Capítulo 3: La oración marianista24Cada espiritualidad hace su especial propuesta sobre el modo de entrar encontacto con Dios, de estar en el mundo y de re<strong>la</strong>cionarse consigo mismo y conlos demás. La oración es fundamental en el modo de dar estos pasos. Paraasimi<strong>la</strong>r, desarrol<strong>la</strong>r y transmitir una espiritualidad, se necesitan grandes orantes.La calidad de nuestra oración manifiesta <strong>la</strong> calidad de nuestra espiritualidad.Nuestros Fundadores son reiterativos al hab<strong>la</strong>r de <strong>la</strong> importancia de <strong>la</strong> oración:Guillermo José Chaminade nos recuerda repetidamente que los marianistas nosmantendremos firmes en <strong>la</strong> fe y creceremos en el amor, por <strong>la</strong> oración. Ade<strong>la</strong>,desde muy joven descubre el valor de <strong>la</strong> oración, y en el<strong>la</strong> a Jesucristo como suamigo y Señor. La oración nos hace marianistas, ya que es un medio privilegiadopara el contacto auténtico con el carisma.Pero, a su vez, <strong>la</strong> espiritualidad marianista marca nuestra oración. Oramoscomo lo que somos: como cristianos marianistas. Si nuestro modo de procederpastoral evidencia nuestra identidad y nuestras capacidades, <strong>la</strong> oración lo hacede un modo más explícito. El<strong>la</strong> nos da el aire de familia. El espíritu de nuestraespiritualidad pasa a nosotros, sobre todo, por <strong>la</strong> oración, que se transforma enexpresión de fe. Nuestra espiritualidad nos motiva para orar y para orar de unadeterminada manera. La oración es parte primordial del camino espiritualmarianista.En <strong>la</strong> Familia marianista existe una tradición de oración. En el<strong>la</strong> se enseña y seaprende a orar, y se enriquece y se progresa en <strong>la</strong> oración. Está constituida porun grupo de creyentes y de orantes. Existe entre nosotros una tradición viva deoración. Ha habido y hay maestros de oración; se cuidan los lugares de oración yse hacen propuestas de caminos de oración. En una pa<strong>la</strong>bra, hay una vida deoración que se puede identificar y que se debe cuidar y compartir, ya que es elcorazón de nuestra mejor tradición marianista.Los marianistas colocamos en el origen de esta tradición de oración a Jesúsorante y a María, ya que ellos nos inspiran y acompañan en nuestro caminopersonal y comunitario de oración. Para nosotros es importante saber cómorezaban ellos, qué rezaban, por qué lo hacían. Nuestra oración es unaprolongación de <strong>la</strong> suya. Somos Iglesia de un modo significativo cuando nosjuntamos con María a orar para que el Espíritu del Señor sea derramado sobre elmundo.Es también una prolongación de <strong>la</strong> oración del Padre Chaminade y de MadreAde<strong>la</strong>. Tenemos que ser fieles a <strong>la</strong> tradición que hemos recibido de nuestrosFundadores y de los marianistas del pasado. Se necesita situar esa tradición enel pasado marianista, y, desde el presente, proyectar<strong>la</strong> hacia el futuro. Senecesita también recoger <strong>la</strong> experiencia de nuestros días y compartir<strong>la</strong>. Es lo quepretendemos hacer.En <strong>la</strong> iniciación en <strong>la</strong> oración es importante que se responda a estas preguntas:* ¿Por qué ora el marianista?* ¿Cómo es <strong>la</strong> oración del marianista?1. Los motivos de nuestra oración
