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Revista Quid 57

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3o<br />

aunque sea por un rato. Los zombis no<br />

se ponen tristes, no se decepcionan,<br />

no se hacen problema. Están sucios,<br />

rotosos, babeantes. No son villanos cool<br />

ni lo quieren ser. No hablan ni necesitan<br />

hablar. No hay cosas para decir,<br />

sólo hay que vivir su no-vida. Se les<br />

pueden cortar las piernas y es como si<br />

nada. Aceptan lo que les toca. Son un<br />

ejemplo. Avanzan superando cada obstáculo<br />

hasta que logran su objetivo. Se<br />

sumergen en el placer animal de comer<br />

cerebros, con las manos, encastrándose.<br />

Después vuelven a empezar sin mirar<br />

atrás. Y, si no, el héroe de turno los<br />

decapita y punto. Hasta la muerte de<br />

un zombi me gusta. Morir sin temor<br />

a la muerte, sin anticiparla, sin luchar<br />

absurdamente por la sobrevalorada<br />

longevidad. Ojalá algún día me toque<br />

ser un zombi. Y ahí agarrate”.<br />

CLAUDIA PIÑEIRO, escritora, autora de<br />

Las viudas de los jueves, Tuya y Betibú,<br />

entre otras: “Como maldito, me gustaría<br />

ser Tom Ripley [de la saga El talento de<br />

Mr. Ripley, de Patricia Highsmith]<br />

porque como su misma autora lo dice,<br />

era un maldito con gran talento, tanto,<br />

que va pasando de novela en novela y<br />

logra que los lectores nos pongamos<br />

muchas veces de su lado. Queremos<br />

que las cosas le salgan bien. Para mí,<br />

uno de los personajes mejor trazados<br />

psicológicamente en la literatura”.<br />

GORI LONCHARICH, músico, cantante y<br />

guitarrista de Fantasmagoria y Hermanos<br />

de distinto padre y madre: “Mi<br />

villano favorito es el hombre invisible<br />

por la misma razón que todos mencionan<br />

cuando hablan de él: la posibilidad<br />

de ver sin ser visto, el grado máximo del<br />

espía. ¡Ni se imaginan las cosas que yo<br />

haría si fuese invisible! Pero si al poder<br />

de la invisibilidad se le pudiera sumar el<br />

tener la máquina del tiempo como vehículo<br />

para transportarse, sería un sueño<br />

hecho realidad. Con esas dos cosas me<br />

divertiría mucho, mucho”.<br />

PALOMA FABRYKANT, escritora y periodista<br />

especializada en artes marciales,<br />

“Si pudiera ser una villana de ficción<br />

erigiría ser Mistique, de los X-men, por<br />

su poder de metamorfosearse en cualquier<br />

otra persona. Tanto en el cómic<br />

como en la serie animada, ella usaba<br />

este poder para sus planes siniestros,<br />

para sus fugas de prisión, para los robos,<br />

para los siempre necesarios reemplazos<br />

de identidad y otros delitos varios. Yo<br />

creo que me conformaría solamente<br />

con los incontables usos eróticos que<br />

presenta esa maravillosa capacidad”.<br />

SILVIA HOPENHAYN, crítica literaria,<br />

periodista, autora de ¿Lo leíste? y<br />

Elecciones primarias, entre otros libros:<br />

“Mi villano favorito está por fuera de la<br />

literatura (quizá porque la maldad exige<br />

actuación…): uno es de aspecto cándido<br />

y terribles intenciones y el otro al revés,<br />

tiene gestos excesivos, aspecto atroz,<br />

malvado y es tremendamente sensible.<br />

El primero es Simón, el agradable, un<br />

personaje de la serie El agente 86 y el<br />

segundo, el Guasonborder de El caballero<br />

de la noche (Batman)”.<br />

LUISA VALENZUELA, escritora, periodista,<br />

autora de La máscara sarda,<br />

el profundo secreto de Perón: “Elijo a<br />

Erzsébet Báthory, la imaginativa<br />

condesa sangrienta. La mujer más malvada<br />

de la historia, personaje real del<br />

siglo XVI que inspiró (ella o su leyenda)<br />

a grandes poetas como Alejandra<br />

Pizarnik. Su crueldad infinita estaba<br />

guiada por un sueño estético: superando<br />

de lejos a Cleopatra y sus baños de<br />

leche de burra, elegía para desangrar a<br />

las más bellas doncellas del reino a fin<br />

de bañarse en sangre recién exprimida<br />

en procura de la juventud eterna”.<br />

MARÍA NEGRONI, escritora autora de El<br />

testigo lúcido y Arte y fuga, entre otros:<br />

“Elijo a Drácula. La noche y el día, el<br />

paria y las autoridades médicas, morales<br />

y patrióticas, el celibato y el matrimonio,<br />

la homosexualidad y la heterosexualidad,<br />

los fluidos del cuerpo y las varas<br />

de la razón. A este mundo de oposiciones,<br />

Drácula responde de dos modos:<br />

con el aislamiento y con la subversión.<br />

Ataca y se retrae, ocupa ilegalmente el<br />

cuerpo ajeno y rinde paradójico tributo<br />

a la distancia, entra al teatro de la<br />

crueldad y se protege en la tristeza. Un<br />

continuo vaivén donde la única fraternidad<br />

que cuenta es la que traman belleza<br />

y muerte. El vampirismo es un club selecto,<br />

de seres desolados, refinados como<br />

Lestat (el ícono queer de Anne Rice),<br />

de ávidos espectadores de una aventura<br />

existencial única, la propia”.<br />

LILIANA HEER, escritora, psicoanalista y<br />

crítica literaria argentina: “El hedor del<br />

Loco Rodríguez reverbera. Inigualable<br />

maldito, fértil fiord [El fiord, de Osvaldo<br />

Lamborghini]. Una cruzada sonrisa<br />

intuye el manotazo de Carla Greta<br />

arrancándose los pelos, arremetiendo<br />

sorda a sus propios alaridos y al berreo<br />

del miserable llorón. No parió sola,<br />

aquí estoy, dijo el Loco, este engendro<br />

tiene padre, mi látigo apresura su salida.<br />

Terremotos carnales, salivazos, puñetas.<br />

Poco hace un estómago cubierto<br />

de musgo si la tropa conspira. Arriba.<br />

Atrás. Atrás. Si hay Patria hay Muerte”.<br />

ANA ARZOUMANIAN, escritora, autora<br />

de Káukasos y Mar Negro, entre otros<br />

libros: “Un personaje literario es la<br />

manera que tiene la lengua de atravesar<br />

una experiencia. En ese sentido no<br />

leo a malos o a buenos literarios, sino<br />

a intensidades. Saint Fond de Historia<br />

de Juliette de Sade despliega una cierta<br />

codificación del poder. El libro deviene<br />

una fábrica de puestas en escena donde<br />

se muestra el fantasma como dispositivo<br />

productor de simulacros. El personaje,

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