad y de conquistas militares como el reinado de Jeroboam II. La elección divina<br />
según el profeta, no era un privilegio que ponía a Israel por encima de los demás pueblos (cf. Am 9,7). Menos<br />
aún había motivos para fundar en ella un sentimiento de falsa seguridad, como si el pueblo elegido estuviera eximido<br />
de toda responsabilidad moral (cf. Am 2,6.16).