tuvo que seguir a su hijo en <strong>la</strong> oscuridad y "éxodo de <strong>la</strong> fe" durante <strong>la</strong> vida públicadel Mesías, sintiendo a <strong>la</strong> vez <strong>la</strong> tensión de una familia que no le comprende y ell<strong>la</strong>mamiento de su hijo a formar parte de su comunidad discipu<strong>la</strong>r. «No es difícil,pues, notar en el inicio de <strong>la</strong> nueva alianza, en María, una particu<strong>la</strong>r fatiga delcorazón, unida a una especie de noche de <strong>la</strong> fe, como un velo a través del cualhay que acercarse al Invisible, y vivir en intimidad con el misterio» (RedemptorisMater, 17). Pero su fe, que fue una búsqueda de amor, también recibió fuerza yalegría, consuelo e impulso, en el encuentro con el resucitado. Las mujeresfueron <strong>la</strong>s que permanecieron cerca de <strong>la</strong> cruz, y <strong>la</strong>s que le buscaron yencontraron vivo. María estuvo allí compartiendo <strong>la</strong> esperanza de <strong>la</strong> comunidad,preparando <strong>la</strong> llegada del Espíritu.Al seguir a Jesús, <strong>la</strong> Familia marianista lo hace con <strong>la</strong> convicción de tener enMaría <strong>la</strong> que nos ayuda a encarnar a Jesús en nosotros. El Padre Chaminade loha expresado de <strong>la</strong> siguiente manera: «Dejarse formar por <strong>la</strong> ternura maternal deMaría». En María tenemos también <strong>la</strong> que impulsa a <strong>la</strong> fe misionera, tal comoaparece en <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de María en Caná: «Haced lo que él os diga». María nosconvoca y nos envía. «El bautismo y <strong>la</strong> fe dan comienzo en nosotros a <strong>la</strong> vida deJesús, y es ahí donde somos como concebidos por el Espíritu Santo. Nosotrosdebemos, como el Salvador, nacer de <strong>la</strong> Virgen María» (G. J. Chaminade).La espiritualidad marianista tiene en <strong>la</strong> "Alianza misionera con María" una de<strong>la</strong>s c<strong>la</strong>ves del carisma. Aceptar responsablemente <strong>la</strong> condición de hijo de Maríaes asumir el compromiso de co<strong>la</strong>borar con el<strong>la</strong> en su función maternal dealumbrar en <strong>la</strong> fe a nuevos creyentes. Y también en su función profética deproc<strong>la</strong>mar <strong>la</strong> grandeza del Dios salvador que «derriba del trono a los poderosos yenaltece a los humildes» (Lc 1,52).La advocación de María como Inmacu<strong>la</strong>da recuerda, desde los orígenesmarianistas, <strong>la</strong> victoria del Dios-Amor sobre todo mal, conseguida en Jesucristo,por <strong>la</strong> que María es <strong>la</strong> primera salvada. El<strong>la</strong> es verdaderamente <strong>la</strong> mujerprometida, <strong>la</strong> nueva Eva (Gn 3,15), y da a luz al hijo que ap<strong>la</strong>sta <strong>la</strong> cabeza de <strong>la</strong>serpiente. El<strong>la</strong> es modelo de <strong>la</strong> Iglesia y madre de los que continúan <strong>la</strong> lucha porel Reino buscando <strong>la</strong> victoria de <strong>la</strong> fe («Lo que ha conseguido <strong>la</strong> victoria sobre elmundo es nuestra fe» (1Jn 5,4).Los marianistas sabemos que nuestro modo de re<strong>la</strong>cionarnos con María y <strong>la</strong>intensidad de esta re<strong>la</strong>ción es algo carismático en nosotros; es parte fundamentalde nuestro carisma. Nuestra fecundidad en <strong>la</strong> fe y en el amor, tanto <strong>la</strong> fecundidadpersonal como <strong>la</strong> comunitaria, depende de nuestra fidelidad a <strong>la</strong>s exigencias de <strong>la</strong>misión que tenemos en <strong>la</strong> Iglesia de marcar<strong>la</strong> con <strong>la</strong> presencia y <strong>la</strong> acciónmaternal de María. Para lograrlo, tenemos que anunciar a Jesús haciendoconocer, amar y servir a María. Por María nos acercamos a Jesús, y por Maríalogramos «transformar por dentro» y «renovar <strong>la</strong> misma humanidad» (EN 18).María es para nosotros, y queremos que sea también para los demás, unarealidad hondamente humana y santa, que suscita en los creyentes <strong>la</strong>s plegariasde <strong>la</strong> ternura, del dolor y de <strong>la</strong> esperanza (Pueb<strong>la</strong> 291).María nos encamina siempre hacia Jesús. El<strong>la</strong> lo dio al mundo, y sigueacompañando a los discípulos en el seguimiento de Cristo. La concienciachaminadiana de que nadie puede poner otro fundamento que el que ha sidopuesto, es decir, Jesucristo, lleva unida también <strong>la</strong> presencia de María. Nosotros,150
