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Revista Quid 57

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Año 9 | Número <strong>57</strong><br />

ABRIL - MAYO 2015<br />

CONSEJO EDITORIAL<br />

Adolfo de Vincenzi<br />

Jorge González<br />

Luz Henríquez<br />

Antonio Dalto<br />

DIRECCIÓN<br />

Jorge González<br />

EDICIÓN<br />

Carla Pandolfo<br />

COORDINACIÓN<br />

Hugo Cayssials<br />

Melina Dorfman<br />

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN<br />

Raúl Bruno | Preciada Imagen, Inc.<br />

FOTOGRAFÍA<br />

Silvana Sergio<br />

CORRECCIÓN<br />

Esteban Bertola<br />

COLABORAN EN ESTE NÚMERO<br />

Florencia Álvarez, Pablo Bassi, Laura Berti,<br />

Juan Manuel Cibeira, Horacio de Dios,<br />

Marina García, Martín Garrido, Nancy Giampaolo,<br />

Silvia Hopenhayn, Nadia Koval, Roger Koza,<br />

Christian Kupchik, Silvana Moreno,<br />

Mauro López Oyanarte, Felipe Pigna,<br />

Gabriel Rolón, Lucila Rolón, Carlos Sáez,<br />

Emilia Simison, Mónica Tracey,<br />

Maximiliano Tomas, Esteban Ulrich, Sergio Varela<br />

y Nando Varela Pagliaro<br />

FOTO DE TAPA<br />

Paul Kane / Getty Images<br />

PUBLICIDAD Y REDACCIÓN<br />

Tel.: 4943-8219/22<br />

Patagones 2463 | c1282aca | CABA<br />

Correo: revistaquid@ilhsa.com<br />

Web: yenny-elateneo.com / Sección <strong>Quid</strong><br />

REVISTA QUID<br />

Grupo Ilhsa S.A. es propietaria de <strong>Quid</strong>, publicación de<br />

Yenny y El Ateneo. Queda prohibida la reproducción<br />

del contenido de esta publicación, aun mencionando<br />

la fuente.<br />

Los editores no son responsables por las opiniones<br />

vertidas por los colaboradores, entrevistados, las notas<br />

firmadas y el contenido de los mensajes publicitarios.<br />

Registro Nacional de la Propiedad Intelectual<br />

Nº 506670. ISSN 1669738-3.<br />

Distribución en locales Yenny y El Ateneo de la Ciudad<br />

de Buenos Aires, GBA e interior del país.<br />

En la mitología griega se cuenta que había un santuario en el cual vivía un sacerdote,<br />

guía y sabio de su pueblo. De su vida y bienestar dependía la sociedad y el<br />

curso de la naturaleza. No podía morir ni de vejez ni de alguna enfermedad. Si<br />

así sucedía, toda la sociedad y la naturaleza caerían en la maldición. Por eso, era<br />

preciso que su sucesor le diera muerte cuando el rey estuviera sano y fuerte. El<br />

santuario se llamaba Aricia.<br />

Había una vez una muchacha a la que le gustaba mucho bañarse; y se quedaba en<br />

el agua largas horas. Su madre, cansada de este capricho la maldijo deseando que<br />

nunca pudiera salir de allí; y así la muchacha se convirtió en una sirena. La historia<br />

forma parte del folclore hispánico.<br />

En Nigeria, el Congo, México, y otros lugares, los reyes no podían tocar el suelo<br />

con sus pies. Si lo hacían significaba una catástrofe para su pueblo, así que había<br />

personas encargadas de llevarlos sobre sus hombros y una serie de reglamentaciones<br />

para prevenir y evitar la maldición.<br />

Aún hoy sobreviven dos maldiciones: “Ojalá te enamores”, una popular maldición<br />

gitana, y “ojalá que nazcas en una época interesante”, proveniente de la China<br />

antigua pero todavía vigente.<br />

Quisimos dedicar este número a los seres malditos, a quienes ocupan el lado oscuro<br />

del mundo real y ficticio, porque ellos pueden subyugarnos destilando ese<br />

veneno, ese extraño magnetismo que nos seduce, a pesar nuestro.<br />

Disfruten este nuevo número de <strong>Quid</strong>.<br />

Adolfo de Vincenzi<br />

Director General<br />

Grupo Ilhsa


Sumario <strong>57</strong><br />

o8<br />

Nota de tapa. Christian Kupchik nos sumerge en los<br />

comienzos del término “maldito”. Utilizado por primera<br />

vez por Verlaine, tomado de los versos de Baudelaire, el<br />

autor recorre la historia hacia atrás, hasta llegar a Caín.<br />

4o<br />

Ser editor. Carlos Sáez, editor de Del Nuevo Extremo,<br />

discurre acerca de lo significa su trabajo.<br />

12<br />

El señalador. Maximiliano Tomas explica el porqué de la<br />

ausencia de los grandes villanos de Stephen King en los<br />

resultados de una encuesta de un diario inglés.<br />

42<br />

Tema de tapa 4. Juan Manuel Cibeira nos cuenta tres<br />

historias, la de Robert Leroy Johnson, Nick Drake y<br />

Tanguito.<br />

14<br />

Opinión. Gabriel Rolón habla sobre algunos “malditos”<br />

que cambiaron el modo de ver el mundo: Galileo Galilei,<br />

Descartes, Copérnico, Freud y Darwin; malditos de ayer,<br />

héroes de hoy.<br />

54<br />

Música clásica. En el centenario del fallecimiento de<br />

Alexander Scriabin recordamos su vida y su obra.<br />

16<br />

Tema de tapa. Roger Koza recorre algunas versiones<br />

cinematográficas de la encarnación del mal: Adolf Hitler,<br />

para concluir con otra “criatura infame”: Chris Kyle, el<br />

personaje principal de Francotirador, de Clint Eastwood.<br />

56<br />

Semblanza 1. Antonin Artaud, poeta, dramaturgo, ensayista,<br />

novelista, director escénico, actor y maldito.<br />

18<br />

Tema de tapa 1. Silvia Hopenhayn escribe sobre Los<br />

cantos de Maldoror, de Isidore Ducasse, con una nueva<br />

traducción del escritor Aldo Pellegrini.<br />

62<br />

Reseña. Del caminar sobre hielo, de Werner Herzog<br />

(Editorial Entropía).<br />

2o<br />

Tema de tapa 2. Una breve pero intensa galería de<br />

asesinos de la historia que eriza la piel.<br />

83<br />

Historia & política. Felipe Pigna recomienda dos títulos:<br />

Historia del espejo y Josefa.<br />

27<br />

Tema de tapa 3. Mi villano favorito. Representantes de<br />

nuestra cultura responden qué malvado les gustaría ser.<br />

84<br />

Tema de tapa 5. Políticos desafortunados que terminaron<br />

muy mal.<br />

Dossier<br />

literatura<br />

Edgar Allan Poe<br />

La leyenda negra<br />

A los dos años su padre lo abandonó y su madre murió de tuberculosis.<br />

Lo adoptó un padrastro que no lo quiso. Se casó con su prima, pasó muchas<br />

penurias económicas. Murió en circunstancias misteriosas. Fue el escritor<br />

que marcó una gran brecha. Borges decía que las letras occidentales no se<br />

comprenden sin él.


78<br />

58<br />

46<br />

74<br />

32<br />

64<br />

22<br />

36<br />

96<br />

86<br />

22. Pablo Ramos en tinta de sangre<br />

32. Sergio Sinay, veinte años no es nada<br />

36. Luis Sagasti, el lenguaje de lo otro<br />

46. Jazmín Stuart, amor filial<br />

58. Alejandro Jodorowsky y La danza de la realidad<br />

64. Martín Piroyansky, tres en uno<br />

74. Federico Moccia, italiano y romántico<br />

78. Hernán Casciari, escritor instantáneo<br />

86. Marguerite Yourcenar, cocinera<br />

96. Etiopía, tras las huellas de Rimbaud


MISCELÁNEAS<br />

Feria del Libro<br />

El 23 de abril abrirá sus puertas en la Rural.<br />

El orador principal en la inauguración será el dramaturgo Roberto<br />

“Tito” Cossa, autor de obras teatrales como La Nona,<br />

Tute Cabrero y Gris de ausencia, entre otras.<br />

Entre los autores del exterior que visitarán la Feria, estarán los<br />

españoles Rosa Montero, Javier Cercas y Arturo Pérez<br />

Reverte; el irlandés John Banville, ganador del Premio Príncipe<br />

de Asturias; el novelista estadounidense Dan Wells; y la<br />

antropóloga francesa Michele Petit, entre otros.<br />

Tres muestras<br />

MALBA inauguró su calendario 2015 con tres nuevas exposiciones<br />

temporarias:<br />

Experiencia Infinita, instalaciones<br />

en vivo, representaciones y<br />

coreografías. Se exhiben obras de<br />

ocho destacados artistas nacionales<br />

e internacionales: Allora &<br />

Calzadilla, Diego Bianchi,<br />

Elmgreen & Dragset, Dora<br />

García, Pierre Huyghe, Roman<br />

Ondák, Tino Sehgal y Judi<br />

Werthein. La mayor parte de<br />

ellos exhiben por primera vez sus<br />

trabajos en Argentina. Hay tiempo<br />

de verla hasta el 8 de junio.<br />

Annemarie Heinrich, Intenciones<br />

secretas es una selección de 90 fotografías<br />

producidas entre los años<br />

30 y 60. Muchas de ellas nunca antes<br />

exhibidas. Hasta el 6 de julio.<br />

Osías Yanov, VI Sesión en el<br />

Parlamento indaga, a partir de la<br />

escultura como objeto, sobre las<br />

investigaciones recientes del artista<br />

sobre el lenguaje de acción. La<br />

performance se podrá ver todos<br />

los jueves a las 19 horas. Hasta el<br />

8 de junio.<br />

Teatro de la diferencia<br />

Se estrenó en Pan y Arte (Boedo<br />

876) Indiscrinadamente discriminados.<br />

La obra cuenta a través de<br />

tres escenas centrales, intervenciones<br />

coreografías, y relatos, historias<br />

sobre la discriminación y el abuso<br />

de poder. Dirigido por Gisela<br />

Amarillo, el elenco está conformado<br />

por personas de capacidades<br />

diferentes. Reservas: 49<strong>57</strong>-6922.


La recomendación<br />

DEL LIBRERO<br />

POR Mauro López Oyanarte<br />

Cuando en 1884 Paul Verlaine publicó su ensayo Los poetas<br />

malditos de Saftsack introdujo en la cultura occidental la figura<br />

del “genio maldito”, con la que muchos contemporáneos<br />

dialogan aún hasta el día de hoy. Verlaine homenajeó allí a seis<br />

poetas (entre los que se contaban Rimbaud, Mallarmé y el<br />

propio Verlaine) calificándolos “malditos”, término que alude<br />

a que el genio de cada uno de ellos fue también su maldición,<br />

alejándolos del resto de las personas<br />

y llevándolos de esta forma a acoger<br />

el hermetismo y la idiosincrasia como<br />

formas de escritura. Hace relativamente<br />

poco más de cien años después, Tim<br />

Burton publicó el libro de poemas<br />

La melancólica muerte de Chico Ostra,<br />

e inevitablemente, surgió un diálogo<br />

entre sus obras. Si bien recomiendo la<br />

lectura de ambos, me interesa detenerme<br />

aquí en La melancólica muerte de<br />

Chico Ostra.<br />

A su libro, Burton le coloca el título de un poema homónimo,<br />

incluido en la obra. Dicho poema narra la muerte de un niño<br />

cuya característica principal es haber nacido con una malformación<br />

(mitad niño, mitad ostra) que lo vuelve indeseado para sus<br />

padres. El atributo principal del desamparado personaje (ser<br />

mitad “ostra”) lo asocia con la idea de “ostracismo”, término<br />

que ya desde la Grecia antigua designaba el destierro y la<br />

exclusión (en inglés, oyster y ostracism, respectivamente). Los<br />

sucesos están narrados con una buena dosis de humor negro y<br />

un estilo provocador.<br />

A lo largo del libro las historias se multiplican: El chico robot;<br />

La mirona; Ojos de clavo; La niña de muchos ojos; Chico<br />

Mancha… Cada uno de ellos es un personaje trágico y gracioso.<br />

Todos los poemas del libro están escritos en verso, con rima,<br />

con rasgos cercanos a la oralidad, sombríos y cadenciosos. Por<br />

esto, recuerdan a los poemas de Charles Dickens y Edgar<br />

Allan Poe, solo que Tim Burton utiliza la métrica para mantener<br />

al lector atento pero distendido, como un elemento lúdico<br />

más que como una tradición a respetar.<br />

A diferencia de Verlaine, Burton no homenajea a ciertos artistas<br />

ni se hace cargo de una discusión respecto de la sociedad, sino<br />

que se refiere a personajes anónimos y populares sin atribuir<br />

sus maldiciones a nadie en particular (al menos, no de forma<br />

directa).<br />

Hay un parecido importante entre Burton y Verlaine ya que<br />

ambos escriben narrándose a sí mismos (el cineasta escribe estos<br />

poemas cuando aún su carrera no era tan exitosa como lo es<br />

hoy y lidiaba con la incomprensión de su arte). Solo que Burton<br />

utiliza un tono muy distinto al de su predecesor: es cómplice,<br />

cómico, creativo.<br />

El libro cuenta con ilustraciones originales del autor y en Argentina<br />

se consigue la publicación de Anagrama, en una edición<br />

bilingüe, lo que enriquece mucho su lectura.<br />

En La melancólica… no puede distinguirse a los malditos de<br />

Verlaine tal como aquel los había descripto, pero sí puede verse<br />

que en la actualidad las maldiciones no han desaparecido en<br />

absoluto. Es más, los malditos se han multiplicado y vuelto<br />

mucho más visibles.


Nota<br />

de tapa<br />

o8<br />

El<br />

PRECIO de la<br />

DIFERENCIA<br />

POR Christian Kupchik*


Rimbaud, de Mark Jackson (2013)<br />

El tema es el “malditismo”. La cuestión se desató, aparentemente,<br />

o al menos cobró relieve público, a partir de la<br />

publicación en 1884 de Les Poètes maudits de Sáftsàck, de<br />

Paul Verlaine (luego ampliada y definida cuatro años<br />

más tarde). Ya se sabe, la escandalosa conexión de Verlaine<br />

con el niño-prodigio-maldito de Arthur Rimbaud acabó<br />

con cárcel para uno y huida para el otro. Luego se comenzó<br />

a utilizar el término para caracterizar a aquellos artistas<br />

cuyo genio los condenó de diversas formas también a una<br />

suerte de maldición, aislándolos debido a ese aire particular<br />

y llevándolos a asumir cierto hermetismo. También fueron<br />

retratados como desiguales respecto a la sociedad, lo cual<br />

los condujo a vidas trágicas y entregadas con frecuencia a<br />

tendencias autodestructivas. El concepto de Verlaine del<br />

poeta maldito fue en parte tomado del poema de Charles<br />

Baudelaire llamado Bendición (precisamente), que abre<br />

su libro Las flores del mal y supuso que de pronto, sopló un<br />

aire helado que potenciaba la sensibilidad de ciertos creadores<br />

hasta dotarlos de esa terrible máscara que los hacía<br />

inasibles a cualquier comprensión. Se trataba de gente de<br />

una inteligencia superior, mentes creativas, que caían sumidos<br />

en los alientos demoníacos de una enfermedad incomprensible.<br />

No podía ser cierto: algún agente peligroso debía<br />

intervenir en esos aquelarres monstruosos.<br />

Encontrar un presunto culpable no resultó difícil. A fin de<br />

cuentas, ella se paseaba a sus anchas sobre cuerpo y espíritu<br />

de sus víctimas. Era verde, líquida, y respondía al curioso<br />

alias de Fée Verte (Hada Verde). Su verdadero nombre era<br />

Absynthe y sus cabellos dejaban el letal veneno en todos<br />

los poetas infectados. Malditos. Aunque muy pronto se<br />

descubrió que no, que si bien el ajenjo era el convidado<br />

favorito de los festines y por las venas de sus frecuentadores<br />

corría, antes que sangre, esencia de la Artemisia absinthium<br />

a 82 grados de alcohol, no todo podía ser explicado por su<br />

poder. Ya siglos antes, gente como François Villon o el<br />

divino Marqués de Sade fueron retratados como malditos<br />

sin haber probado el ponzoñoso trago. En consecuencia,<br />

algo debía ocurrir más allá de su poder: el Mal que seguía<br />

a determinados seres no era producto de ningún paraíso<br />

artificial, por mucho que estos pudieran interferir. Tampoco<br />

propiedad exclusiva de poetas ni franceses (aunque ya se<br />

sabe, ciertas almas débiles…).<br />

En la búsqueda del origen del mal, las antiguas historias<br />

narran en primer lugar el nacimiento de la libertad, el despertar<br />

de la conciencia, y con ella la experiencia del tiempo.<br />

Narran en segundo lugar los embrollos dramáticos que surgen<br />

por el hecho de existir diferencias entre los hombres,<br />

por el hecho de que estos se hacen conscientes de ellas,<br />

que en adelante quieren esas diferencias y aspiran a que se<br />

difundan activa y agresivamente. La esperanza de una unidad<br />

restablecida acompaña a la lucha –no pocas veces con<br />

verdadera saña– por la diferencia. Sólo Dios en su trono se<br />

ubica por encima de todas las diferencias y oposiciones. Ya<br />

en la historia fratricida de Caín, este Dios demuestra que<br />

sabe hacer y reconocer diferencias. Si la historia del pecado<br />

original relata el origen del conocimiento y la conciencia<br />

del tiempo, la historia de Caín narra el nacimiento de la<br />

voluntad en oposición a la diferencia. Adán despertó al<br />

conocimiento, mientras que en su hijo Caín se despierta la<br />

voluntad de distinguirse. Dios maldice a Caín, que andará<br />

“errante y fugitivo en la tierra”, pero a la vez lo protege: “El<br />

que matare a Caín sufrirá una venganza siete veces peor”.<br />

De modo tal que Caín, el primer maldito de la historia,<br />

encarna la lección de Dios: según la interpretación de Hobbes,<br />

el hombre sólo puede sobrevivir si no escapa a la disciplina.<br />

Si no se distingue.<br />

Alejandro Magno llegó a Atenas. Sabía que Diógenes,<br />

el filósofo-perro, estaba en su lugar de costumbre, al<br />

lado de su barril. El emperador se sentía incómodo ante<br />

la vida miserable de ese hombre al que consideraba sabio,<br />

de modo que intentó ayudarlo. Encontró a Diógenes casi<br />

desnudo tomando sol, cercado por los cachorros de siempre<br />

y en una situación nítida de indigencia. Entonces el rey le<br />

dijo al filósofo cínico: “Pida lo que quiera y yo se lo daré,<br />

sabe que soy Alejandro, el rey de todo el Imperio greco-macedonio”.<br />

Diógenes permaneció inmóvil, sentado junto a su<br />

barril, y sólo atinó a desviarse de la sombra del emperador.<br />

Se movió hacia la izquierda y la derecha, moviendo su larga<br />

barba blanca, pero todo parecía inútil. Entonces habló, y<br />

dijo: “Lo único que deseo en este momento es que se mueva,<br />

pues se interpone entre los rayos solares y yo, estorbando<br />

mi baño de sol”.<br />

Este episodio, verídico o no, explica la forma en que el<br />

cinismo se ejercía como filosofía. Esta escuela apunta al<br />

perro abandonado como un habitante más de la ciudad, al<br />

igual que el hombre, pero sin la necesidad de considerar<br />

las convenciones sociales. Ese desprecio por la regla, por lo<br />

público, marca un abandono de lo banal y, en consecuencia,<br />

marca la transgresión interpretada como signo maldito.<br />

Para Alejandro ayudar a un filósofo era un hecho trivial,<br />

pero Diógenes no pidió ayuda alguna. Apenas si expresó, a<br />

través de su modesta exigencia, que el poder no podría y no<br />

debería retirar al filósofo de su relación con lo divino, una<br />

relación natural, no posible de ser nublada por la institución<br />

llamada gobierno o la propia figura de un emperador. Lo<br />

que Diógenes dijo, invocando al sol de su lado, fue un acto<br />

subversivo y pudo haberle costado la cabeza de no haber<br />

sido Alejandro el emperador. Pero la diferencia ya estaba en<br />

su naturaleza.<br />

Un hombre flaco, de extensas pilosidades y ojos de carbón,<br />

o9


1o<br />

que se hacía llamar Rasputín, llegó de Pokrovskoe, una<br />

aldea perdida de los Urales, hasta San Petersburgo como<br />

un santo itinerante. Se presentó ante una corte demasiado<br />

susceptible al misticismo rural y a lo oculto. Debido<br />

posiblemente a cierto magnetismo hipnótico, además de<br />

detener la hemorragia interna del hijo hemofílico del zar,<br />

logró una ascendencia sobre la pareja que se mantuvo casi<br />

sin debilitarse hasta 1916, el año que fue asesinado luego<br />

de varios intentos. ¿Quién era este monje negro? Difícil<br />

saberlo, aunque lo evidente habla de un casi analfabeto que<br />

apenas sabía escribir, pero que predicaba con vigor campesino;<br />

borracho y lujurioso, se ufanaba de haber conocido las<br />

camas de todas las damas de la corte, incluida la zarina. Tan<br />

enamorado del poder como de sí mismo, representa esa<br />

vieja intimidad rusa entre la santidad y el pecado. Esa encarnación<br />

lo transformó en un maldito y su maldición alcanzó<br />

también a sus protectores y hasta a quienes rodeaban a<br />

sus protectores. La transgresión de Rasputín era su camino<br />

hacia Dios y eso no se perdona.<br />

Quien se ocupó a fondo de este tema fue el crítico Georges<br />

Bataille, quien ya en 19<strong>57</strong> publicó el ensayo La<br />

literatura y el mal, donde repasa las obras y claves estéticas<br />

de muchos autores considerados malditos, como Baudelaire,<br />

Blake, Kafka, Proust, Genet, Sade, entre otros. Ya<br />

en el prefacio, declara que: “la literatura no es inocente y,<br />

como culpable, tenía que acabar por confesarlo”. Según el<br />

autor francés, la literatura nace de la decadencia del mundo<br />

sagrado, heredando los prestigios divinos de sus sacerdotes.<br />

Por otra parte y a diferencia de los sacerdotes, el escritor<br />

tiene clara conciencia de su impotencia, del hecho de que<br />

no es auténticamente soberana y divina: “Lo que el príncipe<br />

aceptaba como el más legítimo y el más envidiable de<br />

los beneficios es recibido, en cambio, por el escritor como<br />

don de un triste advenimiento. Su parte es en primer lugar<br />

la mala conciencia, el sentimiento de la impotencia de las<br />

palabras y... ¡la esperanza de ser ignorado! Su ‘santidad’ y<br />

su ‘realeza’, acaso su ‘divinidad’, se le aparecen para humillarlo<br />

más: lejos de ser auténticamente soberano y divino, lo<br />

arruina la desesperación o, más profundamente, el remordimiento<br />

por no ser Dios... porque no posee auténticamente<br />

naturaleza divina y sin embargo no tiene oportunidad de no<br />

ser Dios”.<br />

Al mismo tiempo, en tanto desafía la lógica que organiza el<br />

bien común, la literatura representa –como la transgresión<br />

de la ley moral– un peligro. Bataille es un lector de Nietzsche;<br />

sabe que la valoración moral responde en la modernidad<br />

a la lógica de la acción eficaz, de la subordinación del<br />

presente al futuro y del deseo a la medida; sabe también<br />

que todo lo que no se adecúa a un mundo así ordenado<br />

(todo aquello que transgrede su ley) queda irremediable-<br />

mente del lado del Mal. Evidentemente, la literatura no<br />

se acomoda a los conceptos de bien y de mal tal como se<br />

encuentran determinados en una sociedad dada (existe una<br />

incompatibilidad entre la literatura y la moral), sino que<br />

se caracteriza por lo que Bataille denomina “hiper-moral”<br />

–en el sentido nietzscheano: más allá del bien y del mal–.<br />

Pero, por otra parte, lo cierto es que en muchos de los casos<br />

analizados por Bataille, el Mal aparece como el medio<br />

más fuerte de exponer la pasión, como si el Mal tuviese una<br />

cierta positividad: la transgresión. La positividad del mal<br />

(transgresión) y la obsesión por el goce actual (puerilidad)<br />

coinciden en la caracterización de la total autonomía de la<br />

literatura tal como esta es entendida por Bataille. Sea por la<br />

incomprensión de la ley (deseo infantil), sea por la negación<br />

de la medida (devoción por el mal), la literatura se define<br />

por la insubordinación, por su negación a acatar el orden.<br />

En una obra que recoge un ciclo de conferencias dictadas<br />

entre 1947 y 1948, La religión surrealista (Las Cuarenta,<br />

2008), Bataille revela “los encantos de la vida no-servil y, a<br />

la vez, de su violencia”, porque, si bien es cierto que el ser<br />

no está abocado al Mal, también es verdad que no puede<br />

dejarse encerrar en los estrechos límites del bien común.<br />

Como ejemplo de ello, sirve el testimonio de una carta de<br />

Sade de 1782:<br />

“Tú quieres que el universo entero sea virtuoso<br />

y no presientes que todo perecería al instante si<br />

sólo hubiera virtudes sobre la tierra... No quieres<br />

comprender que, ya que es preciso que existan<br />

vicios, es tan injusto que tú los castigues como lo<br />

sería que te burlaras de un tuerto.”<br />

En suma, la relación de la escritura con el Mal se presenta<br />

bajo la forma de una maldición. Porque si la literatura es la<br />

única capaz de dar testimonio de esa pústula en el hombre<br />

que desborda todos los proyectos en los cuales se encuentra<br />

comprometido, no lo puede hacer más que a través del<br />

lenguaje, que constituye un momento de la acción y no<br />

se comprende fuera de ella. El precio por la libertad, se<br />

sabe, es alto. Los pactos con el diablo suelen ser arteros y<br />

se pagan con el alma. Y, con todo, a pesar de su naturaleza<br />

ambivalente, de su irresolución trágica, de su fragilidad, el<br />

escritor es el único guardián de esa parte maldita. Claro, no<br />

cualquier escritor como tampoco cualquier hombre. Y las<br />

hadas verdes, en este asunto, tienen poco que decir<br />

*<br />

ESCRITOR, TRADUCTOR y PERIODISTA, ha publicado varios libros de poesía y<br />

editó la colección Planeta Nómade sobre literatura de viajes. Aparecieron los<br />

títulos El camino de las damas, La ruta argentina, En busca de Cathay y Las huellas<br />

del río, todos en Editorial Planeta. También la antología En la vía - Relatos<br />

desde un tren y Relatos de París.


12<br />

El<br />

señalador<br />

En septiembre de 2008 el diario inglés<br />

The Telegraph hizo una encuesta para<br />

seleccionar a los cincuenta villanos más<br />

grandes de la literatura universal. La<br />

lista la terminó encabezando el Satanás<br />

de El paraíso perdido, poema narrativo<br />

de John Milton publicado en 1667,<br />

y se completaba con personajes como<br />

Cruella de Vil (número 3), Yago de Otelo<br />

(número 4), el Capitán Kurtz de Joseph<br />

Conrad (puesto 9), el Conde Drácula<br />

(13), el yuppie Patrick Bateman de Psicópata<br />

americano (17), el hábil Marqués<br />

de Merteuil de Las relaciones peligrosas<br />

(29), el Tom Ripley de la saga de novelas<br />

de Patricia Highsmith (31) y la ballena<br />

blanca de la gran novela americana,<br />

Moby Dick (39).<br />

Con suspicacia y prejuicio inglés, en la<br />

lista no figura ni uno de los personajes<br />

de un escritor que ha sabido aportar<br />

algunos malditos inolvidables a la cultura<br />

popular, Stephen King. ¿Por qué? Tal<br />

vez porque los villanos de King escapan a<br />

los estereotipos: hasta el momento de su<br />

conversión al lado oscuro, son personajes<br />

que muestran lo que la sociedad considera<br />

comportamientos normales (aunque<br />

sepamos, por supuesto, que la normalidad<br />

es una categoría ilusoria). King tuvo la<br />

suerte y la desgracia de que muchos de<br />

sus libros fueran adaptados a la pantalla<br />

grande y si bien es un autor que ha vendido<br />

millones de ejemplares, fue probablemente<br />

a través de las películas que sus<br />

personajes han anidado en las pesadillas<br />

de cientos de miles de personas.<br />

CUANDO LOS QUE AMAN,<br />

ODIAN<br />

POR Maximiliano Tomas*<br />

Carrie es la cuarta novela escrita por<br />

King pero fue la primera en ser publicada,<br />

en 1974. El libro, compuesto por<br />

cartas, misivas, recortes de periódicos y<br />

extractos de libros, narraba la historia de<br />

Carrie White, una chica atenazada por el<br />

pensamiento religioso de su madre que<br />

luego de ser víctima de abuso psicológico<br />

en la escuela (hoy hablaríamos de<br />

bullying) decide vengarse de sus compañeros<br />

utilizando sus poderes mentales. La<br />

novela fue filmada en 1976 por un joven<br />

Brian de Palma y se convirtió en un<br />

éxito. Pero ya en la composición del libro<br />

se pueden advertir no sólo ciertos temas<br />

recurrentes de su obra posterior (poderes<br />

paranormales, violencia, venganza, terror<br />

y muerte) sino cierta preocupación formal<br />

que ubicará a King como un escritor a<br />

medio camino entre el clasicismo y la<br />

experimentación.<br />

En 1977 aparece El resplandor. Como un<br />

homenaje a La máscara de la muerte roja<br />

de Edgar Allan Poe, King, por entonces<br />

adicto al alcohol y las drogas y con<br />

una situación familiar agobiante, construye<br />

esta fábula en la que un escritor ex<br />

alcohólico (Jack Torrance) se instala con<br />

su familia en el hotel Overlook, en medio<br />

de las montañas, donde deberá oficiar<br />

de casero durante un invierno brutal. La<br />

historia, filmada en 1980, terminó siendo<br />

una de las más grandes películas de<br />

Stanley Kubrick y nadie que la haya<br />

visto olvidará a Torrance, interpretado<br />

por Jack Nicholson, golpeando con un<br />

hacha la puerta de madera detrás de la<br />

cual se esconde su mujer al grito de “Here’s<br />

Johnny!”. Aquí pueden verse algunas<br />

de las diferencias que siempre existirán<br />

entre sus libros y las adaptaciones, ya que<br />

en la novela Torrance alcanza a advertir a<br />

su hijo para que escape antes de morir en<br />

una explosión, mientras el film construye<br />

aquel inolvidable final en un laberinto de<br />

nieve.<br />

Finalmente existe otro libro notable,<br />

Misery (1987), del cual se ha hecho una<br />

película algo mediocre. Nuevamente<br />

el personaje es un escritor (otro rasgo<br />

moderno de King como autor), Paul Sheldon,<br />

famoso por sus novelas románticas,<br />

cuyo personaje principal se llama Misery<br />

Chastain. Sheldon sufre un accidente de<br />

auto camino a Los Ángeles y despierta<br />

en la casa de la enfermera Annie Wilkes,<br />

quien resulta ser una gran admiradora<br />

de su obra. Sheldon había liquidado a<br />

su personaje de ficción, al cual ya no<br />

soportaba, dando fin a la saga literaria<br />

de Misery. Pero Wilkes tiene otras ideas<br />

para su heroína,<br />

y hará lo posible<br />

para que durante<br />

esa recuperación,<br />

que se convierte en<br />

cautiverio, Sheldon<br />

cambie de opinión.<br />

La novela es mucho<br />

más sangrienta y<br />

bestial que su adaptación<br />

cinematográfica,<br />

hecha en 1990 por Rob Reiner.<br />

King utiliza al personaje de Wilkes para<br />

escenificar una reflexión escalofriante sobre<br />

los límites que puede rebasar el amor<br />

al convertirse en devoción y fanatismo.<br />

Los villanos de King son obra de la<br />

sociedad en la que viven: Carrie White<br />

como metáfora de la brutalidad inherente<br />

a las instituciones educativas; Torrance<br />

como producto del abuso de las drogas<br />

y el alcohol y de los sofocantes mandatos<br />

familiares; Sheldon y Wilkes como<br />

consecuencia del consumo irrefrenable<br />

en la sociedad de masas y la elaboración<br />

del amor como mercancía. Que ninguno<br />

de ellos haya figurado en la lista de The<br />

Telegraph habla más de la enajenación<br />

y la estrechez mental de ciertos editores<br />

periodísticos que de la propia obra de<br />

King<br />

* Editor literario, crítico y periodista cultural.


Curiosidades en<br />

INTERNET<br />

POR Lucila Rolón |<br />

@lupittar<br />

12 recomendaciones de Henry<br />

Miller para escritores.<br />

El fotógrafo holandés Reinier<br />

Gerritsen registró qué leía la gente<br />

en el transporte público de Nueva York,<br />

sin pose y sin aviso.<br />

Cuatro clases de Allen Ginsberg sobre<br />

La Tempestad, de Shakespeare.<br />

http://www.advicetowriters.com/<br />

home/2014/6/11/henry-millers-12-<br />

commandments-for-writers.html<br />

Poemas infantiles de Sylvia Plath,<br />

ilustrados por Quentin Beck.<br />

http://www.reiniergerritsen.nl/preview/<br />

LASTBOOK/<br />

La única fotografía de Einstein derivando<br />

E=mc²<br />

http://www.openculture.com/2014/03/<br />

hear-allen-ginsbergs-short-free-courseon-shakespeares-play-the-tempest-1980.<br />

html<br />

Recuadro publicado en 1966 sobre una<br />

jornada maratónica de la banda Greatfull<br />

Dead.<br />

http://www.dead.net/features/blog/<br />

documenting-dead-remembering-deadpart-1-press-series-grateful-dead-archive<br />

Textos breves de Walter Benjamin.<br />

http://lilielphick.blogspot.com.<br />

es/2010/01/textos-breves-de-walterbenjamin.html<br />

http://www.brainpickings.<br />

org/2013/04/04/the-bed-book-sylviaplath-quentin-blake/<br />

Infografía de los géneros literarios.<br />

13<br />

El Photoshop cumplió 25 años; su historia<br />

y algunos tips para aprovecharlo<br />

bien.<br />

25 castings que hicieron historia.<br />

http://xabes.com/2015/02/20/photoshoplo-mejor-25-anos/<br />

http://hipertextual.com/imagen-deldia/la-unica-fotografia-de-einsteinderivando-emc<br />

http://cinemania.es/especiales/25-<br />

pruebas-de-casting-que-hicieronhistoria/<br />

http://electricliterature.com/infographica-map-of-the-literary-genres/


DE ÁNGELES Y DEMONIOS<br />

Opinión<br />

POR Lic. Gabriel Rolón<br />

14<br />

Hace tiempo, en 1581, durante una misa<br />

que se oficiaba en la catedral, Galileo<br />

Galilei posó su mirada en las lámparas<br />

y percibió el movimiento particular con<br />

el que oscilaban, a causa de la corriente<br />

de aire, en círculos mayores y menores.<br />

Tenía 17 años y había elaborado la teoría<br />

del péndulo. Amante de la matemática y<br />

la física se fue a Florencia en busca de un<br />

mecenas y realizó un descubrimiento que<br />

lo hizo acreedor al odio generalizado del<br />

ámbito científico de su época.<br />

Dos mil quinientos años antes, Aristóteles<br />

había planteado que la velocidad<br />

de caída de un objeto era proporcional<br />

a su peso. Es decir, que los objetos más<br />

pesados caían más rápidamente que los<br />

livianos. Galileo empezó a pensar que tal<br />

vez la velocidad de caída tenía que ver<br />

con el volumen de un objeto y no con su<br />

peso. Cuenta la leyenda que subió a la<br />

Torre de Pisa con dos bolas de cañón de<br />

igual tamaño. Una hecha de hierro fundido<br />

y otra de madera. La primera pesaba<br />

diez veces más que la segunda. Las arrojó<br />

juntas y ambas cayeron al mismo tiempo.<br />

Galileo, a los 27 años, había destronado<br />

la autoridad de Aristóteles y la dignidad<br />

de sus colegas universitarios. No se lo<br />

perdonaron. Tuvo que abandonar Pisa.<br />

Se fue a la Universidad de Padua donde<br />

diseñó un telescopio y el 7 de enero de<br />

1610 hizo un descubrimiento crucial:<br />

cuatro lunas que giraban alrededor de<br />

Júpiter cada una de ellas en su órbita.<br />

Este era un descubrimiento muy fuerte,<br />

porque refutaba la idea de que todos los<br />

cuerpos celestes giraban alrededor de la<br />

tierra. Un año después llevó su telescopio<br />

a Roma e hizo su demostración ante la<br />

anonadada corte papal, pero la mayoría<br />

no quiso ni mirar. Las lunas de Júpiter<br />

no podían haber sido creadas por Dios<br />

y, si el instrumento permitía verlas, sólo<br />

había dos opciones: o el instrumento estaba<br />

mal o, lo que era más grave, estaba<br />

endemoniado. La Sagrada Inquisición<br />

lo enjuició y fue obligado a confesar que<br />

estaba equivocado. Hubo de jurar que la<br />

Tierra estaba quieta y al darse vuelta<br />

para retirarse pronunció en voz baja<br />

aquella famosa frase: “Y sin embargo se<br />

mueve”.<br />

El conocimiento avanza siempre destronando<br />

los supuestos anteriores y generando<br />

resistencias en los espíritus conservadores.<br />

Por eso, como Galileo, muchos<br />

otros fueron considerados los malditos de<br />

su época. Copérnico destronó el geocentrismo,<br />

Descartes le cortó la cabeza<br />

a Dios; Freud, a la razón cartesiana y<br />

Darwin, a la supuesta herencia divina<br />

del ser humano.<br />

Cada uno de ellos puso su carrera en juego,<br />

cuando no su vida, en defensa de una<br />

verdad. Sus contemporáneos los negaron<br />

y aborrecieron pero, como si fuera un<br />

acto de justicia universal, el tiempo los<br />

rescata y les concede su verdadero lugar<br />

en el firmamento de la historia.<br />

Me queda una última reflexión: tal vez<br />

cada época, a partir de sus conocimientos<br />

y creencias decida quiénes son los<br />

ángeles y cuáles los demonios y de allí<br />

que resulte aconsejable, antes de juzgar,<br />

recordar que los malditos de hoy pueden<br />

ser los héroes del mañana<br />

Demostración de Galileo en la Torre de Pisa


Escena de La caída, de Oliver Hirschbiegel (2004)<br />

Tema de tapa<br />

cine<br />

Criaturas<br />

INFAMES<br />

POR Roger Koza*<br />

16<br />

Las formas de la maldad en el cine son muchas y siempre<br />

encuentran su expresión. El mal absoluto, una fascinación de<br />

época, a veces se identifica con una fuerza diabólica. Puede<br />

encarnarse incluso en la naturaleza, más precisamente en un<br />

exceso que surge de ésta. Véase el tiburón de Spielberg<br />

que amenazaba a los turistas más allá de su apetito, entidad<br />

acuática capaz de concebir estrategias de ataque y merodear<br />

alrededor de un barco con fines ajenos a la satisfacción dietética.<br />

En el fondo, ese tiburón gigantesco canalizaba un motivo<br />

conocido. Era una suerte de variación y apropiación pop de<br />

Moby Dick, fuerza marítima que sintonizaba indirectamente<br />

con fuerzas metafísicas. Aún hoy, al menos para los espectadores<br />

de ese gran film de Spielberg que vimos cuando éramos<br />

niños, cada vez que entramos al mar revive la película. Para<br />

la memoria emotiva del espectador de Tiburón (1975), el mar<br />

tiene siempre un plus de terror.<br />

El mal absoluto puede ser un hombre. Hitler, por ejemplo.<br />

¿Qué versión elegir entre las tantas que ha dado el cine?<br />

Está su versión sarcástica, su doble cómico y cognitivamente<br />

inservible, al que se le retuerce el sentido de sus palabras en<br />

ruidos molestos que nada dicen, aunque mantienen la eficacia<br />

simbólica que atemoriza a sus dóciles receptores. Es el Hitler<br />

ridículo de Chaplin, al que en plena guerra el director decide<br />

atacar a golpes de parodia. En El gran dictador (1940), el cine<br />

deviene en arma: socavar humorísticamente al fascismo, ese<br />

es el objetivo último. Tal vez no se gane una guerra con esta<br />

táctica de inteligencia, pero a largo plazo debe considerársela<br />

como una forma de prevención de la lógica bélica.<br />

Veamos otra versión, el Hitler de La caída (2004), esa especie<br />

de Hitler para todos que previene la discordia interpretativa.<br />

Se trata del militar enfurecido y conocido por sus gestos<br />

toscos, proclive al paroxismo emocional. A este Hitler le llegó<br />

una parodia tardía e inesperada. Le valió una y otra vez una<br />

reapropiación extradiegética de su semblante, un uso lúdico<br />

para imponerle en su encarnación cualquier motivo de indignación<br />

deportiva históricamente irrelevante. Una y otra vez la<br />

secuencia en la que el mandatario pierde los estribos se viraliza<br />

en la web con fines humorísticos. Este uso satírico ocasional<br />

indica la débil representación del infame dictador en La caída.<br />

No se trata de un mal trabajo de Bruno Ganz, quien meticulosamente<br />

intenta hallar un adecuado lenguaje corporal para<br />

transmitir la furia del Führer y su violencia contenida. Ganz<br />

cree descubrir en las manos de Hitler un síntoma conductual<br />

de su desprecio y misantropía. Pero lo siniestro de ese film y la<br />

composición del actor reside en ver que él, Bruno Ganz, es el<br />

mismo intérprete de Las alas del deseo (1987). ¿Cómo puede<br />

ser que quien fuera un ángel benevolente acabe como agente<br />

del mal absoluto?


