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Encarnar la Palabra

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conversación con él. Sobre todo dejándote enseñar por el Maestro, tú quepresumes de saber tanto, o quejándote de llevar tantos años de oración baldía.Escucha a <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra en persona, déjate conmover por el<strong>la</strong>. No tengasimpaciencia por averiguar de repente qué es eso de nacer de nuevo o nacer de loalto. Además, es que lo sabes (tantos años de sacramento del bautismo y de <strong>la</strong>confirmación en el Espíritu...); lo que ocurre es que hace falta un dejar que deverdad empieces a nacer desde Dios. Este es el nombre que recibe <strong>la</strong> fe cuandose ha hecho un camino vital, irreversible, salvífico.67Había un fariseo l<strong>la</strong>mado Nicodemo, jefe judio. Éste fue a ver a Jesús denoche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios comomaestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no estácon él.Jesús le contestó: Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede verel reino de Dios. Nicodemo le pregunta: ¿Cómo puede nacer un hombresiendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de sumadre y nacer? Jesús le contestó: Te lo aseguro, el que no nazca de agua yde Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de <strong>la</strong> carne escarne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te hayadicho: Teneis que nacer de nuevo; el viento sop<strong>la</strong> donde quiere y oyes suruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que hanacido del Espíritu.Nicodemo le preguntó: ¿Cómo puede suceder eso? Le contestó Jesús: Ytú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemoshab<strong>la</strong>mos; de lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestrotestimonio. Si no creéis cuando os hablo de <strong>la</strong> tierra, ¿cómo creeréis cuandoos hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó delcielo, el Hijo del Hombre.Lo mismo que Moisés elevó <strong>la</strong> serpiente en el desierto, así tiene que serelevado el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en él tenga vidaeterna. Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su hijo único para que noperezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.La Visitación de María a Isabel - Lc 1,39-56Israel temb<strong>la</strong>ba y a <strong>la</strong> vez gozaba con <strong>la</strong> presencia de Dios: ya fuera en elArca, en el Templo o en el propio corazón. La escena de <strong>la</strong> Visitación no puedeser leída y contemp<strong>la</strong>da desvincu<strong>la</strong>da de esa experiencia del Pueblo de Dios.El "hágase" de María ha abierto <strong>la</strong> puerta de esta presencia del Mesías, quellena de gozo al que será el último profeta. Su misma madre pronuncia <strong>la</strong>bienaventuranza de <strong>la</strong> fe, que es un anuncio de <strong>la</strong> que hará años más tarde elmismo Jesús. Entra en este clima de presencia y de alegría, y déjate despuésllevar por el primer gran himno de a<strong>la</strong>banza del Evangelio que es el Canto deMaría.El Magníficat es tanto una bendición de <strong>la</strong> Madre como el Salmo por excelenciade <strong>la</strong> Iglesia. Hazlo tuyo, personalízatelo, refiérelo a lo que Dios está haciendo

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