Revista Quid 57
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asesinos del mismo estilo, fue querido<br />
por sus padres y no sufrió maltratos de<br />
pequeño. Pero a los 10 años ya se empezaba<br />
a notar que algo no andaba bien<br />
en su cabeza, se dedicaba a torturar y<br />
matar animales para luego coleccionar<br />
sus huesos. Era alcohólico, después<br />
de matar a sus víctimas se masturbaba<br />
sobre sus cuerpos, luego tomaba fotografías<br />
de cada etapa del desmembramiento<br />
y, al igual que Bundy, guardaba<br />
partes como trofeos, la mayoría eran<br />
cabezas. Al momento de su detención<br />
encontraron tres de ellas en la heladera<br />
de su casa.<br />
Dahmer fue llevado a prisión y sentenciado<br />
a quince cadenas perpetuas<br />
consecutivas. Finalmente, murió en la<br />
cárcel, en una pelea entre reos.<br />
Manuel Blanco Romasanta fue un<br />
asesino del siglo XIX. Su caso es uno de<br />
los más estudiados de la criminología<br />
española, ya que se creía que era un<br />
licántropo. Sí, un hombre lobo. Incluso<br />
los documentos clínicos alegaban que<br />
tenía “licantropía clínica”, en referencia<br />
a una enfermedad mental.<br />
Mató a más de trece personas utilizando<br />
sus manos y dientes. Durante el juicio,<br />
conocido como “la causa contra el hombre<br />
lobo”, afirmó que era víctima de<br />
un maleficio. “La primera vez que me<br />
transformé fue en la montaña de Couso.<br />
Me encontré con dos lobos grandes<br />
con aspecto feroz. De pronto, me caí al<br />
suelo, comencé a sentir convulsiones,<br />
me revolqué tres veces sin control y a<br />
los pocos segundos yo mismo era un<br />
lobo. Estuve cinco días merodeando<br />
con los otros dos, hasta que volví a recuperar<br />
mi cuerpo. El que usted ve ahora,<br />
señor juez. Los otros dos lobos venían<br />
conmigo, que yo creía que también<br />
eran lobos, pero se cambiaron a forma<br />
humana. Eran dos valencianos. Uno se<br />
llamaba Antonio y el otro don Genaro.<br />
Y también sufrían una maldición como<br />
la mía. Durante mucho tiempo salí<br />
como lobo con Antonio y don Genaro.<br />
Atacamos y nos comimos a varias personas<br />
porque teníamos hambre”, contó<br />
Romasanta al juez.<br />
Peter Kürten era conocido como “el<br />
vampiro de Düsseldorf”. En Alemania<br />
asesinó a nueve personas, y tuvo otros<br />
siete intentos frustrados. Además,<br />
agredió sexualmente a casi ochenta<br />
personas. Violaba, apuñalaba y degollaba<br />
con el fin de beberse la sangre de sus<br />
víctimas. Fue condenado a la guillotina<br />
en 1931.<br />
Pero no todos los asesinos en serie que<br />
quedaron en la historia fueron hombres.<br />
Aileen Wournos, cuya vida es conocida<br />
por la película Monster que le valió<br />
el Oscar a Charlize Theron, era una<br />
prostituta que asesinó al menos a siete<br />
hombres entre 1989 y 1990.<br />
A Isabel Báthory, una de las aristócratas<br />
húngaras más importantes del<br />
siglo XVI, se la apodaba “la condesa<br />
sangrienta”. Tiene el Récord Guinness<br />
como la mujer que a más personas mató<br />
en la historia de la humanidad: seicientas<br />
treinta.<br />
Ella creía que debía bañarse y beber la<br />
sangre de sus doncellas vírgenes para<br />
no envejecer, estaba obsesionada con<br />
la belleza eterna. Mataba a sus víctimas<br />
en su castillo, pero antes las dejaba<br />
agonizando, desangrándose, hasta que<br />
obtenía cada gota de su sangre. Las<br />
autoridades encontraron más de cincuenta<br />
cadáveres enterrados debajo de<br />
la mansión, y otra gran cantidad en el<br />
exterior tapados con aserrín. El olor era<br />
nauseabundo.<br />
Pero esto no es algo ajeno al ámbito local,<br />
donde también existieron y existen<br />
asesinos de temer. Cayetano Santos<br />
Godino, conocido como “El Petiso<br />
Orejudo”, aterrorizó a la población con<br />
sus crímenes. Comenzó a mostrar los<br />
primeros signos de extrema violencia<br />
a los 8 años golpeando a tres de sus<br />
compañeros con piedras e hiriéndolos<br />
gravemente.<br />
A ellos no llegó a matarlos, pero a<br />
Arturo Laurora, a Reina Bonita<br />
Vainicoff y a Jesualdo Giordano,<br />
sí. El primero tenía 13 años, lo encontraron<br />
muerto a golpes y estrangulado<br />
en una casa vacía, en enero de 1912.<br />
Dos meses después, prendió fuego a la<br />
niña de 5 años, que murió debido a las<br />
quemaduras. Jesualdo<br />
tenía 4, lo encontraron en un baldío,<br />
estrangulado con un piolín y con un<br />
clavo en la sien. El Petiso Orejudo fue<br />
procesado por los asesinatos a la edad<br />
de 15 años. Se lo acusó además de siete<br />
tentativas de homicidios frustrados y<br />
siete incendios intencionales. Fue trasladado<br />
a la cárcel del Fin del Mundo,<br />
en Ushuaia, donde murió.<br />
El de Yiya Murano es un caso emblemático,<br />
una señora que se hacía pasar<br />
por instruida y acaudalada, cuando no<br />
era ninguna de las dos cosas, que mató a<br />
tres de sus amigas para quedarse con su<br />
dinero, envenenándolas con petits fours<br />
a los que les agregó cianuro.<br />
A pesar de que ella aún hoy asegura que<br />
es inocente, pasó dieciséis años en la<br />
cárcel. Yiya llegó a sentarse a la mesa<br />
de Mirtha Legrand, y se atrevió a<br />
convidar a la diva con unas masitas que,<br />
si bien tardó en probar, finalmente lo<br />
hizo. Y salió ilesa.<br />
En 1992 una espeluznante noticia<br />
estremecía al país. Un odontólogo de<br />
La Plata había asesinado a sus dos hijas,<br />
a su esposa y a su suegra. Ricardo<br />
Barreda se despertó y le dijo a su<br />
mujer que iba a limpiar las telarañas del<br />
techo. “Andá a limpiar, que los trabajos<br />
de conchita son los que mejor hacés”, le<br />
respondió ella.<br />
Esto desató la furia del dentista, quien<br />
encontró la escopeta que su suegra le<br />
había traído de Europa, la cargó y mató<br />
una a una a todas las mujeres de la casa.<br />
Después se fue al zoológico y pasó la<br />
tarde en un hotel con su amante. Más<br />
tarde confesaría haber sido el autor de<br />
los crímenes y sería condenado a prisión<br />
perpetua, aunque tiempo después le<br />
otorgaron la libertad condicional.<br />
Claro que los asesinos argentinos y de<br />
otras nacionalidades no empiezan ni<br />
terminan en esta corta enumeración. La<br />
lista de los demasiado malos es larga<br />
y se continuará extendiendo.<br />
Lo mejor será no toparse<br />
nunca con ninguno<br />
de ellos<br />
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