Revista Planetas prohibidos - N°15
Revista de ciencia-ficción, fantasía y terror. «Este número de Planetas Prohibidos© Año 6, se terminó de editar el dia 30 de diciembre de 2017». CONSEJO DE DIRECCIÓN Jorge Vilches, Lino Moinelo, Guillermo de la Peña y Marta Martínez EDICIÓN Y CORRECCIÓN J. Javier Arnau William E. Fleming MAQUETACIÓN Y DISEÑO James Crawford Publishing.
Revista de ciencia-ficción, fantasía y terror.
«Este número de
Planetas Prohibidos© Año 6,
se terminó de editar
el dia 30 de diciembre de 2017».
CONSEJO DE DIRECCIÓN
Jorge Vilches, Lino Moinelo,
Guillermo de la Peña y Marta Martínez
EDICIÓN Y CORRECCIÓN
J. Javier Arnau
William E. Fleming
MAQUETACIÓN Y DISEÑO
James Crawford Publishing.
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
70<br />
Dejé de sacarle brillo a las llaves de la cerveza de barril y dije:<br />
—Bueno, será mejor que lo cuente. Soy todo oídos.<br />
Miró a su alrededor con una pena que lo ofuscaba, como si temiera decir<br />
algo y ser colgado por ello.<br />
—Mire —comencé—, en este lugar lo mejor que puede hacer es contar<br />
sus secretos. No gana nada con guardárselos. En ese viejo edificio gris que ve<br />
allá intentarán sacarle la verdad a golpes. Y si eso no sirve, lo drogarán por seis<br />
meses hasta que cante. Créame, hasta dirá lo más vergonzoso que le haya ocurrido<br />
en su vida.<br />
—Pero no puedo. No debo decirlo. Es un secreto de estado.<br />
—¿Y dónde cree usted que se encuentra? ¿En las líneas enemigas? A ningún<br />
prisionero le dan de beber vodka gratis. Mire a mis meseras. ¿A poco no<br />
son lindas? En lugares más hostiles tendrá suerte si encuentra una sola mujer<br />
que lo acompañe.<br />
El oso ruso guardó silencio.<br />
Dos hombres disfrazados de cura arrastraron a una vampira vegetariana<br />
para que se refrescara, minutos antes de un interrogatorio. Pidieron un agua<br />
kina y un bistec New York. Luego de servir e informar la orden a la cocina,<br />
pregunté al hombre:<br />
—¿Cuál es su nombre?<br />
—Ilya Vonmiglásov. Trabajo para la Federación Rusa. Soy… un astronauta.<br />
—Vonmiglásov —repetí.<br />
—¿Se puede saber qué estoy haciendo aquí? —preguntó—. Esto no es un<br />
trato justo. No, señor.<br />
—¿No se lo han dicho?<br />
—No. Me mantuvieron quieto. Estuve a punto de entrar a ese edificio gris<br />
que usted dice, pero logré zafarme de ellos. Todo esto es muy raro.<br />
—¿A qué se refiere con raro, camarada?<br />
—Naves automóviles que gravitan, fábricas subterráneas automatizadas,<br />
zoológicos con criaturas extrañas… Por eso creo que la única explicación<br />
plausible es que estoy muerto.<br />
Coloqué las dos manos en la barra y lo miré con fijación.<br />
—Escuche: lo que usted haya visto o hecho (por muy peculiar que le parezca)<br />
no tiene mucho sentido discutirlo aquí. Lo podrán escuchar, eso téngalo<br />
por seguro. Pero no crea que van aplaudirle o rechazar por eso. Lo importante es<br />
que usted relate su secreto. Entonces puede obtener una respuesta a su problema.<br />
Lo pensó por un momento y dijo:<br />
—Sí. Creo que regresaré al edificio. Les diré todo. Cada palabra. Ya no tiene<br />
sentido ocultarlo. —Se puso en pie y se perfiló hacía la salida.<br />
Exclamé:<br />
—¡Oiga, Vonmiglásov! Venga acá. Me interesa su caso. Tal vez yo pueda<br />
ayudarle.