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Revista Planetas prohibidos - N°15

Revista de ciencia-ficción, fantasía y terror. «Este número de Planetas Prohibidos© Año 6, se terminó de editar el dia 30 de diciembre de 2017». CONSEJO DE DIRECCIÓN Jorge Vilches, Lino Moinelo, Guillermo de la Peña y Marta Martínez EDICIÓN Y CORRECCIÓN J. Javier Arnau William E. Fleming MAQUETACIÓN Y DISEÑO James Crawford Publishing.

Revista de ciencia-ficción, fantasía y terror.
«Este número de
Planetas Prohibidos© Año 6,
se terminó de editar
el dia 30 de diciembre de 2017».
CONSEJO DE DIRECCIÓN
Jorge Vilches, Lino Moinelo,
Guillermo de la Peña y Marta Martínez
EDICIÓN Y CORRECCIÓN
J. Javier Arnau
William E. Fleming
MAQUETACIÓN Y DISEÑO
James Crawford Publishing.

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—Para nuestras mentes no existe la distancia.<br />

—Su deseo... —insinuó Bekker, sabiéndose perdido de antemano.<br />

—Una vez encendido es inextinguible. No hay remedio. Ustedes no lo<br />

pueden comprender.<br />

Mann Bekker empleó su última carta, pisando sobre brasas.<br />

—Si usted... si usted satisficiera su anhelo... Si antes de la fecha..., usted y<br />

Marthya...<br />

El rostro de Lhoun adquirió un tinte grisáceo.<br />

—¡Usted no puede entender lo que significaría eso! ¡Ustedes jamás podrán<br />

comprender el sacrilegio horrible e imperdonable que implicaría!<br />

Bekker sintió que los músculos se le agarrotaban. Hielo y piedra formaban<br />

parte de él, pensó.<br />

—Se equivoca —repuso—. Yo lo comprendo.<br />

Algo en su voz previno al rigeliano. Sus terribles ojos enfrentaron de lleno<br />

a los del Traditólogo, leyendo en su interior, deteniendo el tiempo para Bekker.<br />

Fue una infinitesimal fracción de eternidad, pero la mente de Mann Bekker<br />

volvió a ver en esos microsegundos toda su vida, sus ideales pasados, la<br />

Historia muerta que intentaba resucitar y Marthya, Marthya... El recuerdo de<br />

la mujer se impuso a todo lo demás y controló sus dedos y sus músculos y<br />

su voluntad, pero no pudo ahogar la vocecilla que se agazapaba en un rincón<br />

oscuro de su mente, aullando un desesperado clamor de prevención: ¡Hay algo<br />

equivocado! ¡Hay un detalle que no consideraste! ¡Hay algún error en alguna parte...!<br />

Mas para compenetrarse del significado de aquella advertencia, para descubrir<br />

qué era lo que señalaba, para darse cuenta del error, era necesario un<br />

proceso mental —reflexión, razonamiento—, y para el Traditólogo ya había<br />

pasado el momento de razonar.<br />

Su mano se introdujo en el bolsillo y volvió a salir.<br />

Un chasquido, un resplandor violáceo, y el goohrko se desplomó.<br />

Pero aún pudo barbotar entre un vómito de sangre verde:<br />

—¡MARTHYA...!<br />

Y en la intensidad sin límites del extraño acento, leyó Mann Bekker su<br />

propia sentencia.<br />

(Julo, el gobernador de Neotierra, sintió de pronto una sensación de frío<br />

inexplicable. Al indagar su procedencia, halló el foco en la mano exangüe que<br />

sostenían sus dedos. Volvió la vista hacia el lecho, ahogándose con el latir creciente<br />

de su corazón.<br />

Gritó. Gritó. Gritó.)<br />

Irrumpieron violentamente, todos a una.<br />

Lhoun, el diplomático goohrko, yacía sobre un charco negruzco, de par en<br />

par los extraordinarios ojos, fijos, duros.<br />

15

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