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C R I M I N A L I D A D Y V I O L E N C I A J U V E N I L E N E L P E R Ú<br />
La pobreza en el mundo, y especialmente para los jóvenes, no puede entenderse<br />
solamente desde el análisis de los niveles de ingreso y empleo. En la cultura<br />
actual, una cultura de consumidores y no de productores, la cara de la pobreza<br />
sería la imposibilidad de acceder a la cultura de consumo (Bauman, 2000). El<br />
despliegue de la violencia instrumental o expresiva que puede llevar a un joven a<br />
cometer delitos tiene un carácter de protesta frente a la imposibilidad de establecerse<br />
en una cultura que lo alienta a consumir en un mecanismo incesante. Los<br />
medios de socialización de los jóvenes, como la televisión e Internet, pueden ser<br />
ahora más relevantes que la familia y la escuela. Lo efímero de la duración de<br />
los bienes se transmite a los planes y esperanzas de muchos jóvenes. El propio<br />
carácter temporal que ha adquirido el trabajo socava las bases de un carácter definido<br />
en las personas (Sennett, 2000).<br />
Los jóvenes con sus identidades múltiples, polifacéticos (Golte & León Gabriel,<br />
2011) que han experimentado una socialización fuertemente marcada por<br />
los medios de comunicación de base eléctrica y son nativos de la cultura de consumo<br />
encontrarán posibilidades de preocupante despliegue de violencia cuando<br />
confluyan eventos que los dirijan hacia acciones delictivas. Los jóvenes que<br />
deciden actuar violentamente, y principalmente con motivación instrumental,<br />
poseen horizontes a muy corto plazo. Puede que los más jóvenes no tengan por<br />
mayor motivo instrumental el consumo a corto plazo, y ese deseo puede ser lo<br />
suficientemente fuerte como para arriesgar sus vidas o atentar contra la de otros<br />
en acciones delictivas.<br />
La cultura de lo efímero, el horizonte de corto plazo y el goce hedonista en la<br />
renovación constante de bienes y sensaciones confluyen peligrosamente para<br />
aquellos jóvenes que trasgreden las normas de acción convencional.<br />
Estos personajes serán altamente peligrosos, pues en el horizonte de acción<br />
a corto plazo estarán dispuestos a asumir altos riesgos, pero también realizarán<br />
crímenes con mayor frecuencia, pues la actividad y el consumo son incesantes.<br />
Esta forma de actuar no es del todo compatible con las normas que imponían<br />
los delincuentes de mayor edad –la cultura delincuencial de los «faites»– a los<br />
delincuentes de menor estatus. Las acciones criminales de los jóvenes en las<br />
cuales la violencia instrumental es difícil de ser reconocida, pues se reduce a un<br />
muy corto plazo de acción, encuentran oposición con el accionar de otros grupos<br />
delictivos. El accionar más violento, más constante y menos calculado de<br />
los jóvenes delincuentes aparece como atemorizante para los ciudadanos y es, a<br />
la vez, más peligroso para ellos mismos, pues genera respuestas violentas que<br />
los hacen víctimas también a ellos.<br />
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