Tal vez el Hitler más intratable y despreciable es el de Aleksandr<br />

Sokurov en Moloch (1999). En esta ocasión, la personificación<br />

física es como cualquier otra. El bigote asoma como<br />

siempre y la raya al costado de la cabellera se percibe con toda<br />

nitidez. Pero la fórmula de Sokurov excede la mímesis; más<br />

bien consiste en destruir el prestigio del líder nazi a partir de<br />

juntar situaciones cotidianas en donde despunta sistemáticamente<br />

la banalidad de su conducta y su absoluta mediocridad,<br />

dos atributos que nunca deberían disociarse del ejercicio del<br />

poder. El Hitler de Sokurov emerge así como un imbécil.<br />

Cuando se baña y se alimenta, cuando baila y juega con sus<br />

amigos, cuando mira los noticieros cinematográficos en donde<br />

se ve reflejado o simplemente cuando se relaja durante un fin<br />

de semana en su cabaña en la montaña, su maldad brilla en<br />

todo su esplendor y el contexto lo festeja y legitima. La maldad<br />

es aquí casi una forma de idiotez que cuenta misteriosamente<br />

con poder; un hombre infame puede erigirse como guía, de tal<br />

forma que las sociedades sean capaces de cualquier cosa.<br />

Entre las criaturas infames existe una particularmente notable.<br />

Es la del hombre común que por circunstancias imprevistas se<br />

va convirtiendo en una figura maligna. El presunto héroe de<br />

Francotirador (2014), de Clint Eastwood, es una de esas<br />

criaturas. En principio, se trata de un cowboy, iniciado en el<br />

tiro por su padre y adoctrinado en una hermenéutica bíblica<br />

con consecuencias psicológicas y sociológicas. Como se sabe,<br />

en el film se hablará de perros, lobos y pastores que cuidan a<br />

los perros, tipos sociológicos simples de una rigidez conceptual<br />

propia de una cosmovisión reducida a una nación que sencillamente<br />

encarna el Bien y lo defiende de sus agresores.<br />

A Chris Kyle, dice Eastwood en su prefacio, no le quedaba<br />

más alternativa que convertirse en un francotirador de<br />

los SEAL. De aquí que Eastwood empiece con una escena<br />

atroz: Kyle tiene en la mira a un niño y a una mujer iraquíes<br />

que aparentan estar a punto de cometer un atentado. ¿Les<br />

disparará? El falso raccord llevará a confundir el disparo sobre<br />

esos blancos, pero la escena ya es sin anunciarse un flashback:<br />

el pequeño Chris aprende con su padre a disparar y alcanza en<br />

esta ocasión a aniquilar a un animal del bosque. En la infancia<br />

sus víctimas eran animales salvajes, en su edad madura sus<br />

muertos serán salvajes con habla. Este procedimiento poético y<br />

narrativo intentará ser el puntapié de una genealogía esquemática<br />

del francotirador, el cual va pasando por distintas etapas de<br />

formación que lo preparan para el arte de matar.<br />

Se dirá que Eastwood mantiene una cierta ambivalencia a<br />

lo largo del relato. Es posible que así sea en varios pasajes.<br />

Es evidente el remordimiento anticipado que surge en Kyle<br />

cuando sus blancos son inocentes. Frente a los rebeldes confirmados<br />

no hay duda: disparar es lo que corresponde. Es decir,<br />

el enemigo nunca es un otro legítimo con objetivos opuestos<br />

o diferentes, algo que Eastwood sí había concebido en Cartas<br />

desde Iwo Jima (2006). En Francotirador, ni en la consciencia<br />

de Kyle ni en el punto de vista que toma la película la indecisión<br />

de matar constituye una opción. Así, bastante rápido, Kyle<br />

se transformará en una leyenda viviente de la puntería; gracias<br />

al número de muertos que acumulará en Irak incrementará su<br />

popularidad entre los miembros de los pelotones.<br />

Eastwood, en verdad, oscila constantemente entre retratar a<br />

un héroe bastante oscuro o a un psicópata en evolución cuya<br />

maldad se sublima patrióticamente bajo una racionalidad<br />

nacionalista y reaccionaria. Por un lado, el psiquismo de Kyle<br />

se deteriora paulatinamente. En efecto, por cada viaje a Irak,<br />

por cada muerto, la enajenación crece y el malestar aumenta.<br />

Los sonidos exteriores en su hogar o en el vecindario remiten<br />

a la batalla; Kyle mirando la televisión apagada mientras la<br />

guerra suena en su cabeza es la forma preferida por Eastwood<br />

para impugnar lo que sucede en las expediciones patrióticas<br />

del ejército estadounidense. También pondrá atención en otros<br />

daños colaterales: no faltará la inclusión de varias escenas en<br />

las que se ve a veteranos de guerra convertidos en lisiados o a<br />

soldados que expresan dudas respecto de las aventuras castrenses.<br />

¿Concesiones de consciencia? Por otro lado, y al mismo<br />

tiempo, Eastwood cederá a la tentación de convalidar el sacrificio<br />

de los soldados, y en especial el de Kyle, racionalizándolo<br />

como una virtud heroica. En una de las escenas más ridículas<br />

de la película, Kyle se encuentra en un negocio de repuestos<br />

de automóviles con un exsoldado que ha perdido su pierna. La<br />

escena no admite dudas, a pesar de la incomodidad de Kyle<br />

frente al elogio del excombatiente. Cuando en el final de la<br />

secuencia este se agache para decirle al hijo de Kyle que su padre<br />

es un verdadero héroe, el film confirmará, en ese instante,<br />

que ha prescindido de la indeterminación para pasar a construir<br />

deliberadamente su proselitismo. ¿Hacía falta, entonces,<br />

la inclusión del material de archivo en el que se observan las<br />

reacciones de la ciudadanía en las calles frente a la muerte concreta<br />

de Kyle? Doble misión cumplida: un hombre con cientos<br />

de víctimas en su haber deviene en héroe nacional mientras las<br />

acciones militares en Oriente dejan, por lo tanto, de resultar un<br />

asalto con fines espurios en nombre de la democracia. El cine<br />

instituye e imprime un mito, en las antípodas de la lucidez que<br />

Eastwood demostró en La conquista del honor (2006).<br />

El director tenía la oportunidad de desenmascarar al héroe<br />

bélico y emprender entonces una crítica de las condiciones históricas<br />

y políticas que llevan a un hombre a transmutar en una<br />

máquina de asesinar. Prefirió el mito, desoír al propio Kyle en<br />

su biografía publicada y proseguir con la superstición invencible<br />

acerca de la dignidad de los héroes en el campo de batalla.<br />

En vez de detectar la aparición de la infamia como un fenómeno<br />

excepcional por el cual un sujeto encarna involuntariamente<br />

la maldad de un proceso social determinado, Eastwood se<br />

plegó como artista y empalideció bastante, no siendo en esta<br />

oportunidad más que un remedo de sí mismo. Por un instante,<br />

acaso, él también fue un hombre infame. ¿Cómo describir, si<br />

no, a quien dirige un film de reclutamiento?<br />

* CRÍTICO DE CINE de La voz del interior, Córdoba. Publicó El inconsciente de las<br />

películas, ed. Brujas. Programador del Festival de Cine de Hamburgo.<br />

17


Tema de tapa<br />

uno<br />

18<br />

BICHO<br />

Se reedita la mejor traducción de una novela poética escrita en cantos, que hace temblar las manos<br />

de cualquier lector desprevenido: Los cantos de Maldoror,<br />

con traducción y prólogo del poeta argentino Aldo Pellegrini (Editorial Argonauta)<br />

POR Silvia Hopenhayn<br />

¿La maldición es un rasgo o una fatalidad?<br />

¿Un territorio del alma o una<br />

época de la vida? Podríamos empezar<br />

por el nombre, que suele ser el collar<br />

con el que la lengua nos pasea por<br />

este mundo. Un maldito sería un “mal<br />

dicho” (o mal “decido”, aceptando<br />

la corrección de los que siempre se<br />

alteran con lo que se dice mal). En<br />

francés –ya que de un francófono<br />

se trata– hay un agregado fonético,<br />

maudit suena igual que mot dit, o sea,<br />

“palabra dicha”. En suma –o sumando–,<br />

la palabra dicha mal dicha. Y el<br />

maldito… ¡mal bicho!<br />

El animal viene a cuento, ya que el<br />

maldito suele horadar su naturaleza,<br />

asomarse en el abismo del lenguaje<br />

y llegar a un estadio salvaje donde el<br />

bien y el mal pierden su estatuto moral.<br />

Y también porque en esta novela<br />

aparecen al menos ciento cuarenta<br />

animales y varias metamorfosis. Al<br />

respecto, se recomienda le lectura de


la introducción de Aldo Pellegrini, una<br />

verdadera exploración literaria.<br />

El nombre de nuestro personaje maldecido,<br />

mal bicho, maldito, es Maldoror,<br />

uno de los más feroces y desdichados<br />

de la literatura de todos los tiempos. Y<br />

cuando digo todos los tiempos, es por<br />

el carácter arrasador de la novela que lo<br />

contiene. Los cantos de Maldoror, escrita<br />

en 1868, recauda lo peor del hombre<br />

en los textos que lo han retratado, para<br />

dar cuenta irónicamente y con belleza<br />

inaudita de su potencial desperdiciado,<br />

del hombre convertido en basura. Su<br />

autor, el francés de origen montevideano,<br />

Isidore Ducasse, con sólo veinte<br />

años, al mejor estilo Rimbaud (también<br />

tildado de maldito), escribe esta obra<br />

brutal, poética, rica en referencias, en<br />

la que se cuelan frases o paráfrasis de<br />

El Apocalipsis, de San Juan, La divina<br />

comedia, de Dante, El paraíso perdido,<br />

de Milton o Las flores del mal, de<br />

Baudelaire, novela que a su vez se<br />

convertirá en referencia y fuente inagotable<br />

para los surrealistas de comienzos<br />

del siglo XX o el psicoanálisis (véase el<br />

libro de Enrique Pichón Rivière,<br />

Psicoanálisis del Conde de Lautréamont,<br />

Argonauta).<br />

Maldoror libra una batalla contra el<br />

Creador. Apunta al verbo y su embate<br />

es tan desatado que revuelve la lengua<br />

hasta agotar su mandato. Según Maldoror,<br />

un Creador que se denomina a sí<br />

mismo creador, ya es un Principio fraudulento.<br />

Maldoror, en cambio, deriva de<br />

su nombre: “mal de horrores”, “mal de<br />

aurora”, “mal dolor”, “mal dorado”…<br />

¿Y quién creó a Maldoror? Otro nombre<br />

inventado: el Conde de Lautréamont,<br />

seudónimo de Isidore Ducasse,<br />

el autor real de esta obra maldita. El<br />

nombre del autor es como el lugar del<br />

Creador. En este caso, es múltiple:<br />

contiene el título de nobleza comparable<br />

a ilustres de la época, como el conde<br />

de Vigny o el vizconde de Chateaubriand;<br />

en aquel entonces estaba de<br />

moda El conde de Montecristo, y dada la<br />

oposición de Isidore Ducasse a Cristo,<br />

como vislumbre del anticristo nietzscheano<br />

y medio para oponerse a Dios,<br />

puede haber elegido llamarse l’autre<br />

mont; también están sus coordenadas,<br />

ya que Ducasse vivió en Montmartre,<br />

“otro monte”, con respecto a Monte-video.<br />

Por otra parte, su obra es una “otra<br />

manera” de contar (suena igual: autrement).<br />

“La” otra manera de contar la<br />

Creación y su correlato: la destrucción.<br />

Todos los lectores<br />

Isidore Ducasse<br />

Maldoror se dirige al lector en varias<br />

oportunidades. A veces lo previene de<br />

los peligros de la lectura, otras lo elige<br />

como único aliado en su lucha contra<br />

los horrores del mundo, en esa “orbita<br />

aterrorizada por la que gira el globo humano<br />

en delirio, habitado por espíritus<br />

crueles que se matan entre sí.”<br />

Así comienza su cruzada literaria:<br />

“Quiera el cielo que el lector, animoso<br />

y momentáneamente tan feroz como lo<br />

que lee, encuentre su camino abrupto y<br />

salvaje a través de las ciénagas desoladas<br />

de estas páginas sombrías y rebosantes<br />

de veneno...”.<br />

El veneno no es más que combustible<br />

para la travesía. Así, Rimbaud, en Una<br />

temporada en el infierno, exclama: “Sea<br />

tres veces bendito el veneno que hay<br />

en mí”. Sin veneno no hay lengua y sin<br />

lengua no hay retorno.<br />

Más adelante, en el Canto Primero, hay<br />

una nueva apelación al lector: “Lector,<br />

quizá quieres que invoque al odio en<br />

el comienzo de esta obra”. El odio es<br />

la destilación del veneno en su escritura,<br />

el sostén de su lucidez (…arcángel<br />

del mal, entre lucero y Lucifer). Así,<br />

Maldoror ataca con lo que escribe: “Mi<br />

poesía tendrá por objeto atacar por<br />

todos los medios al hombre (...) Por<br />

ella estáis informados de que me he<br />

propuesto atacar al hombre y a Aquel<br />

que lo creó”.<br />

La soledad del maldito<br />

El problema del maldito, o del mal<br />

mismo, es la soledad. Lautréamont lo<br />

plantea con terrible belleza en el Canto<br />

Sexto: “Nuestro héroe comprobó que<br />

frecuentando las cavernas y cobijándose<br />

en los lugares inaccesibles caía en un<br />

círculo vicioso. Pues, si por un lado,<br />

reforzaba de este modo su repugnancia<br />

por los hombres mediante la indemnización<br />

de la soledad y el apartamiento,<br />

entre arbustos raquíticos, zarzas y viñas<br />

silvestres, por otro lado, su actividad ya<br />

no encontraba ningún alimento para<br />

nutrir al minotauro de sus instintos<br />

perversos”.<br />

¿Maldoror inflige el mal o agota su<br />

naturaleza? El mal es inagotable en la<br />

literatura, representa el intento desesperado<br />

de ceñir o apaciguar el dolor<br />

humano, que es real. En este sentido,<br />

Maldoror es un héroe del Mal. Un maldito,<br />

bien dicho<br />

Obras completas.<br />

Los cantos de Maldoror - Poesías - Cartas,<br />

de Conde de Lautréamont<br />

(Isidore Ducasse)<br />

Editorial Argonauta, 2014<br />

19


2o<br />

Tema de tapa<br />

dos<br />

A sangre<br />

FRíA<br />

Los asesinos fueron y seguirán siendo el terror de<br />

la humanidad. Mentes criminales que convierten su gusto<br />

por la muerte en un oscuro arte<br />

POR Florencia Álvarez<br />

Peligrosos homicidas han aterrorizado<br />

a la población mundial a lo largo de<br />

toda la historia: sangrientos, en serie,<br />

en masa, caníbales, descuartizadores, a<br />

sueldo, kamikazes, e incluso hombres<br />

lobos y vampiros.<br />

La lista de los más “célebres” asesinos<br />

comienza por los que, por una cosa u<br />

otra, se volvieron más famosos. Como<br />

el caso de Charles Manson o Ted<br />

Bundy. El primero se hizo conocido<br />

luego de formar un grupo con rasgos<br />

esotéricos al que llamó La familia.<br />

Manson y sus seguidores entraron a la<br />

mansión californiana de Roman Polanski<br />

y mataron a su mujer, Sharon<br />

Tate, embarazada de ocho meses.<br />

Le propinaron dieciséis puñaladas, la<br />

dejaron morir desangrada y la colgaron<br />

del techo.<br />

En el exterior de la casa escribieron<br />

“pig” con su sangre. Esa noche otros invitados<br />

también fueron asesinados, pero<br />

lo que nunca quedó claro fue el móvil<br />

del crimen. Algunos dicen que pudo<br />

haber sido una venganza por la película<br />

de Polanski El bebé de Rosemary, otros<br />

creen que fue una masacre por error.<br />

Por este y otros crímenes, a Manson lo<br />

condenaron a la pena de muerte, pero<br />

al ser abolida la ley lo confinaron a una<br />

cadena perpetua que aún hoy cumple.<br />

Bundy, por su parte, fue un auténtico<br />

asesino en serie estadounidense. Se caracterizaba<br />

por ser un tipo buen mozo,<br />

carismático y con muy buenos modales,<br />

lo cual aprovechó para liquidar brutalmente<br />

a treinta y seis mujeres, aunque<br />

se cree que también es el responsable<br />

de la desaparición de otras cuarenta.<br />

Era tan perverso que planeaba sus<br />

crímenes al detalle. Se hacía pasar por<br />

discapacitado, lesionado, y mil artimañas<br />

para pedir ayuda a chicas que,<br />

sin imaginárselo, terminaban convirtiéndose<br />

en sus víctimas. Las violaba,<br />

torturaba, asesinaba, desmembraba y se<br />

guardaba recuerdos, como sus cabezas.<br />

“Toda la rabia que he estado desahogando<br />

con las mujeres que maté, estaba<br />

dirigida contra mi madre”, le confesó<br />

Bundy a un psiquiatra. Fue arrestado<br />

en 1979 y condenado a la silla eléctrica<br />

diez años después.<br />

Conocido como el carnicero de Milwaukee,<br />

Jeffrey Dahmeer fue otro<br />

terrible asesino de Estados Unidos.<br />

Entre 1978 y 1991, mató a diecisiete<br />

hombres y chicos practicando actos<br />

de necrofilia y canibalismo. Tuvo una<br />

infancia normal, a diferencia de otros


asesinos del mismo estilo, fue querido<br />

por sus padres y no sufrió maltratos de<br />

pequeño. Pero a los 10 años ya se empezaba<br />

a notar que algo no andaba bien<br />

en su cabeza, se dedicaba a torturar y<br />

matar animales para luego coleccionar<br />

sus huesos. Era alcohólico, después<br />

de matar a sus víctimas se masturbaba<br />

sobre sus cuerpos, luego tomaba fotografías<br />

de cada etapa del desmembramiento<br />

y, al igual que Bundy, guardaba<br />

partes como trofeos, la mayoría eran<br />

cabezas. Al momento de su detención<br />

encontraron tres de ellas en la heladera<br />

de su casa.<br />

Dahmer fue llevado a prisión y sentenciado<br />

a quince cadenas perpetuas<br />

consecutivas. Finalmente, murió en la<br />

cárcel, en una pelea entre reos.<br />

Manuel Blanco Romasanta fue un<br />

asesino del siglo XIX. Su caso es uno de<br />

los más estudiados de la criminología<br />

española, ya que se creía que era un<br />

licántropo. Sí, un hombre lobo. Incluso<br />

los documentos clínicos alegaban que<br />

tenía “licantropía clínica”, en referencia<br />

a una enfermedad mental.<br />

Mató a más de trece personas utilizando<br />

sus manos y dientes. Durante el juicio,<br />

conocido como “la causa contra el hombre<br />

lobo”, afirmó que era víctima de<br />

un maleficio. “La primera vez que me<br />

transformé fue en la montaña de Couso.<br />

Me encontré con dos lobos grandes<br />

con aspecto feroz. De pronto, me caí al<br />

suelo, comencé a sentir convulsiones,<br />

me revolqué tres veces sin control y a<br />

los pocos segundos yo mismo era un<br />

lobo. Estuve cinco días merodeando<br />

con los otros dos, hasta que volví a recuperar<br />

mi cuerpo. El que usted ve ahora,<br />

señor juez. Los otros dos lobos venían<br />

conmigo, que yo creía que también<br />

eran lobos, pero se cambiaron a forma<br />

humana. Eran dos valencianos. Uno se<br />

llamaba Antonio y el otro don Genaro.<br />

Y también sufrían una maldición como<br />

la mía. Durante mucho tiempo salí<br />

como lobo con Antonio y don Genaro.<br />

Atacamos y nos comimos a varias personas<br />

porque teníamos hambre”, contó<br />

Romasanta al juez.<br />

Peter Kürten era conocido como “el<br />

vampiro de Düsseldorf”. En Alemania<br />

asesinó a nueve personas, y tuvo otros<br />

siete intentos frustrados. Además,<br />

agredió sexualmente a casi ochenta<br />

personas. Violaba, apuñalaba y degollaba<br />

con el fin de beberse la sangre de sus<br />

víctimas. Fue condenado a la guillotina<br />

en 1931.<br />

Pero no todos los asesinos en serie que<br />

quedaron en la historia fueron hombres.<br />

Aileen Wournos, cuya vida es conocida<br />

por la película Monster que le valió<br />

el Oscar a Charlize Theron, era una<br />

prostituta que asesinó al menos a siete<br />

hombres entre 1989 y 1990.<br />

A Isabel Báthory, una de las aristócratas<br />

húngaras más importantes del<br />

siglo XVI, se la apodaba “la condesa<br />

sangrienta”. Tiene el Récord Guinness<br />

como la mujer que a más personas mató<br />

en la historia de la humanidad: seicientas<br />

treinta.<br />

Ella creía que debía bañarse y beber la<br />

sangre de sus doncellas vírgenes para<br />

no envejecer, estaba obsesionada con<br />

la belleza eterna. Mataba a sus víctimas<br />

en su castillo, pero antes las dejaba<br />

agonizando, desangrándose, hasta que<br />

obtenía cada gota de su sangre. Las<br />

autoridades encontraron más de cincuenta<br />

cadáveres enterrados debajo de<br />

la mansión, y otra gran cantidad en el<br />

exterior tapados con aserrín. El olor era<br />

nauseabundo.<br />

Pero esto no es algo ajeno al ámbito local,<br />

donde también existieron y existen<br />

asesinos de temer. Cayetano Santos<br />

Godino, conocido como “El Petiso<br />

Orejudo”, aterrorizó a la población con<br />

sus crímenes. Comenzó a mostrar los<br />

primeros signos de extrema violencia<br />

a los 8 años golpeando a tres de sus<br />

compañeros con piedras e hiriéndolos<br />

gravemente.<br />

A ellos no llegó a matarlos, pero a<br />

Arturo Laurora, a Reina Bonita<br />

Vainicoff y a Jesualdo Giordano,<br />

sí. El primero tenía 13 años, lo encontraron<br />

muerto a golpes y estrangulado<br />

en una casa vacía, en enero de 1912.<br />

Dos meses después, prendió fuego a la<br />

niña de 5 años, que murió debido a las<br />

quemaduras. Jesualdo<br />

tenía 4, lo encontraron en un baldío,<br />

estrangulado con un piolín y con un<br />

clavo en la sien. El Petiso Orejudo fue<br />

procesado por los asesinatos a la edad<br />

de 15 años. Se lo acusó además de siete<br />

tentativas de homicidios frustrados y<br />

siete incendios intencionales. Fue trasladado<br />

a la cárcel del Fin del Mundo,<br />

en Ushuaia, donde murió.<br />

El de Yiya Murano es un caso emblemático,<br />

una señora que se hacía pasar<br />

por instruida y acaudalada, cuando no<br />

era ninguna de las dos cosas, que mató a<br />

tres de sus amigas para quedarse con su<br />

dinero, envenenándolas con petits fours<br />

a los que les agregó cianuro.<br />

A pesar de que ella aún hoy asegura que<br />

es inocente, pasó dieciséis años en la<br />

cárcel. Yiya llegó a sentarse a la mesa<br />

de Mirtha Legrand, y se atrevió a<br />

convidar a la diva con unas masitas que,<br />

si bien tardó en probar, finalmente lo<br />

hizo. Y salió ilesa.<br />

En 1992 una espeluznante noticia<br />

estremecía al país. Un odontólogo de<br />

La Plata había asesinado a sus dos hijas,<br />

a su esposa y a su suegra. Ricardo<br />

Barreda se despertó y le dijo a su<br />

mujer que iba a limpiar las telarañas del<br />

techo. “Andá a limpiar, que los trabajos<br />

de conchita son los que mejor hacés”, le<br />

respondió ella.<br />

Esto desató la furia del dentista, quien<br />

encontró la escopeta que su suegra le<br />

había traído de Europa, la cargó y mató<br />

una a una a todas las mujeres de la casa.<br />

Después se fue al zoológico y pasó la<br />

tarde en un hotel con su amante. Más<br />

tarde confesaría haber sido el autor de<br />

los crímenes y sería condenado a prisión<br />

perpetua, aunque tiempo después le<br />

otorgaron la libertad condicional.<br />

Claro que los asesinos argentinos y de<br />

otras nacionalidades no empiezan ni<br />

terminan en esta corta enumeración. La<br />

lista de los demasiado malos es larga<br />

y se continuará extendiendo.<br />

Lo mejor será no toparse<br />

nunca con ninguno<br />

de ellos<br />

21


22<br />

Entrevista<br />

uno


“Soy más jodido<br />

de lo que parezco”<br />

El escritor PABLO RAMOS habla de su novela La ley de la ferocidad, de su escritura, de los críticos,<br />

de los lectores y de cómo, todo el tiempo, construye su obra<br />

POR Nando Varela Pagliaro<br />

Yo estaba internado todavía, iba con un acompañante terapéutico al taller. Era un problema. Todos los martes me<br />

acompañaba desde San Isidro. Se quedaba en lo del esposo de Liliana. Una vez le faltó no sé qué. Le dije: “loco, no<br />

robés”. Lo devolvió y pidió perdón. Después me siguió acompañando y le siguieron dando confianza. Un día estaba<br />

muy podrido y le dije a Liliana que no iba a ir más. Liliana, esperó que se fueran todos y me dijo: “te voy a decir esto<br />

que nunca se lo dije a nadie y tampoco te lo voy a volver a decir a vos. Quizás vos seas fundamental para la literatura;<br />

yo no lo sé, pero te aseguro que la literatura es fundamental para vos. Si no venís, te vas a derrumbar”. Le hice caso<br />

y seguí yendo. Desde ese lugar empiezo cada día.<br />

Liliana es Liliana Heker y el que le hizo caso y siguió<br />

yendo para no derrumbarse, para vivir para contarla es Pablo<br />

Ramos, un tipo difícil, intenso, profundo, talentoso, francotirador,<br />

dueño de una de las voces más interesantes de la literatura<br />

argentina. Con él estuve hablando en su casa de Paternal,<br />

rodeado de libros, guitarras y máquinas de escribir.<br />

–En algunas entrevistas dijo que mucha gente no vio<br />

la gran valorización de la palabra que hay en La ley<br />

de la ferocidad, que lo que termina salvando a Gabriel<br />

Reyes, esta especie de álter ego suyo, son las palabras,<br />

¿por qué cree que no se ve el trabajo que hay detrás<br />

de lo que escribe? Acá hay un prejuicio grandísimo, aun<br />

en escritores amigos y eso me hace reír y también aislar un<br />

poco. El hecho de que sea público que yo solamente tengo la<br />

primaria hace que muchos que se autodenominan brillantes<br />

el uno con el otro y yo no los veo tan brillantes, no puedan<br />

ver lo que verdaderamente hay en lo que escribo. Detrás<br />

de historias muy fuertes hay un enorme ejercicio literario.<br />

Yo creo que la Ley de la ferocidad es una novela con una<br />

aventura del lenguaje como pocas. Y ese es el verdadero valor<br />

que tiene. De hecho, en cada historia mía se puede encontrar<br />

un lenguaje completamente diferente, como si yo fuera<br />

personas diferentes. No hace falta escribir sobre niños que<br />

se convierten en mariposas. Está bueno también, pero no es<br />

eso un ejercicio de la imaginación superior a imaginar una<br />

situación real e imaginarla de manera perfecta y ahondar en<br />

los sentimientos, en las intenciones, los secretos y las reservas<br />

de los personajes. Igual, no importa que ellos no lo puedan<br />

ver porque lo pueden ver muchos lectores, y lo puedo ver yo<br />

para poder seguir escribiendo cada vez mejor.<br />

–Volviendo a la salvación y las palabras, ¿en qué momento<br />

sintió que podía elegir este otro camino lleno de<br />

libros y letras? Sí, me acuerdo perfectamente. Fue cuando<br />

entré en el taller de Abelardo Castillo.<br />

–Me refiero a antes que eso, porque me imagino que<br />

primero lo salvó la palabra ajena, las palabras de otros<br />

escritores, ¿no? La lectura de alguna manera me salvaba<br />

pero no tanto como la escritura. Porque en eso que dice Santa<br />

Teresa: “las palabras llevan a las acciones, alistan el alma, la<br />

ordenan y la mueven hacia la ternura” se refiere a la palabra<br />

23


24<br />

escrita. Yo empecé a ordenar, cuando empecé a escribir,<br />

cuando pude escribir desordenadamente lo que pensaba que<br />

era algo ordenado y pude ver que eso era un caos y que era<br />

el reflejo de mi vida. Entonces, cuando escribí el segundo<br />

borrador de ese caos y lo organicé, sin darme cuenta, empecé<br />

a organizar mi vida. Como si al corregir un texto, me fuese<br />

corrigiendo yo. En mi manera de escribir eso es un paso<br />

fundamental. Yo me corrijo para corregir un texto. Quizás a la<br />

persona que le debo una palabra ajena es a Mario, un tipo de<br />

Alcohólicos Anónimos que conocí cuando estuve en la cárcel<br />

de Caseros. Sus palabras no sólo me ayudaron sino que me<br />

incitaron a escribir. Yo le hinchaba tanto las bolas a Mario que<br />

él me decía: “no me lo contés, escribilo porque no te aguanto<br />

más”. Y con esto, creo que él lejos de querer sacarme de encima,<br />

confiaba que al escribir yo iba a ordenarme. Yo estoy convencido<br />

de que los psicólogos tendrían mucho menos trabajo<br />

si la gente llevara un diario personal en el que poder ordenar<br />

todo lo que hace. Ver qué cosa mereció hacerse y qué cosa<br />

uno no hizo. Leerlo y ver que no es tan grave; mañana puedo<br />

empezar y ser más ordenado. Inclusive si uno se anima podría<br />

escribir el diario de mañana, yo durante mucho tiempo llevé<br />

el diario de mañana. Uno tiene la posibilidad de convertir a la<br />

máquina de escribir en la máquina del tiempo.<br />

–Abelardo Castillo, uno de sus maestros, dijo que<br />

preguntarle a un escritor cuándo escribe es obligarlo a<br />

mentir, ¿usted también tiene esa relación culposa con<br />

la literatura? Sí, nunca escribo. Ahora estaba por escribir y<br />

me fui a ver un partido de fútbol. Siempre postergo, esquivo.<br />

Es igual de tortuosa mi relación con la escritura pero creo que<br />

tiene que ver con todo lo interior que necesito que cuadre,<br />

que cuaje y que no sé bien qué es, qué falta. Nunca es el<br />

momento adecuado para escribir. Pero por otro lado, siento<br />

que también uno está escribiendo todo el tiempo. De la<br />

misma manera que no escribo nunca, escribo todo el tiempo,<br />

porque mi vida es sólo esto. Me paso semanas enteras en esta<br />

casa. Quizás salgo una vez por semana a la calle. Voy al chino,<br />

que lo tengo al lado, y no mucho más. Después estoy todo<br />

el tiempo rodeado de papeles, de máquinas de escribir, de<br />

computadoras, de libros y todo el tiempo planeando. Yo creo<br />

que, y esto es algo que también dijo Abelardo, tanto el mejor<br />

escritor como el peor escriben de la misma manera: como<br />

pueden y cuando pueden.<br />

–En una entrevista reciente dijo que prefiere estar del<br />

lado de los que hacen, que del lado de los que critican,<br />

¿cuál es su relación con la crítica, pero no con la<br />

especializada, sino con la de la gente que realmente le<br />

importa? Con ellos la relación es bárbara. Son mis lectores<br />

de confianza y me hacen una crítica como la del taller. Es un<br />

crítica dada desde el amor, desde la confianza en lo que estoy<br />

haciendo y desde la más absoluta despersonalización. En<br />

cambio, en la crítica especializada, el crítico quiere escribir<br />

con la sangre del escritor. Es una rata por eso. Abelardo Castillo<br />

también dice “si no amás a la literatura, no escribas, pero<br />

por favor no seas crítico”. Hablo de los críticos que no aman<br />

a la literatura. Yo tengo una crítica de La ley de la ferocidad<br />

en la que una periodista dijo que la escena de las palomas era<br />

un “kiss literario”. A eso después le agregaba que yo escribía<br />

bien, que estaba excelentemente redactada, como lavando la<br />

culpa porque tenía que decir algo. Pero a veces es mejor mojar<br />

la pluma en tu propia sangre. La letra sale más apretada y<br />

quizás hay más riesgo, pero mojar la pluma en la sangre de los<br />

demás es bastante impune. Esa crítica de la que te hablo salió<br />

en Ñ. Era genial porque la gente me decía: “che, qué buena la<br />

crítica en Ñ” y yo decía: “no, si me da con un caño”. Pero eso<br />

no lo leía nadie, todos veían la foto enorme que estaba arriba<br />

del texto. Es una pena porque es hasta ahí donde llegan. No<br />

pueden ni hacer que lean lo que escribieron porque las palabras<br />

son impotentes. El texto no significa nada, el texto es una<br />

cascarita sutil que flota en el contexto. El mar es el contexto.<br />

En ese contexto de no sentir nada, tu texto puede ser perfecto,<br />

pero una cascarita perfecta y una cascarita imperfecta<br />

flotando en el mar quién la puede diferenciar.<br />

–En referencia a la crítica, antes nombraba una frase<br />

suya bastante peronista. Es muy gracioso cómo fue su<br />

primer contacto con el peronismo… Sí, mi viejo tuvo<br />

mucho que ver en eso. Un día en la escuela, estaba en quinto<br />

grado y por primera vez escuché la palabra peronista. Entonces,<br />

apenas llegué a mi casa, le pregunté a mi viejo: “¿qué es<br />

peronista?”. Y él me respondió: “lo que vas a ser de acá hasta<br />

que te mueras, si no querés que te rompa el culo a patadas”.<br />

Una buena forma de adoctrinamiento. Pero después me afilié<br />

al Partido Obrero. Fundé el local de Avellaneda, milité cuatro<br />

años. Estudié El capital, la historia de la Revolución Rusa,<br />

me morfé a Trotski, que me encanta como escribe. Un día<br />

le quise explicar a mi papá y él me dijo: “yo tengo una sola<br />

ideología: ahí donde hay una necesidad nace un derecho, Eva<br />

Perón”. Eso me quedó para siempre. No hace falta estudiar<br />

nada más, entra todo en esa frase. Claro, el peronismo tiene<br />

un líder fascista y la izquierda nunca lo entendió porque ese<br />

detalle es duro. Pero en excusa de ese detalle se volvieron<br />

“gorilas” y descreyeron de todo el movimiento obrero que significó<br />

todos los logros que significó y terminaron en una teoría<br />

que es “cuanto peor, mejor”, que es la teoría que hoy tiene el<br />

trotskismo argentino.<br />

–¿Le molesta que muchas veces se crea que toda literatura<br />

autobiográfica tiene que ver con cierta falta de<br />

imaginación del autor? Primero que autobiográfico es un<br />

término que está mal. Mi biografía no es esa, en todo caso es<br />

autorreferencial. Yo creo que la gran literatura está hecha de<br />

eso. Inclusive lo mejor de Borges: “Nadie rebaje a lágrima<br />

o reproche / esta declaración de la maestría / de Dios, que<br />

con magnífica ironía / me dio a la vez los libros y la noche”. Y<br />

el tipo era ciego y trabaja en la Biblioteca Nacional. Para mí<br />

hay que tener mucha más imaginación para ser Bukowski<br />

que para ser Tolkien, te lo aseguro. “Alguna gente es joven<br />

y nada más / alguna gente es vieja y nada más / Y alguna gente


está en el medio / sólo en el medio”. Para escribir “Nota sobre<br />

la construcción de las masas” hay que tener más imaginación<br />

que para escribir El Señor de los Anillos, que está bueno, pero<br />

que es la mitología de todos los días, donde los lindos son<br />

eternos y buenos y los feos son negros y vienen en elefante.<br />

Tolkien le tenía miedo a los musulmanes. Era uno de los siete<br />

escritores católicos, pero parece que ahí no quieren ver el<br />

racismo ni el fascismo. En Perón es más fácil porque se ponía<br />

un uniforme, este agarraba una lapicera.<br />

–Recién nombraba a Bukowski, ¿cuánto pesa, a la hora<br />

de leer a un escritor, el mito o la figura que se construye<br />

detrás del escritor? Creo que de alguna manera soy más<br />

jodido de lo que parezco. En algunos reportajes, cuando sale<br />

un libro, digo cosas que me voy guardando para que influyan<br />

en la lectura. Un periodista de Página/12 se dio cuenta de<br />

eso, de qué manera también con lo que digo construyo mi<br />

obra. Yo estoy construyendo mi obra todo el tiempo. Cuando<br />

camino, cuando hablo, cuando respondo un reportaje estoy<br />

construyendo algo que me obsesiona. Porque construyo mi<br />

obra alrededor de mí, no la construyo sólo en un papel y hacia<br />

adelante. Construyo capas y capas de algo que se solidifica y<br />

hace una pelota cada vez más grande. Llega un momento que<br />

estoy perdido ahí adentro y no sé ni quién soy yo. Eso está<br />

bueno para escribir una novela. No puedo llegar a mi casa y<br />

poner en la perilla novela y listo, porque lo que voy a escribir<br />

es una mala novela. En cambio en mi forma de trabajar,<br />

mi casa se transforma en la novela. Como la casa es grande,<br />

elijo lugares distintos para escribir. Tengo un colchón al lado<br />

de la máquina de escribir porque por más que mi habitación<br />

esté arriba, no son pocas las noches que necesito tirarme una<br />

hora, levantarme y seguir escribiendo. Me preguntan si voy a<br />

comer algo y yo sigo acá, siempre escribiendo. Mi literatura<br />

es una literatura física, la vivo con el cuerpo. Porque, además<br />

de construir mi obra, quiero traer algo a la literatura. Yo creo<br />

que renové algunos votos que se creían viejos porque lo que<br />

escribo no aburre y también profundiza. No hace falta un<br />

diccionario para leerlo, lo que hace falta es detenerse.<br />

–En La ley de la ferocidad, el padre de Gabriel Reyes<br />

le dice que es el propio Gabriel, el que va a necesitar<br />

contar su historia, ¿alguna vez pensó cómo hubiera<br />

leído la historia su padre? Es algo que pienso mucho,<br />

pero no sé cómo lo hubiera tomado. Mi madre me dio una<br />

respuesta aproximada. A mí la lectura familiar de mi literatura<br />

me preocupa y ella que es una gran lectora, cuando leyó La<br />

ley de la ferocidad me dijo: “me sentí en muchas páginas y es<br />

lo mejor que escribiste hasta ahora”. Quizás mi viejo hubiera<br />

entendido lo que él quería entender. De alguna manera él<br />

está adentro de la novela con la historia de Rojitas, la única<br />

historia que me contó él de verdad. Ahí está su manera de<br />

hablar. Después mi mamá me dijo algo que para mí fue genial,<br />

que me quedara tranquilo porque sólo una persona que<br />

amaba mucho a su padre podía escribir ese libro.<br />

–¿Podría haberlo escrito con su padre vivo o fue necesario<br />

que él muriera? Si<br />

mi viejo hubiera estado vivo,<br />

hubiera tenido la oportunidad<br />

no de sentarme a escribir un<br />

libro, sino de hacer algo más<br />

práctico y amigarme con él,<br />

que igual lo hice. Esta casa la<br />

arregló mi papá y dos meses<br />

antes de que se muriera<br />

estábamos muy bien. De<br />

todos modos, es un tema con<br />

el que todavía sigo. En cinco<br />

minutos levántate María<br />

también es un libro sobre el<br />

padre porque con mi mamá<br />

no tengo ese conflicto. Mi<br />

mamá es todo en mi vida, no quiero ni pensar que un día me<br />

falte mi mamá. Cuando murió la mamá de Maradona yo<br />

pensé qué terrible, ¿no? Yo me siento muy afín a Maradona<br />

en el sentido de haber sido tan adicto, en esa necesidad tan<br />

interior de ser querido, de ser reconocido por el hecho de ser<br />

mirado. Creo que esa mirada que me negó mi padre, esa falta<br />

de reconocimiento me convirtió en este escritor. La falencia<br />

me convierte en escritor, no la virtud; la virtud por ahí te<br />

hace buen matemático. Cuando Guillermo Martínez se<br />

olvidó de las falencias, empezó a escribir esos libros perfectos<br />

pero que no dicen nada. Después de haber escrito Acerca<br />

de Roderer o Infierno grande se pone a escribir las huevadas<br />

policiales que escribe ahora. El anarquista Rafael Barrett<br />

dijo: “la palabra es un arma” y yo quiero mantener esa arma<br />

cargada y limpia.<br />

–Antes hablaba de la infancia de Gabriel Reyes. Fabián<br />

Casas dice que la infancia es la etapa en la que uno carga<br />

combustible y después no vuelve a cargar nunca más<br />

y que de la calidad de ese combustible depende el tipo<br />

de persona que uno va a ser cuando las papas quemen.<br />

En su literatura, ¿qué lugar ocupa la infancia? Ahí está<br />

todo, las cosas que te importaban y las que no. Están las respuestas<br />

de cuando vos pensás que no sabés. Yo me escribí una<br />

frase en el estudio en el que escribí La ley de la ferocidad que<br />

dice: “qué fingís no saber” y mientras escribía, la miraba todo<br />

el tiempo. Porque cualquier cosa que yo finjo no saber o me<br />

hago el desentendido, voy a la infancia y encuentro lo que ya<br />

sé. Yo creo que el mejor combustible que uno puede cargar<br />

es un combustible de infancia perpetua, tener siempre ante la<br />

vida y ante la gente una mirada de chico, de asombro.<br />

–Además de literatura, después de hacer el disco con<br />

Gabo Ferro, volvió a hacer música, ¿qué le da la música,<br />

que no le da la literatura? Los sueños de la infancia.<br />

Yo quiero ser estrella de rock, siempre quise ser eso. Como<br />

dice Paul Auster, que él sigue jugando al baseball, porque<br />

eso le recuerda los sueños de la infancia. A mí la música me<br />

recuerda y me trae vivos los sueños de la infancia<br />

25


Tema de tapa<br />

dos<br />

<strong>Quid</strong> consultó a diversos referentes culturales, desde críticos literarios y escritores<br />

a actores y músicos de rock, sobre su villano favorito.<br />

Desde el emblemático John Silver de Stevenson, padre ficcional de los piratas,<br />

a El Guasón, archienemigo de Batman, una colección de malditos apta para todos los gustos<br />