como Jesús, somos hijos de María, y participamos del amor de Cristo a su madre.La virtud que fomenta estas re<strong>la</strong>ciones y sentimientos, y que mode<strong>la</strong> nuestramisma oración, se l<strong>la</strong>ma piedad filial. Así también, misteriosamente el hijo nosconduce a <strong>la</strong> madre. Esta devoción a María es <strong>la</strong> más evangélica y verdadera,porque es <strong>la</strong> misma que Jesús ha vivido.La oración cristiana encuentra en María el modelo de escucha y de respuesta aDios. Porque el<strong>la</strong> resume <strong>la</strong>s principales dimensiones de <strong>la</strong> oración cristiana: es <strong>la</strong>orante en el silencio, <strong>la</strong> escucha y <strong>la</strong> pregunta, tal como aparece en <strong>la</strong>Anunciación (Lc 1,26-38); <strong>la</strong> creyente feliz que ora cantando al Diosmisericordioso que salva y libera (Lc 1,46-55); <strong>la</strong> que guarda <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra y <strong>la</strong>medita en su corazón (Lc 2,19;51); <strong>la</strong> orante que no entiende, pero quiereprogresar en <strong>la</strong> fe del misterio de Jesús (Lc 2,41-50); <strong>la</strong> que es toda atención a <strong>la</strong>snecesidades de los otros, y pide y convierte <strong>la</strong> oración en compromiso por elReino (Jn 2,1-10); <strong>la</strong> que ora con <strong>la</strong> comunidad, abriéndose al Espíritu para abrir<strong>la</strong>s puertas al mundo (Hch 1,14). Por todo ello, <strong>la</strong> Iglesia se dirige a María, ora aMaría, para que <strong>la</strong> madre nos lleve al hijo, a Jesucristo, hijo de Dios, hecho hijode María para <strong>la</strong> salvación de <strong>la</strong> humanidad.1512. Para hacer el camino1. "El espíritu de María"El camino espiritual de seguimiento de Cristo que he emprendido lo hagoqueriendo conocer y asumir el estilo evangélico de María, lo que nuestraespiritualidad l<strong>la</strong>ma "el espíritu de María" (RVSM, 114; RVFMI, I,9). Ese espíritues el fruto de <strong>la</strong> acogida del Espíritu Santo en María y en todos nosotros. Es elespíritu de fe, o espíritu interior, capacidad de vivir <strong>la</strong> vida desde <strong>la</strong> hondura delmisterio de Dios. Espíritu que trae libertad y amor.Esto significa darse cuenta de lo que el carisma marianista ha ido arraigandoen muchas mujeres y muchos hombres a lo <strong>la</strong>rgo de nuestra historia: el espírituevangélico, <strong>la</strong> cordialidad, <strong>la</strong> cercanía, <strong>la</strong> sencillez, <strong>la</strong> disponibilidad, <strong>la</strong>sensibilidad, <strong>la</strong> generosidad, el servicio. Todas esas actitudes que consideramosnuestras virtudes características y que se han encarnado en personas y accionesconcretas. Es María <strong>la</strong> que humaniza y establece <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones en el mundo y en<strong>la</strong> Iglesia. Vivir siguiendo su espíritu es, a <strong>la</strong> vez, abrirse al Espíritu y tener encuenta que <strong>la</strong> persona humana es el primer camino que <strong>la</strong> Iglesia debe recorrer.La espiritualidad de <strong>la</strong> encarnación que queremos vivir es, así, lo que Maríarepresenta de más valioso en <strong>la</strong> Iglesia (encarnación del Verbo, madre de <strong>la</strong>nueva humanidad) y una consecuencia de nuestro seguimiento de Cristo y denuestro identificarnos con él y su Evangelio.Por otra parte, el espíritu de María se muestra fundamentalmente en sure<strong>la</strong>ción con Jesús: como madre, como discípu<strong>la</strong> o creyente en su hijo, y comomujer o nueva madre de los creyentes (<strong>la</strong> maternidad espiritual de María). Quierovivir de este espíritu suyo, es decir, de este modelo de re<strong>la</strong>ción con Cristo y <strong>la</strong>Iglesia que María representa.
