o8 deberse al abuso de agentes electorales sin escrúpulos, que en la época solían utilizar a pobres incautos, emborrachándolos, para hacerles votar varias veces por el mismo candidato: una venganza final de la democracia contra uno de sus máximos detractores. Otras especulaciones han incluido el delírium tremens, el ataque cardíaco, epilepsia, sífilis, meningitis, cólera, diabetes e inclusive el asesinato. Sin embargo, uno de los actos más significativos en la vida de Poe estaba aún por producirse. Dos días después de su muerte, una esquela fue publicada en un periódico de Nueva York. La línea que la encabezaba se haría célebre: “Edgar Allan Poe ha muerto. Murió anteayer en Baltimore. Esta noticia sorprenderá a muchos y algunos pocos se apenarán”. Este obituario, reproducido por muchos periódicos de todo el país, estaba firmado por un tal “Ludwig” y contenía una lírica descripción del autor que coincidía en muy poco con el hombre real y en mucho con el estereotipo del “maldito” popularizado por la peor literatura romántica (de hecho, muy pronto se descubriría que párrafos completos de esta caracterización habían sido tomados de la descripción de un personaje ficticio que hacía el escritor Edward Bulwer-Lytton en su novela The Caxtons). Según Ludwig, Poe solía vagabundear por las calles ya fuese demente o melancólico, mascullando y maldiciéndose a sí mismo; añadió que se irritaba fácilmente, que era un gran envidioso y consideraba la sociedad compuesta de villanos. Su aliciente para alcanzar el éxito había sido ganarse el derecho a despreciar a un mundo que irritaba a su engreimiento. “Ludwig” fue identificado muy pronto. Se trataba de nuestro viejo conocido, Rufus Wilmot Griswold. Griswold había logrado, incomprensiblemente, convertirse en el albacea literario del escritor. Muchas hipótesis se plantearon sobre este punto, pero el hecho es que, al poco tiempo Griswold editaba, para su beneficio exclusivo, un volumen con los relatos de Poe. Este libro se hallaba precedido por un artículo biográfico sobre el escritor, redactado por el mismo Griswold. En él, Poe aparecía descrito como un ser depravado, borracho y drogadicto, y se aportaban diversas cartas del propio Poe como evidencia (que finalmente resultaron ser falsificaciones). La mentira de Griswold fue denunciada por aquellos que conocieron bien a Poe, pero no pudo evitarse que se convirtiera en la más aceptada popularmente, y, dado que era la única biografía disponible, fuera reimpresa varias veces, en parte porque los lectores se entusiasmaban ante la idea de estar leyendo las obras de un “hombre malvado”. De hecho, la caracterización de Poe realizada por Griswold (a partir de refundiciones de mala literatura ajena) no sólo conoció un éxito formidable sino que ayudó a popularizar definitivamente a nivel internacional la figura del escritor. Cuando una generación posterior pudo producir una primera biografía seria sobre el autor, la figura pública de Poe ya había sido mundialmente modelada a partir de la versión de Griswold. Edgar Allan Poe es, como Borges bien observó, un escritor indispensable para entender la moderna literatura occidental. El alcance de su influencia en todos los ámbitos literarios resulta inabarcable e incluye a todas las corrientes vanguardistas francesas que, desde el simbolismo hasta el surrealismo, bebieron de Poe a través de las traducciones canónicas de Baudelaire; así como el decadentismo inglés, la ficción detectivesca, y géneros tales como la ciencia ficción, el horror y lo fantástico. Algunos teóricos incluyen a esta extensa lista una influencia decisiva en las teorías formalistas y estructuralistas contemporáneas. Escritores como Charles Baudelaire, Fedor Dostoievski, William Faulkner, Franz Kafka, H. P. Lovecraft, Ambrose Bierce, Guy De Maupassant, Antonin Artaud, Thomas Mann, Cortázar o Borges serían inimaginables sin la existencia previa de un Edgar Allan Poe. Rufus Wilmot Griswold, en cambio, es recordado apenas por alguna memoria literaria como un dictador de cánones felizmente olvidados, polemista estéril, arribista y falsario. Definido por Stevenson como: “una figura tan repulsiva en la historia de la literatura que muy bien pudiera haber sido acuñada por la virulenta imaginación de su víctima” y por Georges Walter como: “el Yago de la literatura”, pocas dudas quedan acerca de que Griswold sea un escritor de último orden. Y, sin embargo, este escritor menor seguirá siendo recordado para siempre (acaso de manera involuntaria) por uno de sus no menos involuntarios personajes: un escritor maldito del siglo XIX llamado Edgar Allan Poe FUENTES Héctor A. Murena: “El pecado original de América”. Ensayo citado por Ángel Faretta en su artículo “Sobre algunos temas de Poe y Lovecraft”. <strong>Revista</strong> El Péndulo, número 14, Tercera época, 1987. Julio Cortázar: “Vida de Edgar Allan Poe”, Obras en Prosa I. Cuentos de Edgar Allan Poe. Editado originalmente en 1956 por Ediciones de la Universidad de Puerto Rico. <strong>Revista</strong> ADN
Entrevista tres Realidades paralelas de un dios 36 celeste El escritor bahiense, LUIS SAGASTI, acaba de publicar Maelstrom (Eterna Cadencia). Allí, las realidades paralelas y de lo que vive por fuera del lenguaje son espacios donde se desarrolla un relato fascinante POR Christian Kupchik
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