Oramos «para que Jesús llegue a ser el centro de nuestras vidas. [Y así]dedicamos generosamente una buena parte de cada día a <strong>la</strong> práctica de <strong>la</strong>oración» (RVSM, 48).«La oración, corazón de nuestra vida [...], nos permite penetrar en <strong>la</strong> intimidadde Jesucristo y acoger su amor al Padre y a los hombres» (RVFMI, I,52).Oramos porque necesitamos entrar en comunión con Jesucristo y el Evangelio,al descubrir, cultivar y difundir el carisma marianista. «Cuanto más se dedica elreligioso al ejercicio de <strong>la</strong> oración, tanto más se acerca a su fin, que es <strong>la</strong>conformidad con Jesucristo [...]. La oración mental es <strong>la</strong> fuente común y única detodas <strong>la</strong>s virtudes» (Constituciones de 1939, art. 34). «Cuanto más nosdedicamos a <strong>la</strong> oración, tanto más nos acercamos a nuestro fin: <strong>la</strong> conformidadcon Jesucristo» (RVFMI, I,61). «Para ser sinceros, generosos y fieles a nuestramisión, nos es esencial ser hombres y mujeres fuertes en <strong>la</strong> fe, seguros en <strong>la</strong>esperanza y constantes en el amor. Buscamos esta fuerza en <strong>la</strong> oración»(Comunidades Laicas Marianistas, Dec<strong>la</strong>ración de Llíria 3,2).Como vemos, <strong>la</strong>s Reg<strong>la</strong>s de Vida de <strong>la</strong>s religiosas y de los religiososmarianistas y los documentos de <strong>la</strong>s CLM piden generosidad en nuestra entregaa <strong>la</strong> oración.También crecemos en <strong>la</strong> identidad carismática, en <strong>la</strong> fidelidad a <strong>la</strong> oración. Por<strong>la</strong> oración llegamos a lo que estamos l<strong>la</strong>mados a ser. Para el marianista, <strong>la</strong>oración es una necesidad y no tanto una obligación (1 Tes 5,17). Sin embargo,cuesta orar. Es bueno saber que <strong>la</strong> oración no siempre brota espontáneamentedel interior. Hasta el cristiano más fervoroso puede experimentar aburrimiento ydesinterés. En <strong>la</strong> vida moderna, que nos sumerge en <strong>la</strong> acción, <strong>la</strong> imagen y elruido, nos resulta difícil hacer el esfuerzo de concentración que nos pide <strong>la</strong>oración. Por lo tanto, podemos afirmar que es preciso que <strong>la</strong> espiritualidad dehoy, reavivada con el contacto de <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción bíblica, se inserte plenamente en<strong>la</strong> vida actual, se arraigue en <strong>la</strong> antropología y se exprese con <strong>la</strong>s grandesintuiciones de nuestra época. En nuestros días, una de <strong>la</strong>s realidades que secuestionan es <strong>la</strong> oración. Sin embargo, podemos afirmar que es posible, y vale <strong>la</strong>pena, orar en el contexto cultural y social actual.Por <strong>la</strong> oración, el marianista se mantiene fiel a <strong>la</strong> vocación recibida y a <strong>la</strong>misión que de esa vocación se deriva. Por ello no puede pasarse sin orar. Laoración, se nos ha recordado, es tan importante como <strong>la</strong> respiración. Enconsecuencia, todo lo que dificulte o imposibilite a un marianista orar esincompatible con su vocación. El Padre Chaminade era c<strong>la</strong>ro en este aspecto:«Todo empleo que pusiese a un Hermano en <strong>la</strong> imposibilidad de hacer oraciónserá incompatible con <strong>la</strong> santidad del estado que ha abrazado» (ConstitucionesSM, 1891, art 99). La oración le renueva, le recrea y le dispone a co<strong>la</strong>borar con <strong>la</strong>acción de salvación que el Señor continúa realizando en el mundo.Nuestra espiritualidad, como todo carisma por lo demás, tiene una c<strong>la</strong>radimensión mística y teologal, que se profundiza y asimi<strong>la</strong> con una vida de oraciónsostenida. Al Padre Chaminade le gustaba repetir que sin <strong>la</strong> oración dejábamosde tener contacto con <strong>la</strong> fuente de <strong>la</strong> que nos viene nuestra fuerza, y con el fin alque aspiramos, que es el bien supremo al que tendemos: Dios. Para el Fundador,25
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