don del Espíritu Santo; segunda, que el amor presentado así tiene un modelo vivoque es Jesucristo. No es, por tanto, un texto teórico, una pura proc<strong>la</strong>mación ética,sino un recuerdo del que amó así «hasta el extremo» (Jn 13,1), y desde ahí, unatarea para <strong>la</strong> Iglesia. Amar así es seguir al que nos amó; amar así es dejarsemode<strong>la</strong>r por el Espíritu; amar así es actuar como el Padre, que no hace distinciónde personas y cuyo amor «no tiene fin» (Sal 136).102Ya podría yo hab<strong>la</strong>r <strong>la</strong>s lenguas de los hombres y de los ángeles;si no tengo amor, no soy más que un metal que resuenao unos p<strong>la</strong>tillos que aturden.Ya podría tener el don de profecíay conocer todos los secretos y todo el saber;podría tener fe como para mover montañas;si no tengo amor, no soy nada.Podría repartir en limosnas todo lo que tengoy aun dejarme quemar vivo;si no tengo amor, de nada me sirve.El amor es paciente, afable, no tiene envidia;no presume ni se engríe;no es mal educado ni egoísta;no se irrita, no lleva cuentas del mal;no se alegra de <strong>la</strong> injusticia, sino que goza con <strong>la</strong> verdad.Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites,aguanta sin límites.El amor no pasa nunca.¿El don de profecía? Se acabará.¿El don de lenguas? Enmudecerá.¿El saber? Se acabará.Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía;pero cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará.Cuando yo era niño, hab<strong>la</strong>ba como un niño,sentía como un niño, razonaba como un niño.Cuando me hice un hombre, acabé con <strong>la</strong>s cosas de niño.Ahora vemos confusamente en un espejo;entonces veremos cara a cara.Mi conocer es, por ahora, limitado;entonces podré conocer como Dios me conoce.En una pa<strong>la</strong>bra: quedan <strong>la</strong> fe, <strong>la</strong> esperanza, el amor.La más grande es el amor.La mesa para fundar <strong>la</strong> comunión - Lc 22,14-20La eucaristía fundamenta <strong>la</strong> comunidad de vida en torno a Jesús. Él se pone a<strong>la</strong> mesa con nosotros. Y este ponerse a <strong>la</strong> mesa nos recuerda todas <strong>la</strong>s vecesque él comió con <strong>la</strong> gente de su tiempo: religiosos y pecadores, hombres y
mujeres. Eran comidas-signos de <strong>la</strong> comunión que el mismo Cristo anunciaba. Y<strong>la</strong> comida final expresaba <strong>la</strong> comunión total, <strong>la</strong> entrega de él por todos nosotros.La mejor manera de orar con este texto es participar en <strong>la</strong> celebración de <strong>la</strong>eucaristía. Y hacerlo con <strong>la</strong> profundidad y, a <strong>la</strong> vez, <strong>la</strong> sencillez del que se sabecontinuador del mandato de Jesús: «Haced esto en memoria mía» (v.19). Vivir <strong>la</strong>eucaristía con todos en torno a <strong>la</strong> mesa, y luego "hacer <strong>la</strong> eucaristía" en <strong>la</strong> vida,estableciendo una comunión cada vez mayor, como levadura en <strong>la</strong> masa de <strong>la</strong>humanidad.103Llegada <strong>la</strong> hora, se sentó con sus discípulos y les dijo: He deseadoenormemente comer esta comida pascual con vosotros antes de padecer,porque os digo que ya no <strong>la</strong> volveré a comer hasta que se cump<strong>la</strong> en elReino de Dios. Y tomando una copa, pronunció <strong>la</strong> acción de gracias y dijo:Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desdeahora del fruto de <strong>la</strong> vid hasta que venga el Reino de Dios.Y tomando pan, pronunció <strong>la</strong> acción de gracias, lo partió y se lo diodiciendo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto enmemoria mía. Después de cenar, hizo lo mismo con <strong>la</strong> copa diciendo: Estacopa es <strong>la</strong> Nueva Alianza sel<strong>la</strong>da con mi sangre, que se derrama porvosotros.Iglesia guiada por el Espíritu - Hch 1,12-14; 2,1-11María, <strong>la</strong> madre de Jesús, hace comunidad con los discípulos de su hijo,esperando <strong>la</strong> venida del Espíritu. Su <strong>la</strong>rgo camino de fe desde Nazaret hasta <strong>la</strong>«estancia superior donde vivían» es tambien el camino de fe de <strong>la</strong> Iglesia. Allíperseveraban en <strong>la</strong> oración con un mismo espíritu. Entre esta escena y <strong>la</strong>siguiente puedes dejar un tiempo de oración, de hacer silencio y tomar concienciade que María está ahí contigo, con <strong>la</strong> comunidad eclesial, fortaleciendo tu espera.Permanece, persevera, sé firme en <strong>la</strong> oración y en el amor. Como Jesús pidió.Como María y Juan supieron hacer junto a <strong>la</strong> cruz. Y ahora sí, entra en <strong>la</strong> escenade Pentecostés, y déjate inundar por el Amor, que se infunde en plenitud en loscorazones. Reconoce que es el Amor que te mueve y anima desde tu Bautismo.Entonces los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde el monte quel<strong>la</strong>man de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar ensábado. Llegados a casa, subieron a <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> donde se alojaban, Pedro,Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago el deAlfeo, Simón el Celotes y Judas el de Santiago.Todos ellos se dedicaban a <strong>la</strong> oración en común, junto con algunasmujeres, entre el<strong>la</strong>s María, <strong>la</strong> madre de Jesús, y con sus hermanos [...].Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar.De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda <strong>la</strong>casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, comol<strong>la</strong>maradas, que se repartían posándose encima de cada uno. Se llenaron
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