27<br />

PRODUCCIÓN:<br />

Silvia Hopenhayn y Nancy Giampaolo<br />

ARIEL MAGNUS, escritor, autor de La<br />

cuadratura de la redondez, La 31, A<br />

Luján y Cazaviejas: “El villano que me<br />

gustaría ser (lo cual no implica que no<br />

lo sea ya) es Pierre Nodoyuna, el de Los<br />

autos locos. Por la única razón posible,<br />

desde Homero hasta hoy: Penélope.<br />

Me enamoré de ella como no creo<br />

haberme enamorado de ninguna otra<br />

heroína y eso que pongo en la terna a<br />

la mujer maravilla y aun a la biónica,<br />

que jugaban con la ventaja de ser de


verdad. Por perseguir al Gatito Compacto<br />

de Penélope Glamour, sólo por<br />

participar de la misma carrera que ella,<br />

aunque me aseguren que nunca voy a<br />

alcanzarla, estaría incluso dispuesto a no<br />

ser Pierre sino directamente su perro<br />

Patán (que en el fondo era el villano del<br />

villano)”.<br />

DIEGO CAPUSOTTO, actor: “El villano<br />

que elijo es alguien que, antes de<br />

matar, deja un enigma a resolver por la<br />

víctima, demostrando que ha comprendido<br />

que toda pregunta, aun estúpida,<br />

es esclava del tiempo y no modifica el<br />

final. Es la representación corpórea<br />

de lo que nos ha tocado en el reparto:<br />

Pensar, después morir. Por eso elijo al<br />

Acertijo. (Y para una partuza, agrego<br />

claro, a la inmortal madre de todos los<br />

deseos, Gatúbela)”.<br />

PABLO KRANTZ, músico y escritor.<br />

Este año edita su sexto disco, Vivo en<br />

mi cabeza pero con vista al universo:<br />

“Siempre he sido un gran fanático de la<br />

historieta y, por sobre todas las cosas,<br />

de la historieta francesa. Y entre las<br />

geniales creaciones del guionista René<br />

Goscinny (autor de Asterix), brillan<br />

con luz desopilante los cuatro hermanos<br />

Dalton: Joe, William, Jack y Averell,<br />

enemigos mortales del cowboy justiciero,<br />

Lucky Luke. Teóricamente son malvados,<br />

pero a la vez son tan idiotas que<br />

sus planes criminales siempre conducen<br />

al fracaso (propio) y a la carcajada (del<br />

lector). Para escapar de la prisión, estos<br />

cuatro energúmenos cavan cuatro túneles<br />

en vez de uno. Y al más estúpido<br />

de todos, el larguirucho Averell (que no<br />

para de devorar todo lo que se encuentra),<br />

dan ganas de abrazarlo al final de<br />

cada página. En la realidad, los villanos<br />

idiotas son seguramente los más peligrosos<br />

de todos, ya que son totalmente<br />

impredecibles: pueden hacer las cosas<br />

más inútiles, suicidas y contraproducentes,<br />

pues ni siquiera la lógica de su<br />

propio provecho detiene su crueldad.<br />

En la ficción cuanto más tonto es el<br />

villano, más querible resulta, como Los<br />

Hermanos Dalton”.<br />

JOSÉ MARÍA BRINDISI, escritor, director<br />

editorial de la revista El Ansia, autor<br />

de las novelas Frenesí y Placebo: “El<br />

acercamiento que el cine o la literatura<br />

nos proponen –cuando lo hacen– a los<br />

villanos tiene como fin convencernos de<br />

que había otra verdad, una justificación<br />

para el mal, ya sea la defensa propia,<br />

los sufrimientos del pasado, un mundo<br />

absolutamente ajeno o un fin que –se<br />

supone– que justifique los medios.<br />

Pero si nos atenemos a la realidad, y<br />

consideramos que el jefe de la mafia es<br />

objetivamente un villano, quizá Michael<br />

Corleone [El padrino, de Mario Puzo]<br />

sea el más grande de todos los malos.<br />

Hace unos pocos años, Heath Ledger<br />

humilló a todos sus predecesores e hizo<br />

de El Guasón un personaje insuperable<br />

–muy preferible al pacato de Batman–,<br />

que para colmo la muerte convirtió<br />

en mito. ¿Pero cómo competir con el<br />

terror, con esa construcción ancestral?<br />

Si Drácula es el villano perfecto –para<br />

colmo con el glam de vivir sólo de noche–,<br />

la versión de Coppola es la única<br />

remake contemporánea que hace honor<br />

a los orígenes del género. “He atravesado<br />

océanos de tiempo para encontrarte”,<br />

le dice el Conde a su amada, a la<br />

que espera desde hace siglos. ¿Cómo<br />

resistirse a eso? ¿Cómo no beber de su<br />

misma sangre?”<br />

ANDREA STEFANONI, escritora, autora<br />

de La abuela civil española, entre otras:<br />

“Elijo a la abuela malvada de Claus y<br />

Lucas, de Agota Kristof. Por ese<br />

capítulo magistral en el que, cuando los<br />

hermanos mellizos, los cuales están a su<br />

cuidado, deciden hacer un “ejercicio de<br />

ayuno” y ella, la abuela mezquina, por<br />

28


única vez, mata a una gallina y la cocina.<br />

Después, frente a los niños hambrientos,<br />

se come la gallina, toda, entera, la<br />

come con las manos, chupando los huesos<br />

y dejándolos caer uno por uno en el<br />

plato. Al otro día, cuando terminan el<br />

ayuno, sólo habrá caldo para almorzar.<br />

En los libros, a los malvados se los ama<br />

en silencio. De eso se trata”.<br />

ADELA BASCH, escritora, dramaturga,<br />

autora de Que la calle no calle y Crecí<br />

hasta volver a ser pequeña, entre otros:<br />

“Cuando pienso en villanos de la literatura,<br />

el primero que se me presenta<br />

es el fabuloso Mr. Hyde. Creo que para<br />

su otra parte, el no menos fabuloso Dr.<br />

Jekyll, debe haber sido un gran alivio<br />

poder dejar de reprimir sus aspectos<br />

‘bestiales’ y permitir que se expresaran<br />

en el voluntarioso y solidario (para con<br />

el Dr. Jekyll) Mr. Hyde. Más aún, imagino<br />

que para el siempre correcto doctor,<br />

de una personalidad obsesionada por<br />

el cumplimiento del deber, de características<br />

casi rayanas con el afán de<br />

perfección, ha de haber resultado muy<br />

liberador ver que sus partes ‘monstruosas’,<br />

de las que no le era posible hacerse<br />

cargo ni sublimar, cobraban vida en otra<br />

persona en apariencia absolutamente<br />

ajena a él”.<br />

ALEJANDRO SOIFER, escritor, autor de<br />

Los Lubavitch en la Argentina: “Siempre<br />

me encanta pensar a los villanos, los<br />

considero lo más rico de la experiencia<br />

literaria. Mi villano favorito en realidad<br />

es un colectivo y son los nazis. Creo que<br />

el nazismo, con toda su enorme responsabilidad<br />

en el horror más terrible del<br />

siglo XX, ha pasado a la literatura y la<br />

ficción como el villano perfecto, porque<br />

encarnan precisamente el Mal Absoluto.<br />

Además, la cuidada estética tenebrosa<br />

de sus oficiales SS (uniformes negros,<br />

calaveras, runas vikingas) y la arquitectura<br />

y el arte exagerado de barroquismo<br />

gótico-esotérico también aportaron a su<br />

construcción como el perfecto villano<br />

de miles de ficciones. Para pruebas<br />

científicas basta ver el listado de<br />

películas de Indiana Jones: de las cuatro<br />

hay dos excelentes y dos malas o mediocres.<br />

Las dos excelentes (Los cazadores<br />

del arca perdida y La última cruzada,<br />

sin contar el videojuego Indiana Jones y<br />

el destino de la Atlántida) tienen como<br />

villanos a los nazis. ¿Coincidencia? No<br />

lo creo”.<br />

ESTEBAN CASTROMAN, escritor, autor<br />

de El alud: “Me gustan aquellos libros y<br />

films donde los villanos son verdaderos<br />

héroes del relato. Esas caracterizaciones<br />

que en vez de constituir la metonimia<br />

del mal absoluto, por el contrario, funcionan<br />

como telescopios para examinar<br />

la complejidad panorámica de una<br />

época. Entre la infinidad de ejemplos<br />

posibles, mi villano favorito de los últimos<br />

tiempos es Alien: el matón, dealer,<br />

rapero, traficante de armas, latin lover,<br />

soldado de la chifladez y pianista amateur<br />

que interpreta James Franco en<br />

la película indie estadounidense Spring<br />

Breakers (Harmony Korine, 2012).<br />

Cada vez que vuelvo a ver ese mash up<br />

de comedia teen, erotismo drogadictil,<br />

thriller soleado, drama tenue y acción/<br />

disparos/mafia que es Spring Breakers<br />

pienso que la villanía de Alien tal vez<br />

sea una manera exagerada e irracional<br />

–algo tragicómica, algo romántica,<br />

incluso algo ingenua, aunque violenta al<br />

mango aun en su teatralización neurótica–<br />

para no pensar en la muerte. Como<br />

si la intensidad-non-stop fuera un cubo<br />

con ácido donde disolver los horrores<br />

más profundos o una alfombra mullida<br />

bajo la cual ocultar todo lo otro. Para<br />

seguir viviendo al límite, en velocidad<br />

hardcore, con la inercia de lo irreversible.<br />

Pura violencia pop en carne viva”.<br />

ERICA GARCÍA, cantante y artista plástica:<br />

“Sin dudar elegiría ser la versión<br />

femenina de El Guasón (The Joker),<br />

enemigo de Batman. La interpretación<br />

de Heath Ledger es una de mis<br />

lecciones de actuación de cabecera. El<br />

personaje es malvado pero ríe, lo que le<br />

aporta paradoja y acción. Es muy inteligente,<br />

carismático y no tiene límites.<br />

Estéticamente es un ícono que aparece<br />

en millones de remeras, avatares y posters.<br />

Es mi preferido, de lejos”.<br />

NORMAN BRISKI, actor, dramaturgo,<br />

director teatral, docente: “Mi villano<br />

es Ricardo III. Las razones: haber sido<br />

el primer protector del teatro en la<br />

historia moderna y el creador de las<br />

dos universidades más importantes de<br />

Inglaterra”.<br />

ALEJANDRO PARISI, escritor, autor de<br />

La niña y su doble y Con la sangre en el<br />

ojo: “Cuando tenía 10 años, en el cumpleaños<br />

de un compañero vi por primera<br />

vez El regreso del Jedi en súper 8,<br />

proyectada en una sábana blanca en un<br />

patio de Lugano. Enseguida me fascinó<br />

Darth Vader con su respiración pesada,<br />

su cuerpo mitad robot mitad despojo<br />

humano, y esa voz capaz de acojonar<br />

a cualquiera. Y su máscara, ese rostro<br />

escondido, imperturbable. Treinta años<br />

después, Darth Vader sigue siendo el<br />

mejor. Admiro su decisión de vengarse<br />

del universo por atreverse a contrariarlo,<br />

su poder para destruir a cualquiera<br />

sin necesidad de tocarlo… Lord Vader,<br />

Darth Vader, señor del Lado Oscuro.<br />

Los demás son aprendices de malvados”.<br />

ALBERTO ROJAS APEL, actor, dramaturgo,<br />

guionista: “Sin ninguna duda el<br />

villano que más me gustaría ser es un<br />

zombi. No uno de los zombis nuevos, de<br />

esos que ahora se llaman ‘infectados’,<br />

que corren y parecen rabiosos. No. Un<br />

zombi clásico, los que arrastran los pies<br />

y parecen medio tontos. Desde siempre<br />

me gustaron. Quizás porque un zombi<br />

es puro instinto, cero raciocinio. Y me<br />

encantaría probar eso de no pensar,<br />

29


3o<br />

aunque sea por un rato. Los zombis no<br />

se ponen tristes, no se decepcionan,<br />

no se hacen problema. Están sucios,<br />

rotosos, babeantes. No son villanos cool<br />

ni lo quieren ser. No hablan ni necesitan<br />

hablar. No hay cosas para decir,<br />

sólo hay que vivir su no-vida. Se les<br />

pueden cortar las piernas y es como si<br />

nada. Aceptan lo que les toca. Son un<br />

ejemplo. Avanzan superando cada obstáculo<br />

hasta que logran su objetivo. Se<br />

sumergen en el placer animal de comer<br />

cerebros, con las manos, encastrándose.<br />

Después vuelven a empezar sin mirar<br />

atrás. Y, si no, el héroe de turno los<br />

decapita y punto. Hasta la muerte de<br />

un zombi me gusta. Morir sin temor<br />

a la muerte, sin anticiparla, sin luchar<br />

absurdamente por la sobrevalorada<br />

longevidad. Ojalá algún día me toque<br />

ser un zombi. Y ahí agarrate”.<br />

CLAUDIA PIÑEIRO, escritora, autora de<br />

Las viudas de los jueves, Tuya y Betibú,<br />

entre otras: “Como maldito, me gustaría<br />

ser Tom Ripley [de la saga El talento de<br />

Mr. Ripley, de Patricia Highsmith]<br />

porque como su misma autora lo dice,<br />

era un maldito con gran talento, tanto,<br />

que va pasando de novela en novela y<br />

logra que los lectores nos pongamos<br />

muchas veces de su lado. Queremos<br />

que las cosas le salgan bien. Para mí,<br />

uno de los personajes mejor trazados<br />

psicológicamente en la literatura”.<br />

GORI LONCHARICH, músico, cantante y<br />

guitarrista de Fantasmagoria y Hermanos<br />

de distinto padre y madre: “Mi<br />

villano favorito es el hombre invisible<br />

por la misma razón que todos mencionan<br />

cuando hablan de él: la posibilidad<br />

de ver sin ser visto, el grado máximo del<br />

espía. ¡Ni se imaginan las cosas que yo<br />

haría si fuese invisible! Pero si al poder<br />

de la invisibilidad se le pudiera sumar el<br />

tener la máquina del tiempo como vehículo<br />

para transportarse, sería un sueño<br />

hecho realidad. Con esas dos cosas me<br />

divertiría mucho, mucho”.<br />

PALOMA FABRYKANT, escritora y periodista<br />

especializada en artes marciales,<br />

“Si pudiera ser una villana de ficción<br />

erigiría ser Mistique, de los X-men, por<br />

su poder de metamorfosearse en cualquier<br />

otra persona. Tanto en el cómic<br />

como en la serie animada, ella usaba<br />

este poder para sus planes siniestros,<br />

para sus fugas de prisión, para los robos,<br />

para los siempre necesarios reemplazos<br />

de identidad y otros delitos varios. Yo<br />

creo que me conformaría solamente<br />

con los incontables usos eróticos que<br />

presenta esa maravillosa capacidad”.<br />

SILVIA HOPENHAYN, crítica literaria,<br />

periodista, autora de ¿Lo leíste? y<br />

Elecciones primarias, entre otros libros:<br />

“Mi villano favorito está por fuera de la<br />

literatura (quizá porque la maldad exige<br />

actuación…): uno es de aspecto cándido<br />

y terribles intenciones y el otro al revés,<br />

tiene gestos excesivos, aspecto atroz,<br />

malvado y es tremendamente sensible.<br />

El primero es Simón, el agradable, un<br />

personaje de la serie El agente 86 y el<br />

segundo, el Guasonborder de El caballero<br />

de la noche (Batman)”.<br />

LUISA VALENZUELA, escritora, periodista,<br />

autora de La máscara sarda,<br />

el profundo secreto de Perón: “Elijo a<br />

Erzsébet Báthory, la imaginativa<br />

condesa sangrienta. La mujer más malvada<br />

de la historia, personaje real del<br />

siglo XVI que inspiró (ella o su leyenda)<br />

a grandes poetas como Alejandra<br />

Pizarnik. Su crueldad infinita estaba<br />

guiada por un sueño estético: superando<br />

de lejos a Cleopatra y sus baños de<br />

leche de burra, elegía para desangrar a<br />

las más bellas doncellas del reino a fin<br />

de bañarse en sangre recién exprimida<br />

en procura de la juventud eterna”.<br />

MARÍA NEGRONI, escritora autora de El<br />

testigo lúcido y Arte y fuga, entre otros:<br />

“Elijo a Drácula. La noche y el día, el<br />

paria y las autoridades médicas, morales<br />

y patrióticas, el celibato y el matrimonio,<br />

la homosexualidad y la heterosexualidad,<br />

los fluidos del cuerpo y las varas<br />

de la razón. A este mundo de oposiciones,<br />

Drácula responde de dos modos:<br />

con el aislamiento y con la subversión.<br />

Ataca y se retrae, ocupa ilegalmente el<br />

cuerpo ajeno y rinde paradójico tributo<br />

a la distancia, entra al teatro de la<br />

crueldad y se protege en la tristeza. Un<br />

continuo vaivén donde la única fraternidad<br />

que cuenta es la que traman belleza<br />

y muerte. El vampirismo es un club selecto,<br />

de seres desolados, refinados como<br />

Lestat (el ícono queer de Anne Rice),<br />

de ávidos espectadores de una aventura<br />

existencial única, la propia”.<br />

LILIANA HEER, escritora, psicoanalista y<br />

crítica literaria argentina: “El hedor del<br />

Loco Rodríguez reverbera. Inigualable<br />

maldito, fértil fiord [El fiord, de Osvaldo<br />

Lamborghini]. Una cruzada sonrisa<br />

intuye el manotazo de Carla Greta<br />

arrancándose los pelos, arremetiendo<br />

sorda a sus propios alaridos y al berreo<br />

del miserable llorón. No parió sola,<br />

aquí estoy, dijo el Loco, este engendro<br />

tiene padre, mi látigo apresura su salida.<br />

Terremotos carnales, salivazos, puñetas.<br />

Poco hace un estómago cubierto<br />

de musgo si la tropa conspira. Arriba.<br />

Atrás. Atrás. Si hay Patria hay Muerte”.<br />

ANA ARZOUMANIAN, escritora, autora<br />

de Káukasos y Mar Negro, entre otros<br />

libros: “Un personaje literario es la<br />

manera que tiene la lengua de atravesar<br />

una experiencia. En ese sentido no<br />

leo a malos o a buenos literarios, sino<br />

a intensidades. Saint Fond de Historia<br />

de Juliette de Sade despliega una cierta<br />

codificación del poder. El libro deviene<br />

una fábrica de puestas en escena donde<br />

se muestra el fantasma como dispositivo<br />

productor de simulacros. El personaje,


en la reflexividad del texto, hace andar<br />

la máquina-escritura desde los cuerpos.<br />

Así, el despotismo privado de la orgía<br />

revela el despotismo público. El discurso<br />

político de Sade hace ver lo pulsional<br />

en el funcionamiento de las instituciones.<br />

De allí, al crimen. El personaje<br />

traslada los engranajes del terror robesperriano<br />

al protocolo privado del ritual.<br />

Lo ilegible del exceso habla acerca del<br />

desborde del relato que normaliza la<br />

violencia reflejando una época donde el<br />

suplicio construía derechos”.<br />

PAULA VARSAVSKY, escritora, autora<br />

de Nadie alzaba la voz: “Elijo a Heathcliff,<br />

el protagonista de la novela Cumbres<br />

borrascosas de Emily Bronte, es<br />

un personaje maldito. Niño huérfano<br />

que vagaba por el puerto de Liverpool<br />

a quien recoge un hombre viudo, padre<br />

de dos hijos, que lleva a vivir con ellos.<br />

Heathcliff nos muestra su capacidad<br />

de venganza, abuso, sadismo, estafa;<br />

que contrastan con el profundo amor<br />

que siente por Catherine, su hermanastra.<br />

Tras una infancia de abandono y<br />

sometimiento logra confundir al lector<br />

que justifica sus innumerables acciones<br />

siniestras durante su vida adulta. Paradójicamente,<br />

se convierte en un gran<br />

héroe romántico”.<br />

ESTHER CROSS, escritora, autora de<br />

La inundación, entre otros libros: “Me<br />

quedo con Long John Silver [La isla del<br />

tesoro, de Robert Stevenson] dueño<br />

del physique du rôle de los piratas:<br />

pierna de palo, loro Flint al hombro,<br />

‘cara del tamaño de un jamón’. Su<br />

maldad es inteligente y rápida porque<br />

sabe adaptarse a las circunstancias. Le<br />

gana a la civilización con la astucia, es<br />

un malo refinado y de temer. Logra<br />

que el joven Jim Hawkins lo crea, de a<br />

ratos, un buen hombre. ¿Puede confiar<br />

en él, después de todo? En esa duda<br />

late su maldad. Conoce las debilidades<br />

humanas. Atrae y espanta, tejiendo una<br />

historia de tensión. Silver negocia con<br />

los buenos y los malos, después hay<br />

que decidir quién es quién. Revela un<br />

mundo donde nada es tajante y fácil.<br />

Al final, Hawkins, aliviado, lo pierde de<br />

vista. Conjetura que estará ‘con su vieja<br />

negra y quizá siga viviendo cómodamente<br />

con ella y con el capitán Flint’.<br />

Así, Silver sigue vivo en su imaginación<br />

y en la nuestra, cambiante, inolvidable”.<br />

FEDERICO JEANMAIRE, escritor, autor<br />

de Más liviano que el aire y La guerra<br />

civil, entre otras novelas: “Un personaje<br />

bien malo que recuerdo es el protagonista<br />

de la una excelente novela de Luis<br />

Gusmán, Villa. Se trata de un médico<br />

mediocre y pusilánime que trabaja en<br />

el Ministerio de Bienestar Social en la<br />

época de la Triple A. Hay una posibilidad<br />

de la maldad que me inquieta<br />

y que este personaje refleja especialmente.<br />

No sólo es malo, a veces, desde<br />

la consciencia. También, y sobre todo,<br />

lo es desde la inconsciencia, desde la<br />

omisión, desde el desgano, desde la cobardía,<br />

desde el cerrar los ojos para no<br />

ver las cosas que pasan o se amontonan<br />

a su alrededor. La peor especie de la<br />

maldad humana, se me ocurre.”<br />

31


Entrevista<br />

dos<br />

32<br />

Sergio Sinay<br />

Escribir<br />

DESDE LA SOMBRA<br />

Después de veinte años escribiendo ensayos sobre los vínculos y la nueva masculinidad, el escritor vuelve<br />

al género negro con Noruega te mata (Del Nuevo Extremo)<br />

POR Christian Kupchik


33<br />

Cuando escribir policiales todavía no era para cualquiera,<br />

Sergio Sinay construyó un prestigio entre los cultores del<br />

género como uno de sus más sólidos representantes. Pero<br />

en un momento determinado, alguien le propuso escribir<br />

un ensayo sobre los vínculos humanos y el éxito alcanzado<br />

en la materia (nuevos vínculos, masculinidades, relación<br />

de padres e hijos), lo apartó de la literatura. Por fortuna,<br />

casi veinte años después, Sinay regresa con Noruega te


34<br />

mata (Del Nuevo Extremo, 2015), un policial muy negro,<br />

no tanto por lo que implica la acción como por la atmósfera<br />

que envuelve a los personajes. Con maestría, Sinay<br />

toma un abanico de personajes –en particular su protagonista,<br />

Jimmy Flaherty– que parecen a la deriva, buscando<br />

algún elemento que los rescate de la realidad y los lleve<br />

a “Noruega”, ese Hades idealizado e imposible donde<br />

alcanzar la salvación.<br />

–¿Cómo fue volver a la novela después de veinte<br />

años? Debo responder como Troilo, cuando le preguntaban<br />

por qué volvió al barrio: “¿Por qué volver, si en<br />

realidad nunca me fui?”. Más que volver, siento que es un<br />

despertar o bien salir de un estado de hibernación. Durante<br />

todos estos años seguí siendo un lector permanente y<br />

atento del género. Pasó que luego de mi última novela, Es<br />

peligroso escribir de noche, del año 92, yo tenía otra cantidad<br />

de historias que ofrecer. En general creo que tengo<br />

más historias de las que realmente puedo escribir, pero en<br />

ese momento se cruzó el ensayo en mi vida. Me ofrecieron<br />

escribir sobre un tema que me interesaba, el amor a los<br />

40, y me gustó la propuesta. Ya sea ensayo o ficción, para<br />

escribir a mí me tiene que pasar por el cuerpo, aunque<br />

después se desarrolle en la cabeza. Ese ensayo anduvo<br />

muy bien y por entonces me puse a estudiar psicología<br />

gestáltica, el fenómeno de la nueva masculinidad, etc.<br />

Un ensayo fue llevando a otro, porque aparecían editores<br />

que me pedían nuevas ideas y por suerte nunca me faltan,<br />

hasta que al cabo de seis o siete años empecé a sentir una<br />

suerte de síndrome de abstinencia respecto a la ficción.<br />

Tenía apuntes hechos, diálogos imaginados, pero no tenía<br />

tiempo de reunir esos materiales en una novela. Cuando<br />

me quise acordar, pasaron veinte años y la molestia se convirtió<br />

en una deuda: la vida se va y debía volver al primer<br />

amor. En el verano pasado me quedé en Buenos Aires<br />

y hubo un paréntesis en la escritura ensayística, así que<br />

aproveché para ordenar y releer lo hecho. Tenía escrita la<br />

parte de Jimmy, el hijo, y contrariamente a otros proyectos<br />

a los que no visualizaba, me dije: “Aquí hay algo”. Así fue<br />

que me dejé llevar por el enorme disfrute de la escritura<br />

(que no es igual en la ficción que en el ensayo) y dejé que<br />

los personajes me usaran a mí para contarse.<br />

–No obstante, el tiempo debe haber planteado otro<br />

tipo de dilemas: ni el policial, ni la sociedad, ni<br />

sospecho que usted mismo, son iguales a veinte años<br />

atrás. De hecho, hubo un cambio en el paradigma<br />

de masculinidad que ha estudiado y lo aplica en<br />

la novela. ¿Cómo fue enfrentar esas transformaciones?<br />

Sí, lo que describís es así y por suerte yo no lo<br />

pensé. Cuando leí la novela terminada, casi impresa, me di<br />

cuenta de todo esto que marcás. Del mismo modo que me<br />

di cuenta de que lo escrito era una historia muy argentina:<br />

perdedores de toda la vida que se juntan y creen tener<br />

“el plan” que los va a sacar de pobres para siempre. Esto<br />

ocurre en todos los niveles del país, ya sea a los políticos o<br />

a oscuros ciudadanos comunes. Así es Argentina, que vive<br />

prometiéndose un futuro grandioso y poco a poco aparece<br />

más hundida. Son planes que cualquiera que tome un<br />

poco de distancia y lo vea desde afuera suenan descabellados,<br />

pero no obstante se sigue adelante hasta confirmar su<br />

fracaso. Están basados en los mecanismos de la tragedia<br />

griega, con un final inevitable y no obstante ineludible.<br />

Tampoco lo pensé previamente, ya que de haberlo hecho,<br />

de haber propuesto una novela que hable de la relación de<br />

padres e hijos, del fracaso argentino como proyecto, del fin<br />

de los príncipes azules, quizá hubiera escrito una novela,<br />

pero hubiese sido una novela chata. No digo que esta no lo<br />

sea, pero de la otra manera hubiera sido de una mediocridad<br />

programada. Creo que si uno se propone usar personajes<br />

o un género para establecer una tesis me parece que<br />

no leva, es como hacer un pan sin levadura. Es cierto que<br />

han pasado (me han pasado) veinte años, pero uno escribe<br />

con lo que es, no en función de un programa. Eso ocurre<br />

con un escrito científico y cuánto más con la novela negra,<br />

que saca nuestras partes más oscuras, lo que Jung llamaba<br />

“la sombra”. Las mejores cosas que uno escribe las hace a<br />

partir de su propia sombra.<br />

–Uno de los protagonistas, Jimmy, es una suerte de<br />

“hombre sin atributos”: va pasando por la vida dejando<br />

trabajos, lugares, amigos, amantes, hijos a los<br />

que no conoce, como si nada ocurriera. ¿Fue difícil<br />

su caracterización? Sí, fue difícil sobre todo porque<br />

fue un personaje al que quise mucho mientras lo escribí.<br />

Jimmy está hecho con partes de gente que he conocido y<br />

quise mucho y también con partes mías, con experiencias<br />

vividas. No sé si el término correcto es “difícil”, sí me<br />

resultó triste la composición de su personaje. De todos<br />

modos, creo que la emoción enriquece la escritura. Por<br />

supuesto, esa emoción debe ser administrada, pero tiene<br />

que estar presente.<br />

–En general, toda la novela está construida como<br />

un caleidoscopio de sombras: todos los personajes<br />

se ven rodeados de pequeños fracasos, no grandes<br />

tragedias, pero sí vidas construidas bajo la insatisfacción<br />

y el desamparo… Sí, esto es exacto. Al cabo<br />

de tantos años con la escritura, he descubierto que más<br />

importante que contar con una buena trama es contar con<br />

personajes. Estos personajes son los que hacen cosas y<br />

acaban por construir la trama. A la inversa, puede conce-


irse una novela interesante, pero fácilmente olvidable. A<br />

veces me pasa como lector: hay novelas de las que no me<br />

acuerdo qué tratan exactamente, pero sus personajes me<br />

resultan inolvidables. Fijate que en mi libro hasta superada<br />

más de la mitad no se sabe bien hacia dónde va la<br />

trama, puede pertenecer a cualquier género. ¿Cuál es el<br />

famoso “plan”? No se sabe todavía y sólo se revela hacia el<br />

final y de manera breve.<br />

–Lo interesante es que la historia de los personajes<br />

también lo lleva a incluir fragmentos de la historia<br />

social del pasado y del presente, vinculada a Irlanda,<br />

a la guerra civil española o incluso la actualidad<br />

argentina, vista por lo general críticamente… Lo<br />

que une la realidad de todos estos personajes es<br />

un escepticismo absoluto. ¿En qué creen los que<br />

no creen? Todos creyeron en algo en algún momento,<br />

incluso Flaherty padre, si bien también es un escéptico<br />

total, es hijo de un sueño, que era el sueño de su padre y<br />

de su abuelo. En definitiva, es el mismo sueño de tantos<br />

inmigrantes, que vinieron al fin del mundo en pos de<br />

construir una vida sobre los deshechos de otros sueños.<br />

Cuando se da cuenta de que no va a cumplir el sueño de<br />

los mayores, decide cumplir un sueño propio diseñando<br />

una familia de acuerdo a sus convicciones. Después la vida<br />

también lo desengaña por lo que entiende es la traición<br />

de su hijo. Todos en algún momento creyeron en algo:<br />

el príncipe azul, triunfar como futbolista o ser un buen<br />

policía. Siempre pensé que la novela negra tiene algo<br />

de documento antropológico importantísimo, como lo<br />

demuestran las novelas norteamericanas de la década del<br />

30 y 40, que son los mejores documentos para describir el<br />

crack. Pienso que si esta novela mía sobrevive y alguien la<br />

lee dentro de sesenta o setenta años, se va a encontrar con<br />

esa incredulidad generalizada que identifica a este país y<br />

este tiempo. Creo que esta década (no por culpa exclusiva<br />

de ella, sino que había un proceso que cocinaba a fuego<br />

lento y explotó ahora), no posibilitó un clima de esperanza<br />

y sueños posibles, sino todo lo contrario, aunque a algunos,<br />

como el Flaherty padre de la novela, les haya ido bien. Ni<br />

hablar si trasladamos todo a 2001: ¿de qué sueños hablaríamos<br />

entonces? Ahora, todo esto es factible razonarlo<br />

una vez que la novela está escrita e impresa. Antes hubiese<br />

sido imposible: no la hubiera podido escribir. Todo esto<br />

está, pero debe traerlo a la superficie la literatura, no la<br />

sociología, al menos si tiene la intención de ser arte. Que<br />

después lo sea o no es otro fenómeno.<br />

–La narrativa actual se ve dominada por el policial<br />

y la crónica, donde hay un yo muy fuerte. Esta<br />

tendencia, ¿tiene que ver con una salida individual<br />

ante la falta de respuestas colectivas? Lo colectivo no<br />

necesariamente tiene que ser un sueño que una a todos:<br />

a veces alcanza con el respeto por el otro. Vivimos en una<br />

comunidad con otros y debe prevalecer un pacto tácito<br />

que hace a la convivencia. Que un automovilista se detenga<br />

para que cruce un peatón, no tiene que ver con un sueño<br />

colectivo (a lo mejor incluso tienen sueños opuestos),<br />

sino con el respeto por ese pacto. Aquí no vivimos con el<br />

otro, sino contra del otro. Los personajes de mi novela,<br />

la verdad, tienen un roce mínimo con lo colectivo. Los<br />

cuatro involucrados en el plan no piensan en algún tipo<br />

de proyecto común en caso de que salga bien, ni siquiera<br />

entre algunas de las partes. Cada uno tiene pensado hacer<br />

la suya. Esto es lo tan argentino que descubrí al terminar<br />

de escribir: ¿cómo puede cohesionar, resultar coherente,<br />

un proyecto donde los que se unen sólo piensan en<br />

sí mismos? Esto ya es un signo de identidad argentina y<br />

es muy probable que vuelva a ponerse de manifiesto en<br />

octubre. Si no hay un acuerdo honesto, profundo, real, y<br />

que además se traduzca en las acciones de todos los días,<br />

otra vez Noruega te mata. Otra vez vamos a tener un ideal<br />

legendario, lejano, inalcanzable, porque al final el que<br />

llega a Noruega ya es otro.<br />

–¿No es un mecanismo muy argentino? Sí, totalmente,<br />

vivimos proyectando en la Providencia. Nos creemos de<br />

verdad que Dios es argentino y que en algún momento nos<br />

va a dar una señal. Y no, Dios está ocupado. Y si no está<br />

ocupado, suponiendo su existencia, está en todo su derecho<br />

de decir: “Bueno, mi parte está hecha, les di todos los<br />

climas, agua, tierras fértiles… Ahora hagan algo ustedes,<br />

muchachos”. Y siempre aparece alguno que se dice delegado<br />

de Dios, un caudillo, un general, un empresario o<br />

un futbolista. No, alguna vez habrá que laburar por el<br />

futuro<br />

Noruega te mata,<br />

de Sergio Sinay<br />

Del Nuevo Extremo, 2014<br />

35


Dossier<br />

literatura<br />

o1<br />

Edgar Allan Poe<br />

La leyenda negra<br />

POR Nancy Giampaolo<br />

Edgar Poe (el “Allan” vendría más tarde) nació el 19 de enero de 1809 en Boston; apenas<br />

otro punto en el itinerario de la compañía de teatro ambulante a la que pertenecían sus padres,<br />

David Poe y Elizabeth Arnold Poe. David desapareció de escena al año siguiente y el trayecto<br />

de su mujer, que incluía a una hermana menor de Edgar, llamada Rosalie, se detendría<br />

definitivamente en Richmond, debido a la tuberculosis. Muchos biógrafos señalan que Edgar,<br />

huérfano desde los dos años, recibió una nula exposición al mundo teatral, a la que sería inútil


o2<br />

rastrear en su posterior carrera literaria. Sin embargo, al reconocimiento usual que se hace de<br />

su obra como clave en el desarrollo del relato corto y de múltiples formas asociadas a la literatura<br />

moderna (“Poe indisolublemente pertenece a la historia de las letras occidentales, que no<br />

se comprende sin él”, llegó a escribir Jorge Luis Borges), existe otro, mayormente ligado<br />

con lo teatral y que emana de su propia figura. El “príncipe de los poetas malditos”, según<br />

Rubén Darío, cargaba una leyenda negra capaz de hacer que su vida eclipsase los argumentos<br />

lacrimosos y truculentos que representaban sus padres sobre el escenario. Si bien es cierto que<br />

mucha de esta “teatralidad” partió de equívocos fomentados por el propio autor (magnificados<br />

luego por la imaginación o la calumnia de sus rivales), existe cierto paralelo entre la carrera de<br />

Poe y la de sus padres: Edgar estuvo entre los primeros escritores estadounidenses de renombre<br />

que intentaron hacer de la escritura su modo de vida. El resultado terminó de otorgar al<br />

autor el barniz gótico de muchos de sus mejores cuentos.<br />

Una vez huérfano, fue tomado a cargo por John Allan, un comerciante de Richmond proveniente<br />

de una familia que había hecho fortuna gracias al contrabando y su esposa Frances. La<br />

devoción que ella demostró por Edgar sirvió para atemperar de algún modo el trato riguroso al<br />

que fue sometido por su padrastro, quien había ya elegido para el muchacho una carrera dentro<br />

del ámbito de los negocios. De 1815 a 1820, los Allan vivieron en Escocia y Londres, donde<br />

Poe comenzó su educación y demostró una primera afición por las letras. De 1821 a 1825 y ya<br />

de vuelta en Richmond, Edgar recibió en los mejores colegios de la ciudad la educación correspondiente<br />

a un caballero virginiano. Como alumno del English Classical School pudo conocer<br />

a los clásicos latinos, a los que combinaría de una manera algo heterodoxa con la lectura de las<br />

revistas inglesas importadas a América por su padrastro.<br />

Julio Cortázar escribió sobre este período: “Edgar Poe creció como sureño, pese a su nacimiento<br />

en Boston, y jamás dejó de serlo en espíritu. Muchas de sus críticas a la democracia, al<br />

progreso, a la perfectibilidad de los pueblos, nacen de ser un caballero del Sur, de tener arraigados<br />

hábitos mentales y morales moldeados por la vida virginiana. Otros elementos sureños<br />

habrían de influir en su imaginación: las nodrizas negras, los criados esclavos, un folclore donde<br />

los aparecidos, los relatos sobre cementerios y cadáveres que deambulan en las selvas bastaron<br />

para organizarle un repertorio de lo sobrenatural sobre el cual hay un temprano anecdotario”.<br />

Existe otro elemento atribuido a la influencia del folclore negro: los ritmos obsesivos, las repeticiones<br />

de carácter hipnótico que funcionan a la vez como mantra y principio estructurador en<br />

muchas de sus obras (sea poesía o prosa). Este elemental factor rítmico, con su ingenua musicalidad<br />

(propia de las nanas infantiles), convierte a Poe en un eslabón perdido entre las pesadas<br />

cláusulas del romanticismo y la síntesis de la modernidad. Más aún: termina ubicándose en el<br />

corazón de su poética, muchas veces construida a partir de contrastes entre complejos estados<br />

de ánimo y la puerilidad fundamental de los elementos que los desencadenan. El folklore<br />

negro es rastreable también en otro punto: la sonoridad de un texto es crucial en Poe, quien<br />

se haría famoso en vida no sólo por su obra impresa sino por las lecturas públicas que haría de<br />

ella. En suma, por una literatura escrita para ser oída tanto como leída.<br />

En Virginia, Poe también se enamoró. Helen Stanard era la joven madre de un condiscípulo<br />

Izq. Retrato del joven Poe.<br />

Der. La antigua casa de Edgar Allan<br />

Poe que originalmente se encontraba<br />

en Kinsbridge Road y ahora,<br />

luego de ser restaurada, está en Poe<br />

Park gracias a la Sociedad Bronx de<br />

las Artes y las Ciencias.


Izq. Retrato de John Allan, quien<br />

lo adoptó cuando el niño quedó<br />

huérfano.<br />

Centro. Virginia Clemm Poe, prima<br />

del escritor y luego esposa.<br />

Der. Portada de la primera edición<br />

de Tamerlán y otros poemas (1826).<br />

y a ella Poe dedicaría luego uno de sus más admirables poemas. No hay señales de que Helen<br />

llegase a saber alguna vez lo que Edgar sintió por ella, pero probablemente el joven intuyera el<br />

carácter iniciático de quien sería la primera de una larga galería de amores imposibles: mujeres<br />

de las que habría de enamorarse precisamente porque se trataban de un ideal. Helen, acaso<br />

previsiblemente, murió al poco tiempo.<br />

En su hogar, las cosas no iban mejor. Edgar había advertido que John Allan tenía unos cuantos<br />

hijos extramatrimoniales y sospechaba que nunca lo adoptaría formalmente, a pesar de haberle<br />

dado su nombre definitivo.<br />

Poe ingresó a la Universidad de Virginia en 1826, pero la institución tenía un complejo sistema<br />

de gobierno interno que, en la práctica, la convertía en una extensión de los caprichos de la<br />

aristocracia sureña. Allí Edgar comenzó a beber. Se cuenta que unas pocas copas bastaban para<br />

perturbarlo por completo y sumirlo en un estado de embriaguez total. Paralelamente, comenzó<br />

a escribir a su hogar solicitando pequeñas cantidades de dinero, dado que el otorgado por Allan<br />

le resultaba insuficiente para afrontar sus gastos. Sus calificaciones brillantes poco pudieron<br />

hacer frente a la falta de recursos y Poe se vio obligado a dejar la institución. Después de esto,<br />

intentó ganarse la vida como periodista en Boston, para terminar ingresando al ejército como<br />

soldado raso. Ese mismo año publicó su primer libro, un opúsculo de poesía de cuarenta páginas<br />

que tituló Tamerlán y otros poemas. Pero pasó desapercibido.<br />

Tras servir durante dos años en el ejército, Poe trató de acortar sus cinco años de alistamiento<br />

recurriendo a su padrastro, pero Allan se mostró indiferente a su suerte. Finalmente, una tardía<br />

comunicación llegó a Poe: la dulce y sumisa madrastra Frances se moría. Poe sólo pudo acudir<br />

a su casa el día siguiente al funeral.<br />

Allan accedió finalmente a ayudar a Poe a obtener el licenciamiento, aunque con la condición<br />

de que se alistase en la Academia de West Point. Antes de hacerlo, el joven se trasladó a<br />

Baltimore para pasar un tiempo con su tía paterna, María Clemm, y su hija, Virginia Eliza<br />

Clemm (prima del poeta). También se reencontró allí con su hermano William Henry y su<br />

abuela. En ese tiempo, publicó un segundo libro de poesía que fue una extensión del primero<br />

hasta por el éxito obtenido.<br />

Poe viajó a West Point y se inscribió como cadete en julio de 1830. En octubre de ese año, John<br />

Allan se casó por segunda vez, y ahora tendría hijos que serían sus legítimos herederos. Por su<br />

parte, la vida militar en West Point se volvió rápidamente insoportable para Poe. A sabiendas<br />

del resultado, cometió una serie de faltas que concluyeron en su expulsión. El distanciamiento<br />

entre Edgar y Allan se hizo definitivo.<br />

Librado a sus propios recursos, Poe regresó a Baltimore con su tía, su prima y su hermano en<br />

marzo de 1831. Poco después moría este último, debido a una salud precaria y al alcoholismo.<br />

Poe se instaló en la buhardilla que había compartido con él, para trabajar como escritor<br />

a tiempo completo por primera vez en su vida. Su atención, puesta en ganar un sustento para<br />

el grupo familiar en el que participaba, se trasladó de la poesía al cuento (el único género que<br />

podía ser considerado vendible en ese momento) y hacia el mercado de las revistas literarias. A<br />

pesar de ello, viviría los cuatro años siguientes en una pobreza que incluía la falta material de<br />

o3


o4<br />

comida: los editores estadounidenses preferían piratear obras inglesas en lugar de pagar a sus<br />

conciudadanos por las suyas.<br />

En 1832 consiguió publicar cinco relatos en un periódico de Filadelfia. Entre ellos se incluía el<br />

primer relato que escribió, de corte gótico: “Metzengerstein”, y al año siguiente un periódico<br />

de Baltimore otorgó al escritor un premio de 50 dólares por su cuento “Manuscrito encontrado<br />

en una botella”.<br />

Poe se encontró en la paradójica situación de empezar a ser reconocido en los círculos literarios<br />

de Baltimore al tiempo que se hundía en la miseria. John Allan había muerto en 1834 sin<br />

dejarle un centavo de su enorme fortuna.<br />

Ya de regreso en Baltimore, Poe inició un romance más bien platónico con una vecina. La<br />

pequeña Virginia, su prima, era la encargada de transportar mensajes y cartas entre los amantes.<br />

Cuando la relación se enfrió, la atención de Edgar se trasladó a su joven mensajera. Poco<br />

tiempo más tarde, y con el consentimiento de la tía de Edgar, los primos se casaron. Virginia<br />

tenía 13 años y Edgar, 27.<br />

Cortázar retrata a una Virginia muy particular: “Si bien en aquel tiempo no era insólito que las<br />

mujeres se casaran a los catorce años, el hecho de que Virginia no estuviera mentalmente bien<br />

desarrollada y diera hasta su muerte la impresión de una niña agrega un elemento penoso al<br />

episodio”.<br />

Algunos biógrafos han sugerido que los esposos mantuvieron una relación más fraternal que<br />

conyugal y que nunca consumaron el matrimonio. En todo caso, son muchos los que coinciden<br />

en que Virginia hizo justicia a su nombre. Se ha sugerido una impotencia o inhibición sexual de<br />

orden psíquico como posible explicación de semejante enlace. Edmund Wilson afirma que<br />

no hay evidencias de ello, aunque sí de que, a causa de los escrúpulos de Poe, el matrimonio<br />

de los dos primos resultó de algún modo insatisfactorio, jugando un extraño papel en la obra<br />

del escritor. Otros han recordado la carencia de pasajes que se refieran a la lujuria o a los goces<br />

sensuales en la obra de Poe. La psicoanalista Marie Bonaparte busca en el hecho una previsible<br />

explicación edípica: Poe fue para su mujer a la vez esposo, hijo y hermano.<br />

Fue por estos años cuando encontró unos de sus primeros empleos permanentes dentro del<br />

rubro literario, como redactor del Southern Literary Messenger, de Richmond. Una experiencia<br />

previa en la publicación había terminado con un despido provocado por sus problemas con<br />

la bebida, pero, tras el episodio, Poe fue readmitido en el periódico y volvió a Richmond con<br />

Virginia y su tía-suegra como acompañantes.<br />

Se mantuvo en el periódico hasta enero de 1837, haciendo aumentar su tirada a varios miles.<br />

Publicó en él poemas, reseñas de libros, críticas literarias y obras de ficción. La severidad de<br />

sus juicios provocaba prontas respuestas y, aunque ganó algunas enemistades, su presencia en<br />

la escena literaria y lo incisivo de su estilo acrecentaron más su fama. Poe comenzó a ser conocido<br />

con el apodo de Tomahawk man.<br />

Pero la tarea de subordinado no resultaba feliz para Poe: se trasladó con su familia a Nueva<br />

York, donde intentó publicar inútilmente un primer volumen reuniendo varios de sus relatos.<br />

Los editores le aconsejaron que escribiera una obra larga de aventuras y de ahí surgió su (úni-<br />

Izq. Portada de una antología de<br />

poemas.<br />

Der. Una escena del film El cuervo<br />

(Roger Corman, 1963). Aquí Boris<br />

Karloff, Peter Lorre y Vincent Price.<br />

Recordemos que en este film también<br />

trabajó un joven Jack Nicholson<br />

en el papel de Rexford, el hijo de<br />

Bedlo (Peter Lorre).


