Revista Quid 57
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está en el medio / sólo en el medio”. Para escribir “Nota sobre<br />
la construcción de las masas” hay que tener más imaginación<br />
que para escribir El Señor de los Anillos, que está bueno, pero<br />
que es la mitología de todos los días, donde los lindos son<br />
eternos y buenos y los feos son negros y vienen en elefante.<br />
Tolkien le tenía miedo a los musulmanes. Era uno de los siete<br />
escritores católicos, pero parece que ahí no quieren ver el<br />
racismo ni el fascismo. En Perón es más fácil porque se ponía<br />
un uniforme, este agarraba una lapicera.<br />
–Recién nombraba a Bukowski, ¿cuánto pesa, a la hora<br />
de leer a un escritor, el mito o la figura que se construye<br />
detrás del escritor? Creo que de alguna manera soy más<br />
jodido de lo que parezco. En algunos reportajes, cuando sale<br />
un libro, digo cosas que me voy guardando para que influyan<br />
en la lectura. Un periodista de Página/12 se dio cuenta de<br />
eso, de qué manera también con lo que digo construyo mi<br />
obra. Yo estoy construyendo mi obra todo el tiempo. Cuando<br />
camino, cuando hablo, cuando respondo un reportaje estoy<br />
construyendo algo que me obsesiona. Porque construyo mi<br />
obra alrededor de mí, no la construyo sólo en un papel y hacia<br />
adelante. Construyo capas y capas de algo que se solidifica y<br />
hace una pelota cada vez más grande. Llega un momento que<br />
estoy perdido ahí adentro y no sé ni quién soy yo. Eso está<br />
bueno para escribir una novela. No puedo llegar a mi casa y<br />
poner en la perilla novela y listo, porque lo que voy a escribir<br />
es una mala novela. En cambio en mi forma de trabajar,<br />
mi casa se transforma en la novela. Como la casa es grande,<br />
elijo lugares distintos para escribir. Tengo un colchón al lado<br />
de la máquina de escribir porque por más que mi habitación<br />
esté arriba, no son pocas las noches que necesito tirarme una<br />
hora, levantarme y seguir escribiendo. Me preguntan si voy a<br />
comer algo y yo sigo acá, siempre escribiendo. Mi literatura<br />
es una literatura física, la vivo con el cuerpo. Porque, además<br />
de construir mi obra, quiero traer algo a la literatura. Yo creo<br />
que renové algunos votos que se creían viejos porque lo que<br />
escribo no aburre y también profundiza. No hace falta un<br />
diccionario para leerlo, lo que hace falta es detenerse.<br />
–En La ley de la ferocidad, el padre de Gabriel Reyes<br />
le dice que es el propio Gabriel, el que va a necesitar<br />
contar su historia, ¿alguna vez pensó cómo hubiera<br />
leído la historia su padre? Es algo que pienso mucho,<br />
pero no sé cómo lo hubiera tomado. Mi madre me dio una<br />
respuesta aproximada. A mí la lectura familiar de mi literatura<br />
me preocupa y ella que es una gran lectora, cuando leyó La<br />
ley de la ferocidad me dijo: “me sentí en muchas páginas y es<br />
lo mejor que escribiste hasta ahora”. Quizás mi viejo hubiera<br />
entendido lo que él quería entender. De alguna manera él<br />
está adentro de la novela con la historia de Rojitas, la única<br />
historia que me contó él de verdad. Ahí está su manera de<br />
hablar. Después mi mamá me dijo algo que para mí fue genial,<br />
que me quedara tranquilo porque sólo una persona que<br />
amaba mucho a su padre podía escribir ese libro.<br />
–¿Podría haberlo escrito con su padre vivo o fue necesario<br />
que él muriera? Si<br />
mi viejo hubiera estado vivo,<br />
hubiera tenido la oportunidad<br />
no de sentarme a escribir un<br />
libro, sino de hacer algo más<br />
práctico y amigarme con él,<br />
que igual lo hice. Esta casa la<br />
arregló mi papá y dos meses<br />
antes de que se muriera<br />
estábamos muy bien. De<br />
todos modos, es un tema con<br />
el que todavía sigo. En cinco<br />
minutos levántate María<br />
también es un libro sobre el<br />
padre porque con mi mamá<br />
no tengo ese conflicto. Mi<br />
mamá es todo en mi vida, no quiero ni pensar que un día me<br />
falte mi mamá. Cuando murió la mamá de Maradona yo<br />
pensé qué terrible, ¿no? Yo me siento muy afín a Maradona<br />
en el sentido de haber sido tan adicto, en esa necesidad tan<br />
interior de ser querido, de ser reconocido por el hecho de ser<br />
mirado. Creo que esa mirada que me negó mi padre, esa falta<br />
de reconocimiento me convirtió en este escritor. La falencia<br />
me convierte en escritor, no la virtud; la virtud por ahí te<br />
hace buen matemático. Cuando Guillermo Martínez se<br />
olvidó de las falencias, empezó a escribir esos libros perfectos<br />
pero que no dicen nada. Después de haber escrito Acerca<br />
de Roderer o Infierno grande se pone a escribir las huevadas<br />
policiales que escribe ahora. El anarquista Rafael Barrett<br />
dijo: “la palabra es un arma” y yo quiero mantener esa arma<br />
cargada y limpia.<br />
–Antes hablaba de la infancia de Gabriel Reyes. Fabián<br />
Casas dice que la infancia es la etapa en la que uno carga<br />
combustible y después no vuelve a cargar nunca más<br />
y que de la calidad de ese combustible depende el tipo<br />
de persona que uno va a ser cuando las papas quemen.<br />
En su literatura, ¿qué lugar ocupa la infancia? Ahí está<br />
todo, las cosas que te importaban y las que no. Están las respuestas<br />
de cuando vos pensás que no sabés. Yo me escribí una<br />
frase en el estudio en el que escribí La ley de la ferocidad que<br />
dice: “qué fingís no saber” y mientras escribía, la miraba todo<br />
el tiempo. Porque cualquier cosa que yo finjo no saber o me<br />
hago el desentendido, voy a la infancia y encuentro lo que ya<br />
sé. Yo creo que el mejor combustible que uno puede cargar<br />
es un combustible de infancia perpetua, tener siempre ante la<br />
vida y ante la gente una mirada de chico, de asombro.<br />
–Además de literatura, después de hacer el disco con<br />
Gabo Ferro, volvió a hacer música, ¿qué le da la música,<br />
que no le da la literatura? Los sueños de la infancia.<br />
Yo quiero ser estrella de rock, siempre quise ser eso. Como<br />
dice Paul Auster, que él sigue jugando al baseball, porque<br />
eso le recuerda los sueños de la infancia. A mí la música me<br />
recuerda y me trae vivos los sueños de la infancia<br />
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