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Revista Quid 57

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irse una novela interesante, pero fácilmente olvidable. A<br />

veces me pasa como lector: hay novelas de las que no me<br />

acuerdo qué tratan exactamente, pero sus personajes me<br />

resultan inolvidables. Fijate que en mi libro hasta superada<br />

más de la mitad no se sabe bien hacia dónde va la<br />

trama, puede pertenecer a cualquier género. ¿Cuál es el<br />

famoso “plan”? No se sabe todavía y sólo se revela hacia el<br />

final y de manera breve.<br />

–Lo interesante es que la historia de los personajes<br />

también lo lleva a incluir fragmentos de la historia<br />

social del pasado y del presente, vinculada a Irlanda,<br />

a la guerra civil española o incluso la actualidad<br />

argentina, vista por lo general críticamente… Lo<br />

que une la realidad de todos estos personajes es<br />

un escepticismo absoluto. ¿En qué creen los que<br />

no creen? Todos creyeron en algo en algún momento,<br />

incluso Flaherty padre, si bien también es un escéptico<br />

total, es hijo de un sueño, que era el sueño de su padre y<br />

de su abuelo. En definitiva, es el mismo sueño de tantos<br />

inmigrantes, que vinieron al fin del mundo en pos de<br />

construir una vida sobre los deshechos de otros sueños.<br />

Cuando se da cuenta de que no va a cumplir el sueño de<br />

los mayores, decide cumplir un sueño propio diseñando<br />

una familia de acuerdo a sus convicciones. Después la vida<br />

también lo desengaña por lo que entiende es la traición<br />

de su hijo. Todos en algún momento creyeron en algo:<br />

el príncipe azul, triunfar como futbolista o ser un buen<br />

policía. Siempre pensé que la novela negra tiene algo<br />

de documento antropológico importantísimo, como lo<br />

demuestran las novelas norteamericanas de la década del<br />

30 y 40, que son los mejores documentos para describir el<br />

crack. Pienso que si esta novela mía sobrevive y alguien la<br />

lee dentro de sesenta o setenta años, se va a encontrar con<br />

esa incredulidad generalizada que identifica a este país y<br />

este tiempo. Creo que esta década (no por culpa exclusiva<br />

de ella, sino que había un proceso que cocinaba a fuego<br />

lento y explotó ahora), no posibilitó un clima de esperanza<br />

y sueños posibles, sino todo lo contrario, aunque a algunos,<br />

como el Flaherty padre de la novela, les haya ido bien. Ni<br />

hablar si trasladamos todo a 2001: ¿de qué sueños hablaríamos<br />

entonces? Ahora, todo esto es factible razonarlo<br />

una vez que la novela está escrita e impresa. Antes hubiese<br />

sido imposible: no la hubiera podido escribir. Todo esto<br />

está, pero debe traerlo a la superficie la literatura, no la<br />

sociología, al menos si tiene la intención de ser arte. Que<br />

después lo sea o no es otro fenómeno.<br />

–La narrativa actual se ve dominada por el policial<br />

y la crónica, donde hay un yo muy fuerte. Esta<br />

tendencia, ¿tiene que ver con una salida individual<br />

ante la falta de respuestas colectivas? Lo colectivo no<br />

necesariamente tiene que ser un sueño que una a todos:<br />

a veces alcanza con el respeto por el otro. Vivimos en una<br />

comunidad con otros y debe prevalecer un pacto tácito<br />

que hace a la convivencia. Que un automovilista se detenga<br />

para que cruce un peatón, no tiene que ver con un sueño<br />

colectivo (a lo mejor incluso tienen sueños opuestos),<br />

sino con el respeto por ese pacto. Aquí no vivimos con el<br />

otro, sino contra del otro. Los personajes de mi novela,<br />

la verdad, tienen un roce mínimo con lo colectivo. Los<br />

cuatro involucrados en el plan no piensan en algún tipo<br />

de proyecto común en caso de que salga bien, ni siquiera<br />

entre algunas de las partes. Cada uno tiene pensado hacer<br />

la suya. Esto es lo tan argentino que descubrí al terminar<br />

de escribir: ¿cómo puede cohesionar, resultar coherente,<br />

un proyecto donde los que se unen sólo piensan en<br />

sí mismos? Esto ya es un signo de identidad argentina y<br />

es muy probable que vuelva a ponerse de manifiesto en<br />

octubre. Si no hay un acuerdo honesto, profundo, real, y<br />

que además se traduzca en las acciones de todos los días,<br />

otra vez Noruega te mata. Otra vez vamos a tener un ideal<br />

legendario, lejano, inalcanzable, porque al final el que<br />

llega a Noruega ya es otro.<br />

–¿No es un mecanismo muy argentino? Sí, totalmente,<br />

vivimos proyectando en la Providencia. Nos creemos de<br />

verdad que Dios es argentino y que en algún momento nos<br />

va a dar una señal. Y no, Dios está ocupado. Y si no está<br />

ocupado, suponiendo su existencia, está en todo su derecho<br />

de decir: “Bueno, mi parte está hecha, les di todos los<br />

climas, agua, tierras fértiles… Ahora hagan algo ustedes,<br />

muchachos”. Y siempre aparece alguno que se dice delegado<br />

de Dios, un caudillo, un general, un empresario o<br />

un futbolista. No, alguna vez habrá que laburar por el<br />

futuro<br />

Noruega te mata,<br />

de Sergio Sinay<br />

Del Nuevo Extremo, 2014<br />

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