Izq. Afiche promocional de El gato<br />

negro (Albert Rogell, 1941).<br />

Protagonizada por Basil Rathbone,<br />

Hugh Herbert, Broderick Crawford y<br />

Bela Lugosi.<br />

Der. Afiche promocional de<br />

El fantasma de la calle Morgue (Roy<br />

del Ruth, 1954). Protagonizada por<br />

Karl Malden, Claude Dauphin,<br />

Patricia Medina y Steve Forrest.<br />

ca) novela La Narración de Arthur Gordon Pym.<br />

La novela no fue un éxito de ventas ni logró, junto a un puñado de relatos y reseñas, paliar la<br />

situación económica de los Poe. En 1838 se trasladaron al centro literario norteamericano de la<br />

época, la ciudad de Filadelfia. Debido a las estrecheces que pasaban, Poe se prestó a firmar con<br />

su nombre obras ajenas, algo que luego le acarrearía dificultades.<br />

Sin embargo, en 1839 logró convertirse en redactor jefe de la revista Burton’s Gentleman’s<br />

Magazine y, un año después, del Graham’s. Las dos publicaciones aumentaron sensiblemente<br />

sus tiradas gracias a los artículos, relatos y críticas literarias de Edgar. Ese año también salieron<br />

dos volúmenes suyos: Cuentos de lo grotesco y arabesco, integrados por clásicos tales como “La<br />

caída de la Casa Usher”, “Ligeia” o “Manuscrito encontrado en una botella”.<br />

La situación de los Poe comenzó a mejorar y lograron mudarse a una bonita casa situada en las<br />

afueras de la ciudad. Durante este período de bonanza, Poe desarrolló el germen de la novela<br />

policial, a través de relatos como “Los crímenes de la calle Morgue” o “El escarabajo de oro”,<br />

y, en líneas generales, el núcleo de su obra más importante. Varios biógrafos se han detenido<br />

en la imagen de un Poe sobrio y feliz, marchando bajo las amplias arboledas mientras su mente<br />

trabaja en fantasías que incluyen simios decapitando ancianitas y bromistas emparedados en<br />

palacios venecianos. Muchos de estos relatos (“La cita”, “Un cuento de las Montañas Escabrosas”,<br />

“La caja oblonga” y “El barril de amontillado”) fueron publicados en la más importante<br />

revista de la época: la Godey’s Lady’s Book. Poe se permitió entonces el lujo de fantasear con<br />

un sueño que nunca haría realidad: la aventura de dirigir su propia revista literaria.<br />

En enero de 1842, se produjo un acontecimiento decisivo en las vidas de Poe y su familia. Cortázar<br />

lo relata así: “Poe y los suyos tomaban el té en su casa, en compañía de algunos amigos.<br />

Virginia, que había aprendido a acompañarse en el arpa, cantaba con gracia infantil las melodías<br />

que más le gustaban a Eddie. Súbitamente su voz se cortó en una nota aguda, mientras la<br />

sangre manaba de su boca”.<br />

El propio marido describió el hecho como la rotura de un vaso sanguíneo en su garganta, pero<br />

en verdad se trataba de la reaparición de un viejo conocido de Poe: la tuberculosis. El escritor<br />

comenzó a beber más de la cuenta debido a la ansiedad que le producía la enfermedad de su<br />

mujer y él mismo empezó a sufrir graves problemas de salud.<br />

Fue por entonces cuando un viejo rival de Poe reapareció en la escena: Rufus Wilmot<br />

Griswold, crítico y “dictador literario”, autor de numerosas y pesadas antologías, se hizo cargo<br />

del puesto de Poe en el Graham. Los problemas de salud de Poe habían sido el detonante<br />

y una vieja rivalidad (dado que Poe había escrito reseñas negativas sobre la obra de su colega)<br />

hizo el resto.<br />

Los Poe regresaron a Nueva York, donde Edgar trabajó en diferentes periódicos. Fue en uno<br />

de ellos donde publicó en 1845 su poema “El cuervo”. La pieza se convirtió en un gran éxito<br />

popular, el primero de su carrera (se ha asegurado que se trata sin duda del poema más famoso<br />

de la literatura estadounidense). Sin embargo, y como ocurriera antes, este éxito no se vio<br />

reflejado económicamente.<br />

Poe escribiría luego un meticuloso tratado acerca de la composición de esta obra (“Filosofía<br />

o5


o6<br />

de la composición”) según el cual el resultado final se habría obtenido a través de una serie de<br />

procesos lógicos y tan puramente racionales “como un teorema matemático”. Sin embargo,<br />

sabemos hoy que el poema atravesó infinitas etapas de retoque (los “ajustes” de toda obra de<br />

Edgar se multiplicaban en cada nueva edición) y que el autor lo leyó a varios amigos, pidiendo<br />

sus opiniones. En rigor, esta versión de los hechos no se contrapone fundamentalmente con<br />

la ofrecida por Poe, pero resulta interesante examinar las diferencias que ofrece con respecto<br />

a la mayoría de las leyendas que, en torno a la creación de sus obras, los poetas románticos de<br />

la época se apresuraban a poner a disposición del público. Donde ellos hablan de una fuerza<br />

arrolladora y ciega que baja de los cielos como una inspiración divina, Poe exagera el aspecto<br />

“matemático” del asunto al punto de terminar resultando tan sospechoso como los otros (aunque<br />

en un sentido inverso).<br />

En verdad, Poe se limita aquí a disfrazar bajo la forma de ensayo a una línea dialéctica presente<br />

en mucha de su obra, a la que podríamos reducir a la fórmula de “la lógica racional versus<br />

el terror de lo inconmensurable”. El narrador de “El pozo y el péndulo”, que, en medio del<br />

horror de las sucesivas torturas a las que es sometido, tiene el suficiente sentido lógico como<br />

para medir con exactitud el diámetro de su calabozo, se parece demasiado al marino de “Un<br />

descenso al Maelström” quien, siendo arrastrado a las profundidades por un tifón monumental,<br />

comienza un soliloquio sobre las propiedades de los distintos cuerpos geométricos.<br />

Para el escritor argentino Héctor Murena, Poe es el primero que cifra metafóricamente<br />

una obsesión constitutiva de la temprana América: la idea de precariedad, de despojamiento<br />

y abandono que el alma europea experimenta a través del nuevo hombre, americano en los<br />

hechos, pero espiritualmente europeo en lo sustancial. Esta secesión anímica es metaforizada<br />

por Poe en cuanto a su relación con lo abierto, los amplios espacios que se presentan al joven<br />

americano que se siente un exilado forzoso en una América donde todo es amplitud, espacio<br />

y abismo. Murena habla de “relación abisal con el entorno geográfico”, de “horror al vacío<br />

como eje de un mundo ficcional”, pero lo cierto es que la fauna del escritor está compuesta en<br />

alto grado por la especie de los “mensuradores”: criaturas ocupadas en otorgar una dimensión<br />

calculable (en metros, yardas o libras) a los terrores infinitos que provienen del alma. El escritor<br />

ruso Fedor Dostoievski veía a Poe como una encarnación de la vocación materialista<br />

estadounidense (la idea de lo plausible o lo verosímil incrustado en el corazón de una narración<br />

fantástica), sin dejar de notar que el intento de medir lo infinito era una tarea condenada al<br />

fracaso. El protagonista de “El corazón delator” planea un crimen, lógico en todos sus detalles,<br />

que en nada se diferencia a los miles de crímenes perfectos que luego serían planeados por la<br />

novela policial. El problema es que el motivo para ejecutarlo es el intenso disgusto que siente<br />

por uno de los ojos de su víctima.<br />

Este extraño contraste entre elementos macabros y pueriles (y aun humorísticos) no siempre<br />

sería bien recibido o incluso comprendido por la crítica posterior, que lo achacaría, acaso no<br />

del todo incorrectamente, a los baches que poseía la educación del escritor o su necesidad<br />

imperiosa de ganarse la vida. Para Robert L. Stevenson, Poe “a veces, adopta una aguda voz<br />

de falsete; otras, por obra de algo semejante a un truco de magia, deriva de su historia más de<br />

Escena de La caja oblonga o<br />

El ataúd, como se tradujo en algunos<br />

países (Gordon Hessler, 1969).<br />

Protagonizada por Vincent Price<br />

(en el papel de Edward) y<br />

Christopher Lee (Markham).


Izq. La escultura Poe regresa a casa,<br />

de Stefanie Rocknak, descubierta<br />

el 5 de octubre de 2014.<br />

La obra está ubicada en la Plaza<br />

Poe, inaugurada en 2009.<br />

Der. Lápida del escritor colocada en<br />

1913, en el sitio original donde<br />

yacen sus restos.<br />

lo que ha sabido invertir en ella; y mientras sobre la explanada la guarnición en pleno desfila<br />

ante nuestros ojos en carne y hueso, desde las almenas continúa él aterrándonos con cañones<br />

de pacotilla y múltiples morriones de fiero aspecto que penden de palos de escoba”.<br />

En 1845, la guarnición desfilaba a pleno para el señor Poe. La publicación de “El cuervo” lo<br />

había convertido en el hombre del momento. Recitaba su poema públicamente (según parece,<br />

con melodiosa voz), causando una enorme impresión entre el público y recibiendo la especial<br />

atención de las damas. Sin embargo, esta repentina fama coincidía con la agonía de Virginia. La<br />

paradoja no podía sino resultar grotesca para una persona con la sensibilidad del Edgar.<br />

Se ha dicho que su relación con la poetisa Frances Sargent Osgood fue originada por esta<br />

situación y que incluso Virginia veía en esta mujer una influencia beneficiosa sobre su marido;<br />

pero el devaneo dio lugar a uno de los mayores escándalos en la vida del escritor. Una escritora<br />

desdeñada por Poe pudo ser la promotora del escándalo; pero otras fuentes hablan de las pretensiones<br />

que Griswold, el viejo rival de Poe, tenía sobre el corazón de Frances.<br />

En todo caso, en 1847, Poe y Frances Osgood dejaron de verse definitivamente. Esta ruptura<br />

coincidió con la muerte de Virginia. La mujer de Poe tenía sólo veinticuatro años de edad.<br />

Parece ser que Poe, cuya salud ya no se repondría del todo, siguió el cortejo fúnebre de su<br />

mujer envuelto en su vieja capa de cadete que durante meses había constituido el único abrigo<br />

de la cama de Virginia. En todo caso, los biógrafos del escritor se servirían de la escena para<br />

recordarnos la importancia que en Poe poseía el tema de la muerte de una hermosa mujer.<br />

Cada vez más inestable, el escritor intentó cortejar a otras mujeres. Hubo incluso propuestas<br />

de matrimonio. Nada llegó a concretarse. El poema “Ulalume” y el ensayo cosmogónico “Eureka”<br />

son el producto literario de esa época alucinada, en la que la obra epistolar de Poe cobra<br />

una particular importancia. En esas cartas se advierte cómo se alternaban en el escritor los<br />

accesos de lucidez y aun de entusiasmo, con otros de la más negra desesperación. En noviembre<br />

de 1848, Poe intentó suicidarse con láudano. La droga actuó de emético, salvando la vida<br />

del escritor.<br />

Su reencuentro, en Richmond, con un antiguo amor de juventud, Sarah Elmira Royster,<br />

lo animó una vez más a contraer matrimonio. La fecha de la boda se concertó finalmente para<br />

el 17 de octubre de 1849. Se vio al escritor en la ciudad de Richmond entusiasmado, e incluso<br />

feliz. Es en ese momento cuando se le pierde el rastro, hasta su última aparición en Baltimore.<br />

El 3 de octubre de 1849, Poe fue visto en las calles de Baltimore delirando, sucio y con parte<br />

de la vestimenta rota. Un amigo al que le llegó la noticia se ocupó de gestionar la internación<br />

en el Washington College Hospital, donde el escritor murió el domingo, 7 de octubre, a las<br />

cinco de la madrugada. En ningún momento fue capaz de explicar cómo había llegado a una<br />

situación tan lamentable y oprobiosa, ni por qué llevaba ropa rota que, además, no era de él. La<br />

leyenda cuenta que en sus últimos momentos invocaba obsesivamente a un tal Reynolds (acaso<br />

el explorador polar que había servido de referente para su novela de aventuras fantásticas).<br />

Los periódicos de la época informaron que la muerte del señor Poe se debió a “congestión” o<br />

“inflamación” cerebral.<br />

Hoy, la causa exacta de la muerte continúa siendo un misterio, aunque se cree que pudo<br />

o7


o8<br />

deberse al abuso de agentes electorales sin escrúpulos, que en la época solían utilizar a pobres<br />

incautos, emborrachándolos, para hacerles votar varias veces por el mismo candidato: una venganza<br />

final de la democracia contra uno de sus máximos detractores. Otras especulaciones han<br />

incluido el delírium tremens, el ataque cardíaco, epilepsia, sífilis, meningitis, cólera, diabetes e<br />

inclusive el asesinato.<br />

Sin embargo, uno de los actos más significativos en la vida de Poe estaba aún por producirse.<br />

Dos días después de su muerte, una esquela fue publicada en un periódico de Nueva York. La<br />

línea que la encabezaba se haría célebre: “Edgar Allan Poe ha muerto. Murió anteayer en Baltimore.<br />

Esta noticia sorprenderá a muchos y algunos pocos se apenarán”.<br />

Este obituario, reproducido por muchos periódicos de todo el país, estaba firmado por un tal<br />

“Ludwig” y contenía una lírica descripción del autor que coincidía en muy poco con el hombre<br />

real y en mucho con el estereotipo del “maldito” popularizado por la peor literatura romántica<br />

(de hecho, muy pronto se descubriría que párrafos completos de esta caracterización<br />

habían sido tomados de la descripción de un personaje ficticio que hacía el escritor Edward<br />

Bulwer-Lytton en su novela The Caxtons).<br />

Según Ludwig, Poe solía vagabundear por las calles ya fuese demente o melancólico, mascullando<br />

y maldiciéndose a sí mismo; añadió que se irritaba fácilmente, que era un gran envidioso<br />

y consideraba la sociedad compuesta de villanos. Su aliciente para alcanzar el éxito había sido<br />

ganarse el derecho a despreciar a un mundo que irritaba a su engreimiento. “Ludwig” fue identificado<br />

muy pronto. Se trataba de nuestro viejo conocido, Rufus Wilmot Griswold.<br />

Griswold había logrado, incomprensiblemente, convertirse en el albacea literario del escritor.<br />

Muchas hipótesis se plantearon sobre este punto, pero el hecho es que, al poco tiempo<br />

Griswold editaba, para su beneficio exclusivo, un volumen con los relatos de Poe. Este libro se<br />

hallaba precedido por un artículo biográfico sobre el escritor, redactado por el mismo Griswold.<br />

En él, Poe aparecía descrito como un ser depravado, borracho y drogadicto, y se aportaban<br />

diversas cartas del propio Poe como evidencia (que finalmente resultaron ser falsificaciones).<br />

La mentira de Griswold fue denunciada por aquellos que conocieron bien a Poe, pero no pudo<br />

evitarse que se convirtiera en la más aceptada popularmente, y, dado que era la única biografía<br />

disponible, fuera reimpresa varias veces, en parte porque los lectores se entusiasmaban ante la<br />

idea de estar leyendo las obras de un “hombre malvado”.<br />

De hecho, la caracterización de Poe realizada por Griswold (a partir de refundiciones de mala<br />

literatura ajena) no sólo conoció un éxito formidable sino que ayudó a popularizar definitivamente<br />

a nivel internacional la figura del escritor. Cuando una generación posterior pudo producir<br />

una primera biografía seria sobre el autor, la figura pública de Poe ya había sido mundialmente<br />

modelada a partir de la versión de Griswold.<br />

Edgar Allan Poe es, como Borges bien observó, un escritor indispensable para entender la<br />

moderna literatura occidental. El alcance de su influencia en todos los ámbitos literarios resulta<br />

inabarcable e incluye a todas las corrientes vanguardistas francesas que, desde el simbolismo<br />

hasta el surrealismo, bebieron de Poe a través de las traducciones canónicas de Baudelaire;<br />

así como el decadentismo inglés, la ficción detectivesca, y géneros tales como la ciencia ficción,<br />

el horror y lo fantástico. Algunos teóricos incluyen a esta extensa lista una influencia decisiva<br />

en las teorías formalistas y estructuralistas contemporáneas. Escritores como Charles Baudelaire,<br />

Fedor Dostoievski, William Faulkner, Franz Kafka, H. P. Lovecraft, Ambrose<br />

Bierce, Guy De Maupassant, Antonin Artaud, Thomas Mann, Cortázar o Borges serían<br />

inimaginables sin la existencia previa de un Edgar Allan Poe.<br />

Rufus Wilmot Griswold, en cambio, es recordado apenas por alguna memoria literaria como<br />

un dictador de cánones felizmente olvidados, polemista estéril, arribista y falsario. Definido por<br />

Stevenson como: “una figura tan repulsiva en la historia de la literatura que muy bien pudiera<br />

haber sido acuñada por la virulenta imaginación de su víctima” y por Georges Walter como:<br />

“el Yago de la literatura”, pocas dudas quedan acerca de que Griswold sea un escritor de último<br />

orden. Y, sin embargo, este escritor menor seguirá siendo recordado para siempre (acaso de<br />

manera involuntaria) por uno de sus no menos involuntarios personajes: un escritor maldito del<br />

siglo XIX llamado Edgar Allan Poe<br />

FUENTES<br />

Héctor A. Murena: “El pecado<br />

original de América”. Ensayo citado<br />

por Ángel Faretta en su artículo<br />

“Sobre algunos temas de Poe y<br />

Lovecraft”.<br />

<strong>Revista</strong> El Péndulo, número 14,<br />

Tercera época, 1987.<br />

Julio Cortázar: “Vida de Edgar<br />

Allan Poe”, Obras en Prosa I. Cuentos<br />

de Edgar Allan Poe.<br />

Editado originalmente en 1956 por<br />

Ediciones de la Universidad de<br />

Puerto Rico.<br />

<strong>Revista</strong> ADN


Entrevista<br />

tres<br />

Realidades<br />

paralelas<br />

de un dios<br />

36<br />

celeste<br />

El escritor bahiense, LUIS SAGASTI, acaba de<br />

publicar Maelstrom (Eterna Cadencia). Allí, las<br />

realidades paralelas y de lo que vive por fuera<br />

del lenguaje son espacios donde se desarrolla un<br />

relato fascinante<br />

POR Christian Kupchik


El vocablo “maelstrom” remite a la idea de remolino, una<br />

fuerza centrífuga que se debe al encuentro de las aguas de<br />

la bajamar con las de la pleamar. También da título a la última<br />

novela de Luis Sagasti (Bahía Blanca, 1963), un autor<br />

tan fascinante como inclasificable que plasma con esta<br />

su cuarta novela. La narración parte de la investigación de<br />

un jardín ubicado en Santiago de Compostela, Andrómeda,<br />

que encierra una serie de placas con nombres aparentemente<br />

comunes y sin vinculación entre ellos. Gustavo y<br />

el narrador siguen el rumbo de estos nombres hasta dar<br />

con un jardín paralelo en Nueva Zelanda, que encierra<br />

otras placas donde se repite un nombre. Este torbellino<br />

arrastra a conceptos que unen la astronomía con los mitos<br />

griegos, Verne con Van Gogh, un circo del Gran Rosario<br />

que caza perros con un grupo secreto de Temperley donde<br />

se reúnen familiares de violadores encarcelados, o el delirante<br />

pintor Hundertwasser, que creó un Jardín de los<br />

muertos felices, en el que fue el primer enterrado. A través<br />

de este Maelstrom deslumbrante, Sagasti construye una de<br />

las obras más originales de la narración actual.<br />

–¿Cómo fue la génesis de Maelstrom? Había en principio<br />

una serie de ideas en torno al espacio, a la espacialidad,<br />

que siempre me han atraído mucho; tomaba algunos<br />

apuntes, esbocé algunas ideas sin mucho rumbo. Logré<br />

salir del pantano a través de dos versos de Arnaldo Calveyra<br />

que, de alguna manera, son claves para descifrar la<br />

intriga que se plantea. A partir de allí la trama comenzó a<br />

hilarse con mucha soltura. En general, si bien se lo piensa,<br />

uno siempre da vueltas entre dos o tres temas. La idea de<br />

conspiración, de totalidad, de lo que vive fuera del lenguaje,<br />

son ideas muy fuertes de la trama.<br />

–El narrador aparece como intermediario de la<br />

obsesión. ¿En qué medida, a partir de este dato, se<br />

Maelstrom,<br />

de Luis Sagasti<br />

Eterna Cadencia, 2014<br />

conecta lo autobiográfico con la ficción? Creo que no<br />

debe haber persona que no visite cada tanto el territorio<br />

de la ficción, de mundos que solo están en su cabeza.<br />

Digamos, cierta tendencia a la desmesura, a “enroscarse” y<br />

empantanarse en una serie de imágenes que, al no ponerle<br />

palabra, terminan por generar peste, a imaginar cosas que<br />

nunca suceden o que, cuando lo hacen, tienen al sigilo<br />

como aliado. Un paso más peligroso es obsesionarse con<br />

conspiraciones, complots, lo que equivale a instalarse en<br />

el centro del mundo ya sea como poseedor de un conocimiento<br />

–el del complot– que nadie o pocos ostentan,<br />

o bien ser el objetivo del complot (tópicos propios tanto<br />

de la política como la psiquiatría). Si bien no adhiero a la<br />

teoría del éxito de las conspiraciones –porque conspiraciones<br />

hay, claro– sí comulgo con la idea de acuerdos tácitos<br />

entre diferentes actores sociales que diseñan ficciones que<br />

terminan por ser reales. La novela, o al menos parte de<br />

ella, apunta hacia este lado.<br />

–En esta obra hay una fijación con las placas y los<br />

nombres, que ofician como hilo de Ariadna del relato.<br />

En las anteriores este rol lo jugaban una cajita<br />

de música o el cerdo volador de Pink Floyd. ¿En qué<br />

medida para usted el fetichismo por ciertos objetos<br />

de lo trivial conduce a mundos secretos? Sospecho<br />

que la puerta de acceso a esos mundos posibles puede<br />

encontrarse en cualquier objeto aunque, es verdad, algunos<br />

más que otros llevan en su adn una disposición para la<br />

epifanía. La cajita de música es un buen ejemplo al menos<br />

para mí. Hay otros objetos que parecieran ser inagotables,<br />

pero se hace difícil no caer en fantasías muy triviales, el<br />

libro perdido, por ejemplo. De alguna manera todo objeto<br />

al mismo tiempo tiene en sus genes una carga mcguffin,<br />

como decía Hitchcock: pueden presentarse como una<br />

simple excusa para que la trama avance. No sabría decir<br />

bien cómo se comportan esos objetos en mis novelas,<br />

suelen ser muy erráticos, pero casi siempre hay uno que<br />

está allí para lograr atrapar al mundo sin lenguaje, como si<br />

fuéramos niños o sea, más que atrapar, dejarlo fluir.<br />

–Internet aparece casi como un personaje más, una<br />

suerte de detective privado que va facilitando información.<br />

¿Qué rol le asigna a las nuevas tecnologías<br />

en la narración? Se me ocurre que recién estamos cruzando<br />

un umbral. Así como la imprenta dio luz a la novela<br />

moderna, estoy convencido que internet puede generar un<br />

nuevo modelo narrativo. Es difícil saberlo. Pero sí podemos<br />

afirmar que nuestra percepción del mundo, las maneras<br />

en que salimos a su encuentro, se están modificando<br />

en forma muy acelerada. La atención, por ejemplo, tiende<br />

a enflaquecer ante tantos estímulos que la demandan. El<br />

37


38<br />

acto de escuchar un disco ha desparecido. Cada vez nace<br />

menos gente que sea capaz de acometer una novela de<br />

mil páginas: Guerra y Paz será exclusiva para académicos.<br />

Entonces si nuestra percepción se está modificando, no<br />

es muy aventurado pensar que los soportes que la reflejen<br />

se modifiquen también. Sospecho que lo fragmentario, lo<br />

discontinuo, cierta brevedad en las formas, pueden llegar<br />

a alcanzar una preponderancia que antes no. Eso sí, la<br />

carga poética trabaja por fuera de esto; es, se me ocurre,<br />

a-histórica.<br />

–El texto plantea una serie de simetrías e interrupciones.<br />

Se plantea así la posibilidad de una realidad<br />

paralela. En tal caso, ¿cómo la imagina? Hay maravillosas<br />

realidades paralelas que no puedo imaginar, pero<br />

por suerte otros lo hacen por mí. El inconseguible (al<br />

menos por estos lares) Codex seraphinianus da cuenta<br />

de una de ellas. Pero saliendo de ese tipo de fantasías y<br />

entrando en otras, me gusta pensar que nosotros constituimos<br />

realidades paralelas de otros. Algo de eso se esboza<br />

en Maelstrom. Imagino culturas de otros planetas que<br />

observan nuestro sol (y a nosotros con él), como parte<br />

de un dios celeste. Acaso cuando nos pique un oído no<br />

sea porque alguien habla de nosotros, sino que nos estén<br />

llenando de plegarias incomprensibles desde el otro lado<br />

del cosmos. Otro ejemplo: un broker sicópata –y perdón<br />

por la redundancia–, de Wall Street, por ejemplo, habita<br />

una realidad absolutamente paralela para mí; sin embargo<br />

así como mis decisiones no interfieren su mundo, las suyas<br />

pueden que sí el mío.<br />

–En el catálogo de la artista Zoe Vizcaíno que se cita<br />

en la novela, se rescata el concepto de “ruptura”.<br />

¿Cómo aplica este concepto a su literatura? Para<br />

Vizcaíno ruptura significa posibilidad, ocasión para que<br />

algo suceda, una idea taoísta que encuentro muy sabía.<br />

En mi caso la literatura, creo darme cuenta ahora, surge<br />

a partir de algo que se rompe, y precisamente esa fisura,<br />

ese quiebre, se refleja más en los aspectos formales que en<br />

la trama en sí. Creo que precisamente es nuestra visión del<br />

mundo, las estrategias con las que salíamos a su encuentro,<br />

el sentido que le otorgábamos a la realidad, lo que se han<br />

modificado desde hace un tiempo, se ha fisurado, al menos.<br />

Pero debo decir que estos aspectos formales, ciertos<br />

procedimientos, más allá de su muy discutible calidad,<br />

constituyen algo inevitable para mí.<br />

–Un fragmento muy bello dice: “Se escribe para alimentar<br />

el fuego. Se escribe para regresar”. ¿Podría<br />

específicar de dónde se regresa? El acto de escribir,<br />

me lleva a mí a dejar de hablarme, a estar, curiosa consecuencia,<br />

fuera del lenguaje. Me refiero a esa voz que tenés<br />

dentro y que sólo se acalla cuando abrazás las cosas en su<br />

singularidad más pura. Creo que al escribir y leer –ficción,<br />

poesía, aunque no solamente eso– te olvidás de vos, aún<br />

cuando escribas tu biografía. Por eso creo que regresamos<br />

del lenguaje a lo que habita por fuera de él. Curiosamente<br />

el lenguaje a veces es el vehículo (no él único, por supuesto).<br />

–De acuerdo a su juicio, ¿cómo se integra Maelstrom<br />

en el conjunto de su obra? Es difícil saberlo para mí.<br />

Siempre, más allá de las historias, me ha interesado el<br />

aspecto formal, la plasticidad del lenguaje, su musicalidad.<br />

Pero no es algo que se encuentra a priori sino que surge<br />

de acuerdo a lo que me interesa contar. Es fácil rendirse<br />

ante una fórmula probada. No puedo evitar, claro, ciertos<br />

procedimientos que, de alguna forma, constituyen parte<br />

de mi voz. En ese sentido Maelstrom no tiene una estricta<br />

continuidad formal con mis otras novelas aunque no se<br />

trata, por supuesto, de algo absolutamente novedoso. Lo<br />

que sí me he dado cuenta es que ciertas imágenes dialogan<br />

un poco, hablo de la trama ahora, con mi primera novela,<br />

El Canon de Leipzig<br />

“Se escribe para alimentar el fuego.<br />

Se escribe para regresar”


Ser<br />

editor<br />

4o<br />

Algunos apuntes sobre el oficio<br />

MÁS ANTIGUO DEL MUNDO<br />

El editor de Del Nuevo Extremo y algunas reflexiones acerca de lo que significa su trabajo<br />

POR Carlos Santos Sáez<br />

1. En el verano de 1971 en una librería<br />

de Villa Pueyrredón descubrí las ganas<br />

de ser librero. Tenía 16 años. Mi primera<br />

tarea fue acomodar la colección<br />

Robin Hood en los nuevos estantes.<br />

El dueño, un viejo solterón al que le<br />

decían “Chiquito”, abría y olía cada uno<br />

de los libros que sacaba de las cajas.<br />

Imito ese gesto desde esa época. Como<br />

librero, vendedor, docente, periodista,<br />

autor, editor y, sobre todo como lector,<br />

sigo oliendo libros.


