todos de Espíritu Santo y empezaron a hab<strong>la</strong>r en lenguas extranjeras, cadauno en <strong>la</strong> lengua que el Esíritu le sugería.1045. Un tiempo para el carisma marianista1. "Jamás pueden separarse "La "Sexta carta a un maestro de novicios" es el texto capital del Fundadorsobre el misterio del cuerpo místico de Cristo. En este pasaje se subraya <strong>la</strong>centralidad de <strong>la</strong> persona de Jesús en <strong>la</strong> vivencia de <strong>la</strong> Iglesia. No hay comunidadsin Jesús, ni Jesús sin su comunidad. Él está «tan estrechamente unido al cuerpode su Iglesia, que jamás pueden separarse».A Jesucristo se le l<strong>la</strong>ma jefe o cabeza de <strong>la</strong> Iglesia porque:1°. Así como <strong>la</strong> cabeza ocupa el puesto principal e n el cuerpo, así también aJesucristo le corresponde el primer lugar en su cuerpo místico. En él residen elespíritu y el alma que animan a todo el cuerpo. De él reciben <strong>la</strong> vida y <strong>la</strong> santidadtodos los miembros.2°. Así como <strong>la</strong> cabeza está íntimamente unida al c uerpo, así tambiénJesucristo está tan estrechamente unido al cuerpo de su Iglesia, que jamáspueden separarse. Los grupos y asociaciones que no tienen a Jesucristo comocabeza no son su cuerpo, porque Jesucristo no está unido a ellos y no losgobierna por el influjo de su Espíritu (Cartas a un maestro de novicios, Sextacarta, 1835-1836. En El Espíritu que nos dio el ser, p. 122, n. 155).2. Circu<strong>la</strong>ción, comunicaciónComo el fluir de <strong>la</strong> sangre, así es el Espíritu que nos trae <strong>la</strong> vida de Cristo. Unalma que anima al cuerpo, unos canales sacramentales, <strong>la</strong>s virtudes teologales.Cabeza y cuerpo están re<strong>la</strong>cionados activamente, comunicándose: Cristo viene anosotros continuamente, nos enriquece con su Pa<strong>la</strong>bra, su amor, su presencia, através del Espíritu; nosotros vamos hacia él, permanecemos en él.¿Cómo se realiza esta unión tan íntima y tan inefable entre Jesucristo y susmiembros? Esta gran unión se realiza:1°. Por el Espíritu Santo, que Jesucristo ha recib ido en toda su plenitud y quecomunica a todos sus miembros según <strong>la</strong> medida de cada uno. Este Espíritu escomo el alma de ese gran cuerpo, que lo anima y hace vivir.2°. Esta gran unión se realiza por los sacramentos , que son como <strong>la</strong>s venas ylos canales que llevan a cada miembro <strong>la</strong> sangre, es decir, el Espíritu y <strong>la</strong> vida deJesucristo, para que pueda ejercer sus funciones propias.3°. También hay que decir que esta unión se realiz a por <strong>la</strong> fe, <strong>la</strong> esperanza y <strong>la</strong>caridad, y por <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra de Dios. De Jesucristo recibimos esas virtudes. Nos <strong>la</strong>sda para que vayamos a él y permanezcamos nosotros en él y él en nosotros
(Cartas a un maestro de novicios, Sexta carta. En El Espíritu que nos dio el ser,pp. 122-123, nn. 156-158).1053. Los frutos de <strong>la</strong> uniónLa vida eclesial manifiesta de forma misteriosa pero real <strong>la</strong> presencia de Jesúsentre nosotros, en el mundo entero, hasta el final de los tiempos. Él es quienactúa cuando actuamos, el que sufre en los más despreciados y marginados denuestro mundo, el que ora cuando alguien reza, el que realiza <strong>la</strong> unidad cuandotrabajamos por <strong>la</strong> solidaridad entre todos, por hacer un mundo más fraterno ymás en justicia y paz.No existe nada más admirable y más santo, querido hijo, que lo que se derivade esta unión entre Jesucristo y su cuerpo místico. Le invito a hacer ver conc<strong>la</strong>ridad a sus discípulos esas consecuencias. Se <strong>la</strong>s expongo a continuación:lª. Si estamos unidos a Jesucristo como lo están los miembros a su cabeza,podemos deducir que no formamos con él más que un solo hombre, porque <strong>la</strong>vida de los miembros tiene que ser <strong>la</strong> misma que <strong>la</strong> de <strong>la</strong> cabeza.2ª. Al formar todos los miembros un solo hombre con Jesucristo, todo lo que sediga de <strong>la</strong> cabeza debe decirse de los miembros. Por eso, con él somossacerdotes, víctimas y reyes, y no formamos con él más que un solo hijo de Dios.3ª. Todos los miembros participan de los bienes y beneficios de <strong>la</strong> cabeza, desus méritos, de sus sufrimientos, de sus humil<strong>la</strong>ciones y de su gloria. Os he dado,decía Jesucristo, todo lo que me ha dado mi Padre. Comunica y hace partícipes asus miembros de todo lo que ha recibido de su Padre, es decir, su divinidad y suhumanidad.4ª. De este gran principio se sigue también que todo el bien o el mal que sehace al menor de sus miembros se le hace también a él, como lo dirá en el últimodía: En verdad os digo que cuantas veces habéis cumplido los deberes decaridad con el menor de los míos, conmigo los habéis cumplido; y cuantas vecesse los habéis negado, a mí me los habéis negado (Mt 25, 40 y 44). Saulo, Saulo,¿por qué me persigues? (Hch 9,4).5ª. También se puede concluir que, al estar Jesucristo Cabeza tan íntimamenteunido a todos sus miembros, todo el bien que éstos realizan él es quien lo realizaen ellos y con ellos. Él es quien reza, quien llora, quien obra en ellos, quien loshace merecedores y dignos de <strong>la</strong> gloria.6ª. La unidad del Espíritu que rige este cuerpo hace que todos los donessobrenaturales y todos los demás bienes espirituales que se confían a estecuerpo se conviertan en comunes a todos los miembros; y aunque todos nodesempeñen <strong>la</strong>s mismas funciones, todos actúan para el bien común de estecuerpo y comparten todo lo que le sucede (véase 1 Cor 12). Cada miembrocumple sus funciones para bien propio y para bien de todo el cuerpo. Basta mirarsin envidia, y amar todo el bien que hay en cada miembro, para que tambiénnosotros participemos de ese bien (Cartas a un maestro de novicios. Sexta carta.En El Espíritu que nos dio el ser, pp. 123-125, nn. 159-165).
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