- Page 5 and 6:
PRESENTACIÓN5Presentamos algo más
- Page 7:
7PRIMERA PARTELA ORACIÓN EN EL CAM
- Page 10 and 11:
10Capítulo 1: El camino cristianoT
- Page 12 and 13:
3. Un encuentro en el que recibimos
- Page 14 and 15:
Para la formulación de este camino
- Page 16 and 17:
ella, como ella y con ella aprendem
- Page 18 and 19:
En esta etapa, además de saber de
- Page 21:
215. Algunos elementos de una pedag
- Page 25 and 26:
Oramos «para que Jesús llegue a s
- Page 27 and 28:
que no lleven a la piedad; no hay o
- Page 29 and 30:
que dejarla aparte cuando vamos a l
- Page 31 and 32:
312. Poniéndonos en caminoEs la se
- Page 33 and 34:
haga la síntesis de lo que cree. N
- Page 35:
comunidad eclesial para comprender
- Page 38 and 39:
Escucharle a él es escuchar al Pad
- Page 40 and 41:
* «Nos hiciste, Señor, para ti, y
- Page 42 and 43:
1. Si la oración es un encuentro e
- Page 44 and 45:
Me estrechas detrás y delante,me c
- Page 46 and 47:
él, pues él es tu vida y tus much
- Page 48 and 49:
Recorre con serenidad las fases de
- Page 50 and 51:
Es muy distinto saber de memoria la
- Page 52 and 53:
dones de Dios son irrevocables (Rom
- Page 54 and 55:
amigo y consolador a este Dios de a
- Page 56 and 57:
56- Ruega por nosotros, santa madre
- Page 58 and 59:
desde el éxodo hasta la vida plena
- Page 60 and 61:
60Sugerencias1. Habitualmente, util
- Page 62 and 63:
1. La distinción entre oración vo
- Page 64 and 65:
protege el camino de los justos,per
- Page 66 and 67:
Es reflejo de la luz eterna,espejo
- Page 68 and 69:
contigo. Hazlo de todos, descubre a
- Page 70 and 71:
animarnos a este trabajo, hay que c
- Page 72 and 73:
aunque sólo evitara un único peca
- Page 74 and 75:
SEGUNDA SECCIÓN: LA MISIÓN DEL HI
- Page 76 and 77:
en su muerte, tratando de llegar a
- Page 78 and 79:
"Orar entrando en el Evangelio"78Qu
- Page 80 and 81:
Que dure tanto como el sol,como la
- Page 82 and 83:
Mirad a mi siervo, a quien sostengo
- Page 84 and 85:
predestinó a ser imagen de su hijo
- Page 86 and 87:
Por eso Dios lo levantó sobre todo
- Page 88 and 89:
88Jesús es verdaderamente el Hijo
- Page 90 and 91:
podríamos enviaros a Sor Agueda. N
- Page 92 and 93:
Capítulo 4: Con la comunidad92Vamo
- Page 94 and 95:
todo su sentido, cuando es la oraci
- Page 96 and 97:
espíritu, de su caminar; a orar co
- Page 98 and 99:
1. Motivación del grupo. El animad
- Page 100 and 101: levantado; las atarás a tu muñeca
- Page 102 and 103: don del Espíritu Santo; segunda, q
- Page 104 and 105: todos de Espíritu Santo y empezaro
- Page 106 and 107: 1064. El Amor de Dios fundamenta la
- Page 108 and 109: da a luz en cierto modo (Fundamento
- Page 110 and 111: Capítulo 5: Haciéndo lo que él n
- Page 112 and 113: 1121. Preocúpate por conocer de un
- Page 114 and 115: 1143. Caminos de oraciónOrar la vi
- Page 116 and 117: sus carros y sus tropas, y te lo en
- Page 118 and 119: Pablo defiende con energía la raz
- Page 120 and 121: lo sabían pues habían sacado el a
- Page 122 and 123: 122Jesús y María vivieron solamen
- Page 124 and 125: Adiós, queridas hijas. Mi corazón
- Page 126 and 127: Desde el día de Pentecostés, el E
- Page 128 and 129: 1282. Para hacer el camino1. "Forma
- Page 130 and 131: fe, ni vivirla. Muchos fueron perse
- Page 132 and 133: paz; abriendo caminos nuevos en la
- Page 134 and 135: ensayo, "El otro método" (1818). A
- Page 136 and 137: Elige un pensamiento o una luz que
- Page 138 and 139: descubrir a Dios a través de los s
- Page 140 and 141: 140Señor, mi corazón no es ambici
- Page 142 and 143: transformarnos en Jesucristo [...].
- Page 144 and 145: ninguna forma sensible, excepto en
- Page 146 and 147: Después de ponerse en la presencia
- Page 148 and 149: y conociéndome a mí cada vez más
- Page 152 and 153: «Nos hemos comprometido a proclama
- Page 154 and 155: signos concretos: la consagración
- Page 156 and 157: d) Contemplatio (silencio orante an
- Page 158 and 159: a Isaías: Sal al encuentro de Acaz
- Page 160 and 161: 160Dichoso el vientre que te llevó
- Page 162 and 163: María es nuestra esperanza, tota r
- Page 164 and 165: abogada y mediadora. Siempre se ha
- Page 166 and 167: 166"El espíritu de María"Esta exp
- Page 168 and 169: 6. Orando en el camino168Si hay una
- Page 170: en íntima unión con Jesús. Cuand