2. Como editor me transformé en un<br />

mal lector, que intenta leer demasiado<br />

en nombre de muchos.<br />

3. Escucho y ando, afilo la observación<br />

y pongo en marcha la intuición. Pero no<br />

es suficiente estar al día con las últimas<br />

tendencias, hay que buscar el modo y<br />

las circunstancias para crearlas.<br />

4. Un editor necesita agudizar los cinco<br />

sentidos para desechar el sentido común.<br />

El sentido común de muchos editores<br />

ha enterrado varias generaciones de<br />

escritores, desestimado buenas ideas y<br />

pulverizado los más originales proyectos.<br />

5. Percibimos que algunas de nuestras<br />

propuestas pueden salir mal, pero nunca<br />

sabemos cuál de ellas será. El paradigma<br />

de ese desafío puede ser “ganar /<br />

perder”, si trabajamos impulsados por el<br />

miedo; o “ganar / aprender”, si trabajamos<br />

impulsados por la curiosidad.<br />

6. ¡No editar para editores! El juicio de<br />

los pares inmoviliza.<br />

7. Dos razones (creencias) para publicar<br />

un libro: 1. Creer que se venderán<br />

muchos ejemplares. 2. Creer que es<br />

maravilloso. Cualquiera de las dos razones<br />

(creencias) por separado justifican<br />

la publicación. Cuando las dos razones<br />

(creencias) coinciden estamos en presencia<br />

de un momento sagrado.<br />

8. Un editor puede elegir entre el<br />

atajo de la imitación y el itinerario de la<br />

innovación.<br />

9. Los desarrollos novedosos definen<br />

el espíritu de una editorial. Pero las<br />

modas inventan clientes. Un editor<br />

debe considerar también la lógica del<br />

mercado. Mantener puestos de trabajo<br />

con productos vendibles es uno de los<br />

compromisos del oficio. Hacerlo con<br />

buenos libros debe ser la búsqueda.<br />

10. Si las empresas se definen por sus<br />

clientes: ¿quiénes son los clientes de las<br />

editoriales?: ¿los que compran los libros<br />

o los que los leen?, ¿los libreros o las<br />

librerías? No es lo mismo editar para<br />

los que leen, que hacer libros para los<br />

que compran. No es lo mismo poner en<br />

manos de un librero una obra para que<br />

la recomiende, que consignar libros y<br />

abandonarlos a su suerte.<br />

11. Los libros se hacen de a uno, se<br />

leen de a uno y se venden de a uno,<br />

pero se piensan dentro de una colección<br />

y de un catálogo.<br />

12. Saber decir que no a algunos buenos<br />

libros para poder decir que sí a los<br />

mejores productos.<br />

13. Recorrer librerías y charlar con<br />

libreros antes de sacar un libro, no después<br />

de publicarlo para reclamar que<br />

esté exhibido en las mesas.<br />

14. Vivimos el tiempo de los editores.<br />

Todos editan. Las redes sociales, los<br />

mensajes, las comunicaciones electrónicas,<br />

requieren de una permanente edición.<br />

Elegir, recortar, decir, hacer decir,<br />

informar, mostrarse, corregir, diseñar,<br />

presentar, crear, vender y ofrecer son<br />

verbos que puede usar un editor en su<br />

trabajo diario, y que ponen en marcha<br />

eficazmente a cada instante los usuarios<br />

de Facebook o Twitter.<br />

15. Vivimos el tiempo de los lectores.<br />

Nunca antes hubo tantos lectores como<br />

en esta segunda década del siglo XXI.<br />

La lectura (y la literatura) no pasa solo<br />

por el papel o el e-book, diversos dispositivos<br />

acercan textos en nuevos formatos.<br />

Un viaje en tren puede mostrarnos<br />

un universo riquísimo de lectura, libros<br />

viejos y novísimos, pantallas de todo<br />

tipo, revistas y diarios de regalo, descansan<br />

entre las manos de un heterogéneo<br />

grupo de lectores. ¿Cuántos de ellos se<br />

convertirán en nuestros clientes?<br />

16. Cuando edito no puedo dejar de<br />

especular como vendedor, y sobre todo<br />

como librero. Sigo oliendo las páginas.<br />

Sigo pensando cada libro en la vidriera<br />

de una librería.<br />

17. En algunas ocasiones olvido mi circunstancia<br />

de editor, recupero mi condición<br />

de lector, y gozo y me emociono,<br />

como si estuviera solo en el universo<br />

con ese texto, sin otra preocupación que<br />

el placer de leer. El producto se hace<br />

belleza necesaria. El vendedor se hace<br />

consejero cómplice. El trabajo editorial<br />

se honra. Con las novelas de la colección<br />

Extremo Negro me pasa seguido.<br />

Son las oportunidades en las que uno<br />

agradece haber elegido el oficio.<br />

18. Elaborar los textos con los autores<br />

es delicioso. Me encanta, sobre todo,<br />

remar contra esos contenidos ajenos a<br />

mis saberes, gustos o intereses. Aprender<br />

sobre temas insólitos a los que<br />

nunca me hubiera asomado, acordar<br />

un tono de comunicación y ayudar a un<br />

profesional a convertirse en escritor.<br />

19. Durante algunos años he sido un<br />

prolífico ghost writer. Fueron tiempos<br />

felices. Fui astróloga, cura, novelista<br />

romántica, cocinera, científico, historiadora,<br />

y vi a los libros de mis criaturas<br />

ocupar lugares en las listas de best-sellers.<br />

En una oportunidad firmé una<br />

crítica adversa sobre un libro de gran<br />

venta, que yo mismo había escrito con<br />

un seudónimo de mujer. Muchos lectores<br />

me atacaron ferozmente defendiendo<br />

a mi otro yo femenino. Paradoja y<br />

metáfora del oficio.<br />

20. Ver un libro terminado, luego<br />

de haberlo acompañado en su largo<br />

camino, sigue emocionándome y<br />

sorprendiéndome. Lo huelo, lo hojeo<br />

y ojeo, lo toco, como en aquellos viejos<br />

tiempos de librero, cuando al abrir las<br />

cajas aparecía la novedad dispuesta a<br />

ser descubierta. Hacer y vender libros<br />

es una tarea conmovedora y misteriosa<br />

condenada a transformarse permanentemente,<br />

a transformarnos.<br />

21. “El de editor es el oficio más<br />

antiguo del mundo”, decía con doble intención<br />

y mucha gracia un viejo librero<br />

español, “¿Qué piensas? Hablo de Dios,<br />

que no creó el universo, lo editó”<br />

41


Nick Drake<br />

Tema de tapa<br />

cuatro<br />

Los<br />

DESGRACIADOS<br />

42 A lo largo de la historia de la música moderna, hay cientos de<br />

artistas no reconocidos, olvidados o simplemente frustrados<br />

en sus afanes creativos por contingencias de la vida. Talentos<br />

no reconocidos, postergados por el sistema, arruinados por<br />

sus propios demonios, estos personajes, sin embargo, en algún<br />

momento dejaron una marca, a veces imperceptible a primera<br />

vista, que sólo tuvo el reconocimiento de algunos de sus pares,<br />

unos pocos críticos visionarios y el descubrimiento tardío<br />

del público<br />

POR Juan Manuel Cibeira*<br />

El primero de estos artistas malditos<br />

–y el más emblemático– es Robert<br />

Leroy Johnson. Nació negro, en los<br />

territorios ribereños del Mississippi, el<br />

8 de mayo de 1911. Su madre era hija<br />

de esclavos, casada con un carpintero<br />

del pueblo donde vivían. La dama no<br />

puedo evitar la seducción de Noah<br />

Johnson, un trabajador rural que pasó<br />

por el pueblo y la dejó embarazada.<br />

Robert creció con el apellido de su padre<br />

legal, hasta que un día la madre le<br />

reveló la verdad y él adoptó el apellido<br />

de su padre biológico.<br />

Los primeros años de su juventud intentó<br />

ir al colegio pero no demostró demasiado<br />

interés en nada que no fuera<br />

la música y lo abandonó. Tenía 18 años<br />

cuando se casó con Virginia Travis,<br />

que apenas tenía 16. Al año quedó embarazada<br />

pero murió en el parto junto<br />

con la criatura en abril de 1930. Luego<br />

de este duro golpe Johnson volvió a<br />

casarse, esta vez con una mujer que ya<br />

tenía un hijo, Robert Lockwood Jr.,<br />

que luego se convirtió en músico de<br />

blues impulsado por su padrastro.<br />

El sufrimiento fue moldeando la oscura<br />

personalidad de ese joven que encontraba<br />

refugio en su vieja guitarra y el


whisky. Johnson compartía los maltrechos<br />

escenarios con otros intérpretes<br />

del blues rural como Son House, de<br />

quien tomó y mejoró el estilo sincopado<br />

de tocar la guitarra.<br />

Su técnica lo transformó en un referente<br />

del blues rural del delta del Mississippi.<br />

Así fue como llegó a grabar las<br />

29 canciones que integran su inspirada<br />

pero breve discografía. Entre 1936 y<br />

1937, Johnson realizó dos sesiones de<br />

grabación, ambas en el estado de Texas.<br />

En total fueron 42 registros ya que<br />

13 de los temas fueron grabados dos<br />

veces.<br />

Su muerte ocurrió en circunstancias extrañas,<br />

aparentemente fue envenenado<br />

con whisky por un marido celoso que<br />

regenteaba el bar donde estaba actuando.<br />

Johnson murió el 16 de agosto de<br />

1937 y su legado no fue sólo musical,<br />

dejó una leyenda típica de su época.<br />

Con una vida azarosa, plena del<br />

sufrimiento y la desventura característica<br />

del negro afroamericano del sur<br />

profundo, se forjó una leyenda según<br />

la cual Johnson hizo un pacto con el<br />

diablo para ser el mejor músico de<br />

blues. La fantástica historia cuenta que<br />

Johnson, harto de su mala vida, vendió<br />

su alma al demonio en un cruce de<br />

carreteras en Clarksdale, Mississippi,<br />

en el mítico “Crossroads”.<br />

Más allá de esta leyenda producto de<br />

supersticiones y oscuros ritos africanos,<br />

Robert Johnson se hizo conocido a<br />

partir del reconocimiento de grandes<br />

figuras del rock como Led Zeppelin,<br />

Fleetwood Mac, Eric Clapton, los<br />

Rolling Stones y Bob Dylan por sólo<br />

nombrar algunos de los que reconocieron<br />

su influencia y grabaron versiones<br />

de sus temas. Hoy es considerado uno<br />

de los más grandes guitarristas de blues<br />

y fue incluido en el prestigioso Salón de<br />

la Fama del Rock and Roll en 1986, en<br />

la categoría “Influencia temprana”.<br />

Alejado de las leyendas y los pactos<br />

satánicos pero igualmente considerado<br />

un gran músico, Nick Drake es otro<br />

caso de un artista maldito. Joven, bien<br />

parecido, melancólico crónico y muerto<br />

por sobredosis de antidepresivos a los<br />

26 años, reúne todas las condiciones<br />

del manual.<br />

Nicholas Rodney Drake era inglés, nacido<br />

en 1948 en Birmania, una colonia<br />

del imperio británico ubicada en el<br />

sudoeste asiático. Dos años más tarde<br />

él, sus padres y su hermana mayor<br />

regresaron a Inglaterra. Allí, impulsado<br />

por su madre comenzó a tocar el piano<br />

y componer sus primeras canciones.<br />

Fue desarrollando sus estudios, practicaba<br />

deportes y tocaba el piano en la<br />

orquesta de la escuela. En 1965 Drake<br />

comenzó a ocuparse de la música con<br />

más intensidad; compró su primera<br />

guitarra acústica y empezó a experimentar<br />

con distintas afinaciones, lo que<br />

luego sería una característica distintiva<br />

de su música.<br />

El año siguiente, consiguió una beca<br />

para estudiar en la universidad de<br />

Cambridge, pero antes de entrar<br />

estuvo un tiempo en Francia y viajó a<br />

Marruecos, donde comenzó a consumir<br />

cannabis. Luego se mudó a Londres y<br />

comenzó sus estudios. Paralelamente<br />

descubrió el movimiento folk británico<br />

y estadounidense. Drake conoció a<br />

Ashley Hutchings, bajista del grupo<br />

folk inglés Fairport Convention, quien<br />

le presentó al productor estadounidense<br />

Joe Boyd que tenía un contrato con<br />

el sello Island Records.<br />

Boyd escuchó un demo e inmediatamente<br />

le propuso grabar un disco. Las<br />

sesiones del disco debut Five Leaves<br />

Left comenzaron a fines de 1968 en<br />

un estudio londinense. Drake contó<br />

con la colaboración de músicos de<br />

la escena folk de Londres. El álbum<br />

tuvo innumerables problemas durante<br />

la grabación que atrasaron su lanzamiento.<br />

Finalmente, Five Leaves Left<br />

salió en 1969 y recibió tibias críticas y<br />

escasas ventas. Drake se deprimió con<br />

el resultado final.<br />

Aunque le faltaba poco para graduarse,<br />

abandonó Cambridge para establecerse<br />

43<br />

Drake con su guitarra y sus discos: Five Leaves Left, Bryter Layter y Pink Moon


44<br />

Tanguito<br />

en Londres y dedicarse sólo a la música.<br />

Se presentó en algunos festivales y<br />

también en locales de música folk en<br />

las afueras de Londres. La experiencia<br />

no fue buena, el público parecía no<br />

prestarle demasiada atención y Drake<br />

se sintió frustrado aumentando su<br />

depresión.<br />

A pesar del fracaso comercial del disco,<br />

el productor Boyd volvió a insistir y en<br />

1970 Drake grabó Bryter Layter. Desalentado<br />

por los resultados de su disco<br />

debut, Drake aceptó las sugerencias de<br />

su productor para incluir bajo y batería<br />

en las grabaciones. Como su predecesor,<br />

el disco contó con la colaboración<br />

de músicos de Fairport Convention y<br />

de John Cale en dos temas. Bryter<br />

Layter es un interesante mix de folk y<br />

jazz en el que se destaca la depurada<br />

técnica de guitarra de Drake. Aunque<br />

era un disco más “pop”, apenas vendió<br />

tres mil copias, lo que aumentó la crisis<br />

de Drake.<br />

En 1971 su familia lo convenció de visitar<br />

a un psiquiatra. El médico le recetó<br />

una serie de antidepresivos, Drake los<br />

tomaba junto con otras drogas.<br />

Aunque nadie esperaba un nuevo<br />

disco, en octubre de 1971 Drake se<br />

contactó con el productor John Wood,<br />

que había sido ingeniero de sus anteriores<br />

discos, para grabar. Las sesiones<br />

se desarrollaron en dos noches en las<br />

que sólo estuvieron en el estudio Drake<br />

y Wood. Grabaron once canciones<br />

con una duración total de apenas 28<br />

minutos, todas con Drake solo con su<br />

guitarra, excepto “Pink Moon” –que da<br />

título al álbum– que incluye un piano.<br />

Pink Moon tuvo algunas buenas críticas<br />

y pocas ventas, hundiendo aún más la<br />

precaria situación psicológica de Drake,<br />

que decidió regresar a Far Leys, la casa<br />

materna. A comienzos de 1972, sufrió<br />

una intensa crisis y fue hospitalizado<br />

durante cinco semanas.<br />

En algún momento durante la noche<br />

del 24 y la madrugada del 25 de<br />

noviembre de 1974, Nick Drake murió<br />

en su casa de Far Leys, a causa de una<br />

sobredosis de uno de los antidepresivos<br />

que estaba consumiendo. A pesar de<br />

que el dictamen del médico forense<br />

fue “suicido”, su familia cree que pudo<br />

ser accidental. De cualquier forma está<br />

claro que Drake no amaba la vida y<br />

le resultaba tremendamente dolorosa<br />

atravesarla.<br />

Después de su muerte, la corta obra<br />

artística de Nick Drake comenzó a ser<br />

revalorizada por la prensa británica. En<br />

los ochenta, Peter Buck de R.E.M y<br />

Roberth Smith de The Cure señalaron<br />

a Drake como una de sus influencias<br />

más importantes. Incluso Smith<br />

reveló que el nombre de la banda<br />

provenía de un tema de Drake. En el<br />

2000, Volkswagen usó la canción “Pink<br />

Moon” para un comercial de sus autos,<br />

haciendo explotar las ventas de los<br />

discos de Drake, incluyendo las listas<br />

de Amazon.com. El pibe que no podía<br />

competir con el glamour de Elton<br />

John y David Bowie triunfaba en la<br />

era digital…<br />

El rock nacional también tiene sus<br />

artistas malditos y se destaca uno que<br />

acompañó el surgimiento de esta música.<br />

José Alberto Iglesias, también<br />

conocido como Ramsés VII, Drago,<br />

Donovan… y Tanguito, siempre Tanguito.<br />

Nació en 1945 en un hogar humilde<br />

de San Martín, en los suburbios<br />

de Buenos Aires. Su padre era vendedor<br />

ambulante y su madre empleada<br />

doméstica, así que Tanguito tuvo que<br />

rebuscárselas desde temprano. A los 15<br />

dejó el secundario y trató de estudiar<br />

en la escuela del Jardín Botánico pero<br />

lo único que lo entusiasmaba era el<br />

rockanroll que nacía…<br />

Empezó en clubes de barrio, cantan-


do temas de rock de moda. Era buen<br />

bailarín del género y en esos lugares<br />

donde tradicionalmente se bailaba<br />

tango, los pibes le pedían que bailara<br />

un rock. Comenzó a ser conocido en el<br />

circuito musical y consiguió un trabajo<br />

de cantante con Los Dukes, una banda<br />

de Mataderos que trabajaba a destajo.<br />

En esos años el circuito de shows era<br />

una ronda interminable en los clubes<br />

barriales, y Los Dukes hacían hasta una<br />

docena de shows por fin de semana.<br />

Dicen que fue en esa época que Tanguito<br />

empezó a consumir anfetaminas,<br />

una droga muy de moda.<br />

Tenía 18 años cuando tuvo su debut<br />

discográfico con Los Dukes. En 1963<br />

grabaron un single con dos temas:<br />

“Decí por qué no querés” de Palito<br />

Ortega y Dino Ramos, y “Mi pancha”,<br />

compuesto por Iglesias aunque<br />

lo firmó toda la banda. Horacio “El<br />

Gordo” Martínez, un productor que<br />

tenía llegada con algunas discográficas,<br />

lo vio y lo tentó con una grabación.<br />

Tanguito se entusiasmó y, cansado de<br />

la rutina de los shows, dejó Los Dukes.<br />

Empezó a preparar algunas canciones,<br />

pero el proyecto se frustró…<br />

En 1964 una parte de la bohemia<br />

porteña confluía en un sórdido local de<br />

la avenida Pueyrredón y Juncal, que se<br />

llamaba La Cueva. Ahí caían para tocar<br />

músicos de jazz, artistas y… rockeros.<br />

Estaban Sandro, Moris, Litto<br />

Nebbia, Billy Bond, Javier Martínez<br />

y muchos más.<br />

Era una fauna variada que durante<br />

el día disfrutaba de “divagar” y eran<br />

“náufragos” de tiempo completo, juntándose<br />

en plazas y bares. Tanguito era<br />

uno más, un pibe que venía de Caseros,<br />

subía al escenario y cantaba algún clásico<br />

de Little Richard o Elvis en un<br />

inglés sanateado. Era creativo, pero su<br />

vuelo natural se fue transformando en<br />

delirio por el abuso de anfetaminas.<br />

Después de las noches en La Cueva,<br />

llegaban las madrugadas en La Perla de<br />

Once, un bar ubicado en Avenida Jujuy<br />

y Rivadavia donde empezaba el nuevo<br />

día. En el baño de ese bar, un amanecer<br />

Tanguito compuso los primeros<br />

acordes y palabras de “La balsa”, probablemente<br />

inspirada en “La barca”,<br />

un bolero de la época. Litto Nebbia la<br />

escuchó, le puso armonía profesional y<br />

la grabó con su banda, Los Gatos.<br />

En julio de 1967 se editó el single de<br />

Los Gatos con “La Balsa” en el lado A<br />

y “Ayer nomás” de Moris, Nebbia y el<br />

periodista Lernoud en el lado B. En<br />

pocas semanas vendió más de 250.000<br />

discos, convirtiéndose en el primer hit<br />

del rock nacional. Tanguito recibió por<br />

la canción un montón de dinero, como<br />

jamás había soñado. Y se la gastó toda<br />

de una: una montaña de discos, ropa,<br />

calzado, un combinado (tocadiscos) y<br />

hasta dos guitarras.<br />

Tanguito y sus secuaces cueveros participaron<br />

en la primavera de 1967 de una<br />

reunión hippie en la plaza San Martín<br />

con gran afluencia de público. La<br />

movida llamó la atención de los medios<br />

y Tanguito, que cantó en esa ocasión,<br />

llegó a la televisión de la mano de<br />

Nicolás Mancera y su show Sábados<br />

Circulares. Le fue bien, tanto que<br />

otro periodista, Antonio Carrizo,<br />

lo contrató para su programa Sábados<br />

Continuados.<br />

Los 15 minutos de fama pasan muy<br />

rápido. A comienzos de 1968 Tanguito<br />

grabó para el sello RCA un<br />

single acompañado por la orquesta de<br />

Horacio Malvicino. Las canciones<br />

eran “La princesa dorada” de Tanguito<br />

y Lernoud y “El hombre restante” en<br />

coautoría con Javier Martínez (Manal).<br />

El disco salió bajo el seudónimo de<br />

Ramsés VII, uno de los apodos que<br />

Tanguito solía tener porque sus temas<br />

siempre estaban en base a séptimas.<br />

No pasó nada y la cosa terminó ahí.<br />

Tanguito seguía consumiendo anfetaminas.<br />

Tomaba alcohol y otras drogas,<br />

caía preso con regularidad y su salud<br />

comenzó a deteriorarse rápidamente.<br />

A instancias del productor Jorge<br />

Álvarez, firmó un contrato con el<br />

sello independiente Mandioca. El proyecto<br />

incluía a los músicos de Manal.<br />

Las sesiones estaban programadas en<br />

los estudios TNT, pero Tanguito no<br />

apareció. Finalmente lo hizo el día que<br />

el único músico presente era su amigo<br />

Javier Martínez. Álvarez hizo encender<br />

las máquinas y puso a Tanguito a<br />

cantar solo con su guitarra. El resultado<br />

es un registro primitivo, desprolijo y<br />

salpicado de monólogos entrecortados<br />

de Martínez, con Tango tratando de<br />

interpretar grandes canciones como<br />

“Natural”, “Amor de primavera”, “La<br />

Balsa” y “Todo el día me pregunto”.<br />

En total fueron ocho temas que el<br />

productor pensó que podría mejorar<br />

agregando sobregrabaciones, pero eso<br />

nunca ocurrió.<br />

Sólo quedó la inclusión en un disco<br />

compilado de Mandioca del tema “Natural”,<br />

editado a fines de 1970. Tanguito<br />

tuvo más problemas con las drogas y<br />

la policía. Estuvo preso en Villa Devoto<br />

en 1971 y ante la gravedad de sus adicciones<br />

varias veces fue recluido en el<br />

Hospital Neuropsiquiátrico Borda. Allí<br />

fue prácticamente torturado, sometido<br />

a electroshocks y shocks insulínicos. En<br />

mayo de 1972 fue declarado demente<br />

y trasladado a la unidad penitenciaria<br />

del hospital, destinada a los criminales<br />

psicópatas.<br />

Finalmente, en la madrugada del 19 de<br />

mayo de 1972, Tanguito se fugó hacia<br />

la estación Palermo del ferrocarril San<br />

Martín, tratando de volver a su hogar<br />

de Caseros. Pero alrededor de las 11 de<br />

la mañana cayó a las vías en el puente<br />

Pacífico. Dicen que se cayó, o que un<br />

guarda del tren o un policía lo empujaron.<br />

Tenía 26 años y su muerte no salió<br />

en ningún medio<br />

* Periodista. Fue integrante del staff de la mítica<br />

revista Pelo. Actualmente forma parte del<br />

Departamento de Promoción de Warner Music.<br />

45


46<br />

Entrevista<br />

cuatro


Fotografía: Nico Faig<br />

Los hermanos<br />

SEAN<br />

UNIDOS<br />

Con Pistas para volver a casa, su segundo film,<br />

pero su primero como directora à part entière,<br />

JAZMÍN STUART se presenta formalmente<br />

en sociedad como una cineasta sensible y<br />

con ideas propias<br />

POR Esteban Ulrich<br />

De hermoso rostro, Jazmín Stuart, deja por un rato su<br />

función de actriz para regresar sobre una de sus inspiraciones<br />

originales, la de dirigir. Luego de un proyecto en<br />

codirección, debuta como directora con Pistas para volver<br />

a casa, la historia de dos hermanos en crisis económica y<br />

existencial que se lanzan tras la huella de una madre abandónica<br />

y el botín perdido por su alucinado padre. Más que<br />

una cara bonita, una mujer que madura artísticamente con<br />

gracia y personalidad.<br />

–¿Cómo fue su formación? ¿Qué la influenció de<br />

chica para adoptar el camino artístico? Mi primer<br />

recuerdo de contacto con lo creativo es a los 5, 6 años<br />

cuando aprendo a leer y me sumerjo en el mundo de los libros.<br />

El primero que leí fue Annie, de Thomas Mehann<br />

y, a partir de ese momento, no paré de leer y de escribir<br />

mis propias historias. También empecé a diseñar historietas,<br />

a la manera de un storyboard intuitivo. A los 12 años<br />

empecé a a estudiar teatro; y al terminar la secundaria,<br />

entré a la carrera de dirección de cine en la FUC. A los<br />

21 años ya estaba graduada, pero en ese momento no se<br />

filmaba tanto; recién empezaba el “Nuevo Cine Argentino”,<br />

y, como yo necesitaba trabajar, empecé como actriz,<br />

en televisión. Fue difícil empezar, porque estaba llena de<br />

prejuicios, pero pronto descubrí que era un espacio donde<br />

aprender muchas cosas. No sólo como actriz, sino como<br />

directora, observando aciertos y errores de los directores<br />

con quienes trabajaba. Me desarrollé seis años en tiras televisivas,<br />

hasta que en un momento decidí parar ese ritmo<br />

y recuperar la intención de profundizar en la tarea narrativa.<br />

Empecé a ser más selectiva como actriz, priorizando<br />

roles en cine y en unitarios; y recuperé la iniciativa de dirigir.<br />

Primero en teatro, con mi obra La mujer que al amor<br />

no se asoma, luego al ganar el concurso de cortometrajes<br />

con Juego de grandes, después codirigiendo Desmadre y,<br />

finalmente, escribiendo y dirigiendo Pistas para volver a<br />

casa. Hoy siento que voy combinando las tres caras de una<br />

misma moneda: contar historias. Me siento afortunada al<br />

poder combinar mis tres oficios: escribir, actuar y dirigir.<br />

–¿Cuándo comienza a formarse en usted la idea de<br />

ser actriz? Desde chica. Mi mamá era profesora de expresión<br />

corporal. Mi papá era director de cine publicitario.<br />

En mi casa había muchas películas, discos, libros. Era un<br />

poco inevitable.<br />

–¿Cuáles fueron sus primeros encuentros con el<br />

cine? Desde muy chica también. Íbamos al cine, al autocine,<br />

y había un proyector de súper 8 en casa. Se veían<br />

muchas películas. Mi papá compraba libros en el exterior<br />

sobre cómo se filmaban películas como Alien o Blade Runner<br />

y yo los miraba fascinada.<br />

47


48<br />

–¿Con el teatro? Fue algo que apareció con más fuerza<br />

en la escuela primaria. Empecé a estudiar en la escuela<br />

de Hugo Midón, luego con Cristina Banegas, luego<br />

con Augusto Fernándes y finalmente muchos años con<br />

Julio Chávez. El teatro, como hecho artístico, fue un<br />

espacio de entrenamiento muy importante para mí. Además<br />

de aprender con estos maestros, que me entrenaron,<br />

completé mi formación con otras disciplinas, como danza<br />

contemporánea, acrobacia, canto lírico, improvisación...<br />

–¿Cómo llega a la televisión? A partir de la necesidad<br />

de trabajar, probando suerte. Verano del 98 fue el primer<br />

casting que hice para tele y quedé elegida el mismo día de<br />

la audición. Estaba aterrada. Tenía muchos prejuicios con<br />

la televisión. A partir de ahí, no paré de trabajar.<br />

–Me parece un punto importante en su carrera su<br />

trabajo en Los paranoicos, junto a Daniel Hendler.<br />

¿Cómo llega a ese proyecto? Gabriel Medina (el<br />

director de Los paranoicos) y yo habíamos sido compañeros<br />

en la carrera de Dirección Cinematográfica en la<br />

FUC. Y cuando Gabriel empezó a delinear ese proyecto,<br />

enseguida me contactó para proponerme que fuera Sofía,<br />

a lo cual accedí inmediatamente. Daniel Hendler entra<br />

inmediatamente después al proyecto para interpretar a<br />

Luciano y se genera una mística en rodaje, que transforma<br />

a Los paranoicos en una de las películas de culto del cine<br />

argentino.<br />

–¿Siente algo especial con respecto a ese trabajo?<br />

Justamente esa mística. Es muy fuerte y palpable cuando<br />

un director hace una película desde las entrañas. Este caso<br />

es uno de esos, y creo que nos contagió a todos con ese<br />

espíritu. En la película se ve, se siente, esa honestidad y<br />

ese impulso vital con que se filmó.<br />

–Luego llega a la dirección, ¿puede contar un poco<br />

cómo fue ese cambio y la experiencia de codirigir<br />

Desmadre? Desmadre es, originalmente, un proyecto<br />

impulsado por Juan Pablo Martínez, mi codirector en<br />

esa experiencia. Él estaba fascinado con la novela original<br />

de Guillermo Fadanelli y me propuso adaptar juntos<br />

la novela a guión. Le pareció que, para contar esa historia<br />

de una hija adolescente y su madre, necesitaba el punto<br />

de vista femenino que yo podía aportarle. Para mí fue una<br />

experiencia muy valiosa para perder ciertos temores y refrescar<br />

algunas herramientas de dirección. Necesitaba foguerame,<br />

volver a entrar en el clima de “detrás de cámara”<br />

y fue la oportunidad ideal. Pistas para volver a casa, ya es<br />

un guión propio y la dirigí sola. Pero creo que Desmadre<br />

fue el trampolín ideal para animarme.<br />

–¿Cómo aprendió el oficio de dirigir? Creo que todo<br />

lo que pude observar en mi vida, en danza, en música, en<br />

literatura, e incluso en la vida cotidiana, sirvió para formar<br />

mi ojo de directora, que todavía tiene mucho que aprender.<br />

Y la formación académica en la Universidad del Cine<br />

también fue clave. Sin embargo, estoy convencida de que<br />

para aprender a hacer películas, la mejor manera es hacer<br />

películas. No queda otra. Hay que salir a la cancha para<br />

aprender a jugar.<br />

–Imagino que habrá aprendido estudiando a los<br />

directores con los que ha trabajado también... Vi<br />

trabajar a muchos directores, pero absorbí con más atención<br />

las formas de filmar de colegas universitarios como<br />

Gabriel Medina o Nicolás Goldbart, al trabajar con<br />

ellos como actriz.<br />

–¿Cómo se relaciona con la escritura? Escribo siempre.<br />

Es una de las partes de este oficio de contar historias.<br />

Las épocas que paso escribiendo son de mucha introspección<br />

y me hacen muy bien, para retirarme por un rato<br />

de lo ruidoso de la actuación y la dirección. Lo disfruto<br />

mucho.<br />

–¿Qué películas la marcaron, qué libros u obras<br />

teatrales? En cuanto al abanico de mis referencias, siento<br />

que es demasiado amplio para describirlo ahora. Soy muy<br />

ecléctica a la hora de absorber influencias. Afortunadamente<br />

sigo teniendo el ojo intuitivo y visceral del espectador<br />

promedio. No analizo, dejo que me impacte lo que<br />

veo, leo o escucho. Y no me cierro a nada. No me gusta<br />

hacer charts de autores favoritos. Creo que haciéndolo<br />

existe el riesgo de obturar la mirada.<br />

–¿Cómo nace el proyecto Pistas para volver a casa?<br />

Tengo entendido que siendo usted hermana, hay<br />

un cierto paralelo entre su vida y este proyecto... La<br />

relación con mi hermano fue un disparador, pero luego la<br />

historia amplió sus horizontes ficticios hasta transformarse<br />

en la película que es hoy.<br />

–También pensaba si, al ser su primera película<br />

como única directora, no la siente como su verdadero<br />

debut. Definitivamente, esta película la siento mucho<br />

más propia que Desmadre. Tiene que ver con que es un<br />

guión mío, con muchas más certezas sobre los personajes,<br />

los conflictos, los tonos y el lenguaje cinematográfico.<br />

–¿Cómo llega al casting? ¿Qué actores tenía ya<br />

pensados de antemano, si los había, y cuáles surgieron<br />

después o le sorprendieron de alguna manera?<br />

Hugo Arana y Beatriz Spelzini siempre fueron los<br />

padres en mi imaginación. Con respecto a los protagonistas,<br />

tenías tres opciones de Dina y tres para Pascual, pero<br />

al conocer a Érica Rivas y Juan Minujín decantó rápidamente<br />

la decisión. Y hoy estoy feliz de tener esta dupla<br />

protagónica, que hizo un trabajo brillante.


–Algo que llama la atención de la película es el cuidado<br />

en el arte, por un lado en cuanto al tratamiento<br />

de color de la fotografía de Daniel Ortega, esos<br />

colores apagados... ¿Cómo llegó a ese concepto?<br />

Sobre todo para una historia que tiene cierta búsqueda<br />

humorística, género que suele inclinarse por<br />

los colores más estridentes... Para mí la comedia es más<br />

comedia en la medida en que se desprende de la tragedia.<br />

Esa visión “gastada” de los personajes y sus contextos me<br />

parecía clave para después poder desarrollar empatía, y<br />

reírnos “de” y “con” ellos. En ese sentido, tanto Verónica<br />

Romero (directora de arte), como Daniel Ortega<br />

(director de fotografía), supieron interpretar y enriquecer<br />

la visión que yo traía previamente.<br />

–También, y en un sentido similar, llama la atención<br />

la cuidada personificación loser tanto de Juan como<br />

de Érica... ¿Cómo se fue dando la construcción de<br />

estos personajes tan precisos como delicados? A<br />

ambos actores los conocía pero nunca había trabajado<br />

con ellos. Inmediatamente se entregaron a la búsqueda<br />

y caracterización de los personajes. Y en este sentido fue<br />

clave el aporte de Néstor Burgos (genio del maquillaje<br />

y el peinado, quien se destacó anteriormente en Relatos<br />

salvajes), y Roberta Pesci en el vestuario, que brilló en<br />

todas las películas de Daniel Burman y más. Entre todos<br />

fuimos encontrando, en cada detalle, a Dina y Pascual.<br />

–En cuanto al humor, resulta muy interesante ese<br />

juego entre la opacidad y los rayos solares esporádicos<br />

que se dan en la historia y los personajes. O sea,<br />

¿cómo se trabajó ese medio-tono humorístico? ¿Proviene<br />

de alguna otra obra? No tengo una referencia<br />

concreta. Fueron decisiones desde lo intuitivo, sabiendo<br />

que corría cierto riesgo al construir un camino tan sinuoso<br />

en cuanto a la búsqueda emocional de los tonos. Recién<br />

cuando empecé a ver proyecciones con público, tuve la<br />

certeza de que el espectador agradecía y disfrutaba de esa<br />

montaña rusa de géneros y climas.<br />

–En algún lado dijo: “Me di cuenta que un hermano<br />

es un documentalista de tu vida, un testigo, casi<br />

como un historiador omnipresente de tu historia”,<br />

en este sentido, ¿Pistas... sería una suerte de oda a la<br />

hermandad? Creo que sí. Revaloriza el vínculo fraterno y<br />

también la familia desde un lugar realista, falible, posible<br />

y humano.<br />

–¿Tiene otros proyectos entre manos para el futuro?<br />

Tengo una primera versión de mi próximo guión cinematográfico,<br />

que por el momento se llama La bestia. En paralelo,<br />

escribo una película de terror junto a Gabriel Medina,<br />

que él dirigiría y yo protagonizaría. Además, tenemos con<br />

Hernán Guerschuny (El crítico) un guión escrito en<br />

conjunto, que aparentemente estaríamos codirigiendo este<br />

año, y en el cual actuaría uno de los roles. Por último, fui<br />

convocada por Diego Fried para protagonizar su nueva<br />

película. Y en televisión, estamos esperando que tenga aire<br />

una comedia alucinante de Gabriel Nesc (Todos contra<br />

Juan y Días de vinilo), que protagonicé junto a Fernán<br />

Mirás, Gustavo Garzón, Damián Dreizik y Marcelo<br />

Mazzarello<br />

49


RECOMENDADOS<br />

LAS MIL Y UNA NOCHES<br />

Anónimo<br />

Planeta<br />

Una edición traducida directamente del árabe<br />

que acerca al lector los relatos que durante<br />

generaciones han alimentado la imaginación<br />

de jóvenes y adultos del mundo entero.<br />

El rey Schahriar decide vengar la infidelidad<br />

de su esposa casándose cada día con una<br />

joven virgen que es ejecutada a la mañana<br />

siguiente. La osada Scherezade desafía al<br />

rey con tan solo el poder de su palabra y el<br />

encanto de sus cuentos, que se prolongarán<br />

a lo largo de mil y una noches.<br />

PÁJARO DE CELDA<br />

Kurt Vonnegut<br />

La bestia equilátera<br />

El protagonista de esta novela, Walter F.<br />

Starbuck comienza a contar su vida a partir<br />

de lo que le fue sucediendo en cada año,<br />

inevitablemente unido a la historia de los<br />

Estados Unidos.<br />

Kurt Vonnegut se pasea con total libertad<br />

por el lado oscuro del siglo XX estadounidense<br />

y construye una sátira magistral sobre<br />

el poder y el dinero utilizando el sarcasmo,<br />

el ingenio, la invención, pero también la<br />

compasión y la ternura.<br />

PASOS DE BAILE<br />

Diana Bellessi<br />

Adriana Hidalgo editora<br />

Y que entres en mí/ poema pequeño/ que no<br />

sos de mí/ cuando tuya soy/ como lo es/ esa<br />

torcaz/ que sigue a otra/ por los fondos/ de la<br />

casa/ y se suspende todo/ menos la obsesión/<br />

de alcanzarte/ en la línea/ de vacío bajo el<br />

sol…<br />

Estos versos corresponden a “Ensalmo”,<br />

uno de los ochenta poemas que componen<br />

el último libro de Diana Bellessi, una de<br />

las más valoradas poetas argentinas de este<br />

tiempo.<br />

5o<br />

LA BIBLIOTECA SECRETA<br />

Haruki Murakami<br />

Libros del zorro rojo<br />

Un niño encerrado en los sótanos de una biblioteca<br />

es el disparador para hablar de miedos<br />

humanos como la existencia y la soledad.<br />

Al igual que en Sueños, el libro está ilustrado<br />

por la maravillosa Kat Menschik.<br />

“Tras el beso, mi mente había quedado muy<br />

trastornada, incapaz de hilvanar una sola<br />

idea. Pero, al mismo tiempo, mi ansiedad<br />

se había convertido en una ansiedad que ya<br />

no lo era todo. Y una ansiedad que en cierto<br />

modo había dejado de serlo era, en definitiva,<br />

una ansiedad poco digna de ser tomada<br />

en cuenta”.<br />

EL GATO QUE VENÍA DEL CIELO<br />

Takashi Hiraide<br />

Alfaguara<br />

Es la primera novela del poeta japonés, que<br />

ha sido traducida a un sinfín de idiomas y<br />

reconocida con numerosos premios. Es la<br />

historia de un gato que entra de improviso<br />

a la casa de una pareja que decidió alejarse<br />

de la agitación de Tokio, y se convierte en el<br />

centro de una intriga sutil. “Fue muy cruel<br />

que tuviese que morir cuando apenas había<br />

superado la treintena. Me doy cuenta ahora,<br />

pero aquel fue un tiempo en el que jugábamos<br />

inconscientes en la cresta de una ola<br />

entre la salud y lo irreparable”.<br />

CIENTÍFICOS SOBRE RUEDAS<br />

Autores varios<br />

El Ateneo<br />

Un grupo de científicos decidió transmitir<br />

sus conocimientos a través del humor y del<br />

lenguaje universal, que nada tiene que ver<br />

con lo académico y lo indescifrable. Los<br />

autores de este singular libro de ciencia son<br />

doce físicos, matemáticos, bioquímicos e<br />

ingenieros que se propusieron divulgar sus<br />

conocimientos sobre las distintas disciplinas.<br />

Desde hace algún tiempo se dedican a<br />

recorrer el territorio español explicando lo<br />

que saben mediante cómicos monólogos que<br />

ellos mismos escriben, los mismos que ahora<br />

decidieron plasmar en papel.


RANKING<br />

FICCIÓN NO FICCIÓN INFANTIL JUVENIL<br />

1. HOMBRES SIN MUJERES<br />

Haruki Murakami<br />

Tusquets<br />

1. CÓDIGO STIUSO<br />

Gerardo Young<br />

Planeta<br />

1. EL PRINCIPITO<br />

Antoine de Saint-Exupéry<br />

Salamandra<br />

1. DESTROZA ESTE DIARIO<br />

Keri Smith<br />

Paidós<br />

2. LAS MIL Y UNA NOCHES<br />

Anónimo<br />

Planeta<br />

3. CINCUENTA SOMBRAS MÁS<br />

OSCURAS<br />

E. L. James<br />

Grijalbo<br />

4. CINCUENTA SOMBRAS DE GREY<br />

E. L. James<br />

Grijalbo<br />

5. EL TEOREMA KATHERINE<br />

John Green<br />

Nube de tinta<br />

2. EN CAMBIO<br />

Estanislao Bachrach<br />

Sudamericana<br />

3. USAR EL CEREBRO<br />

Facundo Manes<br />

Planeta<br />

4. ÁGILMENTE<br />

Estanislao Bachrach<br />

Sudamericana<br />

5. LA ESPIRITUALIDAD Y LOS<br />

FAMOSOS<br />

Marcela Tauro<br />

Planeta<br />

2. ABREMENTE 7/8<br />

Editores de Catapulta<br />

Catapulta<br />

3. EL PRINCIPITO<br />

Antoine de Saint-Exupéry<br />

Emecé<br />

4. ABREMENTE 5/6<br />

Editores de Catapulta<br />

Catapulta<br />

5. GATURRO 23<br />

Nik<br />

De La Flor<br />

2. ¿Y SI QUEDAMOS COMO AMIGOS?<br />

Elizabeth Fulberg<br />

Alfaguara<br />

3. SALSEO GAMER<br />

Alexby11, Mangel y Sr. Cheeto<br />

Planeta<br />

4. FANGIRL<br />

Rainbow Rowell<br />

Alfaguara<br />

5. CAÍDOS DEL MAPA<br />

María Inés Falconi<br />

Quipu<br />

51<br />

MÚSICA<br />

1. LAS MIL Y UNA NOCHES<br />

Varios intérpretes<br />

Sony<br />

2. REBEL HEART (2CD SUPER DELUXE)<br />

Madonna<br />

Universal<br />

3. A QUIEN QUIERA ESCUCHAR (DELUXE)<br />

Ricky Martin<br />

Sony<br />

4. 500 NOCHES PARA UNA CRISIS (2CDS + DVD)<br />

Joaquín Sabina<br />

Sony<br />

5. PARÍS<br />

Zaz<br />

Warner<br />

PELÍCULAS<br />

1. EL LIBRO DE LA VIDA<br />

Jorge R. Gutiérrez<br />

20th Century Fox<br />

2. JUNIOR EXPRESS - EL TEATRO<br />

N/D<br />

Walt Disney<br />

3. AL FILO DEL MAÑANA<br />

Doug Liman<br />

Warner<br />

4. MALÉFICA<br />

Robert Stromberg<br />

Walt Disney<br />

5. 101 DÁLMATAS + 101 DÁLMATAS 2<br />

N/D<br />

Walt Disney<br />

Esta información comprende los libros (ficción/no ficción/infantiles/juveniles), CDs y películas más vendidos en todos los puntos de venta del Grupo ILHSA entre el 9/3/15 y el 15/3/15.


Federico Moura, líder de Virus<br />

Música<br />

alternativa<br />

Lo que queda<br />

DEL DÍA<br />

La placa Rock Nacional 80-90 (Sony Music)<br />

rescata algunos de los sonidos más estridentes y<br />

vasodilatadores de una época confusa,<br />

donde la euforia disimulaba duelos góticos<br />

de criaturas trágicas<br />

POR Sergio Varela<br />

Hubo un tiempo que no fue hermoso. En el que los vampiros<br />

vivían en Avellaneda o Belgrano, pisaban la madrugada por<br />

Avenida Corrientes y llamaban “atardecer” a la salida del sol.<br />

Los góticos que “usaban sobretodo negro hasta en noviembre<br />

para parecerse a los ángeles de Wenders” podían ser perfectamente<br />

confundidos con las atormentadas criaturas de un relato<br />

de terror. De hecho, a su manera lo eran, pero en la vida real.<br />

Herederos de la cultura del ajenjo parisino o de la euforia del<br />

charleston alcoholizado de Scott Fitzgerald, distorsionaban<br />

sus sentidos con sustancias de todo grupo y factor, y la fiesta y<br />

el descontrol eran su rutina. En ese período conocido vagamente<br />

como “los 80” (aunque designe una década, el movimiento<br />

cultural se expresó en todo su potencial desde 1987), las 5W del<br />

periodismo (“qué, quién, cómo, dónde, cuándo”) tenían a cada<br />

despertar entre cefaleas un jocoso correlato desorbitado (“dónde<br />

estoy”, “qué pasó”, “qué tomé”, “vos quién sos”).<br />

Había un sentido bastante lógico de desahogo en aquellos excesos<br />

trasnochados. Después de la larga noche de la dictadura militar,<br />

incluida una guerra filicida contra una potencia de la OTAN,<br />

los sobrevivientes se bebían la vida de un sorbo, con un impetuoso<br />

espíritu punk de ausencia de cálculo a futuro, como en una<br />

violenta “vuelta olímpica” de egresados del colegio nacional.<br />

Esa época tuvo sus héroes y sus mitos. Fue un tiempo de malditos,<br />

en tanto trágicas criaturas que acarreaban –ajenos a toda<br />

voluntad– la maldición de haber nacido en un momento histórico<br />

de lo más ominoso e ineludible en sus garras caprichosas, que<br />

transformaban a sus víctimas en aleatorios juguetes del destino.<br />

Esa época tuvo su moda, difundida por el mundo en los diseños<br />

de Dianne Westwood, la verdadera creadora del punk, que<br />

primero fue hábito y después sonido. Tuvo su estética expresionista<br />

impresa en blanco y negro por los ángeles de Wim Wenders<br />

en El cielo sobre Berlín, hasta convencer al más escéptico<br />

de que “la realidad es en colores, pero el blanco y negro es más<br />

realista”. Y tuvo su correlato local, sobre todo en el teatro de<br />

vanguardia y la música.<br />

Rock Nacional 80-90 es una placa que recopila algunos de los<br />

fragmentos más inspirados del sonido de la furia y el alivio de<br />

aquellos tiempos de euforia y surrealismo. Allí están desde Virus,<br />

un grupo emblemático de la androginia glam cuyo nombre<br />

refería a la maldición del HIV recién descubierto, con su “Amor<br />

descartable”, hasta la testosterona barrial de Adrián Otero<br />

cantando con una galantería renacentista a la “flor más bella” de<br />

la mujer como objeto de culto (con perdón por lo de “objeto”).<br />

Ecos de una noche de euforia y lujuria, de distorsión que enfocaba<br />

la realidad más cruda. Como ese “Spaghetti del rock” de los<br />

Divididos, emergentes a su vez del legendario Sumo, ese hito liderado<br />

por Luca Prodan y su repulsión a “Los viejos vinagres”.<br />

También está el “Rock del gato”, de Los Ratones Paranoicos, ese<br />

ritual sensual y festivo, más cercano a<br />

los 90, como quien festeja con tono<br />

merecidamente erótico haber sobrevivido<br />

también a la noche maldita de la<br />

fiesta de los vampiros con algo de sangre<br />

en el gin-tonic.<br />

Un disco monumental y documental,<br />

para escuchar con el alma y la piel<br />

53


Música<br />

clásica<br />

Alexander Scriabin,<br />

EL MíSTICO<br />

En el centenario del fallecimiento del gran músico, recordamos sus obras,<br />

su genio y sus ambiciosas ideas sin concretar<br />

POR Nadia Koval<br />

54<br />

¿Tienen las artes el poder de transformar la conciencia de la<br />

gente y elevar el espíritu humano hasta las máximas alturas?<br />

Alexander Scriabin estaba convencido de que sí. Percibía<br />

la música como una manifestación superior de energía que<br />

tiene la capacidad de influenciar el mundo interior de las<br />

personas. León Tolstoi describía el arte de Scriabin como<br />

“la expresión sincera de un genio”. Pero según el biógrafo del<br />

músico “Nadie era más famoso que él durante la vida, y pocos<br />

fueron ignorados más rápidamente después de la muerte”.<br />

Alexander Scriabin nació en Moscú, el 6 de enero de 1872<br />

(25 de diciembre de 1871 según el calendario Juliano), en una<br />

familia aristocrática. El hecho de haber nacido en Navidad,<br />

fue para el futuro compositor no sólo una simple coincidencia<br />

sino el signo de una gran importancia espiritual. Cuando<br />

Sasha (diminutivo del nombre Alexander) tenía sólo un año<br />

de edad, su madre, que era una talentosa pianista, falleció de<br />

tuberculosis. Después de su muerte, su padre, un diplomático,<br />

partió hacia Turquía, dejando al niño con su abuela y su<br />

tía. La tía Lyubov fue la primera persona que introdujo a<br />

Scriabin al mundo de la música enseñándole a tocar el piano.<br />

Pronto este instrumento se convirtió en el objeto de su adoración<br />

y en su amigo para toda la vida.<br />

De acuerdo con la tradición familiar, en el año 1882 a Alexander<br />

lo enviaron a recibir la formación militar en el Cuerpo de<br />

Cadetes. Un año más tarde, él dará allí su primer concierto<br />

público. En 1887 ingresó al Conservatorio de Moscú para<br />

estudiar piano y composición. Sus pedagogos fueron los compositores<br />

Antón Arenski, Sergei Taneyev y Vasili Safonov.<br />

En 1892, se graduó con medalla de oro como pianista.<br />

No pudo completar los estudios de composición debido a las<br />

fuertes diferencias de personalidad y opinión musical con<br />

Arenski (cuya firma fue la única que faltaba en el certificado<br />

de graduación de Scriabin).<br />

Inspirado por Chopin, las primeras composiciones de Scriabin<br />

eran lustrosos ejemplos de la música romántica para piano.<br />

Después de lesionarse la mano derecha ensayando, Scriabin<br />

se dedicó a componer obras para orquesta. Paralelamente<br />

estaba trabajando como profesor del Conservatorio moscovita<br />

en el período entre 1898 y 1903.<br />

En 1903, repentinamente abandonó a su esposa Vera y a sus<br />

cuatro hijos y realizó una serie de viajes por Italia, Suiza y<br />

Bélgica junto a su joven admiradora Tatiana Schloezer.


