VE-07 NOVIEMBRE 2014
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extraño! Comenzó a salir el sol, el cielo plomizo dio paso a una mañana<br />
diáfana, sus ojos chisporroteaban más que la leña.<br />
— ¡Vamos! Te hago un café — le dijo — ¡Estás helada! — Ella se<br />
arrimó al fuego para calentarse.<br />
Mientras tomaba el café contando su viaje, no podía dejar de<br />
mirarla — ¿Dios, pudo escuchar su deseo? — Pensó: Por fin la tenía a su<br />
lado.<br />
— ¡Ey!, ¿no me escuchas?, ¿en qué te quedaste pensando? — dijo<br />
sonriendo; él, como un adolescente sorprendido, no atinó a responder,<br />
eso la divertía, como una gata caminó hacia él y nuevamente se colgó de<br />
su cuello. Pudo sentir su calor, juguetona le mordió la oreja, la apretó<br />
fuerte contra su cuerpo, y en un diálogo de miradas supieron qué<br />
deseaban, allí sobre el lecho sobraban las palabras; La tarde se iba yendo<br />
muy lenta.<br />
Cocinar nunca había sido tan gratificante, su risa, sus mohines, le<br />
divertía cantar letras acordes a la ocasión, su alegría lo contagió. Habían<br />
pasado seis largos meses desde el día que decidió viajar, recuerda ese<br />
largo beso, que no quería que acabara. El silbato del tren anunciando su<br />
partida. Se quedó en el andén hasta que el mismo se perdió a lo lejos, y<br />
después, la nada, no quería llorar, pero el pecho oprimido, un nudo en la<br />
garganta, los ojos húmedos, el sentimiento de abandono y el no saber<br />
cuándo la volvería a ver, eran muy fuertes.<br />
No quiso quedarse en la villa, prefirió recluirse en la cabaña, allí no<br />
existían recuerdos de ella. Fueron días duros, más de una noche se<br />
quebró, no podía dejar de extrañarla, cuántas veces entrecerrando los<br />
ojos, la sentía a su lado y así lo sorprendía la madrugada; pensándola.<br />
Poco a poco se fue atemperando su dolor, pero siempre surgía su<br />
recuerdo.<br />
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