20.09.2018 Views

Revista Planetas prohibidos - N°15

Revista de ciencia-ficción, fantasía y terror. «Este número de Planetas Prohibidos© Año 6, se terminó de editar el dia 30 de diciembre de 2017». CONSEJO DE DIRECCIÓN Jorge Vilches, Lino Moinelo, Guillermo de la Peña y Marta Martínez EDICIÓN Y CORRECCIÓN J. Javier Arnau William E. Fleming MAQUETACIÓN Y DISEÑO James Crawford Publishing.

Revista de ciencia-ficción, fantasía y terror.
«Este número de
Planetas Prohibidos© Año 6,
se terminó de editar
el dia 30 de diciembre de 2017».
CONSEJO DE DIRECCIÓN
Jorge Vilches, Lino Moinelo,
Guillermo de la Peña y Marta Martínez
EDICIÓN Y CORRECCIÓN
J. Javier Arnau
William E. Fleming
MAQUETACIÓN Y DISEÑO
James Crawford Publishing.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

40<br />

en el mismo lugar desde que Fausto tenía uso de memoria, colgada a media<br />

altura de su correa de cuero. Al verla sintió un intenso retortijón en su estómago,<br />

contemplándola con ojos anhelantes a la vez que las palmas de sus manos<br />

comenzaban a sudar profusamente. Fausto se levantó, se aproximó al arma y la<br />

descolgó de la pared con un temor reverencial, mientras sentía en sus manos<br />

temblorosas el anciano y majestuoso tacto del arma fría en sus manos, el olor a<br />

grasa fresca y aceite inundando sus fosas nasales al abrirla para comprobar que<br />

tenía dos cartuchos alojados en la recámara y estaba engrasada y reluciente, debido<br />

a las revisiones periódicas que le hacía su tío. Lo siguiente que recordaba<br />

era abandonar la casa con el arma en su funda, sudando copiosamente y con<br />

los pensamientos a la velocidad de la luz rebotando en las paredes internas de<br />

su cráneo, se encontraba enfermo, de mono, y necesitaba heroína como fuera.<br />

Y en lo más profundo de su ser Fausto sabía que el arma de alguna forma le<br />

ayudaría a conseguirla. De una forma u otra.<br />

Sentado desnudo en el colchón Fausto vio como las noticias locales comenzaban<br />

su emisión en el viejo aparato mientras él se encontraba intentando<br />

encontrar la forma de volarse los sesos, no había tenido éxito hasta el momento<br />

en encontrar la forma de accionar el gatillo, sus cortos brazos no podían<br />

abarcar la distancia necesaria para disparar mientras los cañones estaban introducidos<br />

en su boca y estaba comenzando a desesperarse, ya que sabía que no le<br />

quedaba mucho tiempo. De repente se acordó de Hemingway. El viejo Ernst<br />

había elegido el mismo modo para acabar con su vida y Fausto recordó haber<br />

leído como había accionado el gatillo, sirviéndose para ello del dedo pulgar de<br />

su pie derecho. Se introdujo excitado de nuevo los cañones en la boca y los<br />

aseguró firmemente con sus manos sentado de espaldas contra la pared, comprobando<br />

con una mezcla de alegría y pánico que podía deslizar cómodamente<br />

el pequeño pulgar de su pie en el compartimento que alojaba los gatillos y<br />

sintió un estremecimiento que recorrió su cuerpo desnudo y sudado de arriba<br />

abajo al comprobar que podía accionarlos con facilidad. Los dos «click» secos<br />

amplificados dentro de su boca enviaron un ramalazo de electricidad que recorrió<br />

su espina dorsal de arriba abajo al golpear en las recamaras vacías. Fausto<br />

sacó los cañones cubiertos de una película de saliva de su boca, tomó en su<br />

mano el cartucho rojo y dorado que se hallaba a su lado, encima del colchón<br />

y se dispuso a cargar el arma a la vez que podía escuchar a lo lejos el sonido<br />

cada vez más cercano de las sirenas de la Policía Nacional. Los hechos que<br />

habían acontecido tan solo hacía menos de media hora se agolpaban en sus<br />

pensamientos, como su patética persona había reunido el valor necesario para<br />

entrar a la oficina de Correos y Telégrafos, que se encontraba a dos manzanas<br />

de su casa, nunca llegaría a comprenderlo. Recordaba al viejo Juan detrás del<br />

mostrador y también cómo sus ojos pasaron de mostrar afecto al reconocerle<br />

a reflejar un pánico exacerbado al posarse sus ojos en el arma en las manos de<br />

Fausto, que aproximándose a él y apuntándole a la cabeza le gritaba, exigién-

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!