Revista Quid 57
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Museos<br />
del mundo<br />
El arcón del mundo<br />
POR Martín Garrido<br />
Todos los museos, grandes o pequeños, son una oportunidad para<br />
aprender. La clave está en el interés del visitante y en recordar<br />
el viejo y útil refrán: el que mucho abarca poco aprieta. Con<br />
cinco millones de visitantes al año sólo se puede comparar con<br />
los museos del Louvre en París o el Metropolitan en Nueva York.<br />
Con una diferencia para mi elección que es su pragmatismo para<br />
orientar al público en los tesoros que abarcan campos diversos<br />
del saber humano, como la historia, la arqueología y el arte.<br />
Comencemos esta visita imaginaria en el nuevo atrio principal<br />
a sus colecciones que abarca millones de objetos clasificados de<br />
acuerdo con sus orígenes.<br />
Sus grandes vedettes son, por ejemplo, la Piedra Rosetta descubierta<br />
en 1759 que permitió al francés Jean-François Champollion<br />
descifrar los jeroglíficos egipcios y que dio su nombre a<br />
la sonda espacial europea que envió imágenes desde un cometa.<br />
También compiten en su atracción la sección del Antiguo Egipto,<br />
sólo comparable con su par en la especialidad del museo de El<br />
Cairo y notable por sus momias. Y lo mismo ocurre con la dedicada<br />
a la Antigua Grecia con Las Nereidas.<br />
Creado en 1753, abrió al público en 1759 para exhibir libros, antigüedades<br />
de Grecia, Roma, Egipto, Oriente y América. Luego<br />
debió ser trasladado al nuevo edificio de 18<strong>57</strong> que se mantiene<br />
hasta hoy, excepto por algunas modificaciones en su arquitectura.<br />
Debido a la gran cantidad de material se necesitaron varias<br />
mudanzas y algunas piezas de la colección de objetos naturales<br />
se trasladaron al Museo de Historia Natural y, luego, en 1973 la<br />
Biblioteca Británica se independizó del museo, y se estableció<br />
al lado de la estación St. Pancras –donde llega el Eurostar desde<br />
París– donde cuenta con 150 millones de publicaciones.<br />
La sala de lectura de Marx y Rimbaud<br />
Lo que más se extraña en el British Museum es que haya dejado<br />
de funcionar The Reading Room que fue abierta en 18<strong>57</strong> con un<br />
desayuno para sus habitués muy generoso y económico. Uno de<br />
ellos fue Arthur Rimbaud, que pasaba muchas horas entre las<br />
8 de la mañana y las cuatro de la tarde porque “tenía papel, lapicera<br />
y tinta gratis”. No era el único entre los 62 mil habitués que<br />
tenían acceso porque por allí pasaron personalidades como Sun<br />
Yat-sen, Karl Marx, Oscar Wilde, Friedrich Hayek, Bram<br />
Stoker, Mahatma Gandhi, Rudyard Kipling, George Orwell,<br />
George Bernard Shaw, Mark Twain, Virginia Woolf, H.<br />
G. Wells y Sir Arthur Conan Doyle, en una lista resumida, en<br />
la que se puede incluir también a Vladimir Lenin (que firmó la<br />
inscripción con su propio nombre Jacob Richter).<br />
Es, además, un catálogo de apoyos tecnológicos con guías multimedia<br />
para explicar e ilustrar con imágenes en diez idiomas<br />
(incluyendo español y varios idiomas chinos)<br />
Es aconsejable, antes de programar la recorrida personal seguir<br />
las visitas virtuales en Internet. Y hay un rubro muy notable que<br />
es la parte dedicada a los chicos para que puedan crear, jugar<br />
y descubrir por su propia cuenta. También otra sección donde<br />
puedan tocar objetos. Como en las tendencias más modernas del<br />
aprendizaje, hacerlo tocando. Aquí está prohibido No tocar<br />
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