Durante su estancia en Lausana compuso su Quinta Sonata<br />

para piano y terminó el Poema del éxtasis para orquesta, que<br />

logró estrenar en 1908 en Nueva York. Por aquellas fechas<br />

entró en contacto con Sergei Koussevitzki, reconocido<br />

director de orquesta que decidió convertirse en su representante.<br />

Fue él quien convenció al compositor de que regresara<br />

a Moscú en 1909 y estrenara en Rusia su Poema del éxtasis.<br />

El gran éxito que obtuvo la obra tanto en Moscú como en San<br />

Petersburgo, convirtió a Scriabin en uno de los compositores<br />

de vanguardia más importantes de su país.<br />

La lectura de Friedrich Nietzsche y Emmanuel Kant,<br />

el acercamiento a los círculos teosóficos y el contacto con el<br />

simbolismo ruso lo empujaron a buscar en la música la interpretación<br />

de conceptos filosóficos y místicos superiores. Después<br />

de 1908, se dedicó de manera casi obsesiva y exclusiva a<br />

la exploración de las posibilidades de su “acorde místico”. Lo<br />

utilizó en su obra más conocida Prometeo: el poema del fuego.<br />

La elección del héroe, que roba el fuego de los dioses, no fue<br />

accidental para Scriabin porque para él el fuego significaba la<br />

energía del Universo, el mayor principio creativo.<br />

Scriabin tenía un extraño don de la sinestesia que le permitía<br />

asociar sonidos musicales con colores. De este modo,<br />

afirmaba que, por ejemplo, la tonalidad de Fa mayor tiene<br />

el color rojo oscuro, la de Re mayor es de color dorado y la<br />

de Fa sostenido mayor es azul. De acuerdo con este sistema<br />

de luz y sonido, los principales colores del Prometeo fueron<br />

de la gama azul-violeta que coinciden con los colores de las<br />

destacadas obras del Siglo de Plata: el cuadro Demonio del<br />

pintor ruso Mikhail Vrubel y el poema Desconocida del<br />

poeta Aleksander Blok. Además de aumentar la cantidad<br />

de integrantes de la orquesta, el uso de las campanas y el<br />

coro. Prometeo fue compuesto para el clavier a lumieres, un<br />

instrumento de teclado cuya función se basaba en producir<br />

luces de colores combinados con los sonidos. Desafortunadamente<br />

este instrumento existió solamente en teoría, nadie<br />

pudo realizar la idea del compositor exactamente. La primera<br />

interpretación de Prometeo, con la proyección de luces, tuvo<br />

lugar en Nueva York en 1915. Con el desarrollo técnico, varias<br />

orquestas experimentaron con la producción de esta obra.<br />

En los últimos años de su vida Scriabin estuvo inmerso en el<br />

trabajo de su más ambicioso proyecto llamado Mysterium.<br />

La ejecución de esta grandiosa obra estaba planificada para<br />

la India. Un templo cosmopolita tenía que ser construido con<br />

la forma de un semicírculo que acogería 2000 personas sin<br />

ninguna distinción entre la audiencia y los intérpretes. Amaneceres<br />

y puestas de sol iban a ser incorporados en la obra y<br />

enormes campanas tenían que estar “suspendidas de las nubes<br />

sobre el Himalaya” en la imaginación del compositor.<br />

Lamentablemente la muerte prematura de Scriabin, el 27 de<br />

abril de 1915 a la edad de 43 años, dejó sin realización todos<br />

sus planes creativos: una erupción en su labio se infectó y la<br />

infección se expandió por todo su cuerpo. Su tumba se encuentra<br />

en el Cementerio Novodevichi de Moscú<br />

RECOMENDADOS<br />

RECOMENDADO DE NOTA PRINCIPAL<br />

Vladimir Ashkenazy, Scriabin. Sinfonías completas<br />

Dentro de los últimos 25 años, el mundo occidental<br />

se ha vuelto lentamente hacia Alexander Scriabin. Tal<br />

vez a causa de la curiosidad o al incremento de la tolerancia,<br />

los intérpretes y el público parecen ansiosos<br />

de sumergirse en la música de Scriabin y explorar los<br />

temas originales, robustos y excéntricos que alimentaron<br />

su obra. Las tres sinfonías y el Concierto para<br />

piano, que se ofrecen bajo el liderazgo de Vladimir<br />

Ashkenazy, interpretadas por la Deutsches Symphonie<br />

Orchester de Berlín, son brillantes, deslumbrantes<br />

lecturas de la obra del compositor. Ashkenazy captura<br />

a Scriabin en toda su furia y pasión y conduce a los<br />

músicos a las más elevadas alturas de interpretación.<br />

NOVEDAD<br />

Joshua Bell, Bach<br />

El violinista Joshua Bell es uno de los violinistas más<br />

aclamados de la actualidad, conocido por su interpretación<br />

inteligente, elegante y expresiva. A lo largo<br />

de las últimas tres décadas ha grabado más de cuarenta<br />

álbumes que incluyen gran parte del repertorio<br />

para violín. Sony Classical ha grabado recientemente<br />

a Bell interpretando obras maestras de J. S. Bach<br />

junto a The Academy of St. Martin in the Fields. En la<br />

tercera temporada como director musical, Bell interpreta<br />

los sublimes Conciertos N°1 y N°2 para violín,<br />

junto a “Chacona” de la “Partita N°2” y la universalmente<br />

admirada “Aria para la cuerda de Sol”.<br />

PARA ARMAR SU COLECCIÓN DE MÚSICA CLÁSICA<br />

Carl Orff, Carmina Burana/Simon Rattle (DVD)<br />

Carmina Burana es una cantata escénica del siglo<br />

XX compuesta por Carl Orff entre 1935 y 1936, utilizando<br />

como texto poemas medievales. Se trata de<br />

una colección de cantos goliardos de los siglos XII y<br />

XIII reunidos en un manuscrito encontrado en Benediktbeuern<br />

(Alemania) en el siglo XIX. La cantata se<br />

estrenó el 8 de junio de 1937. La obra se compone<br />

principalmente de versos en latín aunque cuenta con<br />

fragmentos en alemán y provenzal antiguo. Su fragmento<br />

más conocido es el O Fortuna, que constituye<br />

la primera parte del preludio y que se repite al final<br />

de la obra.<br />

LIBRO RECOMENDADO<br />

Carlos Prieto, Dmitri Shostakóvich. Genio y drama<br />

Dmitri Shostakóvich ha sido una presencia permanente<br />

en la carrera de Carlos Prieto como violonchelista.<br />

En este libro, el músico mexicano hace un relato<br />

único de uno de los compositores más enigmáticos<br />

del siglo XX, retratando las agitadas épocas en que<br />

vivió. La obra, además de un texto introductorio a<br />

cargo de Jorge Volpi y de una serie de apéndices que<br />

dan cuenta de la obra completa del compositor, incluye<br />

un link para que el lector descargue dos obras<br />

de Shostakóvich, interpretadas por Carlos Prieto.<br />

55


Semblanza<br />

uno<br />

Artaud,<br />

la bandera<br />

CALCINADA<br />

Poeta, dramaturgo, ensayista,<br />

novelista, director escénico, actor<br />

y maldito<br />

56<br />

POR Nancy Giampaolo<br />

Nació en Marsella, Francia, el 4 de<br />

septiembre de 1896 y lo llamaron Antoine<br />

Marie Joseph Artaud. Poeta,<br />

dramaturgo, escritor, guionista, director<br />

de teatro y actor, se consolidó, después<br />

de su muerte en marzo de 1948, como<br />

un favorito del público joven. “El grito<br />

de Artaud –dijo André Breton– parte<br />

de las cavernas del ser. Para siempre<br />

la juventud reconocerá como suya esa<br />

bandera calcinada”.<br />

Fue adicto al opio y escribió a favor y<br />

en contra de las drogas. Se peleó con<br />

otros artistas de su tiempo, fue pobre al<br />

punto de no tener para comer y escribió<br />

infinidad de páginas. Se metió de lleno<br />

en las experiencias con alucinógenos<br />

junto a los Tarahumaras<br />

de Méjico,<br />

país al que viajó “casi sin dinero y decidido<br />

a todos los riesgos para cambiar<br />

de vida”, al cumplir los 50 años. Diagnosticado<br />

de esquizofrenia, adicto y<br />

compulsivo, pasó largos periodos en clínicas<br />

para enfermos mentales, pero es<br />

tomado como una importante influencia<br />

para pensadores de su país, como Deleuze<br />

y Guattaridre. Breton también<br />

reflexionó en ese sentido durante<br />

una entrevista que le hicieron en 1959:<br />

“La enfermedad de Artaud no fue de<br />

aquellas que entrañan, en un sentido<br />

psiquiátrico, un déficit intelectual. Es<br />

un error demasiado expandido<br />

creer que en semejante caso<br />

la ideación está comprometida a fondo y<br />

que todos los territorios que dependen<br />

de ella están alterados. Nada es tan simple.<br />

En cuanto a Artaud, hay grandes<br />

extravíos de juicio acerca de los fines<br />

últimos, extremas violencias espumando<br />

en un total desenfreno verbal, manifestando<br />

una tensión interna de la especie<br />

más punzante ante la cual nada impedirá<br />

que nosotros seamos estremecidos<br />

durante mucho tiempo. En el estado<br />

actual de nuestros conocimientos, demasiado<br />

ambicioso sería querer explicar<br />

por qué efecto de conjuración “en espejo”,<br />

Artaud, poco antes de morir, ha<br />

podido realizar la obra hiper lúcida, la


obra maestra indiscutible que es su Van<br />

Gogh le suicidé de la société (Van Gogh<br />

el suicidado de la sociedad)”.<br />

Artaud se metió con la mayoría de los<br />

géneros literarios, utilizándolos como<br />

caminos hacia un arte absoluto y “total”.<br />

Inventó El teatro de la crueldad y trabajó<br />

en 22 películas, durante los años<br />

20 y 30, entre las que reluce La pasión<br />

de Juana de Arco de Carl Theodor<br />

Dreyer. Su obra se conoce en el ámbito<br />

académico al tiempo que interpela<br />

lo popular. Lo reivindicaron músicos<br />

de la vanguardia estadounidense de la<br />

postguerra como John Cage y nuestro<br />

Luis Alberto Spinetta le puso su<br />

nombre a uno de sus mejores discos.<br />

“Yo reclamo películas<br />

espeluznantes”<br />

Como con tantas otras cosas, el vínculo<br />

de Artaud con el cine es frecuentemente<br />

contradictorio. Como actor,<br />

Napoleón, de Abel Gance es otro<br />

de sus hitos, pero nunca tuvo papeles<br />

realmente importantes, ni premios, ni<br />

alfombras rojas, ni fans. Como teórico<br />

planteó nuevos problemas, pergeñó<br />

varias teorías divergentes y se animó a<br />

anticipar el futuro. “El cine reclama los<br />

temas excesivos y la psicología minuciosa<br />

–escribió–. Exige la rapidez, pero sobre<br />

todo, la repetición, la insistencia, la<br />

vuelta sobre lo mismo. El alma humana<br />

desde todos sus aspectos”. Comparándolo<br />

con el teatro, acentuó su vocación<br />

surrealista: “Si el cine no está hecho<br />

para traducir sueños o todo lo que en<br />

la vigilia se emparenta a los sueños, no<br />

existe. Nada le diferencia del teatro”.<br />

Y miró hacia adelante sin sentirse subyugado<br />

por la técnica: “…en un futuro<br />

próximo se llegará al cine en relieve, y<br />

aún en colores. Pero éstos no pasan de<br />

ser medios accesorios que no pueden<br />

añadir gran cosa a los que es el sustrato<br />

más específico del cine, que hace de él<br />

un lenguaje, al mismo nivel que la música,<br />

la pintura o la poesía”.<br />

Cuando René Clair le preguntó:<br />

“¿Qué tipo de películas te gustan?”, respondió:<br />

“Me encanta el cine. Me gustan<br />

todo tipo de películas. Pero todavía hay<br />

que crear todo tipo de películas. Creo<br />

que el cine puede ser un cierto tipo de<br />

cine: aquel en el que se han utilizado todos<br />

los medios sensuales de las películas<br />

de acción.” Y cuando Clair le preguntó<br />

sobre el tipo de películas que le gustaría<br />

crear, dijo: “Yo reclamo películas espeluznantes,<br />

películas poéticas, filosóficas,<br />

psicológicas”. En 1933, acusó en una<br />

columna periodística: “El mundo del<br />

cine es un mundo muerto, ilusorio. El<br />

mundo del cine es un mundo cerrado,<br />

sin relación con la vida”.<br />

Uno de sus planes cinematográficos<br />

fue la adaptación de El mayorazgo de<br />

Ballantrae de R. L. Stevenson. Promocionó<br />

el proyecto como “un aporte<br />

personal” con “un relieve especial sobre<br />

el espíritu de ciertas escenas” de las<br />

escritas por el escocés y no tuvo éxito.<br />

Aunque sus sinopsis y propuestas estéticas<br />

espantaran a los eventuales productores<br />

por raras y alocadas, la relación de<br />

Artaud con la cultura popular no empieza<br />

en la reivindicación post mortem que<br />

pudieron hacer de él el rock o el video<br />

arte. Al menos como espectador, Artaud<br />

elogiaba el trabajo de autores muy lejanos<br />

a la alta cultura como los hermanos<br />

Marx, cuya ópera prima, Animal<br />

Crackers, juzgó como “extraordinaria” e<br />

indiscutiblemente surrealista.<br />

En lo concerniente a la dirección, el<br />

guión y la producción de películas, las<br />

cosas nunca dejaron de ser complicadas<br />

para Artaud y el saldo más concreto se<br />

llama La coquille et le clergyman. Es la<br />

única película escrita por él que llegó<br />

a filmarse, pero que no pudo dirigir,<br />

recayendo la responsabilidad en Germanine<br />

Dulac, una directora también<br />

francesa y tachada de feminista. El estreno,<br />

en 1928 (un año antes del de Un<br />

perro andaluz (de Luis Buñuel y Salvador<br />

Dalí) fue escandaloso, como<br />

se acostumbrara entre los surrealistas.<br />

Los incidentes fueron originados por<br />

Artaud, que al mediar la proyección,<br />

fue expulsado de la sala por insultar a<br />

los gritos. Después de ver ese film, dio<br />

un volantazo en sus opiniones, avaló lo<br />

hecho por Dulac y acusó a Buñuel de<br />

plagio<br />

<strong>57</strong><br />

Artaud interpretando a Marat en una escena de Napoleón, de Abel Gance (1927)


58<br />

Semblanza<br />

dos


El<br />

mago<br />

Luego de 23 años de<br />

ausencia, ALEJANDRO JODOROWSKY, el gurú<br />

chileno, deja por un rato los cómics, el Twitter,<br />

la psicomagia y el tarot para regresar al cine con<br />

La danza de la realidad<br />

POR Esteban Ulrich<br />

Érase una vez los años 70 en Nueva York. Cuenta la leyenda<br />

que cuando John Lennon fue a ver El topo junto a Yoko<br />

Ono, al salir de la función de trasnoche quedó tan impresionado<br />

que le pidió a Allen Klein, su mánager en Apple en<br />

aquel momento, que comprara los derechos de la película<br />

de un ignoto Alejandro Jodorowsky. Fundador de esta<br />

manera de ese mítico circuito nocturno de cine de culto neoyorkino,<br />

el film se mantuvo en cartel durante un largo tiempo,<br />

permitiendo que otros famosos de la época pasaran por<br />

la proyección del western spaghetti metafísico inclasificable,<br />

Andy Warhol y Dennis Hopper, quien a raíz de esto lo<br />

llamó para editar su película de 1971, The Last Movie, entre<br />

otros. El mismo Klein luego aportaría el dinero y produciría<br />

La montaña mágica, su siguiente película.<br />

Alejandro Jodorowsky nació en Iquique, Chile, el 7 de febrero<br />

de 1929, en el seno de una familia de origen ucraniano<br />

y judío que huyó hacia Chile de los progroms del Imperio<br />

ruso. Fue un niño prodigio, a los cuatro dicen que su primera<br />

palabra fue “ojo”, que ya leía y que a los nueve ya había<br />

devorado todas las novelas de aventuras de la biblioteca<br />

municipal. A los diecinueve años descubre a Franz Kafka y<br />

a Fiodor Dostoievski.<br />

Su padre, un hombre ríspido y al que nunca logró amar,<br />

le hizo pasar una infancia dura. A pesar de que lo quería<br />

estudiando medicina, el joven Alejandro tenía otros planes,<br />

y luego de pasar por la Universidad de Santiago, de crear un<br />

teatro de marionetas y de trabajar como payaso de circo, en<br />

1953 viaja a París, para estudiar mimo con Marcel Marceau.<br />

Según él mismo la ultrafamosa mímica de la pared<br />

invisible, que hemos hecho todos alguna vez, la imaginó<br />

él para el maestro y se llamaba La jaula. “Fui a parís para<br />

hacer tres cosas. Tenía 23 años y quería trabajar con Marcel<br />

Marceau porque amaba el mimo, quería también estudiar<br />

con los filósofos en la Sorbona, y también porque quería<br />

sumarme al movimiento surrealista de André Breton.<br />

Hice las tres cosas. Trabajé con Marceau durante varios años,<br />

escribí pantomimas para él –la mejor que escribí se llamó La<br />

jaula (sí, las de las manos que se encuentran con una pared<br />

invisible). Luego estuve dos años con Breton durante los<br />

últimos momentos del grupo surrealista y estudié filosofía en<br />

la Sorbona. Después hice lo que quise, comencé a hacer mi<br />

propia vida”. 1<br />

Luego de trabajar con la puesta en escena de un espectáculo<br />

de Maurice Chevalier y de realizar su primer cortometraje,<br />

La corbata (19<strong>57</strong>), en donde filma una pantomima,<br />

Jodorowsky crea en 1962 el grupo Pánico junto a Roland<br />

Topor y Fernando Arrabal, un poco en reacción al movimiento<br />

surrealista, y en ese marco comienza un ida y vuelta<br />

entre México y Francia, haciendo teatro alternativo, creando<br />

el cómic Fábulas Pánicas y llegando así, en el país de Zapata,<br />

a su primer largometraje, una historia de amor surrealista<br />

titulada Fando y Lis (1968), basada en una obra teatral de<br />

59


Arrabal, que luego de su estreno en el festival de Acapulco<br />

causó un escándalo tan grande en la sociedad mexicana que a<br />

pesar de haber sido defendida por Roman Polanski, quien<br />

se encontraba allí, no pudieron evitar que fuera bajada de<br />

cartel. En el país centroamericano también filmaría enseguida<br />

El topo (1970) y La montaña sagrada (1973), esta última<br />

con financiación y distribución del antes mencionado Allen<br />

Klein, con quien se pelearía luego a muerte. En 1975 regresa<br />

a Francia para encarar un ambicioso proyecto que quedaría<br />

trunco, casi a esta altura una película maldita como las<br />

hay varias en la historia del cine: Duna. La misma que años<br />

más tarde terminaría realizando un tal David Lynch para<br />

producir uno de los mayores fracasos económicos que viera<br />

el séptimo arte. La versión de Jodorowsky incluía la participación<br />

de Orson Welles, Salvador Dalí y Pink Floyd<br />

en la banda de sonido, y a talentosos dibujantes como H. R.<br />

Giger (quién luego haría el arte de Alien), Dan O’Bannon<br />

y Jean “Moebius” Giraud. De este proyecto sólo quedaron<br />

los materiales de preproducción, más que nada dibujos, que<br />

no hace mucho fueron motivo de una muestra de arte en<br />

Europa y de un documental. Aquí comienza la etapa “oscura”,<br />

si se quiere, de Alejandro, o más bien “oculta”, en la que<br />

comienza a retrotraerse a su mundo de dibujos, happenings y<br />

artes ocultas como el tarot.<br />

De todas formas, otros tres films verán la luz: Tusk (1980),<br />

la película de horror alucinado Santa Sangre (1989) y la<br />

superproducción obviamente fallida de El ladrón del Arcoiris<br />

(1990), con Omar Sharif y Peter O’Toole. Durante<br />

estos años, en paralelo escribirá una serie de novelas gráficas<br />

de ciencia ficción a su estilo, entre las que se destacan The<br />

Adventures of John Difool y El Incal (1981-1989), que<br />

para muchos puede ser considerada la mejor novela gráfica<br />

jamás realizada. En este sentido, otras de sus obras fueron<br />

Technopriests y Metabarons y en cuanto a sus novelas,<br />

que debieron esperar a los años noventa para ver la luz en<br />

castellano se cuentan: El loro de siete lenguas (1991), Las<br />

ansias carnívoras de la nada (1995), Donde mejor canta un<br />

pájaro (1992), El niño del jueves negro (1999) y Albina y los<br />

hombres-perro (1999). También publicó libros sobre sus búsquedas<br />

espirituales, que lo llevaron a desarrollar un sistema<br />

llamado psicomagia o psicochamanismo, para los que toma<br />

de manera caprichosa cosas tanto de la alquimia como del<br />

tarot, el budismo zen y el chamanismo. Cuando le preguntan<br />

sobre su consultoría psicomágica, el gurú contesta: “Tú haces<br />

psicoanálisis y te das cuenta de que estás enamorado de tu<br />

padre y quieres hacer el amor con él. Ese es tu problema. Así<br />

el psicoanálisis te dice que tienes un complejo de Electra y<br />

tú dices, “¿y ahora qué hago?”... Con el psicoanálisis hablas,<br />

pero ¿qué haces?, ¿sublimas?, ¿haces arte? No hay una<br />

verdadera solución. La psicomagia te da una solución, te<br />

propone realizar tu deseo de una manera metafórica. Haces<br />

el amor con tu padre, tienes un hijo con él, pero es un sueño.<br />

Lo haces. Sin juzgarte. ¿Quieres matar a alguien? OK. Matas<br />

a la persona, pero metafóricamente”.<br />

Jodorowsky es un ser alado, una suerte de hada madrina<br />

con barba y surrealista. Actor, director, escritor, dibujante,<br />

gurú, tarotista y psicodramista. Tal vez su obra más grande<br />

es su propia vida. Una vida de saltimbanqui metafísico hecha<br />

a golpes de arte, con la conciencia de un Buda y la alegría<br />

de un niño. Hoy, en los albores del siglo XXI lanza desde<br />

su cuenta de Twitter, máximas para la autorrealización, o al<br />

menos pequeñas píldoras poéticas lanzadas a la mar virtual<br />

6o


para que cada uno haga de ellas lo que quiera. Y veintitrés<br />

años más tarde, con casi todos sus films reeditados y remasterizados<br />

por él mismo en bellas ediciones de DVD,<br />

su leyenda comienza a tomar vuelo de nuevo. Desde que<br />

Marilyn Manson lo llamó para que oficiara de padre de<br />

ceremonia en su casamiento-performance con Dita Von<br />

Teese, Alejandro volvió a estar de moda. Su nombre cae<br />

bien cuando es lanzado en cualquier conversación que se<br />

pretenda “artística”, bandas trendy lo citan, MGMT, en el<br />

video de Time To Pretend, haciendo referencia a La montaña<br />

sagrada, Santigold en el de LES Artistes, también los Mars<br />

Volta, e incluso Kasabian. Y ahora, luego de varios amagues,<br />

regresa a la pantalla grande en nuestro país con La danza de<br />

la realidad (2012), un film autobiográfico con el que vuelve<br />

a su Chile natal para saldar cuentas con su padre y su pasado<br />

siempre fiel a su estilo: “El cine es una industria comercial.<br />

Hoy una película es valorada si hace mucho dinero. Yo<br />

declaro que quiero hacer una película que pierda dinero.<br />

¡En serio! ¡Quiero perder dinero! ¿Por qué? Porque no es la<br />

finalidad del arte hacer dinero. Hoy haces arte conceptual.<br />

Tratas de sorprender al público, pero no estás diciendo nada<br />

profundo sobre el alma humana. ¡Nada! Yo siempre pensé<br />

que el arte es una forma de sacrificio”.<br />

A los 82 años la mirada de Alejandro está más viva que nunca,<br />

seguramente también gracias a su mujer, una artista de<br />

37 años, Pascale Montandon, pero también a un espíritu<br />

que ve lo que otros, más jóvenes que él, no pueden: “[El<br />

Twitter es] una forma de expresión artística. Porque en él no<br />

hablo sobre mí. La expresión es limitada y sus mensajes se<br />

han transformado en los haikus de nuestro siglo. Lo uso para<br />

compartir ideas poéticas, filosóficas. Me parece que ayudo,<br />

respondo preguntas. Doy consejos, cosas así. Cuando comencé,<br />

la gente se reía de mí porque decían que era sólo para<br />

idiotas que escriben sobre lo que comen, sobre lo que hacen.<br />

Es una herramienta para políticos, celebridades, atletas, para<br />

hacer poemas e incluso filosofía. Me trataban de loco. Yo<br />

dije: ¡no! Es un arte. Haré un arte de él y lo hice”.<br />

Porque siempre hubo en su forma de hacer arte una misma<br />

intención libertaria: “El film es para ti lo que tú quieras<br />

que sea... Si eres chato el film será chato, si eres profundo<br />

el film será profundo”. Como muestra vaya esta respuesta<br />

cuando habla sobre cine puro, sobre la puesta en escena y<br />

sobre todo la famosa decisión de dónde poner la cámara, que<br />

supuestamente hace a todo director de cine: “Cuando hay<br />

un accidente, la cámara lo filma desde el punto de vista que<br />

puede, y es siempre correcto porque un accidente es algo<br />

terrible. Yo digo: construyamos un accidente y filmémoslo,<br />

no importa tanto desde dónde, estará bien. Lo importante no<br />

es la cámara. El estudiante de cine, el joven de hoy a la hora<br />

de hacer un film, comienza pensando sobre dónde pondrá la<br />

cámara, cómo la moverá, porque no tiene nada que decir. El<br />

único mundo que tiene se encuentra en otras películas. No<br />

está alimentado, no está lleno. Para mí, la manera de hacer<br />

una película es controlar el accidente. El contenido. Uno no<br />

piensa en la manera en que lo filma. Y otra cosa: yo no muevo<br />

la cámara, muevo a los actores. Nunca muevo la cámara<br />

para mostrar algo. La cámara no existe”<br />

1. Extractos de una entrevista realizada en 2012 por Margaret Barton-Fumo.<br />

61


Werner Herzog y Klaus Kinski en el set de Cobra Verde (1987)<br />

Reseña<br />

62<br />

Herzog:<br />

se hace camino al andar<br />

La editorial Entropía acaba de editar un cuaderno de viaje que el gran director cinematográfico<br />

escribió en 1974<br />

POR Christian Kupchik<br />

Entre los muchísimos méritos que acumula el cineasta<br />

alemán Werner Herzog, hay uno que resulta incontrastable:<br />

ha agotado varias vidas sin, por fortuna, dar por<br />

terminada la presente. Nos remitimos a las pruebas. A<br />

saber, ha filmado con enanos y actores bajo hipnosis; convirtió<br />

en estrella a Bruno S., un muchacho hasta entonces<br />

encerrado en su autismo; tomó como escenarios para sus<br />

obras la Antártida y Siberia, el desierto de Australia Central<br />

y el Amazonas (donde se animó a subir un barco por<br />

una montaña), incluso las cuevas prehistóricas de Chauvet.<br />

Por si fuera poco, viene resistiendo relativamente bien a<br />

Hollywood y ha conseguido sobrevivir a su actor fetiche,


Klaus Kinsky, a quien lo unía una irreparable relación<br />

de amor-odio (en verdad, más odio que amor).<br />

Herzog parece estar siempre un paso más allá de todo, de<br />

cualquier límite, de cualquier frontera, incluida la muerte.<br />

La primera señal que dejó de ello fue un breve diario de<br />

viaje o cuaderno de apuntes que escribió antes de llegar<br />

a la treintena. En noviembre de 1974 el alemán recibió la<br />

llamada de un amigo de París que le comunicaba que Lotte<br />

Eisner, una institución del cine alemán (la primera<br />

difusora del expresionismo), además de mentora y amiga<br />

personal de Herzog, estaba al borde de la muerte. La respuesta<br />

no se hizo esperar: el director tomó una campera,<br />

una brújula y un bolso con lo estrictamente necesario y<br />

salió a la carretera para unir los casi mil kilómetros que<br />

separan a Munich de París. Pero le añadió a su travesía<br />

un sentido místico: cubriría la distancia a pie y durante el<br />

tiempo que demandara el camino él tenía la certeza que su<br />

amiga se mantendría con vida.<br />

Era pleno invierno y el conjuro suponía un duro esfuerzo,<br />

además, en virtud del clima. La experiencia iba siendo<br />

documentada por Herzog en un pequeño cuaderno que<br />

accedió a editar por primera vez en 1978 bajo el título<br />

de Del caminar sobre hielo (Entropía, 2015). Se trata en<br />

verdad de un relato formidable, con una escritura bella y<br />

poética, lleno de agudas observaciones y reflexiones que<br />

exceden lo subjetivo y la anécdota personal. Habla en<br />

realidad de lo que la marcha ofrece, cómo potencia las<br />

capacidades de ver y pensar. Habla de lo que significa el<br />

sentido de las pruebas que muchas veces se autoimponen<br />

los hombres y la forma de superarlas. El periplo no fue<br />

fácil: debió enfrentar el frío, el viento, la tempestad violenta,<br />

las nubes bajas, la lluvia, el agua que chorrea, el granizo<br />

menudo y duro y la nieve ardiendo plena en el rostro,<br />

exponer el cuerpo al dolor, el agotamiento y, en ocasiones,<br />

la tentación de volver atrás, de rendirse, de interrumpirlo<br />

todo, de abandonar una convicción puesta en marcha por<br />

un sueño insensato y cambiar los lechos de heno en un<br />

granero por la seguridad de una cama cálida. No obstante,<br />

Herzog siguió adelante, a pesar de los peligros latentes y la<br />

inseguridad propia.<br />

Y no lo hizo únicamente por esa fidelidad que sentía por<br />

su vieja amiga. El paisaje comenzó a hablarle, lo invitó a la<br />

reflexión. Las impresiones nacidas de esta marcha larga y<br />

peligrosa son exquisitas, en la medida que exaltan la cantidad<br />

y variedad de ideas que sorprenden al caminante, estímulos<br />

imposibles de asimilar para el sedentario. Al caminar<br />

se redescubren formas y volúmenes invisibles, el olor<br />

de los campos resulta algo poderoso y nuevo a los sentidos.<br />

Surgen sonidos imposibles, el aire se llena de silbidos. El<br />

Herzog durante el rodaje del documental Grizzly Man (2005)<br />

caminante redescubre en soledad la infinita capacidad del<br />

silencio. Herzog confiesa volver a sentirse vivo hundido<br />

en lo profundo de un bosque tenebroso, donde el silencio<br />

sepulcral sólo era interrumpido por una ráfaga de viento.<br />

Se pregunta por los beneficios de la soledad y la respuesta<br />

se abre a intuiciones dramáticas del futuro. Los instantes<br />

de armonía perfecta, de euforia con él mismo, donde<br />

comprueba que el aire es de una pureza y de una frescura<br />

perfecta, ponen al lector también en camino.<br />

En este diario de viaje el paso de lo real a lo imaginario se<br />

sucede sin continuidad. Quizá sirva como clave para observar<br />

allí varias de las vidas que Herzog sigue agotando. Por<br />

momentos lo asalta una sed tan poderosa que siente sólo<br />

puede entregarse a ella: la sed por recorrer. El hombre<br />

que camina es soberano, irreductible, libre y, al mismo<br />

tiempo, frágil, anacrónico, mecánicamente imperfecto, físicamente<br />

hundido. Volátil, se vuelve inútil, pues comienza<br />

a ser<br />

Del caminar sobre hielo,<br />

de Werner Herzog.<br />

Entropía, 2014<br />

63


Entrevista<br />

cinco<br />

64<br />

“SOY<br />

un vago”<br />

MARTÍN PIROYANSKY estrenó Voley, su nuevo emprendimiento donde cumplió<br />

sus tres funciones: guionista, actor y director<br />

POR Silvana Moreno


“Lucho contra un vago que tengo adentro. En el fondo, soy<br />

muy vago. Siento que conviven en mí alguien muy trabajador<br />

y un vago total”. Pero martín Piroyansky no tiene nada de<br />

vago. Tiene 29 años y trabaja como actor desde muy chico<br />

(empezó en televisión, participando en Magazine for fai, hace<br />

veinte años, y es cara conocida en el cine, con películas como<br />

XXY, La araña vampiro y Vino para robar). También es muy<br />

prolífico como guionista y director independiente. Con o sin<br />

presupuesto, suele arreglárselas para hacer trabajos brillantes<br />

como la película Abril en Nueva York y las series Web Tiempo<br />

libre y el film animado Bar San Miguel (disponibles en martinpiro.com).<br />

Todos los sábados interpreta a un pelilargo extremo en la obra<br />

teatral Lunes cerrado y acaba de estrenar el film Voley, una<br />

comedia que por momentos se vuelve drama (enredos amorosos<br />

entre un grupo de veinteañeros que se van a pasar Año<br />

Nuevo al Tigre).<br />

Voley es una película muy Piroyansky (donde él es actor,<br />

director y guionista). Con temperatura veinteañera, tiene el<br />

sello de la frescura pero también el de la planificación más<br />

prolija (en diálogos, música, trama). Hay cruces inesperados<br />

de estéticas que pueden llevar a la carcajada en situaciones<br />

dramáticas.<br />

Con todos estos antecedentes, cuesta creerle lo de la vagancia,<br />

pero el cineasta/ actor/ guionista/ dibujante insiste: “Es<br />

que es eso lo que me hace hacer muchas cosas, el no querer<br />

ser un vago”.<br />

–Una buena táctica… Lo que más me satisface de todo es<br />

la concreción, el producto terminado. Ese momento donde<br />

termino algo me hace muy feliz. Entonces, me la paso creando<br />

algo nuevo para eventualmente terminarlo y ser muy feliz.<br />

Es muy desesperante cuando no termino algo. Quizás es un<br />

trastorno obsesivo-compulsivo, no sé. Le pongo mucho trabajo<br />

a las cosas y me busco muchos aliados que de alguna manera<br />

me hacen “endeudarme” y me obligan a terminar las cosas,<br />

justamente porque trabajaron conmigo. Me genero trampas<br />

para asegurarme eso. Si me pongo la meta de escribir una película,<br />

sólo sé que puedo tardar un montón de tiempo, pero si<br />

involucro a otros empieza a pasar otra cosa y tengo una fecha<br />

de cierre. Todo me sirve.<br />

–Voley es la primera película que escribe y dirige y se<br />

estrenó a lo grande... Sí. Ya tenía la experiencia de Abril<br />

en Nueva York, pero fue más como un experimento independiente<br />

que se estrenó y de repente tomó un lugar inesperado.<br />

Pero Voley es una película más clásica, otro tipo de cine, más<br />

organizado, con presupuesto, ensayo y un guión escrito antes<br />

de filmar.<br />

–Aunque también estuvo en casi todo... Sí, igual coescribí<br />

el guión con dos chicos más, con Ignacio Sánchez Mestre<br />

[el director y autor de la obra Lunes cerrado] y Rodrigo<br />

Moraes [co-autor de Tiempo libre].<br />

–¿Cómo llegó a producirla Patagonik? Presenté el guión<br />

en la productora, una de las más grandes que hay acá, porque<br />

desde hace diez años conozco, del medio, a Juan Vera, productor<br />

que lleva los proyectos en Patagonik. Había tenido una<br />

reunión con él cuando no había terminado de editar mi primer<br />

corto. O sea, yo había filmado un corto, se me había ocurrido<br />

dirigir, tuve una reunión con él y él me trató como a un<br />

director; me dijo: “Bueno, cuando tengas el corto, traémelo”.<br />

Y no se lo llevé. Después hice otro corto, No me ama, y tampoco<br />

se lo llevé. Pasaron los años y, no sé, yo no me la creí, la<br />

verdad. Tuve muchas reuniones en mi vida, y muy pocas son<br />

serias, siempre te dicen “dale” y qué sé yo… Pero él me lo<br />

estaba diciendo en serio. Entonces, una vez que tuve el guión<br />

de Voley se lo llevé y me dijo: “Bueno, dale, hagámosla”, así,<br />

sin mucha duda. Fue espectacular. Y hasta me dejó armar el<br />

elenco y el equipo técnico. Yo pensaba que los productores<br />

tomaban muchas decisiones por uno, pero acá no fue así,<br />

siempre me trataron muy bien y me dieron mucha libertad,<br />

como para que yo también trabajara con la gente con la que<br />

estuviera cómodo. Todo forma parte del combo: el equipo, el<br />

elenco… Y se armó la peli.<br />

–¿Toda la gente que elegió ya venía trabajando con<br />

usted? En cuanto a los técnicos, yo, como actor, siempre fui<br />

tomando nota en cada rodaje: “Bueno, me gusta éste que<br />

hace esto, me gusta aquel…” Y ahora finalmente pude convocarlos<br />

y estuvo buenísimo. Del elenco, en realidad, yo conocía<br />

cercanamente a Inés Efrón y a Violeta Urtizberea. Los<br />

demás (Chino Darín, Vera Spinetta y Justina Bustos)<br />

aparecieron por casting, y terminamos armando un grupo de<br />

amigos; nos juntamos a comer una vez al mes.<br />

-¿Qué es lo mejor que le encuentra a las tareas de guionista,<br />

director y actor? ¿Hay alguna que prefiera sobre<br />

las demás? Ser guionista es lo que más me cuesta de todo.<br />

Me gusta, pero lo disfruto y lo sufro a la vez. Dirigir es placer<br />

puro, obviamente es difícil pero lo disfruto mucho. Y actuar<br />

es para mí el terreno más conocido. Pero la novedad es la<br />

dirección, ahí es donde pongo toda la fuerza.<br />

–¿Cómo es su proceso de escritura? Solía tener un<br />

cuadernito y anotar todo, pero ahora el iPhone mató a los<br />

cuadernitos, entonces anoto las ideas en el teléfono. Tengo<br />

épocas donde anoto muchas cosas, épocas donde estoy en<br />

blanco; y otras, donde estoy expectante y veo cosas… Y eventualmente<br />

hay ideas que resisten el paso del tiempo y esas son<br />

las ideas que finalmente decido desarrollar y trabajar. Se me<br />

pueden ocurrir cosas y después me despierto al día siguiente<br />

y digo: “Mmm qué innecesaria idea”. Pero cuando una idea<br />

sobrevive, y se la sigue pensando y sigue interesando, creo<br />

que ahí hay algo interesante de verdad.<br />

-¿Cómo fue el sistema de trabajo entre los tres guionistas<br />

de Voley? Para mí lo más importante es la disciplina, que<br />

significa juntarnos a escribir diariamente, tres horas por día.<br />

Igual, el primer borrador lo escribí hace como cinco o seis<br />

años. La película se escribió durante el mismo año en que<br />

escribimos Tiempo libre. Con Rodrigo e Ignacio nos juntábamos<br />

todas las mañanas, durante todo el año, a escribir tanto la<br />

65


66<br />

película como la serie. Y yo necesito mucho un interlocutor,<br />

no me gusta mucho escribir solo. Necesito decir en voz alta<br />

lo que pienso, porque al decirlo en voz alta me activa algo y<br />

puedo escupir mejor las cosas. Me cuesta mucho el rebote<br />

conmigo mismo, necesito decir, necesito que sea en voz alta.<br />

Las ideas se me ocurren mucho más así que trabajando solo.<br />

–¿Y en cuanto a la tarea de director? Me fascina. Me<br />

quiero dedicar toda la vida a esto, descubrí que es lo que<br />

más me gusta, lo que más me completa. Me encanta actuar<br />

también, pero hay algo en la dirección donde me termino de<br />

apropiar, es distinto, es otra cosa. El actor es una herramienta<br />

para la visión de otra persona. Pero al dirigir estoy contando<br />

mi propio cuento como lo quiero contar. Es muy divertido, y<br />

aparte es inabarcable: una película tiene tantas capas y tantos<br />

frentes posibles que nunca se termina el trabajo, se puede<br />

pensar desde mil ángulos distintos.<br />

–¿Cuánto tiempo llevó el rodaje de la película? Cinco<br />

semanas. Fuimos al Tigre, vivíamos ahí en un hotel los días<br />

de semana y volvíamos a Buenos Aires los fines de semana.<br />

El plan fue bastante ajustado, no teníamos mucho tiempo<br />

para probar cosas, pero fue justo. En la mitad del rodaje me<br />

di cuenta de que faltaban escenas y las escribí, se pudieron<br />

hacer, por suerte, y son fundamentales para mí. Hasta son<br />

mis escenas preferidas. Me gusta estar atento a lo nuevo que<br />

pueda aparecer, me obsesiona no perderme chistes, ideas…<br />

Si uno está atento aparecen cosas que no están previstas en el<br />

guión. Sólo hay que estar abierto y escuchar qué proponen los<br />

demás, es un trabajo en equipo. Pero, bueno, eso exige cierta<br />

flexibilidad a nivel producción, es lo más complicado.<br />

–Es un poco dejarse llevar sin intentar controlar todo<br />

de antemano… Total. Eso es lo más desesperante del cine,<br />

eso de querer generar un momento de verdad y magia completamente<br />

artificial, porque se está inventando todo, se está<br />

poniendo la cámara, cortando de un plano a otro, se están<br />

haciendo un montón de cosas completamente artificiales<br />

intentando emular un momento de realidad. Eso es lo más<br />

impresionante del cine, lo más increíble, y no sólo eso, sino<br />

que cada una de esas perlas formen una narración y que uno<br />

como espectador transite distintos estados a lo largo de una<br />

película y que se trate de una progresión coherente. Es muy<br />

difícil de prever, lo importante es que todo eso esté en el<br />

guión, y leerlo mil veces hasta sentir que esa progresión existe.<br />

Igual, nunca termina funcionando como uno lo imagina.<br />

Pero, finalmente, me parece que todo se traduce en el tono<br />

de la película. Ahí es donde aparece la película, más allá de<br />

la historia que se cuenta. Uno empieza a ver una película y<br />

dice: “¡Ah! Esta película está en este tono y este es el humor<br />

que maneja y esta es la sensación que me genera”. Ese fue mi<br />

descubrimiento con Voley, cuando encontré el tono. Ahora,<br />

cuando pienso en escribir algo nuevo, mi única pregunta y mi<br />

único conflicto es cómo es el tono de la nueva película.<br />

–¿Cómo director se reconoce en un tono determinado?<br />

Creo que me interesaría investigar distintos tonos, no<br />

me cerraría en uno en particular. Voley es una comedia pero<br />

eventualmente se vuelve más oscura, se va dramatizando. No<br />

es una comedia al estilo Loco por Mary, sino una película<br />

donde la trama dramática empieza a ganarle a la comedia, y<br />

me interesa jugar a esas dos puntas.<br />

–¿Cómo se lleva con el teatro? Me copa, me re gusta, es<br />

otro terreno donde siempre fui actor, nunca dirigí. En Lunes…<br />

cada función es una carrera: salgo de la largada, tengo<br />

que hacer un circuito y tengo que ver cómo transitar eso.<br />

Cada función es una revancha, es como hacer una película<br />

en vivo, sin cortes, y entrando y saliendo de cada situación,<br />

un trabajo muy divertido para actuar, es muy mágico todo lo<br />

que va pasando, tener el público ahí y ver la respuesta. Lunes<br />

cerrado me gustó desde que la leí. Y cada vez me gusta más,<br />

le voy encontrando más cosas.<br />

–¿Por qué quiso ser actor? No fue algo que yo deseé. Se<br />

fue dando naturalmente. Simplemente me mandaron a estudiar<br />

de chiquito, me salió laburo sin que lo buscara y cuando<br />

me quise dar cuenta ya era actor. Pero sí fui en busca de la<br />

dirección y la escritura; dije: “Acá hay algo que me interesa,<br />

voy a investigar”, aunque también se fue dando muy naturalmente.<br />

–¿Cómo sigue su agenda de trabajo? En abril voy a filmar<br />

una película de Alejandro Chomski, Waterfall. Mi personaje<br />

se llama Roque Waterfall. La historia está basada en la<br />

novela Maldito seas, Roque Waterfall, de Jorge Larrondo,<br />

y trata sobre un pibe que nunca trabajó ni quiere trabajar y<br />

un documentalista checo que hace un documental sobre él.<br />

Y en mayo se estrena la película Sin hijos, de Ariel Winograd,<br />

donde hago una participación chiquitita, pero ya más<br />

que nada por cábala, porque siempre estoy en sus películas.<br />

Por eso ahora tengo el pelo platinado, porque al director se le<br />

ocurrió que mi personaje tuviera el look de Eminem


INFANTIL Y JUVENIL<br />

Sigmar presentó dos colecciones para los más chiquitos.<br />

La primera propuesta es Imantados, con cuatro entretenidos cuentos:<br />

Billy, el oso; Timo, el tigre; Marta, la mona y Pablo, el pingüino.<br />

Acompañados por fichas imantadas que invitan a participar del relato en cada página, los chicos aprenderán sobre<br />

números, formas, animales y palabras.<br />

La segunda colección se llama ¡Qué grandes!, con cuatro títulos disponibles:<br />

Animales de la granja, Animales de la selva, Insectos y Dinosaurios.<br />

Al levantar las grandes solapas de cada página se desplegarán los animales que crecen tanto que hasta salen del libro.<br />

69<br />

Tres hermosos libros Del zorro rojo que invitan a leer<br />

a grandes y chicos. El primero, El libro de las camas, es un<br />

trabajo bellísimo e inédito de la poeta Sylvia Plath con<br />

ilustraciones de Quentin Blake. La traducción estuvo a<br />

cargo de Marcial Souto. Muy recomendable.<br />

El segundo libro es de Emily Hughes y se llama Salvaje.<br />

Cuenta la historia de una niña criada en medio de la naturaleza<br />

cuyos amigos son los osos, los pájaros y los lobos.<br />

Pero un día los seres humanos la encontraron y ella quiso<br />

volver con sus verdaderos amigos, los animales.<br />

El tercero se llama Los pájaros y cuenta la historia de<br />

un día muy especial. Con bellas ilustraciones (a cargo de<br />

Albertine) y sólo el texto imprescindible (de Germano<br />

Zullo), el resultado de este trabajo es encantador.


INFANTIL Y JUVENIL<br />

Hugo y Oguh es un hermoso<br />

cuento inspirado en el clásico<br />

de Oscar Wilde, El retrato de<br />

Dorian Gray. Se trata de una fábula<br />

sobre el egoísmo y la amistad.<br />

Recluido en una torre vive<br />

Hugo Centrik, que es demasiado<br />

orgulloso, desdeñoso y pretencioso<br />

como para tener amigos.<br />

Pero un día, mientras se está admirando<br />

en el espejo, su reflejo<br />

cobra vida y sale del marco.<br />

Alfaguara infantil presentó<br />

dos libros para chicos mayores de<br />

6 años.<br />

El primero es Pulgoso y otros<br />

cuentos perros, de Ricardo Mariño<br />

e ilustraciones de Cucho<br />

Cuño. Se trata de cuatro cuentos<br />

donde los perros son los protagonistas.<br />

Divertido y disparatado.<br />

El segundo es Una cama para<br />

tres, de Yolanda Reyes con<br />

ilustraciones Ivar Da Coll donde<br />

un dragón que escupe fuego<br />

parece ser la pesadilla de Andrés…<br />

y también la de su papá.<br />

Fabián Sevilla escribió dos<br />

libros para la colección Cuentos<br />

clásicos indiscretos (Albatros).<br />

El primero es la historia de Marimonda,<br />

una bruja principiante<br />

a la que las maldades no le salen<br />

nada bien. El trabajo se llama<br />

Una bruja con mayúscula y las<br />

ilustraciones son de Dany Duel.<br />

El segundo cuento es Príncipe<br />

azul en tres sencillas lecciones y<br />

el protagonista es el Sastrecillo<br />

que debe buscar, a pedido de<br />

su padre, una muchacha para<br />

casarse y, para eso, antes deberá<br />

transformarse en un príncipe<br />

azul. Desopilante.<br />

De la colección Crecer en familia,<br />

Albatros presentó El álbum de mi<br />

mascota. Pensado para que los chicos<br />

dibujen, escriban o peguen fotos con<br />

su mejor amigo y aliado. Los paseos,<br />

las travesuras, las visitas al veterinario<br />

conforman un libro de recuerdos para<br />

divertirse.


