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VE-07 NOVIEMBRE 2014

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Mientras hablaba, Héctor se acercaba al escritorio para tomar el<br />

segundo manuscrito. Comenzó a leerlo y el infierno se instaló.<br />

Con cada palabra que pronunciaba, la Bruja comenzaba a<br />

deshacerse frente a sus ojos; trozos de carne putrefacta que se<br />

desprendían de su cuerpo y un vómito repugnante que saltó de su boca<br />

alcanzando a Héctor en varias partes del cuerpo. La pestilencia inundó el<br />

cuarto. Las gotas que alcanzaron su carne formaron llagas infectas en su<br />

piel.<br />

Otra vez el dolor asfixiante. Salió corriendo y se escondió en la<br />

buhardilla del castillo. Adolorido y aterrado, se acurrucó en un rincón.<br />

Mientras, el castillo estaba envuelto en un caos: los truenos<br />

ensordecedores; eran miles los cuervos agolpados en las ventanas, hasta<br />

una bandada de harpías se había acercado hasta allí dando claras<br />

muestras del aquelarre que se había iniciado. Gritos, alaridos y rugidos<br />

de todo tipo estremecían las sólidas paredes de piedra.<br />

Hasta que un silencio sepulcral se hizo.<br />

Pasaron varios minutos. El miedo de Héctor aumentó hasta el<br />

paroxismo. Mas su angustia fue indescriptible cuando escuchó las voces<br />

de Silvia y de Paula.<br />

-¡No puede ser! ¿Qué hacen aquí? -gritó con desesperación- ¡No,<br />

no, no! Por Dios…ayúdame por favor.<br />

Salió corriendo de su escondite y se encontró con ella; más sombría<br />

y repugnante.<br />

-¿Viniste a salvar a tu mujer y a tu hijita? Recuerda que no salvaste<br />

a Blanca, tu primera esposa, quien murió por tu culpa.<br />

-No, no están aquí. No vine por ellas.<br />

Quedaron frente a frente y Héctor comenzó a sentir cómo flotaba<br />

en el aire al mismo tiempo que un haz de luz negra partía del dedo<br />

índice de la bruja y se metía en su pecho para extraerle el alma.<br />

Las lágrimas abundaron. Comenzó a recordar a su esposa e hija, lo<br />

mucho que las amaba.<br />

Mas, de pronto, cayó al piso.<br />

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