160Dichoso el vientre que te llevó - Lc 11,27-28La persona de Jesús atrae y conmueve. Unas veces <strong>la</strong> respuesta es reconocerque nos ha tocado («nadie hab<strong>la</strong> como él» Jn 7,46); otras, mueve a sentarse a su<strong>la</strong>do y escucharle todo un día («Maestro, ¿dónde vives?» Jn 1,38); algunos, comoesta mujer del pueblo, no pueden contener <strong>la</strong> admiración que sienten por él. Y,como suele ser habitual en todas <strong>la</strong>s culturas, se bendice a <strong>la</strong> madre. Es unpiropo a <strong>la</strong> madre por tener tal hijo. Jesús, como suele hacer siempre, <strong>la</strong>nza alpúblico a una consideración de felicidad más honda. Jesús recoge el grito de <strong>la</strong>carne para llevarlo a plenitud, para cargarlo de Reino. Porque <strong>la</strong> felicidad deMaría no está en <strong>la</strong> maternidad física del Mesías, sino en ser oyente yencarnadora de <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra que es su hijo. La pa<strong>la</strong>bra de Cristo te ayuda acomprender el misterio de María, de <strong>la</strong> Iglesia que está l<strong>la</strong>mada a escuchar yguardar el Evangelio.Mientras él hab<strong>la</strong>ba a <strong>la</strong> gente, una mujer de entre el gentío levantó <strong>la</strong> vozdiciendo: «¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!».Pero él repuso: Mejor, ¡dichosos los que escuchan <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de Dios y <strong>la</strong>cumplen!El nacimiento de Jesús - Lc 2,1-20El re<strong>la</strong>to del nacimiento de Jesús está construido con mucho detalle ysimbolismo: el contraste entre <strong>la</strong> figura del emperador y <strong>la</strong> de los pastores, elcumplimiento de <strong>la</strong> promesa mesiánica en <strong>la</strong> ciudad natal de David, <strong>la</strong> cunapesebreque anuncia el estilo de vida del Mesías de los pobres, el Evangelioproc<strong>la</strong>mado a los sencillos y marginados del pueblo, los cielos abiertos quecantan <strong>la</strong> gloria y <strong>la</strong> paz en <strong>la</strong> noche santa... No es sólo un texto para orar enNavidad. En cada momento del año se puede acudir a este rincón de <strong>la</strong> fe, pararecuperar <strong>la</strong> señal. Y <strong>la</strong> señal es siempre el misterio de Dios, que se ha abajado(«Voy a acercarme», «He bajado» Ex 3,3.8) hasta hacerse uno de nosotros, niño,debilidad, carne, camino, muerte, y muerte de cruz (Flp 2,8). María te ayuda aguardar todas estas cosas y a meditar<strong>la</strong>s en tu corazón. Orar con María, orar con<strong>la</strong> Iglesia el misterio asombroso del amor hecho carne, de <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de vida que,existiendo desde el principio, <strong>la</strong> hemos oído, visto y tocado (1 Jn 1,1-4).Salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo delmundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirinogobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad.Tambien José, que era de <strong>la</strong> casa y familia de David, subió desde <strong>la</strong> ciudadde Nazaret, en Galilea, a <strong>la</strong> ciudad de David, que se l<strong>la</strong>ma Belén, en Judea,para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientrasestaban allí le llegó el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo
envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en <strong>la</strong>posada.En aquel<strong>la</strong> región había unos pastores que pasaban <strong>la</strong> noche al aire libre,ve<strong>la</strong>ndo por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó, y <strong>la</strong>gloria del Señor los envolvió de c<strong>la</strong>ridad y se llenaron de gran temor. Elángel les dijo: No temáis, os traigo una gran alegría para todo el pueblo.Hoy, en <strong>la</strong> ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesias, el Señor. Yaquí tenéis <strong>la</strong> señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado enun pesebre. De pronto, en torno al ángel apareció una legión del ejércitocelestial, que a<strong>la</strong>baba a Dios diciendo: Gloria a Dios en el cielo, y en <strong>la</strong> tierrapaz a los hombres que Dios ama.Cuando los ángeles los dejaron y subieron al cielo, los pastores se decíanunos a otros: Vamos derechos a Belén, a ver eso que ha pasado y que nosha comunicado el Señor.Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en elpesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos losque les oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y Maríaconservaba todas estas cosas, meditándo<strong>la</strong>s en su corazón. Los pastores sevolvieron dando gloria y a<strong>la</strong>banza a Dios por lo que habían visto y oído; todocomo les habían dicho.1615. Un tiempo para el carisma marianista"Hacer<strong>la</strong> conocer, amar y servir"La "Carta a los predicadores de retiros" titu<strong>la</strong> así su segunda parte: "Lo quedistingue al Instituto de María de <strong>la</strong>s otras órdenes religiosas". Guillermo JoséChaminade trata de condensar lo específicamente carismático: «atraer loshombres a Jesús por medio de María». La función de María en el misterio de <strong>la</strong>salvación es motivo de reflexión y, a <strong>la</strong> vez, símbolo de una propuesta misionera.Este pasaje contiene unos de los fundamentos de <strong>la</strong> consagración marianistaapostólica.Alguien podría decirme que todas <strong>la</strong>s órdenes religiosas han honrado a Maríade un modo especial y que se honran de pertenecerle. Respondo diciendo que deningún modo pretendemos que el culto de <strong>la</strong> Santísima Virgen sea algo exclusivonuestro. Eso sería una pretensión absurda, pues nadie ha podido jamás amar alhijo sin amar a <strong>la</strong> madre, ni nadie ha intentado nunca tender a <strong>la</strong> perfecciónevangélica excluyendo de su consagración a Jesús el culto especial a María.Ahora bien, lo que yo considero el carácter propio de nuestras órdenes, y loque creo que no tiene precedente en <strong>la</strong>s fundaciones conocidas hasta ahora, esque -lo repito una vez más- nosotros abrazamos el estado religioso en su nombrey para su gloria, para dedicarnos a el<strong>la</strong> en cuerpo y bienes, para hacer<strong>la</strong> conocer,amar y servir, convencidos de que no atraeremos a los hombres a Jesús sino pormedio de su Santísima Madre. Nosotros creemos, con los santos Doctores, que
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