espíritu, de su caminar; a orar con <strong>la</strong> comunidad, a poder seren presencia de <strong>la</strong> comunidad y siempre en comunión con el<strong>la</strong>;a orar por <strong>la</strong> comunidad: <strong>la</strong>s intenciones de cada uno serán <strong>la</strong>sdel grupo, y <strong>la</strong>s del conjunto serán compartidas por cada unode los integrantes.963. "Ser de todos y para todos"El núcleo último de <strong>la</strong> eclesialidad o de <strong>la</strong> vivencia comunitaria no está en <strong>la</strong>oración, ni en <strong>la</strong> formación, ni en <strong>la</strong> misión, sino en el amor. Sin el amor, «aunqueconociera todos los misterios [...], aunque repartiera todos mis bienes a lospobres y entregara mi cuerpo a <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>mas [...], nada soy, nada me aprovecha» (1Cor 12,1-3).Vivir con <strong>la</strong> comunidad no es una frase. Es una tarea enriquecedora, perotambién exigente porque me invita a salir de mí mismo continuamente, aabandonar mi egocentrismo y adoptar actitudes de aceptación incondicional delotro, actitudes de escucha y empatía, de tolerancia y espíritu ecuménico.El amor no es sentir ni gustar. Es salir de sí y darse sin esperar, es entregarseen manos del otro hasta el final: «No busca su interés, no se irrita, no se alegrade <strong>la</strong> injusticia, se alegra con <strong>la</strong> verdad» (1 Cor 13,5-6).Como Familia marianista, estamos l<strong>la</strong>mados a poner en el centro el amor: en elcentro de <strong>la</strong> comunidad a <strong>la</strong> que pertenezco, en <strong>la</strong> familia, en <strong>la</strong> parroquia, en <strong>la</strong>ciudad. Para que el amor esté en el centro, son muchas <strong>la</strong>s cosas que tienen quecambiar. María despierta el corazón filial y fraterno que a veces duerme en <strong>la</strong>gente. Nos corresponde crear en <strong>la</strong> comunidad un ambiente familiar, <strong>la</strong> voluntadde acogida, el amor y el respeto a <strong>la</strong> vida y <strong>la</strong> esperanza. Nuestro carisma noslleva a repetir con Pablo VI: «No se puede hab<strong>la</strong>r de <strong>la</strong> Iglesia si no está presenteMaría» (MC 28).Sugerencias1. El "himno al amor" de san Pablo (1 Cor 13), junto con <strong>la</strong>forma de amar de Cristo reve<strong>la</strong>da en los Evangelios, tendríanque ser un motivo constante de revisión de vida y de oración.Proponte algún compromiso en este aspecto.2. "Caricias positivas incondicionales". Así l<strong>la</strong>ma <strong>la</strong> psicoterapiaa <strong>la</strong>s expresiones gratuitas de estima y reconocimiento del otro.También existen <strong>la</strong>s "condicionadas"; y <strong>la</strong>s indeseadas, perofrecuentes, "caricias negativas". Proponeos hab<strong>la</strong>r de <strong>la</strong>s tres en
una reunión o encuentro de amistad, de pareja o de comunidad.¿Qué conclusión sacáis sobre <strong>la</strong> forma de re<strong>la</strong>cionarnos y deamarnos?973. Es importante poner orden en nuestro amor, y tomarconciencia de lo que más amamos y también de lo que amamosmenos. ¿En qué lugar están los pobres? ¿Los integrantes de micomunidad o de mi familia? ¿Qué puesto ocupan María y <strong>la</strong>Familia marianista?3. Caminos de oraciónLa "oración compartida"Qué es1. Desde que Jesús nos enseñó a orar con el Padre nuestro, sabemos que <strong>la</strong>oración es fundamentalmente un hecho comunitario, eclesial. Decimos nuestro,no mío. Y oramos en común. La oración oficial de <strong>la</strong> Iglesia es siemprecomunitaria: <strong>la</strong> eucaristía y <strong>la</strong> liturgia de <strong>la</strong>s Horas.2. Sin embargo, es cada persona <strong>la</strong> que ora desde su situación, desde lo másprofundo de sí. La oración es una realidad muy personal; nadie puede orar en milugar. Esto quiere decir que <strong>la</strong> oración debe ser siempre un misterio de comunióncompartido. Oración personal y oración comunitaria se re<strong>la</strong>cionan estrechamente,se apoyan mutuamente.3. Actualmente hay un mayor deseo de compartir <strong>la</strong> fe, de comunicar nuestrasvivencias o experiencias de Dios o del Evangelio. De ahí que se hayapopu<strong>la</strong>rizado un método de oración comunitaria l<strong>la</strong>mada "oración compartida".Quien escucha <strong>la</strong> oración de otro, <strong>la</strong> hace suya, <strong>la</strong> ora. Toma prestadas <strong>la</strong>spa<strong>la</strong>bras del otro para dirigirse a Dios con <strong>la</strong> oración del hermano o de <strong>la</strong>hermana. Reza con su oración. Sale de sí para vivir en comunión una oracióncompartida. Esta oración se hace fundamentalmente con un pasaje delEvangelio, y al estilo de <strong>la</strong> "lectio divina".4. Queremos acercarnos a vivir el misterio de <strong>la</strong> comunidad a través de <strong>la</strong>oración compartida. Ésta no es una actividad más, yuxtapuesta a otras, sino unfruto natural de una vida comunitaria intensa que quiere comunicarse desde lomás profundo.Cómo orar
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