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participación. La ausencia de una adecuada promoción puedeprovocar el fracaso de las fiestas populares, con la consecuentepérdida de los recursos que deberán haberse anticipado.El espectáculo forma parte de los sectores económicos máscomplejos dentro de la industria cultural y toda la actividad querealiza es de alto riesgo porque se crea y consume al mismo tiempo.Por otra parte, una misma presentación puede tener distintosresultados por la dinámica presentación – público que provoca.Todo carnaval y otras fiestas populares, será valorado en elmomento y no tendrá segundas opciones hasta el período siguientedonde la memoria actuará como contención o estimulador de laparticipación.La actividad del carnaval, no es ni debiera tener como motivaciónesencial la mercantil, en tanto expresión substancialmente culturaly reflejo de la identidad de la sociedad que participa en ella, por loque debe formar parte de la programación cultural nacional.Consecuentemente, el Estado pudiera asignar recursos de formamás activa desde los fondos públicos disponibles. Lacomplementación entre los planos presupuestarios y empresarialesque confluyan en la actividad del carnaval pudiera tener mejoresresultados. También pueden incorporarse fondos provenientes defuentes privadas o de fundaciones sin fines de lucro que, trasladenfondos o cubran gastos propios de la actividad. Todo no es, ni debeser empresarial, privado, o de fundaciones ni todo tiene que serfinanciado desde el presupuesto del Estado. El sistema financieroque respalde cualquier actividad de la cultura puede y debiera sermúltiple y deberá converger armónicamente para lo cual debieraresultar efectiva la coherencia que puede aportar a esa conjugación,la integralidad del Estado y su función mediadora y facilitadora.Quiere ello decir que, aun cuando la fiesta popular puedaautofinanciarse, su vínculo con el resto de la industria nacionalestará determinado por la relación entre la política industrial y lapolítica cultural de la nación; de si la política económica consideraal mercado interno y el consumo nacional como eje del patrón deacumulación que gesta el crecimiento económico o es laexportación la que dinamiza el crecimiento económico. Esto porsupuesto es válido para las ramas de la economía que producen losinsumos que se utilizan en el carnaval o de cualquier espectáculomasivo. Todos estos consumos pueden considerarse motivados pory desde la cultura y por tanto, deberán incluirse en el cálculo que serealice del aporte que esta rama hace al desarrollo de la economíanacional.Para los expertos quedó demostrado la vinculación del carnaval conmúltiples otras industrias como las materiales de construcción,industria de la química, textiles, pieles y otros. Todas estasindustrias son necesarias para asegurar la oferta de productosfinales a los consumidores. El carnaval es, sin dudas, un resortepara incentivar los procesos productivos, las relacionesintersectoriales y por ende la economía. No existen dudas de quelas fiestas populares y los carnavales en general, tienen efectos en laeconomía local, aunque en general no haya conciencia de ello. Estose refleja en que el análisis de estas dimensiones no estácontemplado en el campo de las reflexiones que predominan conrelación a la cultura popular y tradicional.No puede pensarse que la economía de la cultura en general y de lacultura popular y tradicional, está divorciada de lo que sucede en loscampos de la economía mundial, hemisférica, continental ynacional. El continente tiene una alta concentración de la riquezasostenida en un extremo por importantes gestores económicos conestructuras oligopólicas de propiedad y alto nivel detransnacionalización y en el otro las micro y pequeñas empresasque no pueden ofrecer empleo sistemático a una apreciablecantidad de trabajadores informales que necesitan participar en larenta para asegurar la sobrevivencia.Considerar el carnaval como factor del desarrollo implicaría pensaresta actividad y otras de la cultura artística y literaria como sectorde la economía y articularla con el resto de las relacionesintersectoriales de la nación y los territorios. Ello implicaría unavoluntad política que considere la localidad como factor sinérgicodel desarrollo y a todos sus sectores actuales y potenciales comocomponentes de una estrategia cultural del desarrollo. Reclama unaacción pro-activa de los gobiernos locales y nacionales quecompulsen a una acción internacional en esta dirección. De loanterior resultaría que el carnaval es una inversión estratégica parael desarrollo cultural y económico y no un gasto.Pero tratándose de una fiesta cultural, el desafío mayor radica enque, no se mercantilice su práctica y en ese contexto, lecorresponde a las políticas públicas poner los límites a la actuaciónde la lógica del mercado, diseñando y aplicando políticas queaseguren la diversidad de las manifestaciones culturales, delespíritu popular y el carácter ampliamente participativo que latipifica.IV.-IMPACTO DE LAS CRISIS SOBRE LA CULTURAPOPULAR TRADICIONAL.Si cualquier práctica simbólica es al propio tiempo una prácticaeconómica, nadie puede esperar que la cultura sea inmune a lasituación económica mundial. La crisis sistémica que estalló en elcampo financiero pero que ya penetra a todos los sectores de laeconomía, incluyendo a la producción de bienes y serviciosculturales, debiera ser objeto de análisis en todos los campos de lavida contemporánea porque impactará severamente todas laseconomías y en consecuencia a todas las actividades que de elladependan.Esta crisis se pudiera ver reflejada en las fiestas populares a travésde las decisiones que sean adoptadas por los gobiernos a tenor conlos ajustes presupuestarios y consecuentemente sobre los fondosgubernamentales. La CEPAL y otros organismos del área hananunciado una contracción severa del crecimiento económico delos países latinoamericanos y caribeños. Tomando como ejemploalgunos países, según el informe emitido por el MERCOSURcultural, “La proporción del presupuesto de culturacorrespondiente al ámbito nacional en el total del presupuesto es de0.24% para Argentina (2005), 0.16% en Perú (2004), 1% enUruguay (2005), 0.11% en Colombia (2005), 0.20% en Brasil,0.28% en Chile (2005), y 0.53% en Venezuela”. Si lospresupuestos asignados se mantienen bajos o se reducen comoparte de las políticas de austeridad, evidentemente se pondrá enriesgo la capacidad de sostenimiento de estas fiestas populares. Elconsiderar esta asignación un gasto y no una inversión provoca que,en momentos de crisis, sea uno de los eslabones de inmediataafectación.Otro de los impactos que pudiera provocar la crisis económicasobre las fiestas populares, radica en la contracción de los auspiciosy patrocinios provenientes de empresas privadas que,