a Isaías: Sal al encuentro de Acaz [...], y le dirás: ¡Vigi<strong>la</strong>ncia y calma! Notemas, no te acobardes [...]. Aunque tramen tu ruina [...], no se cumplirá nisucederá [...]. Si no creéis, no subsistiréis.El Señor volvió a hab<strong>la</strong>r a Acaz: Pide una señal al Señor tu Dios: en lohondo del abismo o en lo alto del cielo. Respondió Acaz: No <strong>la</strong> pido, noquiero tentar al Señor. Entonces dijo Dios: Escucha, casa de David: ¿No osbasta cansar a los hombres, que cansáis incluso a Dios? Pues el Señor, porsu cuenta, os dará una señal: Mirad, <strong>la</strong> virgen está encinta y dará a luz unhijo y le pondrá por nombre Emmanuel (que significa "Dios con nosotros").158El Señor es rey en medio de ti - So 3,14-18Ante <strong>la</strong> vuelta del destierro, <strong>la</strong>s invitaciones a <strong>la</strong> a<strong>la</strong>banza y <strong>la</strong> alegría soncontinuas en los profetas. Este pequeño salmo de Sofonías es un grito de júbilodirigido a <strong>la</strong> hija de Sión, el pueblo de Dios simbolizado en Jerusalén, <strong>la</strong> ciudadsanta lugar de <strong>la</strong> presencia del Señor. La Iglesia ha visto personificada en Maríaesta hija de Sión, porque el<strong>la</strong> es <strong>la</strong> mujer de Israel elegida para que el destierroacabara y para que nuestro Dios esté en medio de nosotros para siempre. Oracon María <strong>la</strong> alegría de tener a Jesús con nosotros. «Él exulta de gozo por ti, terenueva por su amor, danza por ti con gritos de júbilo» (v.17).Regocíjate, hija de Sión,grita de júbilo, Israel,alégrate y goza de todo corazón, Jerusalén.El Señor ha cance<strong>la</strong>do tu condena,ha expulsado a tus enemigos.El Señor será el rey de Israel,en medio de ti, y ya no temerás.Aquel día dirán a Jerusalén: No temas, Sión,no desfallezcan tus manos.El Señor tu Dios, en medio de ti,es un guerrero que nos salva.Él se goza y se comp<strong>la</strong>ce en ti,te ama y se alegra con júbilocomo el día de fiesta.Apartaré de ti <strong>la</strong> amenaza,el oprobio que pesa sobre ti.La señal en el cielo es una mujer - Ap 12, 1-12El corazón del Apocalipsis. Desde <strong>la</strong> tierra, donde está <strong>la</strong> Iglesia comprometidacon <strong>la</strong> lucha por el reino, sumida en dificultades y persecuciones, se observa, alláen el cielo, una doble señal: por una parte, <strong>la</strong> mujer aureo<strong>la</strong>da de luz (señal degloria) que está a punto de dar a luz (<strong>la</strong> Iglesia dando a luz a Cristo en el mundo);por otro <strong>la</strong>do, <strong>la</strong> señal del dragón, <strong>la</strong> antigua serpiente del Génesis, que sigue en
lucha abierta contra <strong>la</strong> descendencia de <strong>la</strong> mujer. Un cuadro extraordinario, llenode colorido de imágenes y, a <strong>la</strong> vez, de simbolismo. Un fuerte mensaje de ánimoy esperanza. María, <strong>la</strong> madre de Jesús y de <strong>la</strong> Iglesia, es una señal, a <strong>la</strong> vez, detriunfo y de compañía en <strong>la</strong> lucha que significa <strong>la</strong> evangelización y el testimonio.159Apareció una señal magnífica en el cielo: una mujer vestida de sol, <strong>la</strong> lunapor pedestal, coronada con doce estrel<strong>la</strong>s. Estaba encinta y gritaba entre losespasmos del parto y por el tormento de dar a luz.Apareció otra señal en el cielo: un enorme dragón rojo, con siete cabezasy diez cuernos y siete diademas en <strong>la</strong>s cabezas. Con <strong>la</strong> co<strong>la</strong> barrió del cieloun tercio de <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s, arrojándo<strong>la</strong>s a <strong>la</strong> tierra. El dragón estaba enfrentede <strong>la</strong> mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse al niño en cuantonaciera. Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a lospueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. La mujerhuyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios, para que allí <strong>la</strong>sustenten mil doscientos sesenta días.Se trabó una batal<strong>la</strong> en el cielo: Miguel y sus ángeles dec<strong>la</strong>raron <strong>la</strong> guerraal dragón. Lucharon el dragón y sus ángeles, pero no vencieron, y no quedólugar para ellos en el cielo [...]. Se oyó una gran voz en el cielo: Ya llegan <strong>la</strong>victoria, el poder y el reino de nuestro Dios, y el mando de su Mesías.Porque han derribado al acusador de nuestros hermanos, al que losacusaba noche y día ante nuestro Dios. Ellos lo vencieron con <strong>la</strong> sangre delCordero y con <strong>la</strong> Pa<strong>la</strong>bra del testimonio que dieron, sin preferir <strong>la</strong> vida a <strong>la</strong>muerte. Por eso alegraos, cielos y los que en ellos habitáis.Nacido de una mujer, nacido bajo <strong>la</strong> ley - Gal 4,1-7El Padre hace entrar a su hijo en el mundo por medio de una mujer, naciendoen <strong>la</strong>s condiciones en que vivía el pueblo de Dios: «bajo <strong>la</strong> ley». Este es elmisterio de <strong>la</strong> encarnación de Dios, que asume el camino del hombre hasta susúltimas consecuencias, excepto el pecado. Pero este hijo, a <strong>la</strong> vez de María (de <strong>la</strong>carne y de <strong>la</strong> fe del pueblo) y de Dios, va a ser «el que rescata, el santo» (Is43,14), aquél que nos consigue ser hijos de Dios. Si María es <strong>la</strong> mujer a través de<strong>la</strong> cual se encarna Dios, también María, y el Espíritu, que c<strong>la</strong>ma Abbá, Padre,harán posible que Jesús se vaya formando en mí y que pueda, con él, gozar de <strong>la</strong>herencia del Reino de Dios: «heredero por voluntad de Dios» (v. 7).Mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de unesc<strong>la</strong>vo pues, aunque es dueño de todo, lo tienen bajo tutores y cuidadoreshasta <strong>la</strong> fecha fijada por su padre. Igual nosotros, cuando éramos menoresestábamos esc<strong>la</strong>vizados por lo elemental del mundo. Pero cuando secumplió el tiempo, envió Dios a su hijo, nacido de una mujer, nacido bajo <strong>la</strong>ley, para rescatar a los que estaban bajo <strong>la</strong> ley, para que recibiéramos el serhijos por adopción. Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones elEspíritu de su hijo, que c<strong>la</strong>ma: ¡Abbá! (Padre). Así que ya no eres esc<strong>la</strong>vo,sino hijo; y si eres hijo, también eres heredero por voluntad de Dios.
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