284 - Diócesis de San Juan de los Lagos

VIDA DIOCESANAYo quiero insistir en la seriedad con que hay quecapacitar a los ministros proclamadores de la Palabra.Ha sido muy grato el empeño que hemos puesto enpreparar a los ministros extraordinarios de la Eucaristía,pero hay que caer en la cuenta que la Palabra deDios tiene que merecernos el mismo respeto que elCuerpo de Cristo; y así como el Cuerpo de Cristo nolo dejamos en manos de cualquiera para que lodistribuya a los demás, la Palabra proclamada en laliturgia o en ocasiones más especiales como, repito,las charlas cuaresmales o de adviento o semana de lafamilia, sí tenemos que dejarla en manos de quienpueda hacer una verdadera proclamación. Estamosimprovisando con frecuencia lectores o proclamadoresde la Palabra.En el motu propio “ministeria quaedam” del 15 deagosto del ’72, habla este documento del Papa PabloVI de los ministerios del lectorado y el acolitado quese instituye para derogar lo que hasta entonces sehabía llamado órdenes menores, que eran cuatro.Este documento del Papa Pablo VI dice: “Los ministeriospueden ser confiados a laicos de modo que nose consideran como algo reservado a los candidatosal sacramento del orden”.Yo no he entendido por qué un documento de hacemás de treinta años pareciera no tener aplicación porlo menos en México. El ministerio con toda seriedaddel lector, hasta ahora que yo sepa, es confiado alaicos seminaristas que van camino a recibir lasórdenes sagradas. Sigue diciendo el documento: “Ellector -no sólo es un proclamador de la Palabra oalguien que en ausencia del diácono proponga lasintenciones de la oración de los fieles a toda laasamblea; es algo más- el lector preparará a los fielespara recibir dignamente los sacramentos. Tambiénpodrá encargarse, cuando sea necesario, de la preparaciónde otros fieles a quienes se encomiende temporalmentela lectura de la Sagrada Escritura en losactos litúrgicos”.La Iglesia, pues, desde entonces, está pensandoque no ponemos la Palabra de Dios en manos del quellegó a la segunda de misa y por lo tanto puede unpoquito ubicar la lectura y darle una repasada. No,que la estamos poniendo en manos del lector otambién en manos de algún otro fiel a quien el lector,como parte de su ministerio ya se ha preparado paraproclamar temporalmente la Palabra en forma oficial.Finalmente, dice este documento que “la instituciónde lector y acólito, según la venerable tradiciónde la Iglesia, se reserva sólo a los varones, pero sípodríamos ver hasta dónde varones no orientadosrecibir un día las órdenes sagradas pueden recibir esteministerio y hasta dónde mujeres preparadas por elministro oficial instituido, pueden prepararse paraser, no la que lea una lectura, sino la que proclame unaPalabra de Dios que ha asimilado y meditado siquieracomo hacemos los sacerdotes que sí leemos y meditamosel evangelio del que luego vamos a predicar yle damos un rato, un buen espacio a la meditación dela Palabra que luego proclamaremos y en base a lacual haremos una homilía.Dice el lema y el tema de la V Conferencia delEpiscopado Latinoamericano a celebrarse el añopróximo: “Para que nuestros pueblos tengan vida enEl”. Sin duda que nos hemos encontrado con Cristoen la Eucaristía y en la Palabra en estos años anteriores.Y también desde siempre, yo creo que en elprimer plan de pastoral o en tercero queda consignadoy hay un equipo. Desde siempre hemos volteadohacia los pobres como un lugar privilegiado de lapresencia de Cristo. Para que nuestros pueblos tenganvida en Él, hará falta seguir profundizando en laPalabra de Dios y celebrando con más sentido laEucaristía, pero también potenciar y organizar cadavez más eficazmente con verdadera mística el servicioal pobre con quien de manera especial se identificaCristo. Creo yo que también sirviendo al pobrepodemos tener vida abundante, podemos dinamizarmás nuestra pastoral.El documento de participación para la V ConferenciaGeneral Episcopal Latinoamericana en el número85, señala: “Todos los discípulos fueron llamadosa permanecer en el amor de Cristo, de maneraespecial en su amor misericordioso y preferencial porlos más pobres y necesitados, destinatarios privilegiadosde la evangelización”. Y luego comenta elmismo número 85: “Esto es signo de identidad ycredibilidad del discípulo de Cristo”. En este añoguadalupano, vamos a contemplar a María deGuadalupe como perfecta discípula, modelo de evangelizacióninculturada, y a ella la contemplamosadaptándose al pobre, al indígena y hablándole demanera dulce y cortés en su mismo idioma, y llamándolecomo los mexicanos, con el diminutivo.Hay que ver si en los pobres seguimos encontrandoa Cristo como un lugar privilegiado donde Él seencuentra, y en esto hay que medir la autenticidad denuestras celebraciones Eucarísticas. El querido PapaJuan Pablo II en la exhortación apostólica Mannenobiscum (Permanece con nosotros) en el número28, nos insiste en que vayamos al servicio de lospág.78Bol-284