Para los amantes de los héroes y<br />

villanos de Ultimate, Catapulta<br />

presentó The Avengers. Guía<br />

de personajes Ultimate. Más de<br />

doscientos amigos del bien, y sus<br />

archienemigos, con toda la información<br />

de sus armas de poder,<br />

su velocidad y sus batallas más<br />

increíbles.<br />

Otra aventura de Orff, el dragón<br />

más bueno del mundo, junto a<br />

su querida amiga Romm. Esta<br />

vez en Orff, una aventura en la<br />

montaña (Alfaguara infantil). Un<br />

relato de Mario Méndez que<br />

retoma las historias iniciadas en<br />

El vuelo del dragón con ilustraciones<br />

de Vladimiro Merino.<br />

Para chicos de 10 años, llega<br />

Bienvenido, Plumas, de María<br />

Fernanda Heredia, con ilustraciones<br />

de Roger Ycaza. Una<br />

novela que habla sobre los amigos,<br />

el compromiso y la familia.<br />

De la Colección Ultracalavera y<br />

para chicos mayores de 11 años,<br />

llega Siniestro viaje de estudios, de<br />

Fabián Sevilla con ilustraciones<br />

de Dany Duel. Una visita a un<br />

pueblo rural se convierte en una<br />

maldición sin escapatoria para<br />

Bruno y Martín.<br />

Por los consultorios de Paula y de José pasaron muchas familias,<br />

todas muy diferentes y, a la vez, muy parecidas entre<br />

sí. De tanto escuchar y conocer, pensaron<br />

en contar y compartir algunas<br />

de esas historias. Así nació De familia en<br />

familia (Pípala), el primer libro que<br />

escribieron juntos. Un trabajo donde<br />

varios ilustradores colaboraron y donde<br />

se puede ver la enorme<br />

diversidad de las<br />

diferentes familias.


INFANTIL Y JUVENIL<br />

La novela de Elizabeth<br />

Eulberg ¿Y si quedamos como<br />

amigos? es especial para chicas.<br />

Cuenta la historia de Macallan<br />

y Levi, amigos inseparables que<br />

un día prueban ser novios y…<br />

las cosas no salen tan bien.<br />

Hugo está preocupado, las chicas<br />

actúan de un modo extraño,<br />

Samanta le escribe SMS a Bully,<br />

unas cuantas chatean con Jan.<br />

¿Es que el amor está en el aire?<br />

Todo se devela en Hugo ¡despega!<br />

(V&R), de la saga de<br />

Sabine Zett.<br />

Salud<br />

Más de 150 recetas con su<br />

correspondiente valor nutricional<br />

reducidas en azúcar y calorías,<br />

bajas en grasas dañinas, ricas en<br />

fibras y basadas en hidratos de<br />

carbono de absorción lenta. El<br />

trabajo, de Gabriela Lima, se<br />

llama Cocina para personas con<br />

diabetes.


74<br />

Entrevista<br />

siete


Amor<br />

A LA ITALIANA<br />

El escritor italiano de novelas románticas FEDERICO MOCCIA regresó a la Argentina tres años después de<br />

su presentación en la Feria del Libro de Buenos Aires.<br />

Esta vez, vino para presentar Ese instante de felicidad, publicado por Planeta<br />

POR Pablo Bassi<br />

75<br />

Durante la entrevista, Moccia nos cuenta haber sufrido la<br />

tiranía del mercado en carne propia, como les ocurrió a tantos<br />

autores. Su primera novela Tres metros sobre el cielo no<br />

encontraba editor, por lo que el italiano financió de su bolsillo<br />

la publicación que luego fotocopió a demanda de nuevos<br />

lectores. Uno de ellos la llevó al cine. Desde entonces llegó<br />

la bendición editorial y la puesta en pantalla grande de sus<br />

novelas Tengo ganas de ti y Perdona si te llamo amor.<br />

Con Tengo ganas de ti sucedió un fenómeno social que masificó<br />

aún más el conocimiento de Moccia. Así como Step y<br />

Gin sellaron su amor colgando un candado del puente Milvio,<br />

cientos de jóvenes replican la escena sobre distintos viaductos<br />

de Europa.<br />

Nuestro entrevistado se ha convertido sin duda en uno de los<br />

mejores exponentes de la novela romántica italiana, en la que<br />

la juventud urbana es protagonista con sus giros idiomáticos y<br />

costumbres.<br />

–¿De qué trata Ese instante de felicidad? El dolor desde<br />

la perspectiva de un joven; cómo un chico puede sentirse<br />

traicionado por la vida. Es muy difícil enfrentar rápidamente<br />

estas cosas, lograr una armonía y encontrar ganas de vivir. El<br />

dolor es muy personal y cada cual responde a él de manera<br />

distinta.<br />

–Es casi una constante en su obra el protagonismo de<br />

la juventud… Por lo general, me gusta contar las cosas que<br />

involucran a los jóvenes y los entornos de su familia, como


76<br />

en Ese instante de felicidad, en el que están presentes las<br />

miradas de los hermanos y la madre de Nicco, el protagonista.<br />

–Sus libros se constituyen, en gran parte, de extraordinarios<br />

diálogos que, entiendo, son herencia de su oficio<br />

de guionista… Me gusta la fórmula de escribir libros como<br />

si fueran guiones de películas, porque hay un diálogo contemporáneo<br />

a la acción y la descripción. El lector comprende<br />

así más fácilmente lo que sucede. Quizás esta sea una de las<br />

razones por la que a los jóvenes les gusta tanto Ese instante de<br />

felicidad. Luego me agrada detenerme y entrar en profundidad,<br />

porque creo que una persona tiene una gran capacidad<br />

de sentir.<br />

–¿Es un gran comensal o buen investigador de la cocina<br />

italiana? Me gusta mucho comer y a veces estoy obligado<br />

a hacer dieta. Me gusta la idea de que mucha gente que lee<br />

mis libros los utilice asimismo como tour gastronómico, sobre<br />

todo porque encuentran lugares donde se gasta poco y pueden<br />

comer muy bien. No hay nada más lindo que comer bien<br />

en buena compañía, sin que te caiga pesado.<br />

–En entrevistas periodísticas lo consultan sobre el<br />

amor. ¿Se considera usted un especialista? Me gusta mucho<br />

la idea de haber sido elegido como ícono del amor, pero<br />

pienso que el amor debe ser considerado en su importancia<br />

justa.<br />

–¿Qué valoración hace de los candados colgando en<br />

puentes? El candado es un juego, pero también un símbolo.<br />

Es extraña la elección de un elemento fuerte como símbolo<br />

de la promesa en todas partes del mundo. Las modas nacen<br />

cuando existe una razón detrás; yo fui simplemente un caso.<br />

–¿Tuvo problemas con algunas autoridades gubernamentales<br />

por los candados? Cada tanto me entero de<br />

ciudades que los quitan, como París, donde era peligroso<br />

que estén ahí. Me gustaría de todos modos que las ciudades<br />

encuentren un sitio específico y seguro donde la gente se<br />

pueda expresar. Una vez me invitaron a Murcia, España, cuyo<br />

intendente me pidió poner juntos un candado. Me divirtió<br />

muchísimo porque parecíamos una pareja real. Tiramos juntos<br />

el candado, pero por suerte no me besó.<br />

–¿Cree que su éxito es hijo de la casualidad? ¿Hay<br />

muchos Moccia dando vueltas? Para editar mi primer<br />

libro Tres metros sobre el cielo, puse plata de mi bolsillo,<br />

ya que las editoriales grandes lo habían rechazado. Todavía<br />

guardo las correspondencias que mantuve con ellas. Después<br />

del fenómeno de los ejemplares fotocopiados, que emergió<br />

porque se agotó aquella primera edición, una persona leyó el<br />

libro y se interesó en llevarlo al cine. Luego de doce años de<br />

espera, aparecieron las casas editoriales para publicarlo. Muchos<br />

escritores italianos muy famosos también tuvieron que<br />

hacer una primera edición por cuenta propia, como Alberto<br />

Moravia. La vida está llena de circunstancias, y es posible<br />

que exista una gran cantidad de escritores que no tenga esta<br />

posibilidad. Puede suceder el fenómeno de las fotocopias,<br />

pero finalmente el éxito se logra por la calidad del libro. Es<br />

muy importante perseguir un sueño.<br />

–María, la protagonista de Ese instante de felicidad, es<br />

argentina en la edición argentina, pero española en la<br />

versión española… Lo he hecho también con Montenegro<br />

y Serbia. Me gusta que de esta manera un país se sienta<br />

más identificado y su lector más considerado por el escritor.<br />

Me gusta viajar a los países, investigarlos, documentarme,<br />

conocer la manera de comer, de cómo se relaciona su gente.<br />

También utilizo Internet y el Google Earth que me proveen<br />

de información.<br />

–Desde hace algunos años hay un regreso del éxito de<br />

las novelas románticas en la Argentina. ¿Tiene alguna<br />

explicación al respecto? Creo que esto forma parte de<br />

las cosas que vuelven en el tiempo. En la Argentina existen<br />

enraizadas características apropiadas para ello, como la<br />

melancolía. Para hacer un análisis superficial, a la distancia,<br />

estas crisis que atravesamos produce ciertos movimientos que<br />

nos hacen retornar. Por ejemplo, lo sentimental, porque es<br />

tuyo, lo podés cultivar, no cuesta dinero. Estamos frente a un<br />

proceso de búsqueda de vínculos constantes y más firmes.<br />

–¿Cuáles son sus modelos de escritor? De cuando era joven,<br />

una gran influencia tuvo Scott Fitzgerald. Al final de<br />

sus libros apuntaba anotaciones vinculadas con algún capítulo<br />

en particular. Me gusta mucho Ernest Hemingway, por la<br />

forma en que se tomaba la vida: la de un periodista que, a la<br />

vez, contaba parte de su historia.<br />

–¿Qué opina del éxito comercial de Cincuenta sombras<br />

de Grey? Me impactó mucho porque surgió después de Esta<br />

noche que me quieras. Me impactó porque, además, tienen<br />

muchas cosas en común, pero también muchas cosas diferentes.<br />

Lo común es la voluntad de un hombre que pretende una<br />

mujer mediante un intercambio de dinero. Pero en mi libro<br />

intenté contar el sentimiento de culpa de los personajes y de<br />

qué manera este sentimiento de culpa diferente los llevó a<br />

transformarse en personas infelices<br />

Ese instante de felicidad,<br />

de Federico Moccia<br />

Planeta, 2015


78<br />

Entrevista<br />

ocho<br />

“Yo lo que<br />

hago es batirte<br />

un cafecito”<br />

HERNÁN CASCIARI es el narrador virtual más<br />

leído en lengua española. Su obra Más respeto,<br />

que soy tu madre fue galardonada con el premio<br />

al mejor weblog del mundo; su versión teatral,<br />

protagonizada por Antonio Gasalla, que acaba<br />

de estrenar su segunda parte, se convirtió en<br />

la comedia más taquillera del teatro argentino.<br />

Como si fuera poco, por iniciativa de Mario<br />

Pergolini, empezó a grabar en 2012 unos micros<br />

radiales para Vórterix, a partir de textos<br />

propios. El resultado gustó tanto que llegó al<br />

Cosquín Rock y este año se dispone a realizar<br />

recitales por distintas ciudades del país<br />

POR Nando Varela Pagliaro<br />

Hernán Casciari debía tener no más de cuatro años cuando<br />

sus padres le enseñaron las únicas dos cosas del mundo<br />

que todavía hoy hace con placer: leer y escribir. Ya desde sus<br />

primeros garabatos supo que la herramienta de la escritura<br />

la usaría para contar cuentos. Una tarde, como tantas otras<br />

en su Mercedes natal, se vería obligado a arrancar la primera<br />

hoja en blanco del cuaderno de matemáticas y, al igual que<br />

Twain, Poe o Stevenson, él también tendría que echar luz<br />

sobre sus miedos y sus sueños para que alguien los leyera. Sin<br />

embargo, confiesa que tardó muchos años en considerarse<br />

un escritor: “Mi viejo estaba en el baño leyendo una revista<br />

que yo hacía en Mercedes. Él nunca leyó, nunca había leído<br />

nada. Y cuando escuché una carcajada suya sabía que estaba<br />

leyendo algo que yo había escrito en esa revista. Porque uno<br />

en realidad se considera escritor cuando puede enganchar<br />

al lector que a uno más le importa que lea. Y en mi caso<br />

siempre fue mi viejo. Yo creo que a los diecisiete, dieciocho,<br />

cuando escuché que él entendía lo que estaba haciendo,<br />

cuando él entendió que aunque lo mío no fuera el deporte,<br />

que era lo que él quería, cuando entendió que escribir estaba<br />

bien, me parece que me sentí por primera vez que tenía algo<br />

de sentido lo que estaba haciendo”.<br />

En sus primeros pasos como lector, fue de vital importancia<br />

una bolsa enorme repleta de libros que le regaló su tía Ingrid.<br />

En esa bolsa estaba casi toda la colección Robin Hood:<br />

Doyle, Verne, Salgari y tantos más. Pero, fue con “El<br />

gato negro” y “Los crímenes de la calle Morgue” de Edgar<br />

Allan Poe que Casciari descubrió una literatura superior. Algo<br />

mucho más potente, algo que de verdad lo asustaba. Se dio<br />

cuenta de que era muy impresionante lo que le podía pasar<br />

a una persona cuando leía. A partir de entonces comprendió<br />

que él haría lo imposible para provocar esa misma sensación,<br />

esos mismos sentimientos en sus lectores.<br />

A Chiri, su gran amigo, uno de sus primeros lectores y luego<br />

el protagonista de muchos de sus relatos, siempre le resultó<br />

muy sorprendente el poder de abstracción que tenía Casciari.<br />

“Muchas veces, estábamos en medio de una fiesta en los departamentos<br />

donde vivíamos, estaba todo el mundo fumando<br />

‘cuete’ y tomando cerveza y yo, haciendo exactamente lo mismo,<br />

estaba escribiendo un cuentito en una máquina de escribir”.<br />

Esto viene a probar que tal como decía Roberto Arlt:<br />

“cuando se tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte.<br />

Sobre una bobina de papel o en un cuarto infernal”. Lo único<br />

que no puede faltar es la voluntad de sentarse y teclear hasta<br />

sacar de adentro lo que todo autor lleva consigo.<br />

A pesar de que desde muy pequeño Casciari supo cuál sería<br />

su vocación, entre los 18 y los 30 años tuvo una época larguísima<br />

en donde, según dice, no entendía nada de literatura y<br />

suponía que ser escritor era una tarea demasiado compleja.<br />

“Cuando escribía periodismo me salía todo muy suelto,<br />

porque realmente no me importaba y cuando me sentaba<br />

en la máquina de escribir a hacer literatura era como si me<br />

pusieran una corbata y pensaba que todo era muy solemne<br />

y me salían unas cosas horribles. Recién en España, cuando<br />

empecé a escribir para Internet, que no es literatura, da la<br />

impresión de que fuera mucho menos respetuoso, encontré<br />

mi propia voz. Cuando empecé a escribir para nadie, sin ninguna<br />

intencionalidad de publicación, sin que realmente me<br />

importara, encontré mi voz. Yo creo que las voces personales,<br />

los estilos, se encuentran, sobre todo, cuando se les pierde<br />

absolutamente el respeto a lo que eso significa. A veces leo<br />

libros, donde me doy cuenta de que el tipo está creyéndose<br />

algo y no es tan bueno. Las cosas están bien cuando de<br />

verdad hay tripas y cuando no te importa mucho. A mí me<br />

parece que yo tuve la suerte de encontrar en Internet la


79<br />

sensación de inutilidad de la literatura, necesaria para poder<br />

tener mi propia voz”.<br />

Fue gracias a Internet que Casciari se transformó en el narrador<br />

virtual más leído en lengua española. Sus obras, escritas<br />

“en directo” frente a miles de lectores, han impulsado un<br />

nuevo género, la blogonovela, que mezcla la literatura con las<br />

nuevas tecnologías. Su primera obra on line, Más respeto, que<br />

soy tu madre (2007) fue leída por más de cien mil internautas<br />

en todo el mundo y galardonada con el premio al mejor<br />

weblog del mundo por la cadena alemana Deutsche Welle;<br />

su versión teatral, protagonizada por Antonio Gasalla, se<br />

convirtió en la comedia más taquillera del teatro argentino.<br />

No obstante, el escritor no ve a la web sólo como una fuente<br />

de prestigio o como un motor que lo impulsa a sentarse a<br />

escribir, sino que la considera antes que nada una distracción:<br />

“Es algo que te distrae de la necesidad de trascendencia. La<br />

trascendencia es un peligro muy grande para el escritor. Ese<br />

sentimiento de que estoy haciendo algo, que necesariamente<br />

tiene que pasar a una posteridad, me parece que eso es un<br />

palo en la rueda muy grande. Y la distracción, el procastineo,<br />

el estar picoteando de un lado para el otro, a mí me hace muy<br />

bien. No sé si funciona como motor, pero sí me genera la<br />

sensación de amateurismo que necesito para poder trabajar”.<br />

Casciari piensa que la posteridad y el bronce no se pueden


8o<br />

conseguir con una literatura tan cotidiana como la suya. Eso<br />

se lo deja a otros: “Soy un escritor instantáneo, no soy un<br />

escritor de complejidades. Me encanta la literatura compleja,<br />

me parece muy bien, es admirable, pero no soy suficientemente<br />

inteligente para llegar a ese lugar. Yo lo que puedo<br />

hacer es entretener y emocionar rápidamente, pero con esa<br />

estructura de café instantáneo. No busco en ningún caso<br />

hacer el mejor café. Si alguien quiere tomar un buen café no<br />

tiene que venir a mi casa. Yo lo que hago es batirte un cafecito,<br />

tomamos un café y charlamos, pero lo mío es más parecido<br />

a una charla, a una conversación de sobremesa y no a una<br />

buena literatura. Yo sé cuál es la buena literatura. No soy tan<br />

pelotudo como para no darme cuenta. Mis libros tienen en la<br />

tapa a un toro y a una vaca cogiendo. No son libros buenos,<br />

son libros que tienen una cercanía muy grande con el lector”.<br />

Con el paso del tiempo, cada vez es más consciente de lo que<br />

está haciendo. Sabe qué es lo que busca y a quién quiere llegar<br />

con sus textos: “Yo necesito recibir correos de pibes que<br />

me dicen que nunca habían leído un libro hasta que encontraron<br />

tal cosa. Y obviamente no tiene que ser una literatura<br />

compleja esa. Tiene que ser una literatura cercana. Yo estoy<br />

mucho más contento con que me lea el que nunca leyó y no<br />

el crítico literario de La Nación. Ese tiene un montón de<br />

libros buenos para leer, porque es un tipo complejo. Yo necesito<br />

que lea el pibe, el que no lee, porque a mí me gusta tanto<br />

leer y me gustó tanto leer cuando tenía quince años, que lo<br />

que más busco es que un pibe de quince años que todavía no<br />

descubrió eso, lo pueda descubrir. Lo demás me chupa un<br />

huevo”.<br />

Casciari es tan vehemente como lo son sus palabras. Fue esa<br />

vehemencia la que lo llevó a renunciar a escribir sus columnas<br />

en La Nación y El País y a dejar de publicar sus libros<br />

con las editoriales Sudamericana en Argentina, Grijalbo en<br />

México y Plaza & Janés en España para dedicarse de lleno<br />

a llevar a cabo, hasta ahora, su epopeya más ambiciosa: la<br />

revista Orsai.<br />

Cansado de todo lo burocrático que rodea al mundo de los<br />

medios, junto con Chiri Basilis, su amigo de la infancia,<br />

Casciari le dio vida a un proyecto verdaderamente revolucionario:<br />

una revista literaria sin avisos publicitarios y con un<br />

sistema de distribución que apeló a eliminar a los intermediarios.<br />

El éxito de Orsai fue tan grande que bajo el mismo<br />

nombre lanzó una editorial, con la cual ya lleva publicados<br />

Cuadernos secretos de Horacio Altuna, El gran surubí de<br />

Pedro Mairal y su último libro Charlas con mi hemisferio<br />

derecho.<br />

En este tercer volumen con sus relatos, Casciari plantea<br />

que en su experiencia personal le resultaban más fructíferas<br />

esas “sesiones literapeúticas”, a las que recurría para soltar<br />

la mano, que ir a una terapia o a un taller literario. Cuando<br />

le pido precisiones sobre la incidencia que pueden tener los<br />

talleres en la formación de un escritor, no duda: “Alguna vez<br />

dije que los talleres literarios sirven para conocer minas y no<br />

mucho para otra cosa. Después, amigos que dan talleres me<br />

dijeron que no era tan así. Yo nunca fui a uno pero supongo<br />

que mucha gente sale de ahí con lecturas ajenas que son<br />

muy interesantes. Igual yo siempre recomiendo tener amigos<br />

cercanos que hagan eso. Además, ahora con Internet tenés<br />

lectores donde querés. Tirás un texto y vienen cuatro de<br />

Honduras y te dicen algo. Entonces, me parece que no hacen<br />

mucha falta. Lo único que sí hace falta es leer mucho y escribir<br />

mucho y nada más”.<br />

Cuando uno lee a Casciari tiene la sensación de que el desarraigo<br />

tuvo un papel preponderante en el desarrollo de su trabajo,<br />

no sólo porque su primer libro de relatos, España, decí<br />

alpiste, jamás hubiera existido sino porque, como él mismo<br />

cree, quizás el hecho de estar viviendo en Barcelona le dio<br />

una cierta inmunidad inicial: “Yo veía a gente muy talentosa<br />

en 2002, 2003, viviendo en Argentina, que se la ninguneaba<br />

un poco por vivir en el país, y a mí se me respetaba un<br />

poquito más por estar lejos. Posiblemente, el hecho de estar<br />

lejos, te aleja también de cuestiones políticas. Te aleja de una<br />

cercanía demasiado intrusiva con tu propia ciudad. El estar<br />

lejos te abre un camino de descripción de tu propia tierra,<br />

que es muy difícil de ver estando dentro”.<br />

Pero no todo es tan sencillo como parece, irse a vivir a otro<br />

país siempre tiene sus bemoles. Y en España, a pesar de que<br />

el idioma es el mismo, los códigos humorísticos son bien<br />

distintos. A Casciari le llevó dos años comprender de qué se<br />

reían los españoles: “Yo si no manejo la herramienta del humor<br />

no me puedo comunicar. Me pasó en la primera semana,<br />

en una reunión de amigos de mi mujer, donde me di cuenta<br />

de que era muy complicado hacer reír a esa gente. La ironía<br />

que manejan es un dos por ciento de la que manejamos nosotros<br />

y se ríen de cosas más circunstanciales que abstractas.<br />

Yo estuve un par de años escuchando mucho, hasta entender<br />

y hasta empezar a hacerlos reír. Y cuando empecé a hacerlos<br />

reír, empecé a trabajar en blogs que eran muy de allá. Pero<br />

me llamé a silencio un par de años, justamente para no ser<br />

ese pavo que se pone a hablar porque sí”.<br />

Lo autobiográfico y lo íntimo son dos elementos basales de<br />

los que Casciari se sirve para construir su obra. Sin embargo,<br />

a la hora de sentarse a escribir, se pone ciertos límites. “Yo<br />

tengo dos suegros, viven muy cerca de casa, pero no los vas a<br />

encontrar nunca en ningún libro mío. Y mirá que tengo cosas<br />

para contar, y divertidísimas todas, alucinantes, posiblemente<br />

mi mejor literatura sea de mi relación con mis suegros. Pero<br />

nunca nadie los ha visto en nada que yo escriba, porque les<br />

tengo mucho respeto y porque sé que no entenderían esos<br />

códigos. Con mi mujer, con Chiri y con mis viejos lo manejaba<br />

porque sabía que había un código muy cercano de guiño,<br />

pero con otra gente no. Entonces hay muchas cosas de mi<br />

vida que no cuento, no porque a mí me resulten vergonzosas.<br />

A mí me chupa un huevo, soy un antihéroe absoluto y cuento<br />

todo, pero sé que hay gente a la que no le gustaría”.<br />

Casciari habla de literatura hasta por los codos. Se podría


decir que respira literatura desde que se levanta hasta que se<br />

acuesta. Se lo ve muy contento con poder publicar sus libros<br />

por medio de su propia editorial, y en cierta forma con tratar<br />

de seguir siendo amateur. No quiere creerse ninguna cosa<br />

rara ni que nada lo distraiga de su objetivo: seguir escribiendo<br />

y teniendo la suerte de poder publicar textos de otros autores<br />

de altísima calidad.<br />

Orsai es su fervor y todos los proyectos que hasta hoy lo<br />

ocupan nacieron a partir de ese blog que no se llamaría así,<br />

si Casciari no se hubiera atrevido a vivir en otra tierra, a vivir<br />

“fuera de juego”. Orsai es un cuaderno que no cierra por<br />

melancolía, como el cuento de Isidoro Blaisten, es en<br />

palabras de su autor: “un perro longevo, una mascota que<br />

morirá conmigo de idéntica enfermedad que su amo. Allí<br />

diré un día ‘tengo cáncer’, y otro día diré ‘tengo un nieto’, y<br />

otro día diré ‘ya no se me para la poronga’. Orsai es la sombra<br />

constante de mi memoria”.<br />

Siempre es difícil saber cuál es la clave del éxito, pero en<br />

Casciari para encontrarla habría que buscar en su forma de<br />

narrar hasta lo más insignificante. Es eso y no otro rasgo de<br />

su personalidad lo que genera en sus seguidores una participación<br />

activa, una especie de militancia. Casciari sabe esto<br />

más que nadie: “Cuando vos contás una historia y a la persona<br />

que se la estás contando le está llegando realmente, vos sabés<br />

que esa persona se convierte en ese mismo momento en un<br />

difusor. Esa persona se va una sobremesa con amigos que no<br />

conocen y este tipo está como encantado de poder contarles.<br />

Eso genera que los otros cuatro que lo están mirando, a la<br />

noche se vayan a buscar eso que le contaron”.<br />

Antes de despedirme, le pregunto cómo trataría de convencer<br />

a un pibe para que lea y por cuáles libros le recomendaría<br />

que empiece. Casciari se pone aún más enfático que durante<br />

el resto de la entrevista y explica:<br />

“A mí me parece que la conveniencia de leer tiene que ver<br />

pura y exclusivamente con ejercitar el cerebro. Cuanto más<br />

complejo sos, más gozás. Es tan simple como eso. Es como<br />

hacer musculito. Hay una fórmula de levantar minas que<br />

es hacer musculito y una fórmula de levantar minas que es<br />

tener la cabeza bien amueblada. Para tener la cabeza bien<br />

amueblada es necesario, de a poco, ir aprendiendo a tenerla.<br />

No podés ser un pavo. Hay herramientas que te ayudan a no<br />

ser un pavo e incluso a gozar hasta físicamente. Entonces esa<br />

me parece que es una buena forma de incentivar. Y en cuanto<br />

a qué leer, diría que los chicos de quince años deberían<br />

empezar por Bestiario, porque hay cuentos que te rompen<br />

la cabeza a esa edad de una manera que después te ayuda<br />

a que encuentres otras cosas que te rompan la cabeza. Para<br />

pibes de unos diez años, Horacio Quiroga es ideal, pero lo<br />

mejor de todo, supongo, y en el caso ya no de pibes que van<br />

solos, sino de chicos más chicos, es leerles y contarles cosas<br />

todo el tiempo y que haya libros en casa, pero no sólo en los<br />

anaqueles, sino que los pibes vean que hay otra persona que<br />

disfruta mucho con eso”


Historia<br />

y política<br />

HISTORIA DEL ESPEJO<br />

Sabine Melchior-Bonnet<br />

Edhasa - Club Burton<br />

Este notable ensayo de la antropóloga<br />

Sabine Melchior-Bonnet recorre la<br />

historia de este objeto que se remonta,<br />

según la arqueología, a unos seis mil años<br />

y a la Anatolia, actual Turquía donde<br />

fueron hallados los primeros espejos de<br />

obsidiana pulida. El objeto fue evolucionando<br />

y coquetos egipcios, griegos, etruscos<br />

y romanos lo fabricaron con piedra y<br />

una aleación de cobre y estaño, reservando<br />

para los gobernantes y sacerdotes<br />

los modelos de oro y plata. Las facciones<br />

de los pobres difícilmente se reflejara en<br />

estos objetos caros y debían recurrir a los<br />

charcos de agua o a las lagunas calmas<br />

para que les devolviera su imagen.<br />

Venecia fue uno de los lugares especializados<br />

en la fabricación de los preciados<br />

espejos. A mediados del siglo XIV, se<br />

hicieron tan famosos los vidrieros de Murano<br />

que por disposición de la Serenísima<br />

República tenían prohibido transmitir<br />

a extranjeros el secreto de la fabricación<br />

de aquel cristal único utilizado.<br />

El crecimiento de la demanda mundial<br />

de espejos terminaría desatando una<br />

guerra comercial cuando Jean-Baptiste<br />

DE REFLEJOS Y<br />

AMISTADES<br />

POR Felipe Pigna<br />

Colbert, el superministro del rey Luis<br />

XVI de Francia, instaló la Compañía Real<br />

de Cristales y Espejos resuelto a quitarles<br />

a los venecianos el monopolio. La autora<br />

no se limita a recorrer la historia de la<br />

industria del espejo sino que ahonda en<br />

el significado que el objeto tuvo en las<br />

diferentes culturas, con sus dimensiones<br />

filosófica y moral, desde las esotéricas<br />

relaciones atribuidas a los espejos con los<br />

vampiros, con el bien y con el mal, pasando<br />

por el vínculo entre la esencia y la<br />

apariencia, o su significación psicológica<br />

que puede resumirse en lo que Jacques<br />

Lacan en 1949 denominaba “la función<br />

del espejo en la construcción del yo”.<br />

JOSEFA<br />

BIOGRAFÍA DE MARÍA JOSEFA<br />

MORALES DE LOS RÍOS,<br />

LA AMIGA SECRETA DE<br />

SAN MARTÍN<br />

Rodolfo Terragno<br />

Sudamericana<br />

Los que busquen en este libro detalles de<br />

una relación amorosa oculta en la historia<br />

del Libertador se verán defraudados. Los<br />

que quieran leer un buen libro de historia<br />

se verán ampliamente reconfortados.<br />

María Josefa Morales de los Ríos<br />

nació en Veracruz, virreinato de Nueva<br />

España, hoy México. De allí viajó a la interesante<br />

ciudad de Cádiz, donde conoce<br />

a Pascual Ruiz Huidobro quien en<br />

1803 es designado gobernador de Montevideo.<br />

La pareja se instala en el fuerte de<br />

la ciudad. La gran personalidad de Josefa<br />

hace que todos la llamen “La gobernadora”<br />

y ella honra ese apodo cuando se<br />

produce una epidemia de viruela. Desde<br />

1796 existe la vacuna y el rey Carlos<br />

IV envía una expedición filantrópica a<br />

las Indias pero la población teme los<br />

efectos desconocidos que puede provocar<br />

el invento. Josefa convoca al pueblo<br />

y se hace vacunar a la vista de todos<br />

en la plaza pública provocando el sano<br />

contagio de la prevención. Josefa también<br />

tuvo un rol activo en la resistencia a las<br />

invasiones inglesas pero ella y su marido<br />

caerán prisioneros y serán trasladados a<br />

Londres en la fragata Lancaster. Tras un<br />

breve paso por Gran Bretaña, consiguen<br />

llegar a La Coruña. De allí parten hacia<br />

el Río de la Plata donde Huidobro votará<br />

en el Cabildo del 22 de mayo junto a los<br />

patriotas por la destitución del virrey<br />

Sobremonte. La pareja será destinada<br />

a Mendoza con una misión de espionaje<br />

sobre el gobernante español de Chile,<br />

Marcó del Pont. Allí Josefa quedará<br />

viuda y entablará un perdurable vínculo<br />

con el flamante gobernador San Martín.<br />

La excelente pluma de Terragno unida<br />

a una exhaustiva investigación que lo llevó<br />

por archivos de Argentina, España, Inglaterra<br />

y Uruguay, dan como resultado este<br />

notable libro que revela la vida apasionante<br />

de una mujer notable cercana como<br />

pocas a José de San Martín.<br />

OTROS RECOMENDADOS<br />

Aldo Ferrer y sus días. Ideas, trayectoria y recuerdos<br />

de un economista, de Marcelo Rougier.<br />

Años dorados de la cultura argentina. Los<br />

hermanos María Rosa y Raimundo Lida y el<br />

Instituto de Filología antes del peronismo, de<br />

Miranda Lida.<br />

Gobernar la provincia del vino. Agroproducción<br />

y política entre la regulación y la intervención<br />

(Mendoza, 1916-1970), de Florencia<br />

Rodríguez Vázquez (coord.).<br />

Creyentes, herejes, arribistas. El radicalismo en<br />

la encrucijada, 1924-1943, de Elena Piñeiro.<br />

Una historia del libro judío. La cultura judía<br />

argentina a través de sus editores, libreros, traductores,<br />

imprentas y bibliotecas, de Alejandro<br />

Dujovne.<br />

83


Catalina I de Rusia<br />

Tema de tapa<br />

cinco<br />

Los CONDENADOS<br />

A lo largo de la historia hubo algunos hombres y mujeres que intervinieron en la política pero<br />

no tuvieron ninguna suerte<br />

POR Emilia Simison*<br />

84<br />

La RAE define “maldito” como alguien<br />

perverso, de mala intención y dañadas<br />

costumbres, sin lugar a dudas la acepción<br />

en la que piensa la mayoría cuando<br />

une la palabra maldito a algún político<br />

o política. Sin embargo, para la RAE<br />

“maldito” es también aquel que va contra<br />

las normas establecidas. En esta última<br />

acepción el término suele aplicarse, desde<br />

Paul Verlaine, a aquellos que viven<br />

al límite y conjugan talento, creatividad<br />

y originalidad con infiernos interiores y<br />

actitudes contrarias a la moral imperante,<br />

hombres y mujeres cuya unicidad termina<br />

convirtiéndose en su propia maldición.<br />

Por suerte para nosotros, aunque generalmente<br />

no para ellos, en el mundo de<br />

la política también es posible encontrar<br />

políticos malditos en este sentido. Un<br />

caso paradigmático fue Johann Friedrich<br />

Struensee, doctor alemán que<br />

se desempeñó como médico real del rey<br />

Christian VII de Dinamarca (conocido<br />

por sus problemas mentales) y que en<br />

1770 llegó a ser nombrado consejero real<br />

convirtiéndose al poco tiempo en regente<br />

de facto. Sus ideas eran progresistas tanto<br />

en medicina (fue pionero en técnicas de<br />

inmunización) como en política: impulsó<br />

medidas como la abolición de la tortura,<br />

el trabajo cautivo, la censura de la prensa,<br />

privilegios nobiliarios y el comercio<br />

de esclavos en las colonias, la criminalización<br />

y castigo del soborno y la instauración<br />

de instituciones para el cuidado<br />

de los niños abandonados. Sin embargo,<br />

sus ideas y políticas combinadas con su<br />

personalidad, sus lecturas de vanguardia<br />

(y extranjeras) y su relación adúltera (y al<br />

parecer no muy secreta) con la reina lo<br />

transformaron en un maldito a los ojos de<br />

la aristocracia y en el foco de las críticas<br />

de la reciente prensa libre. Luego del<br />

nacimiento de la segunda hija de la reina,<br />

casi con seguridad hija de Struensee, fue<br />

ejecutado y quienes lo sucedieron dieron<br />

marcha atrás con todas sus reformas que<br />

debieron esperar otros cuantos años para<br />

volver a ser implementadas.<br />

Otro personaje maldito de la política<br />

fue Olympe de Gouges, escritora,<br />

dramaturga y panfletista política francesa.<br />

De familia burguesa, se casó muy<br />

joven con un hombre mayor con el que<br />

no fue feliz y, al quedar viuda, se negó<br />

a volver a casarse. Se opuso desde sus<br />

obras a la esclavitud, difundió un amplio<br />

programa de reformas sociales que incluían<br />

la instauración de un sistema de<br />

protección materno-infantil, la creación


de talleres para desempleados y hogares<br />

para los más pobres, el reconocimiento<br />

de los niños extramatrimoniales y hasta<br />

la instauración del divorcio. Sin embargo,<br />

era una mujer en el siglo XVIII que<br />

luchaba por la igualdad entre el hombre<br />

y la mujer y, encima, no deseaba casarse<br />

por lo que, incluso antes de ser ejecutada<br />

durante la etapa más radical de la Revolución<br />

Francesa, fue acusada de apenas<br />

saber leer y escribir sospechándose de la<br />

autoría de sus obras y hasta de sus facultades<br />

mentales.<br />

Aunque no son la norma, estos malditos<br />

sí parecen ser excepciones bastante<br />

usuales en el mundo de la política donde,<br />

justamente por su condición de malditos,<br />

han sido condenados muchas veces al<br />

olvido. De hecho, hasta no hace mucho<br />

tiempo (y todavía en parte) ese ha sido<br />

el destino de muchas mujeres que, a lo<br />

sumo, pasaron a la historia como la “gran<br />

mujer detrás del gran hombre”. Una de<br />

ellas fue Marta Skavronska, más conocida<br />

como Catalina I de Rusia. Hija<br />

de campesinos muy humildes, quedó<br />

huérfana de pequeña y prácticamente<br />

no recibió educación formal. Se casó<br />

muy joven con un oficial sueco que se<br />

ofreció como traductor al servicio de un<br />

mariscal ruso cuando la ciudad en que<br />

vivían fue conquistada por las tropas. Ya<br />

en Rusia, Marta se convirtió en la criada,<br />

y luego amante, del príncipe Aleksandr<br />

Ménshikov, primer gobernador de San<br />

Petersburgo, gracias a lo cual conoció al<br />

mismísimo Pedro el Grande, quien<br />

se enamoró perdidamente de ella mandando<br />

a su esposa a vivir a un convento<br />

y casándose en secreto luego de que<br />

Marta adoptara la fe ortodoxa y el nombre<br />

de Catalina. Aunque fue la primera<br />

mujer en gobernar Rusia, ya que Pedro<br />

el Grande la nombró emperatriz en agradecimiento<br />

a su iniciativa de vender sus<br />

joyas para salvar su vida y las de su ejército<br />

en Turquía, cumplió un rol clave en<br />

la reforma que permitió que los plebeyos<br />

pudieran alcanzar el rango de oficiales de<br />

la milicia y redujo los gastos del ejército<br />

con el fin de alivianar la carga impositiva<br />

del campesinado, durante mucho tiempo<br />

se la nombró peyorativamente “La Lavandera”<br />

y se le negó el merecido reconocimiento.<br />

Esto también sucedió con varias figuras<br />

políticas femeninas por estas latitudes. Si<br />

pensamos en las luchas independentistas,<br />

por ejemplo, las únicas mujeres cuya<br />

participación, hasta hace algunos años<br />

reconocida, eran aquellas que lo habían<br />

hecho desde el rol asignado a la mujer en<br />

un salón de sociedad y junto a un “gran<br />

hombre” con el que se encontraban<br />

unidas legalmente. No obstante, esta no<br />

fue la suerte de las malditas. Pensemos<br />

en la recientemente reivindicada Juana<br />

Azurduy. Luchadora clave en las batallas<br />

de la independencia recibió por<br />

su papel protagónico en el primer grito<br />

revolucionario en el alto Perú, por haber<br />

arrebatado un estandarte español, organizando<br />

el “Batallón Leales” en la Batalla<br />

de Ayohúma, liderando importantes<br />

acciones guerrilleras contra los realistas<br />

y logrando el triunfo en el Combate del<br />

Villar, el rango de Teniente Coronel de<br />

las Provincias Unidas del Río de la Plata<br />

y, de sus propias manos, el sable de Manuel<br />

Belgrano. Sin embargo, se vio<br />

luego reducida a la pobreza e impedida<br />

de participar en la Asamblea Deliberante<br />

en que se firmó la independencia<br />

de Bolivia por su condición de mujer, ni<br />

siquiera logrando que el gobierno recién<br />

establecido le devolviera sus bienes confiscados<br />

durante las luchas independentistas.<br />

Además, si bien Antonio José de<br />

Sucre le otorgó durante su presidencia<br />

una pensión vitalicia, la misma le fue<br />

retirada años después por lo que murió<br />

en la indigencia y fue enterrada en una<br />

fosa común.<br />

Otra de estas malditas fue Manuela<br />

Sáenz Aizpuru. Como era hija de una<br />

relación extramatrimonial de su padre y<br />

su madre murió en el parto fue educada<br />

en un convento del que escapó a los 17<br />

años luego, según rumores historiográficos,<br />

de haber sido seducida y abandonada<br />

por un oficial del Ejército Real. Dos años<br />

después, previo arreglo de su padre, se<br />

casó con un médico inglés mudándose a<br />

Lima donde se involucró con los rebeldes<br />

limeños. Tiempo después, regresó a<br />

Quito donde continuó militando para la<br />

causa independentista, participando en<br />

los entrenamientos militares, auxiliando<br />

logísticamente a las tropas, siendo espía<br />

y correo de los insurgentes y participado<br />

en la campaña de Junín y en la batalla<br />

de Ayacucho. Allí conoció a Simón Bolívar<br />

y por su iniciativa se integró al<br />

Estado Mayor General, continuando su<br />

entrenamiento militar y convirtiéndose<br />

en Coronela. Fue apresada en Lima pero<br />

luego de lograr su libertad regresó a Bogotá<br />

y continuó en la lucha como oficial<br />

del Partido Bolivariano. No obstante, tras<br />

el fallecimiento de Bolívar, Manuelita<br />

fue expulsada del país y cuando intentó<br />

regresar a Ecuador el presidente Vicente<br />

Rocafuerte le prohibió la entrada<br />

alegando su “carácter, talentos, vicios,<br />

ambición y prostitución” viéndose obligada<br />

a exiliarse en Perú, donde se dedicó<br />

a la venta de tabaco, a traducir y escribir<br />

cartas y a hacer bordados y dulces por<br />

encargo. Allí falleció durante una epidemia<br />

de difteria y fue sepultada en una<br />

fosa común. Si bien hoy se la recuerda<br />

como la “Libertadora de El Libertador”<br />

y se reconoce que, entre otras cosas, le<br />

salvó la vida en al menos tres oportunidades,<br />

fue durante mucho tiempo dejada<br />

de lado por el relato oficial ya que, como<br />

afirma la historiadora Inés Quintero,<br />

no resultaba ejemplarizante ni acorde<br />

con la visión impoluta de los héroes<br />

que se quería instaurar que Bolívar, la<br />

máxima figura de la Independencia, “se<br />

hubiese liado con una mujer cuyo comportamiento<br />

era considerado irregular”.<br />

Y la lista podría seguir por páginas con<br />

casos como el de la mariscala Francisca<br />

de Zubiaga de Gamarra, que luchó en<br />

los campos de batalla en la etapa independentista<br />

y, tras la independencia del<br />

Perú, ejerció el poder político junto con<br />

su marido Agustín Gamarra, pero a la<br />

que su aguerrido carácter y fuerte personalidad<br />

le granjearon el repudio de la<br />

sociedad peruana, el destierro y el exilio<br />

muriendo en el anonimato. O el de María<br />

Remedios del Valle, una de las<br />

“niñas de Ayohúma” cuya actuación durante<br />

las Invasiones Inglesas y como auxiliar<br />

combatiendo al Ejército del Norte<br />

le valieron el reconocimiento de Manuel<br />

Belgrano como “capitana” y “Madre de la<br />

Patria” pero que, siendo negra, mujer y<br />

pobre terminó sus días como mendiga en<br />

las calles de Buenos Aires<br />

* Licenciada en Ciencia Política, UBA.<br />

85


86<br />

Entrevista<br />

nueve


La amorosa intimidad de<br />

MARGUERITE YOURCENAR<br />

CON LA COCINA<br />

La publicación del cuaderno de recetas de la escritora, contextualizado por dos ensayos introductorios,<br />

