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El corolario de esta pronunciación era pues la configuración del propio frente
opositor al gobierno, aunque ya no resultado del juego político interpartidario sino de la
brecha abierta al interior del peronismo entre disidentes y oficialistas.
El eje que articuló esa nueva división al interior del peronismo fue la percepción de
una traición que amenazaba la continuidad de la tradición. 13 Percepción que iba a tener
como primera manifestación una resistencia basada en la reivindicación del peronismo
“auténtico”. Ciertamente, es este término el que inundó cada una de las opiniones de
quienes habían optado por la disidencia. 14 Baste para ello recordar las palabras del
entonces Secretario General de la Asociación de trabajadores del Estado (ATE), Víctor De
Gennaro, en los entretelones de la reunión que se dio cita en Villa María: “Lo que está en
juego es el poder ejercido por un peronismo nacional y popular o por un peronismo
vaciado de contenido y transformado en liberal” 15 .
Si el sentido que emergía de esas palabras era la traición, quien la encarnaba no
dudaba ni se hacía esperar para definir la relación que su gestión pretendía tener con la
columna vertebral del movimiento, dejando de esa forma en claro quiénes serían los
“enemigos” en el actual escenario político. Con estas palabras se expresa por entonces el
presidente Menem:
13 En relación a las repercusiones del triunfo de Menem en el año 1989 y la dirección política y económica
que se perfila es interesante recoger el recuerdo de Víctor De Gennaro, Secretario general de la Asociación
de Trabajadores del Estado (ATE): “Cuando iba a ganar Menem dije: lo primero que va a hacer es quebrar el
movimiento obrero, y aún así es preferible votarlo para no permitir que Angeloz haga el ‘lápiz rojo’ con la
anuencia de la gente. Por lo menos Menem lo iba a hacer traicionando y eso nos permitía pelea. En el ‘89, ni
bien asume empezamos a pelear contra eso: peleamos contra la ley de reforma del Estado y cuando asume
Germán [Abdala] rápidamente se enfrenta y empieza a aparecer el grupo de los ocho. Nosotros, en el campo
sindical, también damos la pelea y empezamos a hacer las primeras marchas. El 30 de marzo hacemos el
primer paro grande de los estatales frente al Congreso. Pero ya la CGT venía fracturándose. Fue en el teatro
San Martín donde quiebran definitivamente y eligen una nueva conducción. Hay un principio de
recomposición el 17 de octubre, todavía con la idea de recuperar, de pelear contra la traición. El 15 de
noviembre, hacemos un paro y movilización en la Plaza de Mayo. Es el último acto de Ubaldini y vamos
todos. Pero la UOM de Lorenzo Miguel ya se había ido, junto a todos los sectores de la otra CGT donde
estaba Andreoni. Ahí se produce un vacío muy grande”. (Arellano, et al, 2002:6).
14 Las posiciones de resistencia y que reivindicaban una vuelta a los carriles de la tradición peronista no
dejaban de encontrar fuertes opiniones ente quienes provenían del campo político- partidario. Entre ellos
valga recordar las palabras de un de Darío Alessandro (padre) cuando en el encuentro de la militancia
peronista afirmaba:“No representamos al peronismo disidente sino al verdadero peronismo”, (Clarín, 16-06-
90. p. 7). Asimismo, uno de los cánticos coreados en ese encuentro decía. “No queremos un partido/ un
partido liberal/ queremos un movimiento/ nacional y popular”, en Clarín, 17-6-89. p. 6.
15 (Clarín, 16-06-90.p.7).
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