Revista Quid 57
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Klaus Kinsky, a quien lo unía una irreparable relación<br />
de amor-odio (en verdad, más odio que amor).<br />
Herzog parece estar siempre un paso más allá de todo, de<br />
cualquier límite, de cualquier frontera, incluida la muerte.<br />
La primera señal que dejó de ello fue un breve diario de<br />
viaje o cuaderno de apuntes que escribió antes de llegar<br />
a la treintena. En noviembre de 1974 el alemán recibió la<br />
llamada de un amigo de París que le comunicaba que Lotte<br />
Eisner, una institución del cine alemán (la primera<br />
difusora del expresionismo), además de mentora y amiga<br />
personal de Herzog, estaba al borde de la muerte. La respuesta<br />
no se hizo esperar: el director tomó una campera,<br />
una brújula y un bolso con lo estrictamente necesario y<br />
salió a la carretera para unir los casi mil kilómetros que<br />
separan a Munich de París. Pero le añadió a su travesía<br />
un sentido místico: cubriría la distancia a pie y durante el<br />
tiempo que demandara el camino él tenía la certeza que su<br />
amiga se mantendría con vida.<br />
Era pleno invierno y el conjuro suponía un duro esfuerzo,<br />
además, en virtud del clima. La experiencia iba siendo<br />
documentada por Herzog en un pequeño cuaderno que<br />
accedió a editar por primera vez en 1978 bajo el título<br />
de Del caminar sobre hielo (Entropía, 2015). Se trata en<br />
verdad de un relato formidable, con una escritura bella y<br />
poética, lleno de agudas observaciones y reflexiones que<br />
exceden lo subjetivo y la anécdota personal. Habla en<br />
realidad de lo que la marcha ofrece, cómo potencia las<br />
capacidades de ver y pensar. Habla de lo que significa el<br />
sentido de las pruebas que muchas veces se autoimponen<br />
los hombres y la forma de superarlas. El periplo no fue<br />
fácil: debió enfrentar el frío, el viento, la tempestad violenta,<br />
las nubes bajas, la lluvia, el agua que chorrea, el granizo<br />
menudo y duro y la nieve ardiendo plena en el rostro,<br />
exponer el cuerpo al dolor, el agotamiento y, en ocasiones,<br />
la tentación de volver atrás, de rendirse, de interrumpirlo<br />
todo, de abandonar una convicción puesta en marcha por<br />
un sueño insensato y cambiar los lechos de heno en un<br />
granero por la seguridad de una cama cálida. No obstante,<br />
Herzog siguió adelante, a pesar de los peligros latentes y la<br />
inseguridad propia.<br />
Y no lo hizo únicamente por esa fidelidad que sentía por<br />
su vieja amiga. El paisaje comenzó a hablarle, lo invitó a la<br />
reflexión. Las impresiones nacidas de esta marcha larga y<br />
peligrosa son exquisitas, en la medida que exaltan la cantidad<br />
y variedad de ideas que sorprenden al caminante, estímulos<br />
imposibles de asimilar para el sedentario. Al caminar<br />
se redescubren formas y volúmenes invisibles, el olor<br />
de los campos resulta algo poderoso y nuevo a los sentidos.<br />
Surgen sonidos imposibles, el aire se llena de silbidos. El<br />
Herzog durante el rodaje del documental Grizzly Man (2005)<br />
caminante redescubre en soledad la infinita capacidad del<br />
silencio. Herzog confiesa volver a sentirse vivo hundido<br />
en lo profundo de un bosque tenebroso, donde el silencio<br />
sepulcral sólo era interrumpido por una ráfaga de viento.<br />
Se pregunta por los beneficios de la soledad y la respuesta<br />
se abre a intuiciones dramáticas del futuro. Los instantes<br />
de armonía perfecta, de euforia con él mismo, donde<br />
comprueba que el aire es de una pureza y de una frescura<br />
perfecta, ponen al lector también en camino.<br />
En este diario de viaje el paso de lo real a lo imaginario se<br />
sucede sin continuidad. Quizá sirva como clave para observar<br />
allí varias de las vidas que Herzog sigue agotando. Por<br />
momentos lo asalta una sed tan poderosa que siente sólo<br />
puede entregarse a ella: la sed por recorrer. El hombre<br />
que camina es soberano, irreductible, libre y, al mismo<br />
tiempo, frágil, anacrónico, mecánicamente imperfecto, físicamente<br />
hundido. Volátil, se vuelve inútil, pues comienza<br />
a ser<br />
Del caminar sobre hielo,<br />
de Werner Herzog.<br />
Entropía, 2014<br />
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