Revista Planetas prohibidos - N°15
Revista de ciencia-ficción, fantasía y terror. «Este número de Planetas Prohibidos© Año 6, se terminó de editar el dia 30 de diciembre de 2017». CONSEJO DE DIRECCIÓN Jorge Vilches, Lino Moinelo, Guillermo de la Peña y Marta Martínez EDICIÓN Y CORRECCIÓN J. Javier Arnau William E. Fleming MAQUETACIÓN Y DISEÑO James Crawford Publishing.
Revista de ciencia-ficción, fantasía y terror.
«Este número de
Planetas Prohibidos© Año 6,
se terminó de editar
el dia 30 de diciembre de 2017».
CONSEJO DE DIRECCIÓN
Jorge Vilches, Lino Moinelo,
Guillermo de la Peña y Marta Martínez
EDICIÓN Y CORRECCIÓN
J. Javier Arnau
William E. Fleming
MAQUETACIÓN Y DISEÑO
James Crawford Publishing.
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
una especie de cinturón de seguridad sirviéndose de dos correas viejas que<br />
apretaba alrededor de la cintura del niño para luego asegurarlas en el pequeño<br />
maletero que la Vespa tenía detrás del asiento de dos plazas. Por último sacaba<br />
dos tacos de madera que situaba en la parte trasera de las faldas del scooter para<br />
que Fausto apoyase los pies y no perdiera el equilibrio y una vez los dos preparados<br />
se dirigían hacia la sierra. Normalmente iban a las montañas cercanas<br />
que pertenecían a la sierra de Javalambre aunque Fausto sabía que el abuelo<br />
había ido a sitios que a él le parecían tan remotos como cualquier planeta de<br />
la Vía Láctea, como Guadalajara o Cuenca. En la sierra la caza era abundante<br />
y una vez llegados al punto que Rogelio considerara adecuado, éste aparcaba<br />
la moto a la sombra de un árbol y tras cruzarse la escopeta y las cananas en su<br />
espalda y pecho le daba a Fausto el morral con la comida y la bota de vino<br />
para que lo transportase hasta el lugar en el que se apostarían a esperar a que<br />
los conejos, liebres o perdices se pusieran a tiro para unos segundos después,<br />
tras un certero tiro, acabar colgados de los ganchos que Rogelio tenía en las<br />
cananas para dicho cometer, una vez la presa recogida junto al cartucho usado<br />
por Fausto. A este le encantaba sentarse en el monte a ayudar al abuelo con<br />
la caza mientras comían pan y queso que el abuelo cortaba a rodajas con la<br />
navaja y a la hora de regresar a casa se sentía como uno de los exploradores de<br />
los libros de aventuras que tanto le gustaba leer. No recordaba momentos más<br />
felices en toda su vida.<br />
Por mucho que lo intentaba y a pesar de hundir los cañones en su garganta<br />
hasta que le entraban ganas de vomitar, Fausto con sus cortos brazos no conseguía<br />
abarcar la distancia necesaria para alcanzar el gatillo. Había considerado<br />
el suicidio en muchas ocasiones anteriormente pero nunca con la tenacidad y<br />
la certeza de éste, su último y sin duda definitivo intento. No había otra salida<br />
y cuando consideraba las alternativas que le quedaban ninguna de ellas le parecía<br />
tan razonable y clara, tan sencilla y prometedora como la de desaparecer<br />
para siempre del mundo de los vivos, al que por otra parte había ya dejado de<br />
pertenecer mucho tiempo atrás. Muchas veces mientras se preparaba un pico<br />
había contemplado la posibilidad de inyectarse una sobredosis, pero nunca se<br />
había atrevido a hacerlo y el hecho de que en muy pocas ocasiones se había<br />
visto en su poder con la cantidad de heroína necesaria para matarse tampoco<br />
había ayudado demasiado. Una vez, cuando Johnny el Inglés había traído una<br />
remesa de heroína blanca Tailandesa al pueblo, le habían tenido que llevar al<br />
Hospital víctima de una sobredosis y esa noche Fausto había aprendido que la<br />
heroína te mata dulcemente, casi no te das cuenta cuando poco a poco te vas<br />
quedando inconsciente, es como quedarte dormido con la diferencia de que<br />
no hay sueños, tan solo la nada. Una enorme nada. Negror. Vacío. Oscuridad<br />
absoluta. Y sobre todo paz. Paz de no tener que saber que unas pocas horas<br />
después estarás de nuevo de mono o de saber que la gente no se reirá más de ti.<br />
Paz de saber que no tendrás que girar la cara de vergüenza cada vez que pasas<br />
33