María es nuestra esperanza, tota ratio spei nostrae, nuestra madre, nuestrorefugio, nuestro auxilio, nuestra fuerza y nuestra vida.Añadiré, además, mi querido hijo, que si otras órdenes tienen esto en comúncon nosotros, debemos felicitar<strong>la</strong>s, bendecir<strong>la</strong>s e invitar<strong>la</strong>s a rivalizar con nosotrosen celo y amor para anunciar en todas parte el augusto nombre de María y susinefables beneficios (Carta a los predicadores de retiros, 24 de agosto de 1839,En El Espíritu que nos dio el ser, p. 66, n. 77).162"Todo lo de Cristo nos viene de su ternura maternal"El "Manual del Servidor de María" estuvo en continua reedición durante <strong>la</strong> vidade Guillermo José Chaminade. En <strong>la</strong> última edición lleva una introducción l<strong>la</strong>mada"Breve tratado del conocimiento de María": de aquí está tomado este texto, que, apesar de <strong>la</strong>s imágenes literarias de <strong>la</strong> época, sigue llegándonos a lo más hondo.Es un pasaje de gran fuerza, que nos hace revivir el espíritu mariano, materno, denuestros orígenes marianistas. Así creíamos y nos entusiasmábamos con <strong>la</strong>misión naciente. «María siempre está ahí», como <strong>la</strong> maternidad que estáhaciendo nacer a Cristo en ti y en nuestro mundo.Todo lo de Cristo nos viene de su ternura maternal.Desde <strong>la</strong> cuna hasta <strong>la</strong> tumba, en <strong>la</strong> infancia y en <strong>la</strong> vejez, en el día de gozo yen <strong>la</strong> noche de luto, el cristiano lo debe todo a María: <strong>la</strong> gracia del bautismo y de<strong>la</strong> educación religiosa; <strong>la</strong> gracia del perdón y <strong>la</strong> perseverancia; <strong>la</strong> gracia de <strong>la</strong>fortaleza y valor en el combate; <strong>la</strong> gracia de <strong>la</strong> protección y defensa en el ataque;<strong>la</strong> gracia de refugio y consuelo en <strong>la</strong> desgracia; <strong>la</strong> gracia de consejo y sabiduríaen <strong>la</strong> elección de estado de vida y en los quehaceres cotidianos; <strong>la</strong> gracia parapracticar el bien y evitar el mal. Todo lo que tiene por objeto mantener y avivar ennosotros <strong>la</strong> vida de Jesucristo nos viene de su ternura maternal. Si los sueños de<strong>la</strong> naturaleza y de los sentidos oscurecen los resp<strong>la</strong>ndores de <strong>la</strong> fe, si <strong>la</strong>concupiscencia se exacerba, si el gusto por <strong>la</strong>s cosas espirituales se debilita, si elpan de vida, <strong>la</strong>s prácticas piadosas y los ejercicios religiosos nos producen hastío,si sop<strong>la</strong> el viento de <strong>la</strong> tribu<strong>la</strong>ción, si <strong>la</strong> desgracia derrama su amarga copa, Maríaestá siempre ahí, ve<strong>la</strong>ndo con solicitud, haciéndose toda a todos y ayudando condiversos auxilios según <strong>la</strong>s necesidades de cada uno. El<strong>la</strong> enriquece al pobre,protege al timido, desarma al furioso, toca el corazón del ingrato y no abandona anadie. Es verdad que <strong>la</strong> virtud le comp<strong>la</strong>ce extraordinariamente, pero también elpecador encuentra en el<strong>la</strong> protección y refugio contra el castigo celestial.No contenta con esta solicitud general, que llega a todo y a todos, María nosda pruebas singu<strong>la</strong>res de un amor previsor y preocupado de nuestro bien,cuidando de cada uno como si fuera único. Conoce <strong>la</strong> debilidad humana, sabeque, sobre todo para algunos, no es bueno caminar solos por <strong>la</strong> vida. Por esosuscita en todas partes asociaciones piadosas que el<strong>la</strong> protege constantemente(Breve tratado del conocimiento de María, en Manual del Servidor de María ,1844. En El Espíritu que nos dio el ser, pp. 107-108, nn. 496-497).
