166"El espíritu de María"Esta expresión está en el núcleo mismo de nuestro carisma, hasta tal puntoque ha entrado en <strong>la</strong>s Reg<strong>la</strong>s marianistas como sinónimo del "espíritu delInstituto", siguiendo <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras mismas de Chaminade que aparecen aquí. El"espíritu de María" es el espíritu interior o el "espíritu de fe". Es <strong>la</strong> interioridad,como capacidad de percibir <strong>la</strong> realidad a todos los niveles y desde <strong>la</strong> hondura ylenguaje propios del espíritu de Dios, espíritu de amor. María es el modelodiscipu<strong>la</strong>r de esta vivencia de <strong>la</strong> fe. De ahí que sean intercambiables "espíritu deMaría" y "espíritu de fe". El Retiro de 1821, cuya meditación 18ª trata del "espíritudel Instituto", se convierte así en uno de los documentos más preciosos denuestro patrimonio carismático.El espíritu de los hijos de María es un espíritu interior. En esa comunidad, elreligioso hace de su alma un templo para el Señor. En él levanta un altar, sobre elque le hace el sacrificio de su voluntad. Nunca pierde de vista <strong>la</strong> presencia deDios, y con él conversa dulce y familiarmente, pues Dios ha establecido en él sumorada. También hace de su corazón un santuario a María, <strong>la</strong> capil<strong>la</strong> de <strong>la</strong> que seelevan <strong>la</strong>s fervientes oraciones que le dirige. También invoca a san José y recurrea él en sus penas. El espíritu del Instituto es el espíritu de María, esto lo explicatodo. Si sois hijos de María, imitad a María.Lo esencial es, pues, formar en nosotros el espíritu interior. Pero, ¿por quémedios? Por tres. El primero será formarnos según los rasgos de Jesucristo. Elsegundo, formarnos en <strong>la</strong>s virtudes, por el ejemplo de <strong>la</strong> augusta María. Eltercero, formarnos con <strong>la</strong>s reg<strong>la</strong>s del Instituto de María, es decir, en los consejosevangélicos. Conviene examinar a menudo <strong>la</strong> excelencia y <strong>la</strong> obligación de loscompromisos contraídos, <strong>la</strong>s bienaventuranzas, los misterios de <strong>la</strong> SantísimaVirgen, distinguiendo en ellos <strong>la</strong>s virtudes más apropiadas al Instituto, como suhumildad, su fe, su pobreza, su discreción. Hay que esforzarse por comprenderbien y practicar los cinco silencios, el recogimiento, <strong>la</strong> obediencia, el espíritu demortificación. Hace falta, en una pa<strong>la</strong>bra, trabajar de tal modo que, al llegar altérmino de nuestra vida, podamos decir como Jesucristo: Todo está consumado.Los frutos que sacaremos de nuestra fidelidad serán el consuelo de ser losco<strong>la</strong>boradores de los designios de Dios. El Instituto de María es obra de Dios. Sinosotros, que somos su núcleo, no estamos animados por su espíritu,arruinaremos <strong>la</strong> obra de Dios y seremos los responsables. Si somos fieles, Maríamisma nos presentará a su adorable Hijo (Retiro de 1821. En El Espíritu que nosdio el ser, pp. 47-48, nn. 765- 767).El adviento de María y nuestro advientoMe<strong>la</strong>nia Figarol hizo un <strong>la</strong>rgo camino de espera hasta poder profesar comomarianista.
Ade<strong>la</strong>, que <strong>la</strong> acompañó con sus cartas durante años, no llegó a ver<strong>la</strong> comoHija de María, ya que <strong>la</strong> Fundadora murió seis años antes de profesar Me<strong>la</strong>nia. E<strong>la</strong>dviento de Me<strong>la</strong>nia. En esta carta, Ade<strong>la</strong> motiva <strong>la</strong> espera al hilo del añolitúrgico. Invita a entrar en el «espíritu de María», espíritu interior, o espíritu de fe,para poder llegar al nacimiento del liberador. ¡Cuántas veces, años después, deAgen a Córcega, meditaría Me<strong>la</strong>nia eso de que «Jesús que nace, Jesús en elseno de María, es modelo de <strong>la</strong> vida consagrada»!167† J.M.J.T. 27 de noviembre de 1818¡Jesús, nuestro único esposo, te amo!Desde hace algún tiempo, mi corazón sufre, querida amiga, porque no recibonoticias tuyas. Pienso que estás afligida por algo. Pero, si Dios lo quiere así, ¿nosomos bastante dichosas por hacer su voluntad?Vamos a comenzar el adviento, un tiempo de gracia. Muchas personas harándurante él una rica provisión de méritos para <strong>la</strong> eternidad. Y nosotras, queridaamiga, ¿no haremos nada? Te propongo que nos unamos espiritualmente connuestra divina madre, e imitemos el recogimiento y <strong>la</strong> atención que el<strong>la</strong> tenía en eltrato que mantenía con el hijo divino que llevaba en sus entrañas. Hagamos mejornuestras oraciones, nuestras meditaciones, mantengámonos mejor en <strong>la</strong>presencia de Dios, multipliquemos nuestras jacu<strong>la</strong>torias.Asumiendo el espíritu de <strong>la</strong> Iglesia, hagamos muchos actos de deseo de quevenga el divino liberador; avivemos <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong> necesidad que tenemos deél. Tras<strong>la</strong>démonos a menudo al seno de María, para estar con este niño celestial.Admiremos los ejemplos que nos prodiga su amor, ejemplos de humildad, deobediencia, de caridad, y tratemos de imitarle en algo.Jesús en su nacimiento, o en el seno de María, es el modelo de <strong>la</strong> vidareligiosa: él practica ahí <strong>la</strong> obediencia, <strong>la</strong> pobreza, <strong>la</strong> castidad, <strong>la</strong> c<strong>la</strong>usura, <strong>la</strong>enseñanza: los cinco votos que hacemos. Pidámosle <strong>la</strong> gracia de cumplirlosfielmente.Pero, ¿no se diría que te estoy tratando ya como una de nosotras? ¡C<strong>la</strong>ro quesí! Verdaderamente siento que eres mi hija. Desde que terminaste tu visita,tenemos dos postu<strong>la</strong>ntes: una de veintidós años y otra de dieciocho. Estándeseando tener más compañeras.Me parece que debes confiarte valientemente con tus padres. Tienes quemostrar firmeza y decisión, sin faltarles nunca al respeto y a <strong>la</strong> sumisión que semerecen en todos los aspectos. Invoca mucho a sus ángeles guardianes y altuyo. Confía en el Señor. Él sabe el momento en que te quiere hacer salir deEgipto para conducirte al desierto fértil, donde te quiere alimentar con el maná desu propio cuerpo y hacerte beber de <strong>la</strong> fuente abundante de su sangre. ¿Podríasentonces echar de menos <strong>la</strong>s cebol<strong>la</strong>s de Egipto?Nuestras hermanas te abrazan, y yo, querida hija, te aseguro mi entrañableafecto.Sor María(Ade<strong>la</strong> de Trenquelléon, Cartas, n. 329. A Me<strong>la</strong>nia Figarol. Tarbes)
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