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Encarnar la Palabra

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lo sabían pues habían sacado el agua), y entonces l<strong>la</strong>mó al novio y le dijo:Todo el mundo pone primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos, elpeor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora. Así, en Canáde Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció <strong>la</strong> fe desus discípulos en él.1205. Un tiempo para el carisma marianista1. Comprometidos con <strong>la</strong> mujer prometidaLa nueva Eva es una mujer luchadora, una mujer que tiene asegurado eltriunfo porque el Señor se lo ha prometido. Es <strong>la</strong> victoria que trae sudescendencia, el hijo, y en <strong>la</strong> que el<strong>la</strong> está comprometida. Chaminade comienzasu mariología leyendo Génesis, el "protoevangelio". Desde ahí lee <strong>la</strong> historia, ytiene conciencia de que ese compromiso de María con el poder de Cristo continúay sigue convirtiéndose en victoria: «salvar <strong>la</strong> fe del naufragio». Nosotros nosdisponemos también a comprometernos como el<strong>la</strong> y con el<strong>la</strong>, «felices de poderemplear en su servicio una vida y unas fuerzas que le son debidas».Todas <strong>la</strong>s épocas de <strong>la</strong> Iglesia están marcadas par los combates y los triunfosgloriosos de <strong>la</strong> augusta María. Desde que el Señor estableció <strong>la</strong> enemistad entreel<strong>la</strong> y <strong>la</strong> serpiente (Gn 3,15), María ha vencido constantemente al mundo y alinfierno. La Iglesia nos dice que todas <strong>la</strong>s herejías han tenido que inclinar sufrente ante <strong>la</strong> Santísima Virgen, y poco a poco el<strong>la</strong> <strong>la</strong>s ha reducido al silencio de<strong>la</strong> nada. Pues bien, <strong>la</strong> gran herejía reinante en nuestros días es <strong>la</strong> indiferenciareligiosa, que va sumiendo <strong>la</strong>s almas en el embotamiento que produce el egoísmoy en el marasmo de <strong>la</strong>s pasiones [...].El poder de María no ha disminuido. Creemos firmemente que el<strong>la</strong> venceráesta herejía, como todas <strong>la</strong>s demás, porque el<strong>la</strong> es, hoy como siempre, <strong>la</strong> mujerpar excelencia, <strong>la</strong> mujer prometida para ap<strong>la</strong>star <strong>la</strong> cabeza de <strong>la</strong> serpiente.Jesucristo, al l<strong>la</strong>mar<strong>la</strong> siempre con ese gran nombre de Mujer, nos enseña queel<strong>la</strong> es <strong>la</strong> esperanza, <strong>la</strong> alegría, <strong>la</strong> vida de <strong>la</strong> Iglesia y el terror del infierno. A el<strong>la</strong>,pues, está reservada en nuestros días una gran victoria, a el<strong>la</strong> corresponde <strong>la</strong>gloria de salvar <strong>la</strong> fe del naufragio de que está amenazada entre nosotros.Nosotros hemos comprendido este designio del cielo, mi querido hijo, y noshemos apresurado a ofrecer a María nuestros débiles servicios, para trabajar asus órdenes y combatir a su <strong>la</strong>do. Nos hemos alistado bajo su bandera, comosoldados y ministros suyos, y nos hemos comprometido por un voto especial, elde estabilidad, a secundar<strong>la</strong> con todas nuestras fuerzas, hasta el final de nuestravida, en su noble lucha contra el infierno. Y así como una orden merecidamentecélebre ha tomado el nombre y el estandarte de Jesucristo, nosotros hemostomado el nombre y el estandarte de María, dispuestos a vo<strong>la</strong>r a donde el<strong>la</strong> nosl<strong>la</strong>me, para extender su culto y, por él, el reino de Dios en <strong>la</strong>s almas.Este es, mi querido hijo, el carácter distintivo y el aire de familia de nuestrasdos órdenes: somos de una forma especial los auxiliares y los instrumentos de <strong>la</strong>Santísima Virgen en <strong>la</strong> obra de <strong>la</strong> reforma de <strong>la</strong>s costumbres, del mantenimiento y

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