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alcanzado con la elección de autoridades nacionales por medio del voto directo en el año
1995, la celebración del Congreso Nacional de delegados que en diciembre de 1996
resuelve que el Congreso de los Trabajadores Argentinos pase a denominarse Central de
los Trabajadores; y, finalmente, con la resolución N° 325/9 del Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social que aprueba la inscripción gremial de la CTA en el año 1997. 27
Ese reconocimiento no fue sino el resultado del derrotero seguido durante los años
noventa, años que fueron, para quienes integraron esa central, sinónimo de menemismo y
de concreción de un modelo económico y social neoliberal nacido bajo el régimen
autoritario instaurado en 1976.
Sin embargo, y más allá de si Menemismo y modelo neoliberal coinciden
realmente, lo que sí se debe rescatar es que ellos llevaron a un sector minoritario del
sindicalismo a encabezar una articulación política que no aspiraba únicamente a
representar una oposición a la política del gobierno, sino a buscar la superación de la
experiencia peronista, así como la institucionalidad y las prácticas sindicales a ella
asociadas.
Esta búsqueda que se traduce en el alejamiento por parte del sector sindical de
origen peronista de la estructura del Partido Justicialista, y en el quiebre con una
concepción de unidad del movimiento obrero, marca, a su vez, límites entre la CTA y otros
grupos sindicales que aún oponiéndose a la política económica menemista, no aceptan esas
dos propuestas de ruptura, tal como es el caso del Movimiento de los Trabajadores
Argentinos (MTA).
Asimismo, ese distanciamiento de las filas del partido no implicaron ni el rechazo
de la política ni la negación de participación en el campo electoral. Aun cuando la CTA se
haya definido independiente de los partidos políticos, no faltaron miembros de sus filas que
participaran electoralmente, como tampoco el respaldo implícito que esta central de
trabajadores brindó a fuerzas políticas como el Frepaso o la Alianza.
construcción”. (Rauber, 1998: 285).
27 Pese a ello, esta central continúa reafirmando el derecho de libertad y pluralidad sindical ausente en la
legislación argentina. Pone en evidencia además la ausencia de correlación entre el reconocimiento de hecho
y de derecho que recibe la central de trabajadores. Esto se produce porque la legislación nacional impide la
conformación de una central confederal, paralela a la CGT. Es por este motivo que más allá de haber obtenido
la inscripción gremial, esta central no cuente aún con la personería jurídica que le permitiría ser autorizada a
representar a los trabajadores en las negociaciones colectivas.
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