Revista Quid 57
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película como la serie. Y yo necesito mucho un interlocutor,<br />
no me gusta mucho escribir solo. Necesito decir en voz alta<br />
lo que pienso, porque al decirlo en voz alta me activa algo y<br />
puedo escupir mejor las cosas. Me cuesta mucho el rebote<br />
conmigo mismo, necesito decir, necesito que sea en voz alta.<br />
Las ideas se me ocurren mucho más así que trabajando solo.<br />
–¿Y en cuanto a la tarea de director? Me fascina. Me<br />
quiero dedicar toda la vida a esto, descubrí que es lo que<br />
más me gusta, lo que más me completa. Me encanta actuar<br />
también, pero hay algo en la dirección donde me termino de<br />
apropiar, es distinto, es otra cosa. El actor es una herramienta<br />
para la visión de otra persona. Pero al dirigir estoy contando<br />
mi propio cuento como lo quiero contar. Es muy divertido, y<br />
aparte es inabarcable: una película tiene tantas capas y tantos<br />
frentes posibles que nunca se termina el trabajo, se puede<br />
pensar desde mil ángulos distintos.<br />
–¿Cuánto tiempo llevó el rodaje de la película? Cinco<br />
semanas. Fuimos al Tigre, vivíamos ahí en un hotel los días<br />
de semana y volvíamos a Buenos Aires los fines de semana.<br />
El plan fue bastante ajustado, no teníamos mucho tiempo<br />
para probar cosas, pero fue justo. En la mitad del rodaje me<br />
di cuenta de que faltaban escenas y las escribí, se pudieron<br />
hacer, por suerte, y son fundamentales para mí. Hasta son<br />
mis escenas preferidas. Me gusta estar atento a lo nuevo que<br />
pueda aparecer, me obsesiona no perderme chistes, ideas…<br />
Si uno está atento aparecen cosas que no están previstas en el<br />
guión. Sólo hay que estar abierto y escuchar qué proponen los<br />
demás, es un trabajo en equipo. Pero, bueno, eso exige cierta<br />
flexibilidad a nivel producción, es lo más complicado.<br />
–Es un poco dejarse llevar sin intentar controlar todo<br />
de antemano… Total. Eso es lo más desesperante del cine,<br />
eso de querer generar un momento de verdad y magia completamente<br />
artificial, porque se está inventando todo, se está<br />
poniendo la cámara, cortando de un plano a otro, se están<br />
haciendo un montón de cosas completamente artificiales<br />
intentando emular un momento de realidad. Eso es lo más<br />
impresionante del cine, lo más increíble, y no sólo eso, sino<br />
que cada una de esas perlas formen una narración y que uno<br />
como espectador transite distintos estados a lo largo de una<br />
película y que se trate de una progresión coherente. Es muy<br />
difícil de prever, lo importante es que todo eso esté en el<br />
guión, y leerlo mil veces hasta sentir que esa progresión existe.<br />
Igual, nunca termina funcionando como uno lo imagina.<br />
Pero, finalmente, me parece que todo se traduce en el tono<br />
de la película. Ahí es donde aparece la película, más allá de<br />
la historia que se cuenta. Uno empieza a ver una película y<br />
dice: “¡Ah! Esta película está en este tono y este es el humor<br />
que maneja y esta es la sensación que me genera”. Ese fue mi<br />
descubrimiento con Voley, cuando encontré el tono. Ahora,<br />
cuando pienso en escribir algo nuevo, mi única pregunta y mi<br />
único conflicto es cómo es el tono de la nueva película.<br />
–¿Cómo director se reconoce en un tono determinado?<br />
Creo que me interesaría investigar distintos tonos, no<br />
me cerraría en uno en particular. Voley es una comedia pero<br />
eventualmente se vuelve más oscura, se va dramatizando. No<br />
es una comedia al estilo Loco por Mary, sino una película<br />
donde la trama dramática empieza a ganarle a la comedia, y<br />
me interesa jugar a esas dos puntas.<br />
–¿Cómo se lleva con el teatro? Me copa, me re gusta, es<br />
otro terreno donde siempre fui actor, nunca dirigí. En Lunes…<br />
cada función es una carrera: salgo de la largada, tengo<br />
que hacer un circuito y tengo que ver cómo transitar eso.<br />
Cada función es una revancha, es como hacer una película<br />
en vivo, sin cortes, y entrando y saliendo de cada situación,<br />
un trabajo muy divertido para actuar, es muy mágico todo lo<br />
que va pasando, tener el público ahí y ver la respuesta. Lunes<br />
cerrado me gustó desde que la leí. Y cada vez me gusta más,<br />
le voy encontrando más cosas.<br />
–¿Por qué quiso ser actor? No fue algo que yo deseé. Se<br />
fue dando naturalmente. Simplemente me mandaron a estudiar<br />
de chiquito, me salió laburo sin que lo buscara y cuando<br />
me quise dar cuenta ya era actor. Pero sí fui en busca de la<br />
dirección y la escritura; dije: “Acá hay algo que me interesa,<br />
voy a investigar”, aunque también se fue dando muy naturalmente.<br />
–¿Cómo sigue su agenda de trabajo? En abril voy a filmar<br />
una película de Alejandro Chomski, Waterfall. Mi personaje<br />
se llama Roque Waterfall. La historia está basada en la<br />
novela Maldito seas, Roque Waterfall, de Jorge Larrondo,<br />
y trata sobre un pibe que nunca trabajó ni quiere trabajar y<br />
un documentalista checo que hace un documental sobre él.<br />
Y en mayo se estrena la película Sin hijos, de Ariel Winograd,<br />
donde hago una participación chiquitita, pero ya más<br />
que nada por cábala, porque siempre estoy en sus películas.<br />
Por eso ahora tengo el pelo platinado, porque al director se le<br />
ocurrió que mi personaje tuviera el look de Eminem