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284 - Diócesis de San Juan de los Lagos

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CUARESMA-PASCUA<strong>de</strong> la Virgen y le asegura que vendrá al día siguientea comunicarle la respuesta <strong>de</strong>l Obispo. Se <strong>de</strong>spi<strong>de</strong>utilizando <strong>los</strong> nombres tiernos y cariñosos con que laha venido llamando: “Hijita mía, la más pequeña,Jovencita, Señora, Niña mía, <strong>de</strong>scansa poquito”. ¡Conqué ternura y confianza habla <strong>Juan</strong> Diego con María,la Madre <strong>de</strong> Dios! ¡Qué enseñanza nos <strong>de</strong>ja! Orar essimplemente hablar con la <strong>San</strong>tísima Virgen comohablaríamos con nuestra propia madre en un momentoíntimo <strong>de</strong> acercamiento, cuando el amor, la necesidady la confianza inundan la conversación.¿NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE?El tío <strong>de</strong> <strong>Juan</strong> Diego, <strong>Juan</strong> Bernardino se encuentraenfermo. Está postrado en su petate, muy grave.Le había dado viruela, enfermedad sumamente contagiosay <strong>de</strong>sconocida para <strong>los</strong> indios, quienes moríanpor miles a causa <strong>de</strong> ella. Al grado que, según <strong>los</strong>historiadores, fueron muchos más <strong>los</strong> muertos porésta y otras enfermeda<strong>de</strong>s traídas por <strong>los</strong> conquistadores,que por la misma violencia <strong>de</strong> <strong>los</strong> conquistadores.<strong>Juan</strong> Diego se entristece mucho. Su tío era laúnica persona que le queda <strong>de</strong> su familia, sus raíces.Lucía, su esposa, había muerto unos años atrás.Apesadumbrado, corrió a buscar un médico queviniera a curarlo, pero ya no pudo hacer nada por él.Se pasó todo el lunes cuidando a su tío, no asistió a lacita que tenía con la <strong>San</strong>tísima Virgen. No pensó enpedirle por la salud <strong>de</strong> su tío: él era el servidor <strong>de</strong>María y no al revés. ¡Qué angustia habrá pasado <strong>Juan</strong>Diego ese lunes 11 <strong>de</strong> diciembre! Su tío se moría y élno podía ir a cumplir con la voluntad <strong>de</strong> su Señora. Sucaridad, el amor por su tío, lo hizo quedarse a su lado.Tal vez en el fondo sabía que la <strong>San</strong>tísima Virgencompren<strong>de</strong>ría el motivo <strong>de</strong> su falta y lo perdonaría.Al anochecer <strong>de</strong>l lunes, <strong>Juan</strong> Bernardino mandacon urgencia a <strong>Juan</strong> Diego que vaya a Tlatelolcoantes <strong>de</strong>l amanecer, a traer un sacerdote que viniera aconfesarlo y a prepararlo a bien morir, pues estabaseguro que ya no se curaría, <strong>de</strong> que ya no se levantaría.Po<strong>de</strong>mos ver a qué grado habían comprendidoambos, tío y sobrino, las enseñanzas <strong>de</strong> <strong>los</strong> misioneros;cómo era importante vivir y morir bien para ir alcielo.Cuando aún era <strong>de</strong> noche y ya se anunciaba elamanecer <strong>de</strong>l martes 12, <strong>Juan</strong> Diego, salió a todocorrer <strong>de</strong> su casa, rumbo a Tlatelolco, a llamar alsacerdote y, cuando estaba por llegar al cerrillo, sedijo:“Si me voy <strong>de</strong>recho por el camino, no vaya a ser queme vea esta Señora y seguro, como antes, me <strong>de</strong>tendrápara que le lleve la señal al gobernante eclesiásticocomo me lo mandó, que primero nos <strong>de</strong>je nuestratribulación; que antes yo, llame <strong>de</strong> prisa al sacerdotereligioso, mi tío no hace más que aguardar”.Es encantadora la ingenuidad <strong>de</strong> <strong>Juan</strong> Diego.¡Sacarle la vuelta a la Virgen! Pero vemos también suhumildad. No se siente digno <strong>de</strong> pedir algo a ella, a laReina <strong>de</strong>l Cielo. ¡Cómo él pobre macehual, podríatener tal atrevimiento! Vemos que <strong>Juan</strong> Diego – elpueblo – todavía no capta, no sabe, que el mensaje <strong>de</strong>amor y ayuda que trae la Virgen es para todos y <strong>de</strong> unamanera muy especial para él, para el indio que hasufrido tanto, que tiene una necesidad absoluta <strong>de</strong>amor, <strong>de</strong> ayuda, y que hasta el día <strong>de</strong> hoy sigue en lasmismas.CONFRONTEMOS NUESTRA VIDA¿No es verdad que en muchas ocasiones actuamosigual que <strong>Juan</strong> Diego? La única diferencia está en queél trata ingenuamente <strong>de</strong> evitar a la <strong>San</strong>tísima Virgenpara correr a buscar el auxilio que requiere su tío. Encambio, nosotros, que ya sabemos no sólo que po<strong>de</strong>mospedirle y confiar en ella sino que ella misma nosdice que lo hagamos, nos olvidamos <strong>de</strong> acudir a sutemplo, <strong>de</strong> postrarnos ante su imagen o simplemente<strong>de</strong> hacer oración don<strong>de</strong> estemos; en nuestra casa,mientras hacemos el quehacer <strong>de</strong> todos <strong>los</strong> días,camino al trabajo, etc. Creemos que estamos so<strong>los</strong>,que a nadie le interesamos y, por eso, sufrimos tantotratando <strong>de</strong> resolver con nuestras solas fuerzas <strong>los</strong>problemas, preocupaciones y tribulaciones que senos presenten.Ni aún frente a la <strong>San</strong>tísima Virgen piensa <strong>Juan</strong>Diego que pueda pedirle algo. Tan sólo espera po<strong>de</strong>rcumplir con su mandato para que logre su <strong>de</strong>seo. Enrealidad, <strong>Juan</strong> Diego no se da cuenta <strong>de</strong>l papel liberadorque le ha asignado la <strong>San</strong>tísima Virgen. Él sólo esun servidor y como tal, no cree tener ningún <strong>de</strong>rechoa pedir. No pue<strong>de</strong> ni imaginar lo que está a punto <strong>de</strong>escuchar.Difícilmente se pue<strong>de</strong>n encontrar palabras mássublimes y amorosas, llenas <strong>de</strong> ternura y compasión.La Virgen se pone en verdad en el lugar <strong>de</strong> <strong>Juan</strong>Diego, <strong>de</strong>l pueblo, y sabe el dolor que es para élper<strong>de</strong>r lo último que le queda en la vida: un tío, poreso lo consuela, lo conforta y viéndole con su miradacompasiva le habla con su voz dulce, abrazadora,impregnada <strong>de</strong> amor:pág.34Bol-<strong>284</strong>

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