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284 - Diócesis de San Juan de los Lagos

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CUARESMA-PASCUAnuestro <strong>de</strong>stino: ya no estamos huérfanos, tenemos aalguien que nos ama y al que nosotros po<strong>de</strong>mos amarpara ser felices. Nuestra vida se cumple en el amor <strong>de</strong>Cristo: Dios en nosotros y nosotros en Él. Es elparaíso, es la plenitud <strong>de</strong> la Vida y <strong>de</strong> la Verdad. Enlas obras realizadas por Jesús -su palabra, sus milagros,su muerte y resurrección- nosotros <strong>los</strong> cristianos logramosencontrar el amor <strong>de</strong> Dios y en el día <strong>de</strong> hoy<strong>de</strong>bemos continuar ofreciendo a todos su presencia,manifestando las mismas obras realizadas por Jesús.El Evangelio <strong>de</strong> <strong>Juan</strong> pone <strong>de</strong> relieve la singularunión <strong>de</strong> Jesús con el Padre [...]. La unidad <strong>de</strong>l Hijocon el Padre es tal que, viendo a uno, se ve al otro: sonuno en el otro, son una sola cosa. El Padre, que en símismo es invisible, se revela y se da a través <strong>de</strong>l Hijo.Su amor inaudito por <strong>los</strong> hombres se manifiesta através <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong>l Hijo (1 Jn 4,9). La unidad <strong>de</strong>revelación <strong>de</strong>l Hijo con el Padre supone la unidad <strong>de</strong>ser. El Hijo se distingue <strong>de</strong>l Padre en cuanto ha sidoenviado por Él; no obstante, no es inferior, puesto queactúa con Él en todas sus obras... «Dios <strong>de</strong> Dios, luz<strong>de</strong> luz, Dios verda<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Dios verda<strong>de</strong>ro, engendrado,no creado, <strong>de</strong> la misma naturaleza que el Padre».CONFRONTEMOS NUESTRA VIDA:La pérdida <strong>de</strong>l sentido cristiano <strong>de</strong> la vidaEs una realidad palpable que el hombre <strong>de</strong> nuestrosdías vive en medio <strong>de</strong> un mundo tan acelerado ytan cambiante, le es muy difícil <strong>de</strong>tenerse un pocopara pensar en <strong>los</strong> <strong>de</strong>más, y menos tiene tiempo para<strong>de</strong>jarse encontrar por Jesucristo. La loca carrera <strong>de</strong> lavida nos absorbe tanto y estamos tan preocupados ennuestros problemas que no somos capaces <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubriren la persona <strong>de</strong> quienes están a nuestro alre<strong>de</strong>dora Cristo vivo, sufriendo, dándonos la oportunidad <strong>de</strong><strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rnos y compartir.En nuestros días ha caído en gran medida elsentido cristiano <strong>de</strong> la vida. Nuestra mirada se dirigehacia la humanidad don<strong>de</strong> muchos hombres aún nohan oído o no han comprendido todavía bien elanuncio <strong>de</strong> la salvación traída por Cristo. Muchoscristianos, habiendo tenido una experiencia fuerte <strong>de</strong>Dios, pronto nos olvidamos, no vivimos ni comunicamoslo que hemos recibido.El relativismoEs un hecho dolorosamente real: existen personasque han oído hablar <strong>de</strong> Jesucristo pero que parecenconocer y aceptar su doctrina simplemente como unconjunto <strong>de</strong> valores éticos. Es elevado el número <strong>de</strong>bautizados que se alejan <strong>de</strong>l seguimiento <strong>de</strong> Cristo yBol-<strong>284</strong>que viven un estilo <strong>de</strong> vida marcado por el relativismodon<strong>de</strong> el hombre es la medida <strong>de</strong> las cosas. El papel<strong>de</strong> la fe cristiana se ha reducido en muchos casos a unfactor puramente cultural a una dimensión meramenteprivada, sin ninguna relevancia en la vida social <strong>de</strong><strong>los</strong> hombres y <strong>de</strong> <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong>. Bautizados que, aúnmanteniendo quizás una cierta fe, viven en el indiferentismoreligioso y moral, alejados <strong>de</strong> la Palabra y <strong>de</strong><strong>los</strong> sacramentos, fuente esencial <strong>de</strong> la vid cristiana.El vacío <strong>de</strong>l hombreEs muy común encontrar a nuestro alre<strong>de</strong>dormucho dolor y vacío, porque nos olvidamos <strong>de</strong> Cristovivo. Las constantes experiencias <strong>de</strong> la sociedadbombar<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> antivalores, materialismo yconsumismo y vivencias constantes <strong>de</strong> injusticia yviolencia, nos hacen buscar nuevas opciones y esperanzasen nuestra vida. Hombres atrapados en un afánsin medida en el tener, con un fuerte “apego a lasriquezas, que se convierten en un obstáculo paraacoger el llamado a un seguimiento generoso y pleno<strong>de</strong> Jesús” (IA 8). La inseguridad hace que el hombrese refugie en sus propios miedos y lo imposibilita a<strong>de</strong>scubrir en su mundo <strong>de</strong> realida<strong>de</strong>s contrarias, lapresencia <strong>de</strong> Jesús, una luz que permite encontrarsignos <strong>de</strong>l Reino <strong>de</strong> Dios que Jesucristo trae alencontrarse con él.- ¿Qué otras situaciones <strong>de</strong> la realidad social y qué otrasactitu<strong>de</strong>s nos impi<strong>de</strong>n ser testigos <strong>de</strong> Jesucristo?- ¿Qué experiencias, acontecimientos o personas concretasme han ayudado a conocer a Jesucristo?RESPUESTA PERSONAL:El discípulo entra en comunión <strong>de</strong> vida y <strong>de</strong>misión con Jesucristo. Es una relación tan personaly estrecha, que Cristo la compara con la unión <strong>de</strong> <strong>los</strong>sarmientos a la vid (cf. Jn 15; 1-17).Jesús llamó a <strong>los</strong> apóstoles «para que estuvierancon Él» (Mc 3,14); para que así «todos sean uno lomismo que lo somos tú y yo, Padre. Y que tambiénel<strong>los</strong> vivan unidos a nosotros» (Jn 17,21). Justamenteen el amor <strong>de</strong> unos a otros se les reconocería comodiscípu<strong>los</strong> <strong>de</strong> Cristo (cf. Jn 13,35).A<strong>de</strong>más, <strong>de</strong>clara su amistad con el<strong>los</strong>: «Uste<strong>de</strong>sson mis amigos» (Jn 15,14). Con esta profundaamistad <strong>de</strong> vida, Jesús también implica a «sus amigos»en su propia misión (cf. Jn 17,18) y <strong>los</strong> envía aanunciar el Evangelio a todos <strong>los</strong> pueb<strong>los</strong>.Para que esa comunión con Él fuera cada vez másplena, Jesucristo se entregó a sus discípu<strong>los</strong> como el Panpág.25

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