permite encontrar a una mujer distinta de la que se percibe en su narrativa. Hay algo más cálido y<br />

más terrenal en la que pone sus manos en la masa<br />

POR Mónica Tracey<br />

Resulta que esa escritora fabulosa que seducía con su prosa<br />

impecable y asustaba un poco con su seriedad extrema era<br />

además una señora que cuidaba de su huerto y disfrutaba cocinando<br />

cotidianamente y agasajando a amigos con su comida,<br />

poniendo en el centro de sus reflexiones las bondades de una<br />

dieta simple y sabrosa afín a su desprecio absoluto por todo lo<br />

que significa violencia contra los animales. Sí, Marguerite<br />

Yourcenar, la autora de libros como Memorias de Adriano,<br />

Alexis o el tratado del inútil combate u Opus Nigrum, cocinaba,<br />

tenía su cuaderno de recetas, algunas copiadas a mano,<br />

otras, en recortes de periódicos y era vegetariana militante,<br />

al punto de contribuir económicamente con muchas fundaciones<br />

de derechos de los animales. Gran parte de esta otra<br />

Yourcenar no tan conocida aparece como un precioso descubrimiento<br />

en el libro que acaban de publicar Sonia Montecino<br />

y Michèle Sarde, La mano de Marguerite Yourcenar.<br />

El libro tiene por origen el feliz encuentro de la escritora<br />

e investigadora francesa Michèle Sarde con el cuaderno de<br />

recetas de cocina de Yourcenar, entre los papeles que a su<br />

muerte fueron trasladados a la Universidad de Harvard, desde<br />

su casa de Mount Desert Island, en la costa este de los<br />

Estados Unidos. Sarde investigaba su legado en la búsqueda<br />

de material para un ensayo biográfico que escribiría en forma<br />

de diálogo y una antología de correspondencia hasta entonces<br />

inédita. De allí surgieron Vous, Marguerite Yourcenar, la<br />

passion et ses masques, publicado en 1995 en París y en 1998<br />

en Buenos Aires, por editorial Perfil, como Marguerite Yourcenar:<br />

la pasión y sus máscaras y Cartas a sus amigos, que<br />

publicó Alfaguara en Madrid en el año 2000.<br />

Se necesitaba otro encuentro para que las recetas de cocina<br />

llegaran a los lectores, el de Michèle con Sonia Montecino.<br />

–Son dos autoras, ¿cómo fue la dinámica del libro? Michèle<br />

Sarde: Conocí a Sonia primero por sus libros. Madres<br />

y huachos fue mi libro de cabecera al llegar a instalarme en<br />

Chile. Ambas somos profesoras universitarias y nos hemos<br />

interesado en el feminismo y las cuestiones de género, Sonia<br />

en antropología y yo en literatura francesa. Sus libros sobre la<br />

alimentación me parecieron apasionantes. Luego nos conocimos<br />

personalmente y desarrollamos lazos de amistad en torno<br />

a nuestro entusiasmo por la buena comida y la cocina, además<br />

de nuestros intereses profesionales, claro. En el curso de una<br />

de nuestras cenas, justamente, le hablé del descubrimiento<br />

87


88<br />

que había hecho tiempo antes, en la biblioteca de Harvard,<br />

de las recetas de cocina de Yourcenar, un material inédito.<br />

Sonia propuso hacer un libro… original. No sabíamos muy<br />

bien cómo lo estructuraríamos. Finalmente, Sonia escribió un<br />

análisis antropológico e histórico del cuaderno que reconstruimos<br />

a partir de las recetas y de su transmisión, y yo escribí<br />

una suerte de minibiografía apoyada en la idea: “dime qué<br />

comes y te diré quién eres”, un análisis histórico del paladar<br />

de la escritora y de las connotaciones éticas y militantes de su<br />

evolución.<br />

Sonia Montecino: Además, cuando comenzamos a traducir y<br />

estudiar su compilación culinaria y comprobar la hipótesis de<br />

que ella se vinculaba a sus periplos vitales, pensamos en incorporar<br />

una pequeña investigación del origen de las recetas,<br />

para así darle mayor densidad sociocultural a nuestro libro.<br />

–¿Qué significaba Marguerite Yourcenar para cada una<br />

de ustedes antes de encarar este libro? M.S.: Comencé a<br />

trabajar sobre Marguerite Yourcenar en los años 90, mientras<br />

preparaba dos obras sobre ella. Para mí, Yourcenar era aún<br />

una especie de monumento, la autora de Memorias de Adriano,<br />

la primera mujer en la Academia Francesa, una autora de<br />

la cual se decía que escribía tan bien ¡que escribía como un<br />

hombre! Creo que en esa época mi libro preferido era Opus<br />

Nigrum, gran fresco novelesco de la madurez, pero, después<br />

de conocer bien el conjunto de su obra al preparar mi estudio<br />

biográfico, descubrí que me gustaban mucho sus obras de<br />

juventud, menos formales tal vez pero más reveladoras de ella<br />

misma, como Fuegos o El tiro de gracia. Comencé a interesarme<br />

más en la mujer detrás de la obra. Sólo más tarde, nos<br />

interesamos, Sonia y yo en la mujer que come y cocina, detrás<br />

de la mujer que escribe.<br />

S.M.: Marguerite era para mí una escritora formidable, sin<br />

duda un personaje del siglo XX, una mujer potente intelectualmente<br />

y con una “mano” escritural maravillosa. Mishima<br />

o la visión del vacío, fue el libro con que inicié mis lecturas de<br />

Yourcenar, junto a Memorias de Adriano eran mis preferidos.<br />

Cuando conocí a Michèle se amplió mi mirada leyendo sus<br />

trabajos sobre Marguerite y los que me recomendaba, como<br />

Sources.<br />

–¿Qué aportó para ustedes el cuaderno de recetas a su<br />

figura? ¿Qué puede aportar en general a los lectores<br />

de Yourcenar? M.S.: El hallazgo de las recetas de cocina<br />

y del contexto cotidiano en el que la escritora usaba sus recetas<br />

y en las comidas que ella misma preparaba feminiza y<br />

humaniza a la autora, y aclara ciertos aspectos de la obra: los<br />

gustos alimentarios de Adriano, por ejemplo, o los de Zenón<br />

en Opus Nigrum, que expresa la repugnancia que le produce<br />

“digerir agonías”. Para los lectores de Yourcenar, como para<br />

mí, el cuaderno ilustra de manera sencilla y concreta la visión<br />

del mundo de Yourcenar en su dimensión ética y ecológica.<br />

S.M.: Sirvió para sorprenderme con una faceta muy “femenina”<br />

–en el sentido de categoría socialmente construida– de<br />

la escritora; el hecho de guardar un registro de recetas, una<br />

suerte de cuaderno, la emparentaba con muchas mujeres que<br />

han hecho ese gesto desde que nos ha sido dada la escritura.<br />

Por otro lado, es posible rastrear en sus gustos y preferencias<br />

alimentarias las huellas de su vida (sus viajes, sus exilios) y<br />

sus posturas frente a la sociedad. Ella es una adelantada en<br />

cuanto al tipo de dieta y a la obtención de los productos (un<br />

estilo vegetariano y el cultivo de varias especies comestibles<br />

en su huerta casera). Así, la imagen de la intelectual “dura” se<br />

fue matizando con un aspecto cotidiano y sensible como es la<br />

cocina y su relación con la cultura del día a día. Para sus lectores<br />

creo que les puede permitir acercarse a una nueva arista<br />

de su manera de estar en el mundo. Conocer estas recetas es<br />

acercarse al universo sensorial de la escritora y por cierto a su<br />

biografía desde un lugar poco explorado y poco valorado.<br />

–¿Qué es lo que más les llamó la atención del recetario?<br />

M.S.: Dos dimensiones del recetario: por una parte, el<br />

vegetarianismo, vinculado al combate de Yourcenar en defensa<br />

de los animales y de todas las criaturas vivas, y por otra parte<br />

su cosmopolitismo. Las recetas provienen de todos lados e<br />

ilustran el recorrido de la escritora, francesa y europea, que<br />

vivía en Estados Unidos y que había viajado alrededor del<br />

mundo; “una vuelta por mi cárcel” es uno de sus títulos.<br />

S.M.: Su predilección por las masas dulces ligadas a celebraciones<br />

cristianas.<br />

–¿Aparece allí una Yourcenar que no se conocía o, por<br />

lo menos, que no aparece tan claramente en su literatura?<br />

(Tal vez en sus cartas sí se puede ver)… M.S.: Efectivamente<br />

hay un abismo entre la mujer que vivía modestamente<br />

en su casa de Maine y la autora que publicaba y era reconocida<br />

en todo el planeta. Sin embargo, su figura cotidiana aparece<br />

en sus entrevistas, en su diálogo con Mathieu Galley –Con<br />

los ojos abiertos– y en su obra póstuma ¿Qué? La Eternidad.<br />

Pero, sobre todo, como usted lo intuye, la dimensión personal<br />

aparece claramente en su extensa correspondencia (de la cual<br />

hemos publicado ya tres volúmenes, además de la antología).<br />

Se revela en las cartas una personalidad sencilla, natural, que<br />

podía perfectamente cuidar de su jardín, junto con su compañera<br />

Grace Frick, y preparar salsas o gofres en su cocina,<br />

lejos de la altanera académica de origen aristocrático.<br />

S.M.: Sin duda, que es una Yourcenar “nueva”, ahora mostrando<br />

su otra mano: la de la cocina.<br />

–En los prólogos que ustedes escribieron se marca<br />

una identificación de Yourcenar con Adriano y con el<br />

padre de Yourcenar, como si ese personaje fabuloso<br />

de Memorias de Adriano estuviese hecho a la medida<br />

de Marguerite, en tanto espejo de su padre. Y esto,<br />

además, específicamente con la comida. ¿Hubo alguna<br />

declaración o comentario de la misma Marguerite en<br />

ese sentido? M.S.: Especialmente en los Cuadernos de notas<br />

a Memorias de Adriano, Marguerite reivindicó siempre su<br />

cercanía con los personajes de sus libros, que consideraba<br />

casi como personas reales, con las que podía dialogar como si<br />

fuesen familiares o amigos. Cuando quiso evocar la persona


y la historia de su padre, declaró que, antes de comenzar sus<br />

investigaciones, no lo conocía más que al emperador Adriano.<br />

Habría que concluir, me parece, que proyectó algunos<br />

de sus gustos –sobre todo culinarios– en sus personajes, que<br />

son también dobles literarios. Afinando un poco, yo diría que<br />

heredó ciertas preferencias culinarias de su padre, especialmente<br />

el gusto por la sencillez, y que las comunicó sutilmente<br />

a Zenón o incluso a Adriano, quien, según los historiadores,<br />

era mucho más aficionado a las carnes y los banquetes que en<br />

la imagen de Yourcenar.<br />

–Sorprende en alguien tan meticuloso en su literatura<br />

como fue Marguerite Yourcenar que sus recetas no tengan<br />

demasiadas especificaciones e incluso en algunas<br />

faltan detalles, como si encarara esta tarea mucho más<br />

relajada… M.S.: No es sorprendente si consideramos que<br />

nunca tuvo la intención de hacer un libro de cocina. Somos<br />

nosotras las que constituimos un “cuaderno”. Como todas las<br />

personas que cocinan regularmente, no necesitaba proporciones<br />

exactas ni detalles sobre la cocción o la preparación. Le<br />

bastaba mencionar los ingredientes y las operaciones.<br />

S.M.: Desde esa perspectiva, quienes no dominan el arte<br />

culinario no encontrarán aquí una guía para cocinar, pero<br />

quienes sí lo practican podrán hacer los platos que gustaban a<br />

Marguerite.<br />

–¿Probaron hacer sus recetas? ¿Cuál fue el resultado?<br />

M.S.: Hemos ensayado varias de sus recetas con éxito y el<br />

restaurante Le Flaubert, en Santiago, ofreció durante un mes<br />

un menú inspirado en la cocina “yourcenariana”, muy bien<br />

recibido por el público. Estoy segura de que los gourmets<br />

argentinos se divertirán organizando comidas “a la Yourcenar”<br />

en los cafés literarios, o en casa.<br />

S.M.: No todas, pero sí las sopas frías, las salsas, la pizza ¡y<br />

quedan a la perfección!<br />

La mano de Marguerite Yourcenar.<br />

Cocina, escritura y biografía.<br />

Cuaderno de Recetas (1950-1987),<br />

de Sonia Montecino y Michèle Sarde<br />

Del Nuevo Extremo, 2014


VIDA GOURMET<br />

Pequeños detalles que hacen la diferencia<br />

Por MÓNICA TRACEY<br />

La historia de una droga contada por un adicto<br />

9o<br />

Abarcador y tan dentro del mundo gourmet como metido en la<br />

historia, la sociología, los viajes, la autobiografía, en leyendas y<br />

fantasías, Café, de Etiopía a Starbucks: La historia secreta de la<br />

bebida más amada y más odiada del mundo es un libro de lectura<br />

y relectura, de consulta, de acompañamiento, que convierte<br />

la deliciosa bebida en una curiosidad de múltiples vertientes.<br />

Características que ligan al café con el autor, un curioso investigador<br />

de usos y costumbres que anda por el mundo guiado por<br />

su nariz y su paladar en pos de datos e historias de su brebaje<br />

preferido. NicolÁs Artusi ha logrado darle a su pasión forma<br />

de libro, donde puso todo lo que su obsesión lo llevó a encontrar,<br />

armando una suerte de historia del mundo moderno contada<br />

a través del café.<br />

Entrelazando datos, mitos y fantasía e historia personal –con<br />

una mirada evidentemente enriquecida y enfervorizada por la<br />

cafeína, propia de quien confiesa “Soy un drogadicto. Tomo<br />

diez cafés por día”–, Artusi logra que quien lea el libro y ame el<br />

café ya nunca más pueda volver a tomar una taza sin que alguna<br />

de las historias que él cuenta se deslice por su aroma, tal vez el<br />

más seductor del mundo.<br />

Será la de las cabras de Abisinia, locas a fuerza de comer esos<br />

frutos que resultarían ser los del cafeto, y su pastor, Kaldi, allá<br />

en los orígenes tal vez legendarios del café hacia el año 800.<br />

Y luego la del descubrimiento del tostado, y más tarde el paso<br />

del sólido al líquido. O la del Arcángel Gabriel, que habría recomendado<br />

al rey Salomón que tostara unos granos de café<br />

yemení para devolverles la salud a los habitantes de un pueblo<br />

diezmado por una plaga sin cura. O alguno de los dolorosos<br />

momentos que jalonan la producción de café, con trabajadores<br />

esclavos soportando crueldades inimaginables. “La historia del<br />

café es la historia de la conquista, la colonización y el monopolio”,<br />

dice el autor en el capítulo “Las guerras del café”.<br />

La prosa rápida infestada de datos, precisiones, referencias de<br />

todo orden, es la de un obsesivo, y así irá por el mundo reconociendo<br />

a otros obsesivos y contando sus delirantes y a veces<br />

desopilantes cuentos: Bach le compuso la “Cantata del café”,<br />

Beethoven lo hervía en una jarra de vidrio y sólo lo bebía si<br />

había sido hecho con exactos 60 granos, otros que si el agua no<br />

está a 93 grados, o la espuma de 3 milímetros. De paso apuntamos:<br />

en la Bodum el café tiene que estar en contacto con el<br />

agua 4 minutos.<br />

Las historias de Nicolás alrededor del café tienen el encanto<br />

que les da ser contadas por alguien que descubre algo interesante<br />

en casi todo y que irremediablemente contagia al lector<br />

con esa fascinación omnívora. Habrá datos de cómo y cuándo se<br />

crearon las primeras cafeterías en Venecia, Roma, Oxford, Londres,<br />

de cómo cierto periodismo surgió en esta última ciudad<br />

cuando medios como The Spectator o Tatler armaron su grilla<br />

de secciones tomadas de las charlas que predominaban en una<br />

u otra cafetería. Incluso Richard Steele, creador de Tatler,<br />

enviaba corresponsales a cada una: “Registro toda galantería,<br />

placer y entretenimiento en el negocio de White; toda la poesía<br />

y entretenimiento en el de Will; todas las noticias del extranjero<br />

y nacionales, en el de St. James; y todos los artículos intelectuales,<br />

en el de Grecian”, explicó.<br />

Después se prohibirían las cafeterías, después la Compañía de<br />

las Indias Orientales, que se había formado justamente en una<br />

de Londres, la Jerusalem, haría sus entuertos comerciales y<br />

marketineros para convertir a los bebedores de café ingleses en<br />

fanáticos y representantes universales del té, las hojas que ellos<br />

cultivaban en el Lejano Oriente.<br />

Hubo otras prohibiciones, algunas específicas para mujeres.<br />

Tampoco será la del Arcángel Gabriel la única referencia al café<br />

como sanador de muchos males... Lo iría transcribiendo todo<br />

pero necesitaría muchas tazas más de café, con lo cual para no<br />

quedar como aquellas cabras locas de<br />

sus orígenes, lo mejor que puedo<br />

hacer es recomendar la lectura del<br />

libro. Lo que promete el título está<br />

todo allí y lo que no, seguro está en<br />

el blog de Nicolás Artusi,<br />

sommelierdecafé.com, actualizado<br />

día a día. Un obsesivo con diez cafés<br />

al día no deja hilos sueltos.<br />

Café, de Etiopía a Starbucks:<br />

La historia secreta de la bebida más<br />

amada y más odiada del mundo,<br />

de Nicolás Artusi<br />

Planeta, 2014


Más sabor, distintos saberes, sentir<br />

más, gustar mejor, tradición, novedad,<br />

catas, un camino para conocerse en<br />

las propias elecciones<br />

Tea blending: crear sobre lo creado.<br />

Charming: Té negro con extracto natural de<br />

verbena y rosas.<br />

Camino a Camelot: Té verde, eucalipto, menta,<br />

pimienta roja y un ingrediente secreto.<br />

Medianoche en Beijing: Té negro, mezcla de<br />

especias chinas y flores azules.<br />

Amoroso: Té blanco con extracto natural de<br />

vainilla y flores de amaranto.<br />

Así inicia Victoria Bisogno cada capítulo de su nuevo libro,<br />

La alquimia del té, y cada uno de esos breves textos descansan<br />

sobre una página donde se muestran fotos de flores apoyadas<br />

sobre hebras: las palabras completan las imágenes y juntas producen<br />

la tentación de probar cuanto antes esas mezclas. Impecable<br />

forma de presentar un manual para instruir a quienes se<br />

atrevan a armar sus propios blends. Porque eso es exactamente<br />

este libro, un manual de blending de té.<br />

“Todas las variedades de té vienen de la misma planta, la Camelia<br />

Sinensis, dice Victoria, la diferencia entre los distintos tipos<br />

radica en los procesos que sufren las hojas”. Y a partir de allí, de<br />

lo más básico, irá explicando procedimientos y características<br />

de los ingredientes posibles para hacer un blend: obviamente<br />

de los distintos tés, pero también de las flores y esencias, de las<br />

frutas y vegetales, de las especias y hierbas. En cada descripción<br />

incluirá sus bondades y cuidados a la hora de utilizarlos para<br />

una mezcla pero también sus propiedades para la salud. Así, el<br />

libro trae una enorme lista de ingredientes con especificaciones<br />

que resultan interesantes aun para quienes ni sueñen con convertirse<br />

en tea blenders.<br />

“Si no cambiamos de rumbo, es probable que terminemos en<br />

el lugar al que nos dirigíamos”, cita Victoria el proverbio chino<br />

para animar a los futuros blenders a correr riesgos y atreverse a<br />

utilizar ingredientes nuevos, exóticos y desconocidos. Sin embargo,<br />

expresa los cuidados para no encarar esos caminos a ciegas,<br />

aconsejando que se los estudie en su forma de preparación,<br />

tiempo de infusión y los posibles efectos sobre la salud, ya que<br />

hay muchas sustancias que pueden ser tóxicas o tener contraindicaciones<br />

con respecto a algunas patologías o medicamentos.<br />

También habrá una lista de plantas comunes venenosas. Y otra<br />

de ingredientes no recomendados que por distintos motivos<br />

pueden deteriorar la mezcla, como azúcar, dulce de leche, chocolate<br />

en trocitos, nueces, almendras…<br />

Y una regla fundamental: “Un buen blend realza y luce el té<br />

base con el que está elaborado. Si en nuestra mezcla lo que se<br />

percibe es únicamente el agregado, nuestro blend es un fracaso”,<br />

advierte la especialista.<br />

Fundadora de El Club del Té, Victoria enseña tea blending,<br />

cata y evaluación sensorial del té y otorga la certificación internacional<br />

de sommelier de té. Antes de este libro, escribió Manual<br />

del sommelier de té, donde relata la historia de la infusión,<br />

los modos de servirla e incluye una historia de las vajillas, entre<br />

muchas otras curiosidades.<br />

La alquimia del Té.<br />

Manual de Tea Blending<br />

Arte, técnicas y secretos de una<br />

profesión oculta y fascinante,<br />

de Victoria Bisogno<br />

Del Nuevo Extremo, 2015<br />

91


Preamar<br />

País de origen: Brasil.<br />

Producción: HBO.<br />

Dirección: Estevão Ciavatta.<br />

Preamar nos permite conocer la cultura<br />

de la playa de Ipanema en Río de Janeiro<br />

que se nos muestra con todo detalle y<br />

luminosidad.<br />

La trama se desarrolla a partir en que el<br />

doctor Joao Fernando Velasco invierte<br />

en un negocio que provocará numerosas<br />

pérdidas en la institución para<br />

la que trabaja, por lo que lo despiden.<br />

Velasco, que vive con su familia en un<br />

lujoso departamento frente a la playa de<br />

Ipamema, decide ocultarles la situación,<br />

explicando que debe tomarse un año<br />

sabático mientras decide el rumbo que<br />

quiere para su vida.<br />

La serie tiene dos partes muy diferenciadas,<br />

la primera trata del ocultamiento<br />

de la situación a los miembros de su familia,<br />

para lo que busca una alternativa<br />

económica asociándose con el “dueño”<br />

de la playa de Ipanema, un personaje<br />

pintoresco que controla todas las actividades<br />

del lugar.<br />

La segunda parte comienza cuando su<br />

familia se entera de la verdara situación<br />

de su economía.<br />

El tono de la serie alterna los momentos<br />

cómicos con los dramáticos y al estar<br />

rodada en el escenario natural de la<br />

playa de Ipanema, esta se convierte en<br />

otro protagonista más de la serie, un<br />

escenario que permite conocer la vida<br />

del lugar y los negocios que allí se desarrollan.<br />

Si bien la tira se queda a mitad de camino<br />

entre la postal turística de Río<br />

de Janeiro y una suave denuncia de los<br />

problemas existentes en la playa, como<br />

entretenimiento funciona muy bien, si<br />

se disfruta de las impresionantes vistas<br />

de Río, ya que el aspecto familiar se<br />

desenvuelve con bastante armonía y los<br />

desajustes se centran principalmente en<br />

los personajes secundarios que deambulan<br />

por la playa.<br />

Preamar es una serie muy recomendable<br />

si quieren conocer un Río de Janeiro<br />

preolímpico, luminoso y turístico,<br />

con otra visión de la ciudad muy distante<br />

de la de películas como la enorme<br />

Ciudad de Dios, pero no por ello menos<br />

realista.<br />

Enlightened (Iluminada)<br />

País de origen: Estados Unidos.<br />

Producción: HBO.<br />

Protagonistas: Laura Dern, Luke Wilson,<br />

Diane Ladd, Sarah Burns, Tim Sharp,<br />

Mike White (como curiosidad, Diane Ladd<br />

y Laura Dern son madre e hija en la vida<br />

real y están interpretando estos papeles en<br />

la ficción).<br />

Los fans de la buena televisión van a<br />

recordar siempre a Amy Jellicoe, ella<br />

es la protagonista de Iluminada y tiene<br />

el rostro de Laura Dern. Iluminada<br />

es una joya incomprendida. Cuenta la<br />

historia de Amy, una mujer autodestructiva<br />

que tiene un despertar espiritual<br />

después de haber sufrido un colapso<br />

nervioso. Después de tres meses de<br />

contemplación y meditación en un<br />

centro de rehabilitación de Hawai, Amy<br />

regresa descansada y preparada para<br />

recoger los pedazos de su antigua vida y<br />

rehacer el mundo que ha dejado atrás.<br />

Su decisión de empezar a llevar una<br />

vida más iluminada, completamente<br />

diferente y mucho más positiva, creará<br />

una gran confusión tanto entre amigos<br />

y familiares como entre sus compañeros<br />

de trabajo. Amy transitará por el camino<br />

poco convencional entre quien es,<br />

quien quiere ser... y lo que todos están<br />

dispuestos a tolerar sobre ella<br />

Ambas series se encuentran disponibles en<br />

Tematika, Yenny y El Ateneo<br />

93


Museos<br />

del mundo<br />

El arcón del mundo<br />

POR Martín Garrido<br />

Todos los museos, grandes o pequeños, son una oportunidad para<br />

aprender. La clave está en el interés del visitante y en recordar<br />

el viejo y útil refrán: el que mucho abarca poco aprieta. Con<br />

cinco millones de visitantes al año sólo se puede comparar con<br />

los museos del Louvre en París o el Metropolitan en Nueva York.<br />

Con una diferencia para mi elección que es su pragmatismo para<br />

orientar al público en los tesoros que abarcan campos diversos<br />

del saber humano, como la historia, la arqueología y el arte.<br />

Comencemos esta visita imaginaria en el nuevo atrio principal<br />

a sus colecciones que abarca millones de objetos clasificados de<br />

acuerdo con sus orígenes.<br />

Sus grandes vedettes son, por ejemplo, la Piedra Rosetta descubierta<br />

en 1759 que permitió al francés Jean-François Champollion<br />

descifrar los jeroglíficos egipcios y que dio su nombre a<br />

la sonda espacial europea que envió imágenes desde un cometa.<br />

También compiten en su atracción la sección del Antiguo Egipto,<br />

sólo comparable con su par en la especialidad del museo de El<br />

Cairo y notable por sus momias. Y lo mismo ocurre con la dedicada<br />

a la Antigua Grecia con Las Nereidas.<br />

Creado en 1753, abrió al público en 1759 para exhibir libros, antigüedades<br />

de Grecia, Roma, Egipto, Oriente y América. Luego<br />

debió ser trasladado al nuevo edificio de 18<strong>57</strong> que se mantiene<br />

hasta hoy, excepto por algunas modificaciones en su arquitectura.<br />

Debido a la gran cantidad de material se necesitaron varias<br />

mudanzas y algunas piezas de la colección de objetos naturales<br />

se trasladaron al Museo de Historia Natural y, luego, en 1973 la<br />

Biblioteca Británica se independizó del museo, y se estableció<br />

al lado de la estación St. Pancras –donde llega el Eurostar desde<br />

París– donde cuenta con 150 millones de publicaciones.<br />

La sala de lectura de Marx y Rimbaud<br />

Lo que más se extraña en el British Museum es que haya dejado<br />

de funcionar The Reading Room que fue abierta en 18<strong>57</strong> con un<br />

desayuno para sus habitués muy generoso y económico. Uno de<br />

ellos fue Arthur Rimbaud, que pasaba muchas horas entre las<br />

8 de la mañana y las cuatro de la tarde porque “tenía papel, lapicera<br />

y tinta gratis”. No era el único entre los 62 mil habitués que<br />

tenían acceso porque por allí pasaron personalidades como Sun<br />

Yat-sen, Karl Marx, Oscar Wilde, Friedrich Hayek, Bram<br />

Stoker, Mahatma Gandhi, Rudyard Kipling, George Orwell,<br />

George Bernard Shaw, Mark Twain, Virginia Woolf, H.<br />

G. Wells y Sir Arthur Conan Doyle, en una lista resumida, en<br />

la que se puede incluir también a Vladimir Lenin (que firmó la<br />

inscripción con su propio nombre Jacob Richter).<br />

Es, además, un catálogo de apoyos tecnológicos con guías multimedia<br />

para explicar e ilustrar con imágenes en diez idiomas<br />

(incluyendo español y varios idiomas chinos)<br />

Es aconsejable, antes de programar la recorrida personal seguir<br />

las visitas virtuales en Internet. Y hay un rubro muy notable que<br />

es la parte dedicada a los chicos para que puedan crear, jugar<br />

y descubrir por su propia cuenta. También otra sección donde<br />

puedan tocar objetos. Como en las tendencias más modernas del<br />

aprendizaje, hacerlo tocando. Aquí está prohibido No tocar<br />

95


96<br />

Etiopía, tras las huellas de Rimbaud<br />

POR Horacio de Dios<br />

París está a 11.000 kilómetros de Buenos Aires. La misma<br />

distancia que hay hasta Addis Abeba, la capital de Etiopía. Sin<br />

embargo, no solemos relacionar ambas ciudades hasta encontrarnos<br />

con Arthur Rimbaud (1854-1891). Al pensar en su<br />

fama de escritor genial y maldito citamos Una temporada en el<br />

infierno, aunque esos poemas nada tienen que ver con su presencia<br />

en el Cuerno de África porque fueron escritos en 1873,<br />

cuando tenía 19 años y faltaban algunos para que se convirtiera<br />

en traficante de armas y esclavos.<br />

En París hay más huellas de su corta vida y en el 39 de la rue<br />

Descartes, en el Barrio Latino, está el bar Mansion Verlaine<br />

donde murió su amante Paul Verlaine (1844-1896), que era<br />

diez años más joven y lo sobrevivió.<br />

En este viaje donde la literatura acompaña a la geografía recordamos<br />

la película de 1995 Total Eclipse (llamada en español<br />

Vidas al límite), dirigida por la polaca Agnieszka Holland,<br />

que describe la relación sentimental entre Londres y París con<br />

el joven Leonardo Di Caprio en el papel de Rimbaud junto<br />

al británico David Thewlis (conocido por Harry Potter) interpretando<br />

a Verlaine.<br />

África Nueva Ola<br />

La realidad no es lo que era. En África tampoco. Con 30 millones<br />

de kilómetros cuadrados, el tercer continente en tamaño<br />

después de Asia y América, con 54 países diferentes, la relacionamos<br />

sólo con guerras civiles y/o tribales. Que por supuesto<br />

existen pero no son excluyentes. Con el agravante de atentados<br />

terroristas propios y ajenos más el intento de crear nuevos estados<br />

fundamentalistas (Islámico de Irak y Siria o Boko Haram en<br />

el norte de Nigeria).<br />

Los títulos periodísticos no invitan a hacer turismo, aunque<br />

este continente tiene uno de los índices más altos de desarrollo<br />

en los últimos años mientras el mundo atraviesa recesiones en<br />

Europa, la ex Unión Soviética o algunas regiones petroleras.<br />

En el Cuerno del Demonio<br />

Es una visita oportuna y sorprendente para viajeros más aventureros<br />

que turistas. En la televisión vemos sus grandes desiertos<br />

y lagos, largos y anchurosos ríos (Congo o Nilo) o Addis Abeba<br />

que está en el macizo etíope y es la ciudad más alta de África


(2500 metros). Es la capital diplomática del continente, sede<br />

de la Unión Africana desde 2002 y el asiento de la Comisión<br />

Económica de las Naciones Unidas (UNECA)<br />

También Etiopía, luego de una centenaria y convulsiva historia<br />

(desde Haile Selassie hasta la invasión de Benito Mussolini)<br />

ahora es un ejemplo de estabilidad en sus transiciones de<br />

gobierno, igual que Sudáfrica. Mantiene un régimen comunista<br />

de un estilo cercano al de los chinos (sus principales aliados) y<br />

también crece a una tasa del 10,6% según el Banco Mundial.<br />

La hambruna no ha dejado de azotarla, y sufrió la baja del precio<br />

del café (su mayor recurso porque no tiene petróleo) pero<br />

redujo sus índices de pobreza y alimenta solidariamente a más<br />

de 600 mil refugiados de los países vecinos, el mayor número<br />

de todo África.<br />

En el triángulo que forma con Eritrea, Somalia, Yibuti (ex Somalia<br />

francesa) a Etiopía, que no tiene salida al mar, no le faltan<br />

desafíos. No sólo por el volumen de refugiados vecinos sino<br />

los de Sudán y Sudán del Sur y la proximidad a Yemen, donde<br />

también vivió Rimbaud en 1880.<br />

El Oasis de Nueva Flor<br />

El rey Menelik II (1844-1913), considerado el padre de la<br />

nueva Etiopía al transformar tribus aisladas en un solo país,<br />

también fundó Addis Abeba en 1887, en un lugar que eligió la<br />

emperatriz Taytu Betul porque tenía aguas termales. Desde<br />

esa cubrieron sus calles con eucaliptos. Allí conviven cristianos,<br />

musulmanes y judíos, más de ochenta nacionalidades y lenguas<br />

porque además de los idiomas de trabajo de la Unión Africana<br />

(árabe, inglés, francés, portugués, y los africanos “en la medida<br />

de lo posible”) también se utiliza el de Etiopía, el amárico, que<br />

desciende de la extinta lengua antigua semítica. Fuera de Etiopía,<br />

el amárico es la lengua de 2,7 millones de emigrantes, que<br />

viven en Egipto, Israel y Suecia.<br />

Las cadenas hoteleras internacionales (Sheraton o Hilton)<br />

tienen establecimientos de cinco estrellas, en especial para su<br />

clientela diplomática. En total hay 73 hoteles de tres y cuatro<br />

estrellas y muchos hostales (124), que las reseñas valoran por su<br />

atención familiar y amigable.<br />

Harar Jugol y Rimbaud<br />

El cambio es notable a 527 kilómetros de la capital, al llegar a<br />

Harar Jugol, al este, luego de un viaje en tren y ómnibus que<br />

puede ser un cuento de Scherezade.<br />

La ciudad a 1300 metros de altura, rodeada de llanuras y<br />

desiertos, está amurallada (por eso el adjetivo Jugol). Desde<br />

2006 es patrimonio de la Humanidad de la UNESCO porque se<br />

la considera la cuarta ciudad santa para los musulmanes junto a<br />

Meca, Medina y Jerusalén. Tiene 82 mezquitas, tres del siglo X<br />

y 150 santuarios. Su población se ha ido reduciendo y no llega a<br />

80 mil habitantes. Conviven musulmanes y cristianos ortodoxos<br />

y se habla y escribe en árabe.<br />

Hasta allí llegó en 1884 Rimbaud. En ese momento contrabandeaba<br />

armas y quiso negociar con Menelik II. Harar en<br />

la actualidad no es muy diferente a lo que encontró hace 131<br />

años. Una de las visitas básicas es la casa que hoy es un museo<br />

donde vivió como esposo de una mujer abisinia. Al fracasar su<br />

trato con Menelik II perdió su contrato y después de atroces<br />

peripecias que incluyen el trato de esclavos entre Turquía y<br />

Arabia volvió para morir en Marsella.<br />

Su notable capacidad de observación se comprueba con su<br />

informe sobre OGADINE a la Societé de Georgaphie en 1883<br />

luego de atravesar durante veinte días a caballo el desierto de<br />

Somalía. Fue el primer europeo en hacerlo.<br />

Como poeta, escribió entre otros, su famoso “Sonnet des<br />

voyelles” con cinco vocales asociadas a diferentes colores, que<br />

publicó Verlaine en 1886.<br />

La historia se cierra nuevamente en París<br />

TESTIMONIO PERSONAL<br />

Horacio de Dios<br />

JAMAICA, RASTAS Y CAFÉ<br />

Estuve varias veces en Jamaica, que es una isla fascinante. Pero nunca<br />

visité su capital, Kingston, que es una buena manera de aproximarse<br />

a Etiopía. Hasta allí llegó el 21 de abril de 1966 el emperador Haile<br />

Selassie en el Grounacion Day (el Día de la Coronación), considerado<br />

un Dios. Alrededor de 100 mil fieles lo esperaban en el aeropuerto<br />

tocando tambores y fumando marihuana. El nombre Rastafari viene<br />

de Ras (príncipe) y Tafari , que así se llamaba el emperador (Tafari<br />

Makonnen) antes de ser coronado como “Rey de Reyes, Señor de Señores<br />

y León Conquistador de la tribu de Judea” que es en la tradición<br />

etíope descendiente del rey Salomón. Bob Marley tenía 21 años y su<br />

música se integró con la creencia desde su mítica banda The Wailers<br />

hasta su muerte. Los colores que los identifican son verde, amarillo y<br />

rojo, los de la bandera de Etiopía. No es la única asociación porque<br />

el café de Blue Mountain está considerado entre los más cotizados<br />

del mundo. Casi toda su producción se exporta a Japón y, salvo en el<br />

free shop del aeropuerto, no se consigue. Es tan globalizado como el<br />

reggae e igualmente valorado. La leyenda cuenta que fue un pastor<br />

de cabras en Etiopía el que descubrió su efecto estimulante hace diez<br />

siglos, cuando sus granos fueron tostados y molidos. Las noticias sobre<br />

su expansión se extienden desde el resto del Medio Oriente a Italia y<br />

luego al mundo. En Argentina no es fácil conseguirlo y es caro. Es el<br />

mayor producto de exportación de Etiopía, su oro negro.<br />

97


98<br />

Cocina<br />

Te odio,<br />

COCINERO<br />

El crítico, una de las figuras más adoradas<br />

y temidas de la gastronomía es el centro<br />

de esta nota que no busca quedar bien con nadie<br />

POR Marina García<br />

Retratado como nunca antes, el personaje Antón Egó (crítico<br />

gastronómico de la inolvidable película animada Ratatouille) encarna<br />

una figura casi villanesca en la que muchas veces se suele<br />

poner a quienes cumplen con la ardua tarea de probar una y otra<br />

vez las maravillas de alimentos y bebidas, con el fin de destacar a<br />

los destacables y olvidar a los olvidables. Ser crítico de restaurantes<br />

parece –para quien lo ve de afuera– una profesión caprichosa<br />

y plena de lujos, pero no es tan así.<br />

Temidos y hasta odiados por los cocineros, pasteleros, enólogos,<br />

productores y otras yerbas, los críticos son figuras complejas, los<br />

cuales no deberían carecer de una enorme formación gastronómica,<br />

artes de comunicación, buen gusto, tacto y humildad para<br />

no confundir una opinión (que nunca será objetiva), con una<br />

evaluación profesional de lo que se está probando. No es fácil.<br />

La tarea de catar, recorrer, comparar, recordar la infinidad de<br />

excelentes restaurantes y vinos (por sólo poner dos rubros frecuentes)<br />

implica un compromiso grande con la tarea, la cual lleva<br />

años para que el público (que también es muy crítico) reconozca<br />

y valore.<br />

En tan extravagante profesión, una de las pruebas más difíciles<br />

de sortear es lograr un anonimato que permita la evaluación (los<br />

buenos críticos no deberían nunca ser identificados en los restaurantes,<br />

ya que así no recibirán un trato especial que disfrace la<br />

calidad habitual del lugar) y la fama suficiente para que lectores y<br />

fans lo tomen como referente. Tampoco es fácil, hagamos honor<br />

a la verdad, poner el trabajo de tantísima gente, muchas veces<br />

arduo, muchas veces a pulmón, a los pies de algunos “Antón<br />

Egó” que confunden su opinión, con la opinión sobre un lugar<br />

o producto. Así es como surge otro de los grandes males del periodismo<br />

gastronómico: la muchas veces inevitable amistad entre<br />

productores y periodistas lo cual –a veces sin intención– malogra<br />

una distancia necesaria para opinar con libertad. De esta forma algunos<br />

se encumbran para siempre por una buena cosecha y otros<br />

jamás saldrán del barro de una mala noche con el mozo de turno.<br />

Hasta hace algunos años, en nuestro país eran pocos quienes se<br />

adjudicaban los títulos de tal nobleza, pero luego, la era de Internet<br />

abrió las puertas a una nueva camada de periodistas –que<br />

fascinados por el boom gourmet– acercaron a más público los<br />

placeres de la buena vida.<br />

Lo cierto es que las cosas han cambiado tanto que hoy existe<br />

una formación como “Crítico gastronómico” que se dicta en el<br />

Colegio de Cocineros del Gato Dumas y geniales convocatorias<br />

como “Vino Sub-30” en los que se abre la oportunidad de probar<br />

y conocer maravillas a muchos más consumidores.<br />

Lo que vale destacar sobre todo, es que una opinión profesional<br />

es valiosa y siempre una buena guía, pero que, como el destino,<br />

es apenas una potencialidad que merece ser contrastada y muchas<br />

veces contradicha<br />

GUÍA 2015 AUSTRAL SPECTATOR<br />

TEÓRICA Y PRÁCTICA DE<br />

LOS 500 VINOS DE ARGENTINA<br />

Diego Bigongiari<br />

Esta guía lleva varios años de<br />

edición en Argentina. Se trata del<br />

favorito de quienes más saben<br />

de vinos ya que consideran que<br />

la opinión del autor está verdaderamente<br />

libre de favoritismos<br />

publicitarios. Para tener siempre<br />

a mano en la bodega.<br />

HAY QUE IR, LUGARES CON ONDA<br />

PARA COMER Y BEBER<br />

Sabrina Cuculiansky y<br />

Yu Sheng Liao<br />

Una guía super-top pero apta-todo-público.<br />

Con un sello joven<br />

pero que lleva años de experiencia,<br />

los autores ofrecen una revisión<br />

de los principales espacios<br />

gastronómicos de Buenos Aires<br />

con datos únicos que demuestran<br />

que “han ido, comido y bebido”.<br />

BODEGONES DE BUENOS AIRES<br />

2014<br />

Pietro Erasmo Sorba<br />

Con una serie de libros, el autor<br />

encuentra un nicho que logra hacer<br />

propio, algo así como la “cocina<br />

nostálgica” que ciertamente<br />

necesita de un paladar y una<br />

pluma a la altura de la cultura y<br />

la historia que le dan valor. Ideal<br />

para quienes prefieren tradición<br />

y no modas.

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