Revista Planetas prohibidos - N°15
Revista de ciencia-ficción, fantasía y terror. «Este número de Planetas Prohibidos© Año 6, se terminó de editar el dia 30 de diciembre de 2017». CONSEJO DE DIRECCIÓN Jorge Vilches, Lino Moinelo, Guillermo de la Peña y Marta Martínez EDICIÓN Y CORRECCIÓN J. Javier Arnau William E. Fleming MAQUETACIÓN Y DISEÑO James Crawford Publishing.
Revista de ciencia-ficción, fantasía y terror.
«Este número de
Planetas Prohibidos© Año 6,
se terminó de editar
el dia 30 de diciembre de 2017».
CONSEJO DE DIRECCIÓN
Jorge Vilches, Lino Moinelo,
Guillermo de la Peña y Marta Martínez
EDICIÓN Y CORRECCIÓN
J. Javier Arnau
William E. Fleming
MAQUETACIÓN Y DISEÑO
James Crawford Publishing.
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Se encontraba a media hora de cerrar el establecimiento cuando entró<br />
un hombre alterado, gritando una sarta de incoherencias en un idioma<br />
difícil de entender. Su rostro era una expresión llena de angustia, algo<br />
muy visto aquí en La Atalaya de Romero. No creemos que los intervenidos<br />
estén locos, sólo necesitan direccionar un poco su situación y sacarle<br />
el mejor provecho, así queden en bancarrota o tengan que venderle su<br />
alma al diablo.<br />
El No Sé Dónde y No Sé Cuándo instaló el bar hace veinticinco<br />
años (es un decir) debido a los constantes comportamientos salvajes, a los<br />
golpes, a la histeria, al suicidio y muchas otras reacciones que invadían a los<br />
intervenidos. El No Sé Dónde y No Sé Cuándo creyó que sus instalaciones<br />
no eran acogedoras y que no tranquilizaban a nadie. La burocracia y el papeleo<br />
pueden deprimir a cualquiera, así se trate de un payaso o un motivador en<br />
público. Los comportamientos de todo tipo de criaturas hacían imposible que<br />
los intervenidos pudieran respirar, hacer yoga, rezar y declamar un mantra para<br />
tranquilizarse.<br />
Un bar es el lugar ideal para olvidar las penas: música suave, muebles de<br />
caoba, luces tenues, bebidas vigorizantes y charlas amenas. Mi elección como<br />
cantinero se debe a una causa un tanto extravagante: me hallaba a punto de<br />
cortarme el cuello con una navaja dentro de una granja humana en espera<br />
de una respuesta, cuando un agente preguntó: «¿Alguien de aquí es capaz de<br />
preparar un coctel margarita?» Nadie alcanzó a reparar en la petición debido a<br />
la baja moral que reinaba en la granja. Con cierta timidez alcé la mano y dije:<br />
—Creo que puedo hacerlo.<br />
Me quitaron el collarín, me colocaron una camisa, tirantes, un moño, pantalones<br />
negros y unos zapatos recién lustrados. Después instalaron ante mí una<br />
improvisada barra con toda clase de botellas de licor que pudieron rescatar. En<br />
mi juventud había visto al cantinero del pueblo hacer ese trabajo tantas veces<br />
que podía recordar muy bien la porción de tequila, jugo de limón y triple sec.<br />
Lo agité en la coctelera, y en un arranque de creatividad lo serví con sal en<br />
el borde del vaso y una rodaja de limón. A decir verdad, yo no esperaba que<br />
ocurriera algo. Sin esperanza y sin horror.<br />
Colocaron el coctel margarita en una bandeja y lo llevaron con prisa a un<br />
minotauro con mal humor. Ni siquiera ver a un ser mitológico me sorprendía.<br />
Yo deseaba regresar a la granja para terminar de sacarle filo a la navaja.<br />
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