Los dos medios formativos de María163El Fundador parte de que Jesús ha confiado a María, como madre nuestra, «<strong>la</strong>misión de dirigir nuestra educación cristiana». Es una consecuencia c<strong>la</strong>ra que élsaca de <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras del mismo Cristo: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Lamaternidad espiritual es, pues, un misterio que Chaminade desarrol<strong>la</strong> en c<strong>la</strong>ve"educativa" y dándonos dos pistas: el primer medio es <strong>la</strong> misma vida de María; elsegundo, su mediación. Las célebres pa<strong>la</strong>bras de san Bernardo parecen unirambos medios: «Mira <strong>la</strong> estrel<strong>la</strong>. Invoca a María». Primero, imita a María, míra<strong>la</strong>,porque «el mejor medio de imitar a Jesús es imitar a María». Al mismo tiempo,tóma<strong>la</strong> por intercesora, hab<strong>la</strong> con el<strong>la</strong>, dile dónde falta vino...Jesucristo está con nosotros. No sólo se ha hecho nuestro modelo paraenseñarnos el camino que lleva a <strong>la</strong> vida, sino que, además, se ha convertido ennuestro alimento, para comunicarnos su fuerza infinita a fin de que podamoscaminar tras sus huel<strong>la</strong>s. Además, está en nosotros por <strong>la</strong> fe, para orar y obrarcon nosotros. Por otra parte, ha confiado especialmente a María, porque el<strong>la</strong> esmadre, <strong>la</strong> misión de dirigir nuestra educación cristiana, como le dirigió a él durantesu infancia, para elevarnos, así, a <strong>la</strong> altura de nuestra vocación [...].María se esfuerza constantemente en revestirnos de <strong>la</strong> semejanza de Jesús,procurando que nos identifiquemos con sus pensamientos y sentimientos, paraque sea una realidad en nosotros el nombre de cristiano, es decir, discípulo eimitador de Jesucristo. Para ello se sirve de dos medios.El primer medio de que se sirve María es <strong>la</strong> voz dulce y poderosa de susejemplos. Su vida es una predicación sencil<strong>la</strong>, elocuente y al alcance de todos.Desde ese punto de vista, después de <strong>la</strong> santa humanidad del Salvador es el donmás preciado que hemos recibido del cielo [...].Todas <strong>la</strong>s dificultades desaparecen en presencia de María. Retrato fiel de suhijo, ha reproducido exactamente todas sus virtudes y sentimientos. De esamanera vemos cómo alcanza <strong>la</strong> semejanza divina una simple criatura, hija deAdán como nosotros, exenta, eso sí, de <strong>la</strong> mancha original y de sus horriblesconsecuencias, pero que, aun siendo más privilegiada y perfecta, no es denaturaleza distinta de <strong>la</strong> nuestra. Así pues, si el<strong>la</strong>, que es pura criatura, ha podido,en grado tan inefable y sublime, hacerse conforme a Jesucristo y modelo detodos los elegidos, también nosotros lo podremos, en una medida adecuada anuestra debilidad, con tal de que queramos ser fieles.Por tanto, María se nos presenta como <strong>la</strong> copia del divino modelo, copia quedebemos reproducir en nosotros mismos. De ahí se deduce que el mejor mediode imitar a Jesús es esforzarse por imitar a María, y que sólo se parecerá al hijoel que se parezca a <strong>la</strong> madre. Por consiguiente, sólo se salvará quien hayaimitado a María en <strong>la</strong> medida de <strong>la</strong> perfección querida por <strong>la</strong> justicia divina. Así secomprende lo fácil que resulta para el hombre de buena voluntad <strong>la</strong> imitación deJesucristo. Efectivamente, caminando tras <strong>la</strong>s huel<strong>la</strong>s de María, realiza en símismo <strong>la</strong> semejanza con el Salvador.El segundo medio que emplea María para llevarnos a <strong>la</strong> vida de Jesucristoconforme a <strong>la</strong> voluntad del Padre eterno es su mediación. La Iglesia, los SantosPadres y toda <strong>la</strong> tradición nos presentan a <strong>la</strong> augusta Virgen como nuestra
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