Memoria del Sexto Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas

SEXTO CONGRESO NACIONAL DE BIBLIOTECAS PÚBLICASPúblicas, pero en la que se hace sólo una referencia a la lectura, y aún estámuy periférica, relativa a “llevar a cabo o patrocinar investigaciones encaminadasa fomentar el uso de los servicios bibliotecarios y el hábito de lalectura”, dejando traslucir una distancia y hasta un desagrado por entendersede cuestiones tan pragmáticas y mundanas como la relación entre ellector y el libro que pueda darse en el ámbito de la biblioteca.Por su parte, la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro del 8 de juniode 2000, finalmente asigna en su artículo 5° al Sistema Educativo Nacionalla responsabilidad de fomentar el hábito de la lectura, pero falla envincularlo con las bibliotecas públicas como el medio idóneo, dependientede la autoridad educativa y sobre todo ya existente, para que ese fomentoy esa lectura ocurran en un ambiente que pueda conocerse y controlarsepara el efecto de procurar su permanente superación.Los tiempos de definiciones suelen confundirse con los de discursos; enlas próximas semanas y meses vamos a escuchar múltiples declaraciones ycompromisos, veremos muchos textos de distintos órdenes en los que se planteeen esencia lo mismo que conocemos por vivir inmersos en esta situación:la falta de una coherencia política, estratégica y aplicada entre el buen deseode que México mejore sus niveles de bienestar, y que éstos se den a través delos recursos que el Estado mexicano asigne al sistema educativo formal einformal, que es la Red Nacional de Bibliotecas Públicas.Por modestia no aspiramos —aunque quizá debiéramos hacerlo por la verdaderatrascendencia que tiene el acceso al conocimiento que puede darsepara los ciudadanos en la biblioteca—, a una mención específica en el PlanNacional de Desarrollo 2007-2012, tampoco a que se mejoren losordenamientos legales que aquí tocamos brevemente; lo que los bibliotecariosqueremos es ser tomados en cuenta como el instrumento de elecciónpara la consecución de los grandes ideales nacionales, a través de los humildesinstrumentos que son el libro y la biblioteca pública, a la que nos debemosy a la que dedicamos buena parte de nuestras vidas productivas.Los bibliotecarios somos en esencia servidores públicos y como tales merecemosser tomados en consideración como coadyuvantes en un aspectomuy concreto de la aspiración de un México mejor: el perfeccionamiento dela mente de los mexicanos mediante su convivencia con los libros.268