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LA BOHEMIA, POR LLUVIA DE CENIZASLa ceguera, la utopíay otro amorque no seráEl texto de Sergio Boris, según puesta de Lucas Olmedo, explora en elmelodrama de corte fassbinderiano para hablar tanto de una empresaimposible como <strong>del</strong> ocaso de una relación amorosa. Las estupendasactuaciones sumidas en una lograda atmósfera enrarecida derivaronen no pocos elogios y en esta charla con el director.FAUSTO J. ALFONSO/ desde MendozaEn este asunto no hay tuertos. Ni uno solo. Por lo tanto,no hay rey. Son tres y todos ciegos. No obstante, hay un tirey afloje; y evidentes mecanismos de poder que se accionana partir <strong>del</strong> amor, los celos y la ambición por capturar untiempo que, evidentemente, ya no volverá.El trío en cuestión son los personajes que animan Labohemia, la obra de Sergio Boris con la que Mendozaestuvo presente en la última Fiesta <strong>Nacional</strong> <strong>del</strong> <strong>Teatro</strong>, enChaco, y que dirigió Lucas Olmedo. Un retrato melancólicode dos tipos que intentan reflotar un antiguo club parano videntes y de un tercero que aspira a quedarse con elcarnet número 1.Lo que late en el corazón de ese triángulo es algo viscoso:los muchachos son queribles, hasta pintorescos si se quiere,pero en un punto meten miedo y, como espectadores,no es extraño que nos sintamos aunque sea un poquititoBuñuel, conocida la poca simpatía que el aragonés sentíapor los ciegos y que trasladaba a sus films en forma deseveros castigos.Hace once años, Lucas Olmedo, también actor y dramaturgo,fundó el grupo Lluvia de Cenizas. Fue en San Rafael,sureño departamento mendocino. Desde entonces no haparado de producir espectáculos en los que han quedadoal desnudo su formación como fotógrafo, su afición por elcine y un profundo trabajo de investigación que deriva enno pocos juegos intertextuales. Algunas de sus puestasson: Cuentos para olvidar el invierno, El cuchillo enla carne, El pánico, Das buch der zeit, Cámara enristre y La sonrisa de los ciervos.Si bien lleva un tiempo instalado en Capital Federal(previo paso por la capital mendocina), el director no despegaun pie de Cuyo. De hecho, La bohemia se estrenóen Mendoza. Pero aunque las brisas de uno y otro sitioatraviesen el espectáculo, esta puesta es, ante todo, unadesesperada emoción universal.Para animar ese estado límite, Olmedo recurrió a tresde los más interesantes actores con que cuenta Mendoza:Alfredo Zenobi, Guillermo Troncoso y Darío Martínez. Ycompletó su equipo de trabajo con Guadalupe RodríguezCatón (vestuario), Lucas Queno (espacio, iluminación yasistencia) y Eugenio Schcolnicov (director asistente).-¿Cuáles fueron las primeras asociaciones quehiciste tras leer La bohemia y qué te decidió a llevarlaa escena?-Devino de buscar un material para que trabajáramosAlfredo, Guillermo, Darío, Lucas y yo. No teníamos muchotiempo –un verano nada más– y queríamos trabajar enconjunto. En ese panorama aparece el texto de Boris, quese nos presenta como el pretexto ideal para viabilizar eseencuentro, al que luego se sumaron Eugenio como asistentey Guadalupe para el diseño de vestuario. La bohemia nossumergió en un universo poderoso, escrito por un actor quesabe y maneja bien los ritmos de la escena, y que nos brindaun texto que sin grandes pretensiones literarias, conmueveprofundamente tanto desde los núcleos temáticos de altacombustión que ese mundo evoca, como desde el “dueloactoral” que la propuesta incentiva. Ahora, si bien la cegueraen La bohemia nos impone un espeso microcosmos,de mucha carencia emocional y lleno de contradicciones, elrelato gana en las posibilidades de juego que esa ceguerahabilita. Entonces, como el autor manifiesta, la cegueraes entendida como “una ceguera teatral”. Eso permitehuir de la solemnidad a la que podría caerse con la simpleilustración <strong>del</strong> tema. Siempre supe que íbamos a trabajarel texto de Boris como una adaptación, como un objeto deinvestigación, como un territorio de prueba. El material originaldialoga con ciertos tópicos que frecuenta la narrativaarltiana (la zona de la angustia, la humillación, la idea desalvarse como se pueda, el poder) así como lo hace conciertos mecanismos que solía utilizar Harold Pinter para laconstrucción de sus relatos, tal como ciertos “principiosde incertidumbre” en relación a la acción, pero sobre todola idea de esa amenaza que proviene desde afuera, comoun cuerpo apestado que viene a desestabilizar un sistema.Ahí es donde más tratamos de hacer foco en nuestra propuesta,en ese sistema “estable” que sería perturbado.Para nosotros ese sistema era “la pareja” (los personajesSosa y Romero).-¿Qué dimensión metafórica, a partir <strong>del</strong> tema <strong>del</strong>a ceguera, encontraste una vez que trabajabas enla puesta?-De entrada no tomamos la ceguera para subrayaralguna construcción metafórica <strong>del</strong> afuera, de pensaren ese afuera como un “universo cerrado” (por tomar lafigura <strong>del</strong> oxímoron), y este adentro, el club, como unareproducción a menor escala de aquel. Como si dijéramosun país enceguecido reducido a un club de barrio, por dar unvulgar ejemplo. Confiábamos en que el texto posee variasimplicancias que no necesitan ser explicitadas. Tambiénpasa que la ceguera tiene un peso histórico muy fuerte, nosolo en términos de nuestra historia reciente como país,sino en toda la historia de la literatura (dramática y nodramática), desde Edipo hasta toda la corriente simbolistacon Maeterlinck a la cabeza, quien por ejemplo trabaja enLa intrusa la idea de que el ciego (el abuelo) es el únicopersonaje que puede “ver” claramente el devenir de losacontecimientos. Estos ciegos no “ven” más allá de nada.Están enceguecidos por un plan utópico que es reabrir unclub de lectura (en braille) para ciegos y que no va a ir nipara atrás ni para a<strong>del</strong>ante. Lo que sí apareció con el correrde los ensayos fue cómo se imprimía esa ceguera en elcuerpo de los actores, pues cada uno de los personajestenía una distinta vinculación temporal con la pérdidade la visión. Uno ciego de nacimiento, otro hace quinceaños y otro hace apenas una semana. Por otro lado, Lucas(Queno) armó un dispositivo espacial y lumínico muy bellopara reforzar ese ambiente de penumbra continua en la queestaba sumergido este club. Y dado que el teatro dondeoriginariamente montamos la obra, posee un pasillo alfondo de la escena, que comunica a “la cocina y al baño”,decidimos dejar ese pasillo completamente a oscuras, depicadero 18

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