Revista Planetas prohibidos - N°15
Revista de ciencia-ficción, fantasía y terror. «Este número de Planetas Prohibidos© Año 6, se terminó de editar el dia 30 de diciembre de 2017». CONSEJO DE DIRECCIÓN Jorge Vilches, Lino Moinelo, Guillermo de la Peña y Marta Martínez EDICIÓN Y CORRECCIÓN J. Javier Arnau William E. Fleming MAQUETACIÓN Y DISEÑO James Crawford Publishing.
Revista de ciencia-ficción, fantasía y terror.
«Este número de
Planetas Prohibidos© Año 6,
se terminó de editar
el dia 30 de diciembre de 2017».
CONSEJO DE DIRECCIÓN
Jorge Vilches, Lino Moinelo,
Guillermo de la Peña y Marta Martínez
EDICIÓN Y CORRECCIÓN
J. Javier Arnau
William E. Fleming
MAQUETACIÓN Y DISEÑO
James Crawford Publishing.
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logrado hasta entonces. Poco a poco Robert consiguió entender algo de la lógica<br />
detrás de esos sonidos, y con ello, le vinieron visiones de Reyes, Andantes<br />
Huesos, Lobos Aullantes y extrañas guitarras cayendo de libélulas de acero.<br />
Todo ello fue simplemente demasiado para la mente del pequeño Robert,<br />
quien en un intento de comprensión resumió todo en un sólo elemento, no<br />
una palabra, no una emoción, ni siquiera un sonido. No. El pequeño Robert<br />
Johnson lo resumió todo en un color, el color azul.<br />
—Azul —dijo el pequeño con voz queda al instante de despertar, y el<br />
sabor de la palabra se expandió por todo su cuerpo. El silencio reinaba a su<br />
alrededor y de pronto se le antojó insoportable.<br />
A partir de entonces no quería volver a estar en silencio. No recordaba<br />
gran parte de lo soñado, sólo la idea del color que bailaba en su mente como<br />
una niebla purpura. Recordó entonces la guitarra que su padre le diera la noche<br />
anterior y corrió a buscarla.<br />
No logró encontrarla en el lugar donde la había dejado, buscó por todos<br />
lados, hasta por fin, encontrarla arrumbada al lado de la desvencijada puerta de<br />
su casa, como si se tratase de basura. Expectante y algo temeroso la tomó con<br />
ambas manos, con un casi religioso respeto se animó a rasgar las desafinadas<br />
cuerdas, soltando una cacofónica brisa de notas que le pareció el sonido más<br />
maravilloso del mundo.<br />
Como el afortunado dueño de un tesoro maravilloso, Robert regresó a su<br />
casa, presionando la guitarra contra su pecho y se sentó en la vieja mesa de<br />
pino a esperar el desayuno. Su padre ya se encontraba allí, sobando los cayos<br />
de sus otrora mágicas manos, ritual que practicaba cada mañana antes de ir a<br />
trabajar a la plantación. Atareado en ello fingió ignorar el objeto que su hijo<br />
sostenía con creciente fascinación. En ese instante, la señora Johnson irrumpió<br />
con el exiguo desayuno, quedando petrificada ante la vista de la guitarra en<br />
manos de su hijo.<br />
—¡¿Qué hace eso debajo de nuestro techo?! —atinó a balbucear ella. Robert<br />
sólo levantó los hombros y se limitó a intercambiar una sonrisa de complicidad<br />
con su padre.<br />
A partir de entonces a donde quiera que Robert fuera lo acompañaba<br />
su guitarra y dedicaba cada momento libre para practicar. Su madre veía con<br />
creciente preocupación el desmesurado interés que su hijo mostraba hacia el<br />
instrumento y se estremecía ante los extraños sonidos que sacaba de él. Otro<br />
asunto sería si el pequeño tocara salmos y alabanzas como buen cristiano y no<br />
esa retahíla de notas sin sentido.<br />
Igualmente le preocupaba el poco interés que el niño mostraba últimamente<br />
en sus estudios y casi sufre un infarto cuando este decidió abandonar de<br />
lleno la escuela para dedicarse totalmente a la música. Ante todo esto, Johnny<br />
no levantó la menor protesta, limitándose a intentar calmar los nervios de su<br />
pobre esposa. Aunque eso sí, le exigió a su hijo que buscara algún trabajo para<br />
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