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REVISTA PESCA ENERO 2016

Comer pescado se está volviendo una exclusividad de los menos que pueden pagarlo y la desnutrición infantil y el hambre de los más no está siendo combatida con pescado. A nadie le importa. Solo está importando cuidar la anchoveta; pero ¿para quién? La revista Pesca es un medio de información alternativo referido a temas del mar y de la pesquería. Difunde información, ideas y corrientes de opinión que tienen por objeto crear conciencia de la necesidad de hacer sostenible la extracción de los recursos marinos, de seguridad alimentaria y del cuidado del medio ambiente. Pero sobre todo, contribuir con información para que el lector empiece a formarse una opinión propia sobre la problemática pesquera.

Comer pescado se está volviendo una exclusividad de los menos que pueden pagarlo y la desnutrición infantil y el hambre de los más no está siendo combatida con pescado. A nadie le importa. Solo está importando cuidar la anchoveta; pero ¿para quién?
La revista Pesca es un medio de información alternativo referido a temas del mar y de la pesquería.
Difunde información, ideas y corrientes de opinión que tienen por objeto crear conciencia de la necesidad de hacer sostenible la extracción de los recursos marinos, de seguridad alimentaria y del cuidado del medio ambiente. Pero sobre todo, contribuir con información para que el lector empiece a formarse una opinión propia sobre la problemática pesquera.

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DESNUTRICIÓN, DESOCUPACIÓN Y<br />

DESCARTE “CERO” DE <strong>PESCA</strong>DO EN<br />

LA ARGENTINA (3/3)<br />

La FAO en su Código Internacional de Conducta Responsable<br />

indica que “al formular las políticas nacionales<br />

para el desarrollo y la utilización sostenible de los recursos<br />

pesqueros, los Estados deberían prestar la debida<br />

consideración a la función económica y social del sector<br />

pesquero empleado en las actividades posteriores a la<br />

captura”. No necesitamos agregar mucho más a lo dicho<br />

por este experto organismo internacional.<br />

Una inadecuada administración del recurso, y ello incluye<br />

el manejo de las capturas, sus descartes y desembarcos;<br />

y también, el poder discrecional de los funcionarios,<br />

pueden adquirir una gravedad singular porque se<br />

lesionan derechos de tercera generación; y en lo inmediato,<br />

provocan desempleo, conflictos sociales y económicos<br />

a la actividad y a la región donde se desarrolla<br />

esa actividad. La Subsecretaría de Pesca ha sido ineficaz<br />

para los intereses patagónicos siendo el funcionario de<br />

ese origen y ha sido ineficaz para la provincia de Buenos<br />

Aires siendo su funcionario bonaerense. No se trata<br />

de funcionarios, se trata de la aplicación de políticas lesivas<br />

al interés nacional, a los sectores trabajadores y<br />

empresarios.<br />

Respecto a la administración pesquera y su sustentabilidad<br />

José Juste Ruiz considera que el desarrollo persigue<br />

tres objetivos esenciales: “a) el objetivo económico que<br />

consiste en buscar la eficiencia en la utilización de los<br />

recursos y el crecimiento cuantitativo; b) el objetivo social<br />

y cultural que promueve la limitación de la pobreza,<br />

el mantenimiento de los diversos sistemas sociales y<br />

culturales, y la equidad social; y c) el objetivo ecológico<br />

que se preocupa con la preservación a perpetuidad de<br />

los recursos naturales que sirven de soporte a la vida de<br />

los seres humanos”.<br />

No puede perderse de vista que la administración biológica<br />

del recurso tiene efectos laborales y sociales que<br />

superan los daños que cualquier empresa de riesgo<br />

pueda asumir; ya que se trata de un recurso de propiedad<br />

del Estado, que debe cumplir un fin social, sanitario,<br />

poblacional y estratégico, más allá de las efectos<br />

económicos que genere.<br />

Es importante valorar, que los daños laborales derivados<br />

de una mala administración son relevantes. El daño laboral<br />

en sí mismo es grave, no solo por los efectos que<br />

sobre los trabajadores y sus familias provoca, sino también<br />

por el daño sobre las comunidades. Mar del Plata<br />

donde se desembarca un 50% de las capturas y todas<br />

las ciudades ribereñas de la Patagonia que crecieron en<br />

base a la industrialización de este recurso, sienten duramente<br />

el quebranto de la actividad. Accesoriamente,<br />

aunque no menos importante, la paralización de la flota,<br />

aparte de los efectos citados, facilita la ocupación de los<br />

espacios marítimos por parte de embarcaciones extranjeros<br />

y la extracción de los recursos.<br />

Es necesario entonces, un nuevo orden en materia de la<br />

administración, captura, distribución, industrialización,<br />

protección y control de los recursos vivos marinos.<br />

No me referiré aquí a los cambios que debieran efectuarse<br />

en la administración general de la pesca, porque<br />

no es el objeto de este escrito, pero sí, a aquellos que<br />

aseguren la sustentabilidad y el “DESCARTE CERO” en<br />

materia de captura y desembarcos. El Estado, al concesionar<br />

la explotación del recurso, debe controlar si la<br />

Empresa concesionada explota, sobreexplota o subcaptura<br />

el recurso; si se depreda o no; si se ocupa o no<br />

los espacios estratégicos; si se agrega o no el máximo<br />

valor a los productos; y aún, si se ocupa o no personal<br />

en la actividad; ya que esta concesión de la explotación,<br />

no sólo significa una obligación para el concesionario,<br />

sino también para el concedente que debe administrar<br />

en forma eficiente este recurso natural; porque un recurso<br />

natural del Estado es, por sobre todas las cosas,<br />

una herramienta de generación de bienestar del pueblo,<br />

Revista Pesca Enero <strong>2016</strong> 34

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