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C R I M I N A L I D A D Y V I O L E N C I A J U V E N I L E N E L P E R Ú<br />

En las ciencias sociales es común que, al estudiar un fenómeno, este se explore<br />

en su relación con varios otros. Se ha hecho notar que este tipo de análisis<br />

puede alejar del foco de atención los problemas que se quieren estudiar. Para el<br />

caso de la violencia, cuando nos referimos a sus formas específicas (violencia<br />

juvenil, familiar, social, estructural, etc.) o cuando se analizan eventos específicos<br />

de hechos violentos, se pierde de vista el núcleo violento que hace tener algo<br />

común a aquellos fenómenos (Schinkel, 2004). Es decir, que al referir la violencia<br />

a otros elementos relacionados o al analizar casos específicos estamos evadiendo<br />

el ocuparnos de la persistencia de la violencia entre los hombres.<br />

La tradición en las ciencias sociales que aborda fenómenos desde una<br />

perspectiva relacional tiene la ventaja de evitar la «naturalización» de los eventos,<br />

es decir, considerarlos «naturales» o invariables. Varios autores han hablado<br />

de un carácter intrínseco de la violencia entre los seres humanos. Desde Thomas<br />

Hobbes [1588-1679], quien sostenía el carácter egoísta de la naturaleza humana<br />

y su tendencia al enfrentamiento y la violencia, hasta autores más recientes,<br />

para quienes la violencia no siempre puede rastrearse a «causas» sociales o<br />

personales sino que puede darse sin más objeto que ella misma, es decir, que<br />

existe una esfera de acción en la que los actos violentos son «autotélicos».<br />

Considerar la naturaleza humana como maléfica o agresiva, o la existencia<br />

de un nivel de acciones en que la violencia es «autotélica», nos la presenta como<br />

natural e inexorable en las relaciones humanas. Considerar los actos violentos<br />

como indesligables del devenir humano nos coloca en situación de aspirar a la<br />

contención y el castigo de tales acciones por la vía represiva. En contraposición<br />

a aquella descripción de la naturaleza humana, existen otras perspectivas que<br />

nos muestran una naturaleza humana bondadosa y cooperativa, la cual no impediría<br />

que se cometan actos crueles o violentos, pero que interpretará a estos<br />

últimos como la expresión de la discordancia entre un medio social adverso<br />

frente a los intentos del hombre de regirse por los mandatos de su noble naturaleza.<br />

En lugar de entrar a una discusión filosófica sobre la naturaleza humana y el<br />

orden social, conviene que nos concentremos en la gente y en sus contextos de<br />

vida, de los que son indesligables. Desde una perspectiva pluralista, John Dewey<br />

[1859-1952] propuso que, más allá de características positivas o negativas<br />

en la naturaleza humana, será la sociedad en que se vive lo determinante para<br />

acrecentar o contener tales características. Esto último se enmarca en una postura<br />

relacional y puede resultar una vía más adecuada para entender las acciones<br />

violentas.<br />

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