Revista Quid 57
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obra maestra indiscutible que es su Van<br />
Gogh le suicidé de la société (Van Gogh<br />
el suicidado de la sociedad)”.<br />
Artaud se metió con la mayoría de los<br />
géneros literarios, utilizándolos como<br />
caminos hacia un arte absoluto y “total”.<br />
Inventó El teatro de la crueldad y trabajó<br />
en 22 películas, durante los años<br />
20 y 30, entre las que reluce La pasión<br />
de Juana de Arco de Carl Theodor<br />
Dreyer. Su obra se conoce en el ámbito<br />
académico al tiempo que interpela<br />
lo popular. Lo reivindicaron músicos<br />
de la vanguardia estadounidense de la<br />
postguerra como John Cage y nuestro<br />
Luis Alberto Spinetta le puso su<br />
nombre a uno de sus mejores discos.<br />
“Yo reclamo películas<br />
espeluznantes”<br />
Como con tantas otras cosas, el vínculo<br />
de Artaud con el cine es frecuentemente<br />
contradictorio. Como actor,<br />
Napoleón, de Abel Gance es otro<br />
de sus hitos, pero nunca tuvo papeles<br />
realmente importantes, ni premios, ni<br />
alfombras rojas, ni fans. Como teórico<br />
planteó nuevos problemas, pergeñó<br />
varias teorías divergentes y se animó a<br />
anticipar el futuro. “El cine reclama los<br />
temas excesivos y la psicología minuciosa<br />
–escribió–. Exige la rapidez, pero sobre<br />
todo, la repetición, la insistencia, la<br />
vuelta sobre lo mismo. El alma humana<br />
desde todos sus aspectos”. Comparándolo<br />
con el teatro, acentuó su vocación<br />
surrealista: “Si el cine no está hecho<br />
para traducir sueños o todo lo que en<br />
la vigilia se emparenta a los sueños, no<br />
existe. Nada le diferencia del teatro”.<br />
Y miró hacia adelante sin sentirse subyugado<br />
por la técnica: “…en un futuro<br />
próximo se llegará al cine en relieve, y<br />
aún en colores. Pero éstos no pasan de<br />
ser medios accesorios que no pueden<br />
añadir gran cosa a los que es el sustrato<br />
más específico del cine, que hace de él<br />
un lenguaje, al mismo nivel que la música,<br />
la pintura o la poesía”.<br />
Cuando René Clair le preguntó:<br />
“¿Qué tipo de películas te gustan?”, respondió:<br />
“Me encanta el cine. Me gustan<br />
todo tipo de películas. Pero todavía hay<br />
que crear todo tipo de películas. Creo<br />
que el cine puede ser un cierto tipo de<br />
cine: aquel en el que se han utilizado todos<br />
los medios sensuales de las películas<br />
de acción.” Y cuando Clair le preguntó<br />
sobre el tipo de películas que le gustaría<br />
crear, dijo: “Yo reclamo películas espeluznantes,<br />
películas poéticas, filosóficas,<br />
psicológicas”. En 1933, acusó en una<br />
columna periodística: “El mundo del<br />
cine es un mundo muerto, ilusorio. El<br />
mundo del cine es un mundo cerrado,<br />
sin relación con la vida”.<br />
Uno de sus planes cinematográficos<br />
fue la adaptación de El mayorazgo de<br />
Ballantrae de R. L. Stevenson. Promocionó<br />
el proyecto como “un aporte<br />
personal” con “un relieve especial sobre<br />
el espíritu de ciertas escenas” de las<br />
escritas por el escocés y no tuvo éxito.<br />
Aunque sus sinopsis y propuestas estéticas<br />
espantaran a los eventuales productores<br />
por raras y alocadas, la relación de<br />
Artaud con la cultura popular no empieza<br />
en la reivindicación post mortem que<br />
pudieron hacer de él el rock o el video<br />
arte. Al menos como espectador, Artaud<br />
elogiaba el trabajo de autores muy lejanos<br />
a la alta cultura como los hermanos<br />
Marx, cuya ópera prima, Animal<br />
Crackers, juzgó como “extraordinaria” e<br />
indiscutiblemente surrealista.<br />
En lo concerniente a la dirección, el<br />
guión y la producción de películas, las<br />
cosas nunca dejaron de ser complicadas<br />
para Artaud y el saldo más concreto se<br />
llama La coquille et le clergyman. Es la<br />
única película escrita por él que llegó<br />
a filmarse, pero que no pudo dirigir,<br />
recayendo la responsabilidad en Germanine<br />
Dulac, una directora también<br />
francesa y tachada de feminista. El estreno,<br />
en 1928 (un año antes del de Un<br />
perro andaluz (de Luis Buñuel y Salvador<br />
Dalí) fue escandaloso, como<br />
se acostumbrara entre los surrealistas.<br />
Los incidentes fueron originados por<br />
Artaud, que al mediar la proyección,<br />
fue expulsado de la sala por insultar a<br />
los gritos. Después de ver ese film, dio<br />
un volantazo en sus opiniones, avaló lo<br />
hecho por Dulac y acusó a Buñuel de<br />
plagio<br />
<strong>57</strong><br />
Artaud interpretando a Marat en una escena de Napoleón, de Abel Gance (1927)